sábado, 29 de diciembre de 2007

La tipografía es arte

Atención querid@s lector@s. Lo que están ustedes viendo es arte, simple y puro arte. Y no lo digo por si está bien o mal escrito, no. Fíjense en el verbo que empleamos: ver. Porque todos esos hombros, astas, ojos, brazos, cuellos, remates, en definitiva, todas esas pequeñas partes que conforman el todo que llamamos tipografía, todo eso, es simple y puro arte. O al menos esa conclusión (que yo apoyo) es la que se puede sacar de la exposición Tipografía en el arte y arte en la tipografía que pueden visitar en la Biblioteca Nacional, en Madrid.

Cuadros con varias de las tipografías presentes en la exposición

Porque en la exposición podemos encontrar esa dualidad, un binomio en el que ambas partes se necesitan la una a la otra. Un ir y venir de la pelota que va pasando de pared en pared.

Por un lado vemos las obras de personalidades tan dispares como Basquiat, Braque, Chillida, Lichenstein, Davis, Miró, Malévich, Picasso, Warhol, Tàpies, Ernst, Gris, y muchos más. Todas con un denominador común: han usado como instrumento la tipografía. Seguro que no están todas las que han empleado tipos para transmitir un mensaje, pero hay una buena representación de distintas épocas artísticas y de creadores muy diversos. El colorido de Warhol, lo abstracto de Miró, lo sencillo y directo de Lichtenstein. En definitiva, mucha variedad para demostrar que la tipografía también puede conmover, emocionar, que es lo que busca el arte. Y qué mejor accesorio que la tipografía que, como decía Jasper Johns, "es algo que todo el mundo puede descifrar y comprender". Fácil, sencillo y para toda

"Sign" de Richard Hamilton (1975)

Y devolviendo la jugada, al otro lado de la pared, los tipos creados por maestros tipógrafos como Bodoni, Baskerville, Frutiger, Garamond, Thorne, Morris, Gutenberg, etc. Tipos colgados como cuadros, salpicados por las explicaciones de rigor. Grandes cuadros con tipografías como la Chicago, creada específicamente para los MAC, o la Garamond, declarada monumento histórico en Francia. Por no mencionar la Sabon (Jan Tschichold), inspirada en la columna de Trajano o la Didot en la que se imprimió el primer ejemplar de la Constitución Francesa. ¿Qué más pruebas hacen falta para catalogar a la tipografía como arte?

Unos libros, tal vez. Y ese el tercer pilar, el árbitro de la contienda. Custodiados por unas vitrinas, libros con varios siglos de existencia apoyan esta teoría con sus trazos, rasgos que dibujan obras maestras de la literatura depositados en la Biblioteca Nacional y que han abandonado el polvo de las estanterías con motivo de esta exposición.

Libros españoles del siglo XVIII

Así que ya saben, si tienen la posibilidad de visitar Madrid antes del 27 de enero, no duden en acudir a la Biblioteca Nacional a degustar esta pequeña muestra de arte tipográfico y tipografía en el arte. Además, es gratis. Qué mas pueden pedir.

Pues un libro que recopile y amplíe todo esto. Y lo hay. Es el libro homónimo de Enric Satué (Premio Nacional de Diseño en 1988), editado por Siruela. Un gran regalo para todos los amantes de este arte.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Nuevo rerediseño de El País
y Feliz Año 2008

A punto de finalizar este 2007 de nuestro señor, año en el que nació este nuestro y vuestro blog, el equipo de encajabaja está en condiciones de anunciar que ha recibido el encargo de remodelar el muy reciente rediseño del diario El País.

El contrato que hemos firmado con las altas jerarquías de Prisa está encabezado por un preámbulo en el que se pone de manifiesto el fracaso de su rediseño, fundamentalmente porque parte el periódico en dos (debido a que sólo lo aplican consecuentemente en lo que ellos denominan "la parte de atrás", mientras que en "la parte de adelante" se han limitado a sustituir la tipografía y a dar cuantas fotos a cuatro columnas sea posible), así como a recuperar en la medida de lo posible el texto que se perdió y que nadie en la redacción sabe dónde está, porque la tipografía Majerit que tan "rápido se lee" y tan "legible" resulta supone entre un 20 y un 30 por 100 menos de caracteres en cada línea que la "obsoleta" Times (¿será por eso que lo leen más rápido?).

