lunes, 30 de julio de 2007

¡No!

¡Qué antipáticos somos los maquetadores! Unos bordes, en especial yo. Cualquiera de los que me conoce puede dar fe de ello. Resulta que viene un amable redactor cargado de buenas intenciones y mejores ideas, y cuando nos propone ilusionado aquello de que su página seguro que queda mejor (¡más bonita!, ¿no?, y sonríe) con dos, tres, "o mejor muchas fotos" en vez de como está ahora, "tan aburrida" con una sola foto como la hemos maquetado... le decimos que no. No. Así, con toda la sequedad y falta de tacto posibles para asegurarnos de que entiende que hablamos en serio. La primera, no, las primeras veces les explicamos aquello de que "menos es más", de la fuerza de una sola imagen sin competir con otra y demás pero, amablemente, no se dignaron a escucharnos, no nos hicieron ni puto caso con esa sonrisa suya tan simpática que a nosotros, los maquetas, ya no nos da la gana poner. Es que no nos sale. Porque somos bordes, ¡joder! ¡Que NO! Y se marcha ofendido recriminándonos que las cosas se pueden decir de otra manera sin recordar que de otra manera ya se lo dijimos. La presión por el exceso de páginas y la falta de medios también ayudan, como que no te escuchen o que no te tengan en cuenta, pero en realidad es que somos así. No hay que buscar excusas.


¿Y no me podrías poner tres líneas de título a tres columnas porque no me cabe todo lo que quiero poner? No. ¿No? Y le miras a la cara con toda la mala hostia propia de cualquier maquetador que se precie de serlo pensando en cómo no se puede haber enterado todavía, después de dieciocho años, de que no tiene que contar toda la noticia en el título y menos aún en un reportaje, donde dispone de un hermoso y largo subtítulo precisamente para que explique esa frase ingeniosa, corta y directa, con la que se supone que debe titular. ¿Entonces no me vas a poner las tres líneas? ¿Qué le digo yo, que soy un borde, a este chico tan majo? ¿Qué le hago? ¿Le mato? No.
Puede que me esté afectando este terrible calor de finales de julio.
En el desaparecido La Información de Madrid nos llamaban la dictadura del maquetariado y a veces tenían hasta razón. También la tienen ahora en ocasiones, claro, pero no seré yo quien se la dé. Nunca. Porque soy odioso, ¿lo ven? Además son muy pocas esas ocasiones. Que sí, que a veces el diseño impone planteamientos cerrados en los que no se tiene en cuenta la información. O directamente nos equivocamos, es difícil pero puede suceder, lo admito. Como también es cierto que si queremos que las páginas estén ordenadas, que tengan una seña de identidad, que parezcan páginas de nuestro periódico y que además resulten atractivas y fáciles de leer, entonces, hay que decir que no, que no, y que no a planteamientos contrarios a estos criterios. La mayoría lo entiende y nos aguanta, aunque siempre hay quien no se entera por principiante, por padecer importantes dosis de pobreza espiritual, falta de inteligencia, porque a pesar de sus años de experiencia, debieron ser años que no enseñan, o por una combinación fatal de alguno o de todos estos elementos. Podríamos optar por un camino divergente y, sonriendo, repartir abrazos e incluso besos entre nuestros semejantes diciéndoles que sí a todo para que no se enfaden y digan entonces que somos nosotros los enfadados pero, al parecer, las empresas no están dispuestas a pagarnos por eso. Muy al contrario, las empresas buscan intencionadamente a encargados de decir NO, a personas bordes y antipáticas, personajes despreciables alérgicos al cariño humano, dictadores del maquetariado. A nosotros. A mí. Está claro, ¿no?

sábado, 28 de julio de 2007

La foto

Javier Vidal nos trae un nuevo artículo en el que nos cuenta sus problemas con una foto técnicamente pobre, pero artísticamente genial. Aquí nos cuenta cómo se resolvió el asunto:

