martes, 2 de octubre de 2007

Dos en la carretera.
Cuaderno de bitácora de un viaje a Estepona (y II)

¡Qué útiles son los navegadores! ¿verdad? Hasta que tienes que llevar a alguien a un punto concreto. Entonces, claro, todo falla. Al término de la distendida cena del jueves, nos disponíamos a regresar a nuestros hoteles. Estábamos esperando a los taxis que iban a recoger al personal, cuando, amablemente, nos ofrecimos para llevar de vuelta a alguien. Norberto, como siempre, se lanzó sin dudarlo. También se apuntó Miguel Buckenmeyer, al que acabábamos de conocer esa noche, y con quien charlábamos animadamente sobre el Economista, y amigos comunes.

Una vez en el coche, y confiando en nuestro guia electrónico, empezamos la ruta. El hotel estaba a unos cinco minutos en coche del restaurante. Veinte minutos después, estábamos perdidos en la autovía que lleva de Málaga a Algeciras. ¿Y el GPS? El dichoso aparatito, que durante todo el viaje había sido un incansable detector de radares ocultos, que había descrito hasta la menor incidencia de la carretera, se empeñaba en guiarnos a algún punto situado en el Estrecho de Gibraltar. Lo que era una amable conversación mutó en silencio incómodo. Después, a unas risas nerviosas. Era yo. En estas situaciones, no puedo evitarlo, me da por reírme. No sé si a ellos les hacía mucha gracia. Tardamos casi 35 minutos en ir a un hotel que estaba a 4 km. del restaurante. "Hola, esto es un secuestro exprés. Es una táctica que utilizamos habitualmente para que la gente conozca el blog" le iba diciendo a Miguel, que me miraba un poco desconcertado. "Cuando nos confirmes que colaborarás con nosotros, te llevamos al hotel…" ¡Qué desastre! Menos mal que nos indicaron en una comisaría de la zona. Al final, el secuestro no fue a mayores. Les vimos entrar en el hall, mientras a los dos se nos escapaba una risilla entre dientes… Eso si que es vender un producto. Para rematar, paramos en una gasolinera a comprar unas botellas de agua y un adaptador para euroconector (7 euros en total). Histórica la cara de la empleada tras su cristal de seguridad cuando Luis pretendió que le pasara la tarjeta de puntos de la gasolina por la compra. Lo dicho, Luisito, una máquina de anécdotas.

El segundo día de conferencias fue más tranquilo en cuanto a anécdotas, aunque también ocurrieron cosas. Pudimos comprobar el fino humor surrealista de Toni Cases cuando dijo no recordar la maqueta de El Periódico (cuando alguien sugirió el parecido entre este diario y Público) y comprobamos que Miguel Buckenmeyer es capaz de mantener el mismo, exactamente el mismo tono de voz durante más de una hora de ponencia. Sin embargo, lo más destacable ocurrió antes de la cena. Una vez acabamos las charlas, sobre las ocho de la tarde, cargamos a unos valientes salvadoreños en el coche (ya habíamos aguantado todo tipo de bromas por perdernos la noche anterior) y fuimos todos al hotel de los ponentes. Allí, con la satisfacción del trabajo terminado, nos relajamos con unas cervecitas mirando al mar y charlamos largo y tendido sobre el blog y lo asombroso de internet mientras todo el mundo se acercaba al portátil y opinaba sobre nuestro encajabaja.


Jordi Catalá, Javier Sicilia y Rafael del Moral
siguen las actualizaciones de encajabaja


En la cena continuó el buen humor y pudimos comprobar que la gastronomía andaluza traspasa fronteras. Lucie Lacava, devoraba pescaito frito mientras aseguraba, ante la incredulidad de Luis, que allí en Canadá lo tomaba con frecuencia.

A la mañana siguiente tocaba volver a casa. Recogimos en el otro hotel a Pedro, colaborador del estudio de Miguel Buckenmeyer y salimos pitando, porque Luis tenía que estar por la tarde en el periódico. Con las prisas, fuimos terminado el último post en el mismo coche, con los mareos y el recalentamiento de la propia anatomía que eso conlleva (nunca escribáis con un portátil sobre el regazo, amiguitos). Luis siguió enfadándose conmigo porque pegué varias cabezadas durante el viaje, ronquidos incluídos. En el viaje hicimos un par de paraditas para comprar los típicos regalitos para los compañeros. En una de esas ventas de carretera, apareció la botella de moscatel más hortera de la historia. La compré (sí, yo, lo reconozco) y está siendo el cachondeo de la semana en el periódico. Personal de todas las secciones vienen en peregrinación a comprobar si efectivamente es tan espantosa como parece. Pues sí, lo es. ¿Y qué? La defiendo plenamente. Será fea, terrible, pero lo de dentro estaba de muerte. Para mi alivio, un compañero de trabajo, el irrepetible Miguel Ángel Majadas, ha venido a reclamar la botella de Moscatel para su colección privada de botellas. Me alegra ver que a alguien le gusta, por lo menos. Y eso que a ésta le faltan unas castañuelas que iban en el tapón y que alguien requisó.


La Botella


Nosotros también te queremos


Acabamos de ver que El Norbi nos ha nombrado "sucesores" de Visualmente, su blog, el blog de referencia en lengua castellana en lo que a periodismo visual se refiere. Maradona nos ha nombrado los nuevos Messi, y eso es mucho. Tanto que nos tiemblan las piernas. Entre lágrimas, estamos intentando asumir tan alto honor, e intentaremos saber estar a la altura de tan generoso reconocimiento.

Una vez más, ¡gracias ché!.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

esa ortografía (no haré chistes escatológicos con un guión malicioso)... me sobra una hache en el último párrafo. ¡busque, encuentre y corrija!

saludos de vuestro plumilla tocapelotas favorito

Javier Vidal dijo...

¡Gracias majete por el aviso! Ya lo decíamos en el post. Es que entre lágrimas de emoción a veces pasan estas cosillas...

Snowgirl dijo...

Me han encantado vuestras andanzas por tierras andaluzas y, por supuesto, vuestra experiencia en la Cumbre. Espero algún día poder acompañaros. Muchos besitos...

Mario Benito dijo...

No es cierto que el interior de la botella esté de muerte. Bueno, sí es cierto, es un brebaje para morirse del asco, casi prefiero lo atrevido del diseño externo de ¡LAS DOS BOTELLAS! guitarra que Javi compró. Puajjj

Anónimo dijo...

Mario, supera aquella borrachera de juventud con moscatel y vuelve al vino dulce, que te lo pierdes, tontorrón....