Por todo ello, el equipo de encajabaja acometerá a lo largo de los próximos cinco años, y en absoluta coordinación con el Comité de Sabios de El País, esta remodelación a la remodelación que, figura también en el contrato, tendrá el visto bueno definitivo por parte de Juan Luis Cebrián en la última semana antes de su aplicación directa en el periódico, semana en la que podrá ser modificado todo según sus infalibles indicaciones. La única condición previa que nos ha expresado el propio Cebrián, muy amable eso sí, es que conservemos ¡por favor! el acento en la cabecera, "una idea tan genial no debe desaprovecharse". Nuestro blog ha quedado autorizado en una cláusula del contrato para ir informando puntualmente durante estos años de los avances en los trabajos rediseñísticos.

Aprovechamos este importante comunicado para felicitarles la Navidad a todos, una Navidad especialmente suculenta para nosotros merced al adelanto económico de tan goloso contrato, y sobre todo para desearles a todos un próspero año nuevo. Feliz 2008.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Negativos de cristal

Soy consciente de que en estas fechas lo que hay que hacer es ir de compras. Comprar hoy lo que no pudimos comprar ayer y dejar para mañana lo que no nos dará tiempo a comprar hoy, seguro, porque hay tantas cosas que comprar... Para eso está la Navidad, ¿no? No obstante, si alguien encuentra tiempo o sencillamente se cansa de comprar y se encuentra en Madrid, tiene la maravillosa oportunidad de acercarse hasta el edificio de la Telefónica, en plena Gran Vía, para ver allí las fotografías de Marín.


Le llamo así, Marín a secas, no por familiaridad con el fotógrafo del que tengo que confesar que nunca había oído hablar, sino porque así se llama la exposición: Marín. Y el asombro es doble, primero por la inmensa calidad de las imágenes, y después porque un autor de este nivel sea un perfecto desconocido. Claro es que nació en España, en Madrid además.

Entre sus poderosas imágenes descubro que Luis Ramón Marín (Madrid, 1884-1944) fue un fotógrafo de prensa entre 1908 y el final de la Guerra Civil. Que firmaba con el segundo apellido, Marín, así a secas. Que vivió siempre en esta ciudad nuestra, en Madrid, y que aquí realizó la mayor parte de su trabajo (tengo la impresión de que de haber sido catalán habría tenido más reconocimiento porque allí se da más valor a la cultura y quienes se dedican a ello). Que fue uno de los primeros fotógrafos españoles en sacar su cámara a la calle junto a compañeros como el sí reconocido Alfonso. Y que su archivo fotográfico sobrevivió gracias a su familia (otra cosa igual), casi 18.000 negativos en su mayoría de cristal.

Es una exposición con una temática variadísima, prácticamente todo lo que pasó entonces está colgado en gran formato en las paredes del primer piso de la Telefónica. 36 años de trabajo en 250 emocionantes imágenes, parpadeos atrapados en vidrio de los que me quedo con un hermosísimo retrato de Raquel Meller mirándonos a los ojos desde los años 20. Dejen durante una o dos horas las compras y allí, en el mismo centro de Madrid, vayan a verla y a que ella les vea.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Fun, fun, fun


Ya ha llegado la Navidad. Parece que fue ayer cuando dejamos los últimos calores del verano. Pero ha llegado y es época de buenos deseos y mejores sentimientos.

Dejemos a un lado, aunque sea por un instante, el trabajo y centrémonos en los que están a nuestro alrededor y que nos dan todo su cariño y apoyo en los momentos difíciles. Un brindis por ellos. Qué sería de nosotros sin ellos...

Por nuestra parte, queremos desear a nuestros amigos lectores/as que 2008 sea un año lleno de proyectos exitosos y que se cumplan todos vuestros deseos, tanto a nivel personal como profesional. Aquí estamos preparando varios proyectos para el año que viene con los que esperamos que disfrutéis tanto como nosotros.

Pero sobre todo queremos darles las gracias por estar ahí día tras día, por confiar en nosotros, por sus comentarios, por sus mails, por sus ideas... Muchas gracias a tod@s.

Lo dicho, FELICES FIESTAS.