Hay páginas para las que no tienes material. Y te lanzas a la piscina con lo que hay, intentando que queden lo más dignas posible. Y hay veces que el material abunda, y tienes cantidad y calidad. Y te emocionas, porque piensas: “De aquí sacamos algo”. A veces, buscando entre un montón de imágenes, hay una que te dice: “Hola, soy LA FOTO”. Y construyes la página, o la doble, en función de ella, porque ilustra todo lo que quieres contar, porque ella sola levanta la información, por su fuerza…

El otro día me cayó un tema goloso. Un reportaje sobre Jim Morrison y la leyenda de su muerte. Y las fotos eran buenas. Eran buenísimas… Para la apertura lo teníamos clarísimo. El icono, el escenario, la pose... Morrison en estado puro. Para la página interior teníamos mucho donde elegir, pero no íbamos a repetirle cantando, o sobre un escenario. A los dos (al redactor y a mi) nos gustaba mucho una en particular. Una visión más intimista, personal y no muy vista de él. Completaba la edición gráfica y abría la posibilidad de darla a tope, a cuatro columnas, con un texto calado, algo efectista, pero bueno, es un suplemento arrevistado y el tema se prestaba. Era LA FOTO.

Es un de estos casos en que ves la maqueta en tu cabeza antes sentarte en el ordenador. Y construir la página se convierte en un mero trámite. O no. Cuando vimos la maqueta en papel me di cuenta. ¡Horror! La foto de dentro, la que nos gustaba, la del calado, LA FOTO, no tenía suficiente tamaño y pixelaba ligeramente. Una visita al taller confirmó las sospechas. Y te entra el bajón, porque la página funcionaba. Y entonces empiezas a enseñársela a tus compañeros, y a todo el que pasa por allí, y todos te dicen: “es LA FOTO”. Y vuelves a bajar a taller, y les dices que lo miren bien, no sea que se hayan equivocado. Y te vuelven a decir que no, que no tiene tamaño suficiente.

Y vuelves a tu sitio hundido, derrotado por una foto, la puñetera, que entró en el sistema sin tamaño suficiente para cuatro columnas. Y te pones a hacer una alternativa con otra foto que sí tiene tamaño, y que es magnífica, pero que a ti no te dice nada porque tu corazón pertenece a LA FOTO de la primera versión, como cuando te enamoras a primera vista.
Y coges las dos versiones, y las vuelves a enseñar a todo el mundo. Y todos te dicen que la segunda versión está muy bien, pero cuando ven la primera te dicen: “Está claro, ésta es LA FOTO”. Y a la desesperada vuelves al taller y les dices que, “aun a riesgo de parecer un cabezón, por qué no probáis a tratarla, a ver qué sale, que la foto es antigua y un ligero desenfoque tampoco le viene mal”. Y te miran con cara de pena y te dicen, “vale tío, si te empeñas, lo intentamos”.

Y lo consiguieron. La lavaron hasta que prácticamente no se aprecian los píxeles. ¡Bravo! Y así quedó. Hay páginas que son fruto de una continua búsqueda, y otras que son desde el principio, antes incluso del papel. Pero se complican. Y a veces sólo hay que pelearlas un poquito, sobreponiéndose incluso a los problemas técnicos. En mi modesta opinión, pelear la primera versión fue un acierto… aunque claro, no soy muy objetivo. LA FOTO me había robado el corazón, la muy canalla.

A la izquierda, la página publicada; a la derecha, la opción alternativa

viernes, 27 de julio de 2007

Curioso mosaico


El País (parece que tengo fijación con él) publicó en su suplemento Domingo de hace unos fines de semana un especial sobre el final del juicio del 11-M, con resumen, análisis y conclusiones varias, y en una página publicó un mosaico fotográfico algo inusual y quizás poco justificado (por las formas) sobre los implicados en el atentado. Quisieron seguramente salirse de un esquema puramente simétrico y ordenado pero, ¿podía haberse hecho mejor? Unas fotos se pisan a las otras, hay solapamientos por encima, por debajo...

Aunque intentan mostrar la jerarquía de los imputados o su importancia en el juicio con el tamaño y la colocación, a mi me resulta raro. No se, yo ahí lo dejo. Tiro la piedra.