El equipo de encajabaja

jueves, 20 de diciembre de 2007

Fútbol y diseño

Los aficionados al fútbol se dividen entre quienes van a ver las jugadas personales del crack del momento y los que admiran el juego colectivo de su equipo. Aunque se pueden hacer otras muchas clasificaciones, hoy nos interesa ésta, en la que parecen ganar por mayoría los integrantes del primer grupo porque lo que toca ahora es admirar la jugadita personal, el malabarismo más propio del circo que las televisiones repiten durante toda la semana hasta que llega la jornada siguiente para retransmitir nuevos regates, bicicletas, rabonas, chilenas y el gol del siglo que se marca cada siete días, mejor en acción individual. No obstante, todavía quedamos algunos amantes del juego colectivo, de esas jugadas mágicas de absoluta precisión y velocidad, ejecutadas al primer toque entre varios jugadores. Una asombrosa combinación de inteligencias.

También en el diseño existe el juego preciosista e individual de los llamados artistas y el juego colectivo de una buena sección de maquetación de un periódico, donde los autores somos el conjunto y el resultado es una obra colectiva, el periódico, que además de piezas personales en forma de columnas de opinión se construye con un lenguaje que también se califica como lenguaje colectivo por algunos autores (imprescindible "El lenguaje de la prensa", de Bernardino M. Hernando, 1990) y que no por ello deja de tener personalidad. Los periódicos bien hechos la tienen y resulta interesantísima. Es como si todas las páginas estuviesen diseñadas y escritas por una sola mano pero con la participación real de muchas. Cada día. Y no todos los días las mismas, nos vamos turnando.

El máximo exponente de este lenguaje periodístico lo representa el semanario inglés ‘The Economist’, publicación dedicada a la economía y la política en la que no se firman los textos y en donde brillantísimos redactores aspiran en cada artículo a alcanzar ese lenguaje colectivo ideal, propio de la publicación para la que trabajan, una de las más prestigiosas e influyentes del mundo por cierto. Sólo los directores salientes tienen derecho a firmar un editorial y su lema es "muchas manos escriben pero hablan con una voz colectiva. Lo que se escribe es más importante que quien lo escribe".



Claro que hablábamos de fútbol, y en este sentido no quisiera que se enfadase nuestro muy querido Baruch allá en su Buenos Aires pero tengo que decir, no puedo callarlo por más tiempo Norbi, tengo que confesar a los admiradores del mencionadísimo delantero del Barcelona Leo Messi que su juego excesivamente individualista ("chupón" se llama acá, no sé allá) es un claro ejemplo de lo que las televisiones promocionan machaconamente, tal vez, sólo tal vez, de manera sobrevalorada. El chico vale, tiene maneras, hace cositas, eso no podría negarlo, pero para ser el mejor del mundo como le están bautizando últimamente le haría falta, en primer lugar, no jugar en el Barça y, después, que se retirase un futbolista, perdón un Futbolista, que juega en la misma liga con una entrega, una calidad nunca reconocida y un espíritu de equipo que nadie hasta la fecha ha tenido y que los adocenados periodistas deportivos nunca calificarán como "el mejor del mundo" porque encarna valores colectivos, como los grandes periódicos. ¿Les suena Raúl González, delantero eterno del Real Madrid?

lunes, 17 de diciembre de 2007

Un mito

Cuenta la leyenda que hace miles de años el cronista de un grupo de cazadores le pidió hasta en tres ocasiones al decorador de las cuevas que cambiase la posición de los bisontes ya pintados, que los hiciera más pequeños para que entrasen más en aquella oscura pared en la que más no cabían y que, entonces, desde el interior de la gruta salió un alarido maldiciendo en el protoidioma de los humanos. Desde aquel inicio, y sin remedio, los maquetas son, somos, unos bordes. Lo tenemos ya escrito. Pero hoy quiero llevarme la contraria.

Es un mito. Porque por cada grito que hayamos dado, por cada mala cara, hemos ofrecido cada día toneladas de paciencia y de soluciones a problemas insolubles. Conseguimos ser amables y condescendientes día tras día, con esa amabilidad que fácilmente se olvida en cuanto una vez, una entre mil, cansados de cargar con las inseguridades de la redacción, decimos que no. No es fácil intentar, en más ocasiones de las razonables, dar forma a las ideas de quien no tiene ni idea, ni ideas. Como no es fácil pelear contra los mitos.



Porque los mitos son como verdades establecidas para quienes no gustan de la reflexión, tantos, para los que no cuestionan casi nada y dan por sentado, por ejemplo, que nosotros sí tenemos que aguantar sus malas palabras porque para eso estamos y se muestran asombrados cuando, enfadados, pedimos respeto y consideración para nosotros y para nuestro trabajo, actitud propia de bordes claro está. "No seas impertinente", me espetó un redactor jefe en cierta ocasión cuando le pedí que me dejara de empujar hacia mi silla para que le hiciera una página. Debía tener prisa, pero nuestra relación no terminó allí, qué va, seguimos igual que siempre, riéndonos unos días y malencarándonos otros, hasta que le ficharon para un periódico nacional de reciente aparición con cuyos maquetadores se estará riendo ahora. Otras veces, el comportamiento incorrecto ha sido el mío pero eso lo dejo para que sean ellos quienes lo cuenten, porque seguro que lo cuentan mejor.

Con los mitos sucede que incluso los interiorizamos de tal manera que hasta los propios maquetadores sostenemos que "maquetar perjudica seriamente el carácter", algo que posiblemente sea cierto pero que yo no puedo afirmar o desmentir puesto que mi carácter debio resultar perjudicado ya en el útero materno, si no mucho antes según sostienen los creyentes en la reencarnación. En definitiva, que unas veces se enfadan unos, y otras veces nos enfadamos otros, aunque unos y otros demos por sentado que los enfadados son siempre los mismos. Porque ya hemos explicado, pero insistimos, que la relación contenido-forma, redactor-maquetador en este caso, es una relación dialéctica y que tanto del entendimiento como del conflicto surgen las páginas. Reducir esto a la simpleza de que los maquetas somos unos bordes, y algunos lo somos, es lo más fácil, lo primero que se nos viene a la cabeza porque allí nos lo han puesto para que no pensemos. Un mito.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Una batalla perdida

En ocasiones es necesario perder algunas batallas para ganar la guerra. Porque no nos engañemos, lo nuestro es una guerra, aunque dentro del buen rollo y en sentido figurado, pero una guerra al fin y al cabo. En ocasiones nosotros somos los buenos, pero en otras somos los malos, malísimos de la película.

En esta lucha sin cuartel, el pasado jueves perdimos una batalla. Nuestras tropas avanzaban sin resistencia, hasta tomar las posiciones enemigas. Les habíamos derrotado y parecía que de ahí no nos movía ni Perry. Nuestra arma era insuperable, lo tenía todo. Un titular a una línea muy limpio y una foto en color con mucha fuerza (aunque luego la publicaran en blanco y negro), que salvaba la página de la mina (o como quieran llamar a ese 9x2) que nos habían colocado nuestros "enemigos" de publicidad, una de los miembros del nuestro eje del mal particular. Aquí está nuestra baza.

Mientra celebrábamos la victoria se acercó sigilosamente Alfonso Mateos, redactor de Opinión, y contraatacó rápida y hábilmente. Joven (aunque sobradamente preparado) comentó amablemente que teníamos que cambiar la página porque ahí no entraba el texto del corresponsal. "No será para tanto" dije. Pero efectivamente, sobraba casi la mitad del texto. Antes de admitir nuestra derrota luchamos hasta la extenuación. Cortamos la foto al máximo, intentamos darle una vuelta, pero no había manera, estábamos rodeados. La foto había que darla a dos columnas sí o sí, lo contrario sería desaprovecharla.

Rendidos a la evidencia, cambiamos la maqueta. Y optamos por una foto a tres con bastante menos fuerza pero que nos venía perfecta para poder encajar casi todo el texto del corresponsal. Este es el resultado final y artífice de nuestra derrota.

"Habéis vencido, pero no convencido", como dijo Unamuno. Volveremos.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿Mímesis o sutileza?



Es curioso lo sutiles que podemos llegar a ser con tal de aumentar las ventas. ¿Soy el único al que le parece que Sport ha cambiado la tipografía de sus titulares de portada para parecerse descaradamente a Marca?

Aquí al lado observamos una portada del madrileño Marca con la tipografía implantada un tiempo antes del rediseño (ordenación más bien) efectuado a la par que la compra de Recoletos por parte de Unedisa. Debajo de ella, a la izquierda, portada actual del barcelonés Sport; a la derecha, imagen de su típica portada de hace semanas. La tipografía no es la misma, claro, pero el uso del track, la pérdida de la característica cursiva y un texto más pesado hacen que se parezcan demasiado. ¿Casualidad?

lunes, 10 de diciembre de 2007

Del blanco al negro...