Tropezando dos veces en la misma piedra con alevosía


El pasado 1 de julio, el Profesor Luis nos enseñaba un fragmento de una página de El País del 29 de junio sobre la polémica de Intervida en la que aparecía una fotografía de penosa calidad a un tamaño considerable. Pues bien, los malhechores han vuelto a la escena del crimen y sólo han tardado veintiséis días en volver a caer al mismo pozo. Misma sección, misma fotografía, inferior tamaño, igual de mala resolución.

El autor de la información no es el mismo que la primera vez, por lo que ahí encontramos la explicación. El redactor dice "bueno, por sólo una vez, presiono al maquetador, digo que viene de arriba y la publicamos". Si el maquetador que hizo la página tampoco es el mismo, ecuación completa, pero fallaron los mecanismos de control.

¿De verdad hace falta esta foto para entender la noticia?

jueves, 26 de julio de 2007

Sus primeras páginas

Tres días han necesitado tan sólo los alumnos del "Curso de Verano de Reportero Especializado en Prensa y Radio" que imparte la Universidad Complutense de Madrid durante este mes de julio para realizar una revista ellos solitos. Bueno, solitos del todo no, porque han contado con la impagable ayuda de su profesor de edición de prensa que no es otro que el ínclito Luis Blasco, nuestro compañero de blog (sí, ése que firma como Luis). Y a pesar de que se pueden hacer algunas críticas a las páginas de estos esforzados pupilos, lo cierto es que la revista que han realizado es más que digna para alguien que antes no había hecho nada parecido. Todos los textos, las fotografías y la maquetación son de los propios alumnos (desde segundo hasta quinto de periodismo, e incluso de otras disciplinas tan variopintas como antropología). Veamos:



No está mal, ¿no? Veamos un poco más:



Nuestro compañero Luis, a partir de ahora ‘el profesor Luis’, les había preparado una maqueta previa para facilitarles las cosas porque, evidentemente, partir de cero absoluto es imposible. Pero con esa maqueta base de cuatro columnas fueron ellos quienes dispusieron los elementos de todas las páginas. Algunas fuentes fallaron, como se puede ver, y el día que les explicó las bondades de intentar agrupar las imágenes de una página no le debían estar haciendo mucho caso, como se ve también en la segunda página que reproducimos... pero en general la revista de estos alumnos aprobaría con un notable alto e incluso es mejor que muchas publicaciones infames que encontramos en los buzones e incluso en los quioscos. Sólo nos queda una duda, ¿de quién es el mérito?... ¿de los alumnos?... ¿del profesor?

El Periódico sigue arriesgando... y sorprendiendo


Ya la han sacado los compañeros de Maquetadores, pero no está de más divulgarla aquí. Se trata de la portada que nuestros compañeros de El Periódico de Catalunya dedicaron ayer al apagón que sumió en tinieblas la ciudad de Barcelona.

Gráficamente rotunda y de titular contundente. O cómo recibir un puñetazo visual (en el buen sentido) a primera vista en el quiosco. Disculpad la escasa resolución cuando la ampliáis, pero es lo que hay.

martes, 24 de julio de 2007

Maquetar es informar

Javier Vidal, compañero de profesión y, por extensión, amigo, nos escribe un texto sobre el difícil arte de conjugar información y diseño, una tarea que aunque, a priori, pueda parecer simple, casi nunca lo es.

¿Qué es lo que diferencia una buena maqueta de una que no funciona? ¿Puede ser la variedad tipográfica, su equilibrio, su elegancia, la compensación en el uso de los blancos, quizá su poderoso impacto visual? Todas estas características, valiosas y necesarias, sin duda, pertenecen al campo de lo estético. Importante aliado, pero que no nos debería alejar del auténtico objetivo. Lo que realmente hace que una página, sección o periódico funcione es la información. La forma en que se presenta la información.