...o ni tanto ni tan calvo. Son palabras de Paco Oca en Maquetadores. Hablaba yo la semana pasada sobre si las portadas debían caminar hacia mantener el estilo clásico con texto o tender hacia más imágenes y cada vez más grandes. La tendencia del nuevo siglo parece ser más imágenes y menos texto, pero hay consenso en este punto en que debe haber una que mande, "que nos haga comprar ese periódico al ir al quiosco".

Paco nos enseña dos ejemplos clarividentes aquí de excesos en ambas tendencias.



De Morgen, noticia completa en portada;
La Presse, collage artístico.

Seguiremos hablando sobre portadas, tipos de portadas y tendencias en portadas.

viernes, 7 de diciembre de 2007

En cajas de cartón

Esta noche sí que podría escribir las líneas más tristes. Escribir, por ejemplo, la redacción está vacía, la metieron en cajas de cartón y se la llevaron, tan lejos.
La redacción, además de aquel artículo periodístico primero que nos mandaron hacer en en colegio para que contáramos nuestras vacaciones, un día hace cada vez más tiempo, es un sitio, un lugar distinto. No ahora. Es distinto siempre, tan especial que hace especiales a quienes estamos en ella, por eso la quise, la quiero, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos y ahora la desmantelan y nos quedamos en un edificio que deja de ser ella pero todavía no, noche sin estrellas con ella aún aquí pero yéndose mientras asistimos sin poder evitarlo, haciendo fotografías y riéndonos para acallar la tristeza, que se me queda dentro.
En una caja de cartón. Espero que esté allí dentro, que ella y los trozos de vida que le dimos para que existiera no se queden en este edificio de Pradillo 42, que ahora dejamos pero siempre recordaremos. Porque confío en que la hayamos recogido toda, todos, en esas cajas de cartón que van de camino a la avenida de San Luis de Madrid para que allí sigamos haciendo páginas, contando lo que sucede, lo que hicimos este verano... en líneas menos tristes que las de esta noche.

Dichosos críos...




Por favor, hoy y siempre, que los niños sepan lo que es un libro y que lo amen. Ayúdenles como padres. Déjenselos, regálenselos, cómprenselos. Aunque luego les gusten cosas más malsanas, pero si aman los libros y los saben apreciar no todo estará perdido.

Visto el pasado viernes, día 7, en Deia.

Las portadas-póster y su impacto




El diario Público, que desde sus inicios se ha identificado en sus portadas con el estilo del inglés The Independent, impacta hoy con un primera muy similar a las que idean cada cierto tiempo nuestros compañeros de El Periódico de Cataluña (los tres diseñados por el sello Cases, no lo olvidemos). Esas portadas, alejadas de la tan cacareada ortodoxia -a la que aludimos en estas líneas tan a menudo- de la página inicial, compuesta por titulares, subtítulos, entradillas, texto e imágenes, como cualquier otra página interior, nos gustan, o a mí me gustan, no se si siempre. Depende del día, depende del tema, depende del matiz y acierto del recurso, pero impactan, llaman la atención, dan ganas de comprar el periódico.

Hemos comentado a veces que lo importante es la información, el contenido, y que estética sin contenido es poco menos que contraproducente en la prensa diaria o no diaria. Pero que duda cabe que arriesgar así muchas veces puede suponer ganar. Evidentemente El País o El Mundo, que presentan un esquema de portada clásica no pueden de un día para otro saltarse su estilo salvo por casos extremadamente graves o importantes (11-S, 11-M... qué se yo... que España ganase el Mundial de fútbol de una vez...), y ABC o La Razón podrían con sutilidad. Para poder hace esto de vez en cuando sin que el medio pierda credibilidad y estilo hay que seguir una línea de portada más proclive a ello a diario como las de Público o las de El Periódico de Cataluña, que apuestan por fotografías de mayor fuerza, un uso de la tipografía a mayor cuerpo e incluso con color, fondos también de color y afán de síntesis e impacto. Eso cada día. Por eso pueden permitirse experimentos así cuando el tema creen que lo merece. Y te golpean en la cara. Ya lo vimos otro día y hay miles de ejemplos. Y a mí me parece salirse del corsé y me gusta.

Quizás las portadas en prensa no deberían llevar tanto texto y sí más imagen, no lo se, quizás si esto fuera una norma se verían tremendos dislates. Pero con elegancia y buen gusto el resultado es llamativo. Esta portada de Público de hoy puede que no sea la mejor de la historia, o que se pudiera haber planteado mejor, pero llama la atención y cumple su cometido. Esperemos que el contenido esté a la altura. Terreno para otros...

jueves, 6 de diciembre de 2007

Todo o Nada
(Dos miradas a Warhol)

La disputa que a veces surge en el interior de la redacción, o en el propio seno de encajabaja, se ha trasladado esta vez hasta La Casa Encencida de Madrid, centro cultural interesantísimo que programa una ambiciosa exposición sobre Andy Warhol. Allí nuestro colaborador Quique Falcón quería gritar ¡todo!, para que Mario Benito le replicara ¡nada! también a pleno pulmón, pero se nos acercó un exótico guarda jurado para pedirnos que allí habláramos en voz baja. Ofrecemos, pues, aquí dos miradas a la persona y la obra de tan... de Warhol. Una a favor, la otra en contra.


Todo

"Todo es bello". Empecemos con una de las famosas frases de Warhol que nos muestra a un hombre dispuesto a crear arte con una lata de tomate, un zapato o una cicatriz. Te puede gustar o no, pero él se atrevió a experimentar nuevas formas. Decadente, narcisista, estrafalario, provocador... Éstos eran sus materiales. Si nos centramos en su versión más conocida podremos decir que lo de Warhol no fue la tela y el óleo sino la serigrafía. Nunca podremos compararle con los pintores que adornan el Museo de El Prado, pero probablemente sea más conocido que muchos de ellos. ¿Por qué? ¿Era un genio de la pintura? No. Fue el primer artista multimedia.

En estos días estaría rodando el anuncio de ‘Freixenet’ con Scorsese o diseñando un nuevo logotipo para Nike. Porque lo que el vendía no eran paisajes ni bodegones. Era su marca. Una nueva visión de la sociedad a través de sus obras. Cambió la mirada artística y unió el arte con la cotidianeidad. No es cómo pintaba es a quién o qué salía en su obra y todo lo que ello significaba (Jackie Kennedy, Marilyn, Elvis). Iconos culturales de una época en la capital del mundo del arte, Nueva York. Donde se reunía la contracultura más vanguardista que ha habido nunca en EEUU. Capote, Ginsberg, Lou Reed, Man Ray, Mapplethorpe, Lietchestein, poetas, fotógrafos, cineastas, deportistas, cantantes. Todos ellos girando alrededor del universo de Warhol. Llevó los objetos domésticos a categoría de obras de arte.

Andy Warhol fue diseñador de prensa (Vogue), pintor, cineasta (‘The Chealse girls’), escritor, editor, productor musical (The Velvet Underground)... y un largo etcétera de ocupaciones relacionadas con todo tipo de expresiones artísticas. Personalmente, me gustan algunas partes determinadas de su obra, otras no tanto, pero reconozco su valía. Y, sobre todo, muchos días cuando estoy diseñando una página y tengo la ocurrencia de repetir, cortar o girar alguna foto, se aparece el peculiar rostro de Warhol y me dice: "Eso es mío".

Quique Falcón



Nada

No es sólo que no encuentre arte y sobre todo emoción o pasión en las obras de Warhol. No es sólo que no me interese. Es que me cabrea. Por nada, pero me cabrea profundamente, porque no es enfado, es cabreo. Y como se trata de algo irracional, mi cabreo, pues no llego a entenderme del todo. Tal vez mi rechazo se deba a que como me parece nada lo que hizo y tan bien supo vender, lo supongo un engaño, y las mentiras me indignan, más al ver la cara de gilipollas que se me queda, se nos queda, cuando nos estafan. Un gesto de bobo que suele estar relacionado, más que por lo que nos roban, por lo tonto que te sientes habiéndote dejado engañar. ¡Ah!, perdón, que no es la obra, que el arte es él, Warhol, su icono y todo eso. Pues peor todavía, porque entonces la cara de gilipollas no es la mía, sino la suya, con esos pelos, con esos ojos vacíos detrás de los que no parece haber nada... es que le miro y...

...Y así, ofuscado, con las cejas apretadas, en estado de shock, puede que no vea que el fallo es mío, que no quiera reflexionar o no sepa despojarme de cualquier pasión, de toda idea, apartar mi alma como debía pintar sus fotitos el propio Warhol, apóstol de lo cutre, figura del ‘kitch’, maestro supremo de la chapuza, de profesión famoso con la suerte de haber nacido en el sitio adecuado, Nueva York, justo en el momento en el que el mal gusto se convirtió en supuesta contracultura. Además de caerles en gracia a quienes tenían poder y dinero. Hasta hoy. O hasta siempre.