Las virtudes estéticas de una página son muy importantes, desde luego. Debe ser atractiva, que capte la atención. Pero si un diseño de relumbrón traiciona la información que presenta no sirve de nada. Por eso, para alcanzar la respuesta a la pregunta anterior tendríamos que pensar, en primer lugar, en criterios meramente informativos como jerarquía, orden, unidad, coherencia, valoración… edición, en definitiva. Si a eso conseguimos sumar una presentación atractiva y cuidada, tenemos la maqueta que buscábamos.

La maquetación está inevitablemente unida al trabajo de edición. Un buen maquetador tiene, necesariamente, que ser un buen editor. Porque la maqueta que funciona es la maqueta que informa. Esta labor periodística tiene que estar siempre presente para el maquetador. Todos los elementos de la página han de estar en sintonía con la información que se pretende contar. Los titulares, sus cuerpos y columnas, las informaciones secundarias, las fotografías…todo debe ayudar a contar la historia que el redactor ha trasladado al papel. De ahí que deban prevalecer los criterios informativos sobre los estéticos. Si hacemos que predominen las decisiones estéticas sobre las informativas estaremos bordeando peligrosamente el terreno de "las paginitas" o del "a mi esto no me gusta" del que ya se ha hablado, con gran acierto, en este blog. Cuántas veces habremos escuchado cosas como: "Hazlo cómo tú quieras, pero que quede bonito". Vale, se intentará que quede bonito, pero eso a mi, periodista que maqueta, me importa más bien poco. Lo que me importa es ¿queda clara la información que estamos dando? ¿La fotografía que hemos elegido es la que mejor ilustra el tema? ¿Podemos potenciar su mensaje con algún tipo de corte? ¿La página mantiene una jerarquía informativa clara en relación con el resto de su sección? Si a todo esto, la cosa te queda bonita, todos contentos.

El diseño de una página o de una sección completa debe ser un trabajo de edición conjunta entre los redactores y los maquetadores. Esto, lamentablemente, no siempre es posible, por la falta de tiempo, de material o de colaboración entre las partes. Y eso, sin duda, se nota en el resultado final. A veces, sólo unas pocas páginas al día son fruto de esta interrelación entre las distintas secciones de la redacción. Personalmente, estas pequeñas victorias son las que te hacen ver el periódico al día siguiente con cierta satisfacción. Y darte cuenta de lo mucho que se podrían haber mejorado otras páginas con un poquito más de tiempo o información.

"El diseño es un concepto orgánico, algo vivo", nos decían en la facultad. Es cierto. Como la información. Son la misma cosa. Surge al comienzo de cada página y está en constante evolución durante toda la jornada, sabiendo que lo que era una buena maqueta a las 17.00 horas no tiene porqué serlo a las 21.00 horas. El diseño, la información, no puede enlatarse, no puede prefabricarse. No se puede pretender construir un periódico desde una nevera, desde un almacén. Porque las maquetas cambian, se adaptan y rinden pleitesía a la información que contienen. Y la información es un animal cambiante, caprichoso y voluble.

Y esto que parece una reflexión de cajón es una de las grandes luchas diarias en una redacción. Y por eso muchas veces los redactores acuden a maquetación buscando soluciones estéticas a problemas que tienen su origen en la edición de la información. Y por eso hay gente que piensa que la panacea redaccional consiste en tener una ingente cantidad de modelos de páginas premaquetadas, dónde poder elegir, según qué casos. Pero se equivocan. Por que no se puede premaquetar la realidad, del mismo modo que no es factible realizar una previsión realista del flujo de información del día. Hay que adaptarse a la realidad. Y por eso, aunque pudieras empapelar un periódico entero con modelos de páginas prefabricadas, la información seguiría pillándote a calzón quitado. Porque cada tema necesita su maqueta. Porque el 11-S requería su maqueta, y porque José Tomás toreando a cámara lenta en los medios de Las Ventas necesita su propia maqueta. Porque cosas como la jerarquía y el ritmo no nacen del azar, sino de un trabajo de edición realizado página a página, sección a sección, periódico a periódico.

Javier Vidal

lunes, 23 de julio de 2007

Más difícil todavía

Cada día la actualidad cambia las páginas que tenemos ya maquetadas y cada día cambiamos las páginas que tenemos ya maquetadas aunque no haya cambiado la actualidad. Cambios. Nuestro trabajo son también los cambios y el periódico que llega a la calle no es muchas veces ni parecido con el primero que hemos maquetado por la mañana. Incluso sucede que hay días en los que el periódico cambia de un quiosco a otro porque hasta cuando ya está hecho, enviado a la rotativa y en proceso de impresión se siguen modificando páginas que llamamos de alcance. Se para entonces la rotativa y los ejemplares ya impresos se distribuirán como están; se vuelve a poner en marcha la máquina con las nuevas páginas de alcance y el resto de la tirada se distribuirá en otros puntos de venta con estas ¿últimas? modificaciones. El periódico es algo impreso y a la vez cambiante. Parece una contradicción.
El jueves pasado eran aproximadamente las nueve de la noche cuando llegaron a la redacción los primeros ‘teletipos’ (se siguen llamando así) de las agencias alertando sobre un tiroteo en Barajas. ¡Pánico!, aquello podía suponer no uno sino muchos cambios. Y a la hora de cerrar la primera edición que se distribuye por todo el país. Poco después se conocen más detalles, en este caso tranquilizadores: no es para tanto, se trata de un incidente entre policías y un indigente. Con la información disponible hicimos una primera versión de la página para Madrid.

Dos fotografías, un texto que ya se está escribiendo y otra pequeña noticia, abajo, para un segundo suceso.
Transcurren dos horas aproximadamente y ahora es cuando viene el más difícil todavía. Disfrazado en esta ocasión de redactor jefe que, con la sonrisa de quien disfruta apuñalando a compañeros, me pide que en ese mismo espacio, la fotografía principal TIENE que crecer de tres a cuatro columnas, que MANTENEMOS la segunda foto y que además AÑADIMOS un pequeño gráfico localizador ¡a dos columnas! El segundo suceso entonces ya no lo damos, ¿no?, pregunto inocente de mí buscando sitio donde todos sabemos que no lo hay. Sí, sí, eso TENEMOS que darlo. ¿Ha cambiado la actualidad? No. ¿Tenemos más datos que antes? No. Es que se nos ha ocurrido ahora. ¿Y cómo se supone que voy a meter todo eso en la página? Seguro que tú puedes, se despide removiendo el cuchillo entre la herida.
En estos casos siempre pienso que no se va a poder, que nos piden magia y que la magia, a mí, se me acaba. Y miro a Luis. Y Luis me mira como se mira al pobre desgraciado que acaba de sufrir un last time brown.
Hice lo que pude:

jueves, 19 de julio de 2007

Revista de blogs (I)

Uno de nuestros propósitos es divulgar todo lo que se hace bien en este mundillo, pero no solo lo que hacemos nosotros, sino también lo que hacen los demás. Por eso queremos comentar varios de los blogs que nosotros visitamos diariamente.

Maquetadores es un blog que cualquiera que se dedique a la edición de revistas y periódicos tiene que visitar casi a diario. Paco Oca, su creador, nos cuenta su punto de vista sobre temas como el tracking, esa "preciosa" costumbre que tienen los redactores de estrujar sus textos hasta el extremo con tal de meter la frase que se les ha ocurrido en un instante de inspiración. Todo ello sin darse cuenta de que la legibilidad del texto es nula. Porque... ¿escriben para que les lean o para que les quepa todo?.

Otro blog muy interesante es el de cuatrotipos, valencianos de pro y amantes del diseño, la maquetación y todo lo relacionado con éste, nuestro humilde oficio. Y no dudan en mezclar sus artículos sobre infografía, tipografía, etc. con magníficos textos sobre música, gastronomía o arte, que no todo es trabajar en esta vida.