Puesto que sus obras (las fotocopias esas que luego pintaba quiero decir) cada vez se cotizan más y su nombre, su icono y todo eso, crecen con los años. Es posible que pervivan en la historia del arte, lo admito, estoy incluso convencido de que aumentará la legión de los que admiran aquello que les dicen que es moderno y transgresor, dispuestos todos en fila a dejarse engañar por este embaucador con pelos de haberse levantado hace un momento, peluca electrizada lo llamaba, el muy...

Lo feliz que sería en estos tiempos de famoseo banal, de telebasura de la nada donde gentes sin nada que ofrecer tienen los quince minutos de fama que él proclamó como derecho universal. Lo contento que se iba a poner ahora que las artes se devalúan y por todos lados llueve purpurina, polvo de diamante sintético, decía. Si es que era un genio. Sí. Si el arte fuera tan sólo comunicación, Warhol sería un genio; pero el arte es mucho más, porque se trata de comunicar, pero de comunicar "algo".

Mario Benito

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Las puertas de entrada

Cuando se maqueta una página de periódico, por lo general bien definida y estructurada, el orden de lectura resulta evidente. La norma general es que las páginas de un periódico se leen de izquierda a derecha y de arriba a abajo, trazando una diagonal que releva a un segundo plano de importancia informativa a los elementos que quedan tanto en el margen superior derecho como en el inferior izquierdo. Podemos decir que está muy claro el punto de entrada en la página: en la parte superior de la misma y haciendo la primera parada en el titular o en la imagen, si es lo suficientemente poderosa. Esta norma, nos puede servir para casi siempre, salvo que alteremos este orden con la maquetación de la página.
Claro que por lo general, un periódico es un formato más o menos rígido y que no acepta muchas vueltas de tuerca. Podemos jugar con la disposición de las imágenes y en algunos casos alterar este punto de entrada moviéndolas al centro o al pie de la página, pero no tenemos tampoco mucho margen para cambiar la dinámica de esa diagonal de lectura.


La flecha marca el orden teórico de lectura de la página.
En este caso se cumple. Las zonas redondeadas serían las de menor impacto visual.

Sin embargo, cuando te enfrentas a un formato más libre, (una doble página con principio y fin en sí misma, un gráfico grande o la maquetación de algún suplemento que permita cierta libertad, por ejemplo) definir el punto de entrada en la página es muy útil, tanto para el lector como para el propio maquetador. A mí, por ejemplo, me ocurre. Cuando me enfrento a una doble con mucha imagen, aunque tenga muy claro lo que quiero contar, necesito saber por dónde empezar. Y a un lector le pasa lo mismo. Una doble página, preñada de imágenes, puede suponer demasiada información. Y probablemente, el títular no manche lo suficiente como para gritar: «¡Eh, aquí está el principio!». Y por eso, a veces, hay que ofrecer al lector una puerta de entrada a la página. Dicho de otro modo, hay que proponerle un orden de lectura y facilitarle el acceso.

En esta doble página, se me presentó ese dilema. Las informaciones de motor tienen un problema (al menos a mi como lector me pasa) y es que aunque sean coches muy distintos... siguen siendo coches. Y ves coches por todos lados. Y si encima tienes el problema añadido de que dos de ellos eran de color rojo... la página se me apelmazaba por todos lados. Si colocaba el Alfa arriba, cabeceaba con el Ferrari. Si lo ponía abajo, seguía la diagonal natural de la doble y había demasiado rojo seguido. A todo esto, el pobre Aston Martin, el mítico coche de James Bond, quedaba algo relegado en cualquiera de esas opciones, un poco apagado al salir perdedor en la lucha de colores. El caso era, que no terminaba de funcionar. Y la solución fue abrir una de esas puertas.

Resultado final, con el orden de lectura invertido. La imágen de abajo a la derecha sirve de puerta de entrada.