Por último y no por ello menos importante (last, but not least, como dicen los americanos) nuestros amigos de Visualmente, que cuentan con firmas tan ilustres como Rodrigo Sánchez, Pedro Pérez Cuadrado (al que un servidor confiesa admirar) o Rodrigo Fino (de García Media). Chévere, como dirían ellos, su recopilación de artículos de las tipografías que usan diseñadores de todo el mundo. Imprescindible.
El equipo de encajabaja

miércoles, 18 de julio de 2007

TIMES versus HELVETICA

Hay un periódico en España que dice ser independiente en la mañana y otro que proclama ser del siglo XXI. A veces cuentan la misma noticia y la ilustran con la misma fotografía y entonces sólo podemos diferenciarlos por el tipo de letra que utilizan porque la estructura de sus páginas en formato tabloide a cinco columnas es similar. Y a veces contando la misma noticia parecen estar contando cada uno cosas distintas. Hay dos periódicos que compiten en este país y, con ellos, entintando de negros sus titulares, dos tipos de letra que también han entrando en singular combate: Times, del que hablamos el otro día, y Helvética, del que algo diremos hoy.

Son los tipos de mayor éxito en cada uno de los dos grandes bloques en los que se dividen las tipografías. Times dentro de las letras con rasgo (serif o remates en sus bordes) y Helvética entre las denominadas de palo seco (sans serif –sin remates–). Tomando como punto de partida un tipo anterior de finales del siglo XIX, Berthold Akzidenz Grotesk (Berlín, 1896), el tipógrafo suizo Max Miedinger la desarrolló en 1957 para la casa "Haas" con el nombre inicial de Neue Haas Grotesk, nueva grotesca de Haas, puesto que en alemán se llama grotescas a las letras de palo. En 1961 la Fundición Stempel adquiere la Fundición Haas, rebautiza su letra grotesca con el nombre latino de Suiza, Helvética, y con la ayuda involuntaria del éxito que por los años 70 tiene el diseño centroeuropeo, el tipo se convierte en lo que es hoy. Un éxito absoluto. La letra Arial que incluye Microsoft en Windows y en todas sus aplicaciones es una helvética ligeramente retocada en 1982 por Monotype, aunque no estoy seguro de que ellos estén de acuerdo con esto, claro. También Arial luce los elegantes trazos helvéticos en los muy estupendos Macs.
Podríamos asociar una de ellas con el clasicismo, la británico romana Times de nuestro querido Stanley Morison, y a su rival en la prensa española con el modernismo racionalista germánico, heredera esta Helvética de las vanguardias centroeuropeas de principios del siglo XX, cuyo paradigma es el tipo Futura diseñada por el mítico Paul Renner en 1927. Pero ahora no parecen muy preocupadas por el pasado estas orgullosas tipografías. Ven pasar modas a su alrededor, indiferentes, sabiendo que ellas parecen tener garantizado el futuro instaladas como están en los titulares de los dos principales periódicos. La Helvética gritando escándalos políticos, golpeando contundente en negrita al Gobierno, y la Times queriendo argumentar en negrita también que no pasa nada, descalificando con mesura y supuesto fair play a la oposición.


jueves, 12 de julio de 2007

Times

No es una quimera el hacer viajes a través del tiempo. Hay tipos de letra que lo han hecho y que a pesar de que por azar lo llevan escrito en su nombre muchos no nos hemos dado cuenta. Se vistieron un poco retocando sus “remates” -“serifs” para que los nuevos me entiendan, sus “gracias” para que lo hagan los viejos- y aunque así parecen modernas, y lo son, vienen en realidad desde la antigua Roma. Puede leerse el nombre de Agripa en el frontispicio del Panteón que construyó el emperador Adriano en el primer siglo de nuestra era en la capital eterna ¡escrito con letra Times! En mayúsculas, claro, quiero decir en caja alta.