Con un corte extremo de una foto, en este caso la del morro rojo del Ferrari, se logra fijar la atención del lector. De este modo, una vez definida la puerta de entrada, sólo había que reforzar esa diagonal invertida usando un corte parecido en el extremo superior opuesto, con la zaga del Aston Martin. Es un recurso sencillo, pero que funciona bien. Y no es algo que sea fruto de un planteamiento elaboradísimo, es puro sentido común. El truco consiste en pensar como lector, y ver que de esta forma, sólo con esas fotos con cortes que se salen de lo normal en la página, se capta la atención, y cuando lees la información, el orden en las imágenes es el contrario al que marca la norma. Vas de abajo hacia arriba en diagonal y terminas en el Alfa Romeo, habiendo pasado antes por el Aston Martin Gris.

martes, 4 de diciembre de 2007

Breve crónica del salón del Cómic:
viva la imagen, viva la palabra


Son poco más de las 12.00 de la mañana y dos amigos (cuasi hermanos) y yo hemos decidido acercarnos al Salón Internacional del Tebeo de Madrid (más conocido como Expocómic) que celebra su décima edición. Llevaba varios años intentado asistir y por fin este año he podido librarme de mis compromisos laborables para poder acercarme un rato (¿por qué siempre me toca trabajar el fin de semana del SIMO o de este salón?). Y qué mejor excusa que ir de enviado especial del blog. Teníamos que estar ahí, aunque solo fuera un ratito.

La cosa prometía y teníamos muchas ganas de devorar las novedades que iban a presentar las principales editoriales del sector (Glenat, Norma, Dolmen, etc). La primera sorpresa llegó en las taquillas. Nos dimos cuenta que éramos los únicos que vestíamos normal, bueno, más bien que vestíamos raro, porque casi el 80% del resto de la cola iba caraterizado como Naruto, Ranma, Leónidas (en calzones con el frío que hacía), colegiala japonesa rollo hentai (si sus madres las vieran salir así a la calle...) o Mario (sí, el de Nintendo, pero en flaco, alto y sin Yosi). No pasa nada, ser friki está bien, siempre que no te dé vergüenza salir a la calle con esas pintas.

Os estaréis preguntando que qué tiene que ver todo esto con la prensa y el diseño. No mucho, la verdad, o sí, porque si lo pensamos un poco, sólo un poco, llegaremos a la conclusión de que tanto los cómics como los periódicos, tienen una misión clara: comunicar. Y nada como los tebeos para llegar a eso, a comunicar una historia, a impactarte usando los dos elementos base de la información: la palabra y la imagen, la imagen y la palabra. Un ejemplo claro: Persépolis, de la iraní Marjane Satrapi, el mejor reportaje sobre cómo se vive (y desvive) en un régimen fundamentalista como el de Irán.

Y ahí, entre "Supermanes" de capa desteñida y calzón caído y personajes de Final Fantasy con sus espadones de cartón piedra, estaban grandes comunicadores del género, como Azpiri o Paul Naschy y Javier Trujillo (Premio al mejor cómic nacional por "El Retorno del Hombre Lobo").

Seguimos paseando por los stands, tentandos de hacernos una foto con los soldados imperiales de Darth Vader o con un tío vestido de spiderman con un ¡¡pasamontañas!!, pero es tan triste que decidimos darle una palmada en la espalda. Poco a poco vamos descubriendo pequeñas joyas, como "El joven Lovecraft" (José Oliver y Bartolo Torres y ya en su segunda edición) que narra la infancia del escritor o "La Odisea" (Martín Saurí), en su edición del 25 aniversario, con parte de los originales colgados en una microexposición en la primera planta del pabellón. Paredes que compartía con los primeros cómics americanos que llegaron a España ("Makoko", "Red Barry", "El Aventurero", etc.), con Tirso Cons y con las "Fábulas" de DC Cómics.


Y cómo no, "Las Aventuras de Bardín el Superrealista" (Max, I premio nacional del Cómic), también rondaban por ahí en una cuidadísima edición y, "36-39. Malos tiempos", de Carlos Giménez, autor de Paracuellos y uno de los mejores narradores gráficos españoles y cuya presentación estaba prevista en el Salón. Si les gustó Paracuellos, no se pierdan esta gran obra.

Y así un sinfín de novedades imposible de listar en estas líneas...

Poco a poco, y sudando a mares por la odiosa calefacción, damos una vuelta completa al pabellón, sin poder evitar fijarnos en un cartel desde donde Mario (sin su compañero Luigi esta vez) nos espeta: "los frikis también mojan"[sic]. Así que frikis del mundo, no perdáis la esperanza. Con tal concentración de frikis, seguro que más de uno no tuvo problema, pero ese es otro asunto...

Toca a su fin la visita, pero con la convicción de que el tebeo, cómic, tira, como quieran llamarlo, está al alza (no cabía ni un alfiler, perdón, friki, más). Ah y con 50 euros menos en el bolsillo, bien invertidos, eso sí.