Hace casi diez años, Ediciones del Bronce publicó los “Principios Fundamentales de la Tipografía” de Stanley Morison (sí, con una erre). Estos principios de obligada lectura son el artículo que comenzó a incluir la Encyclopaedia Britanica en Londres y Chicago en 1929 en la entrada de “tipografía”, y que sigue haciendo hasta el día de hoy. “La tipografía puede definirse como el arte de disponer correctamente el material de imprimir de acuerdo con un propósito específico: el de colocar las letras, repartir el espacio y organizar los tipos con vistas a prestar al lector la máxima ayuda para la comprensión del texto. La tipografía es el medio eficaz para conseguir un fin esencialmente utilitario y sólo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector”, comienzan de manera incontestable estos principios, un texto que se ha convertido en clásico. Pero lo realmente interesante del libro, al menos para mí, es la introducción de Josep M. Pujol sobre la época, la persona y los hechos de Mr. Morison. Porque este inglés, entre otras muchas cosas, fue el creador, dirigiendo al dibujante Victor Lardent, del que posiblemente sea el tipo de letra más famoso y de mayor éxito de todos los tiempos: el Times New Roman.
Los hay tan ingenuos que, encantados de conocerse, piensan que llevan a cabo algo novedoso encargando el rediseño de un periódico. Incluso hay directores mediocres que es lo primero que hacen al tomar posesión de su cargo, un nuevo diseño sin plantearse nada sobre los contenidos. En fin. El lunes 3 de octubre de 1932, The Times de Londres salía a la calle totalmente remodelado de la mano de Stanley Morison, con nueva maquetación y un nuevo tipo de letra, la nueva romana del Times, una evolución de la Plantin. Y hasta ahora (no es exactamente la misma, en 1972 se modificó y la actual se denomina Times Europa, un retoque). Y en periódicos de todo el mundo (El País y el primer diseño de El Mundo, por poner dos ejemplos cercanos, aunque se pueden poner... no sé, ¿cientos?, no sólo de periódicos y revistas, sino de libros e incluso de aplicaciones informáticas -Monotype produjo una versión para Microsoft que se incluye en Windows- y hasta en todos los documentos oficiales de los Estados Unidos desde 2004). ¿Qué había logrado aquel excéntrico inglés vestido siempre de negro (cuenta Pujol que vestía totalmente de negro, hasta la cadena del reloj)? ¿Ponerle un bombín a las letras de César para que fueran modernas, originales e inglesas en uno de los símbolos más británicos como es The Times? Parece ser que no. Lo que hizo fue buscar el más legible de cuantos tipos habían existido y existían para hacerlo más legible aún. Porque las letras, más que adornos, existen y viajan en el tiempo, en el times en este caso, para que las leamos.

martes, 10 de julio de 2007

Doble simetría

Hace calor, estamos en julio, el aire acondicionado funciona como un intermitente y encima cuando se supone que estamos de vacaciones. Es fin de semana... El redactor responsable de la sección de Ocio de M2 (la revista de Madrid, de El Mundo) nos planteó una página doble sobre cuatro conciertos que se iban a celebrar ese mismo día en la capital. Lo primero que piensas es: "ufff un marrón y encima en domingo. Ningún jefe por aquí. ¿Les gustará cómo quedará? ¿Nos arriesgamos o nos tiramos a los brazos del conservadurismo?".

Una de las dificultades que le plantearon a Esmeralda, creadora de la maqueta, era que ninguno de los recitales tenía que mandar sobre el resto. Democracia maquetil pura y dura.

Primer problema: cómo englobar los cuatro temas bajo un mismo techo. Primera solución: una entradilla común a 10 columnas que los englobe a todos. La cosa marcha.
Segundo problema: disponer los cuatro artículos de una manera coherente y atractiva sin tener el material gráfico delante, que va a llegar tarde y será metido a capón en el hueco que hayamos dejado. Segunda solución: buscar la simetría. Parece obvio, pero es un arma de doble filo y hay que saberla manejar bien, si no, te acabas cortando.



Primero se optó por una simetría directa, las dos páginas exactamente iguales intentando encontrar algo parecido al efecto hipnótico de la música repetitiva; despues probamos con una simetría invertida, recordando la magia de los espejos. Y, resultado final, así lo dejamos, como si las páginas se mirasen una a otra a ver cuál de las dos es la más bella, espejito. Uno de nosotros se decanta por esta segunda opción claramente, el otro no sabe cuál. En muchas ocasiones nos vemos obligados a decidir sin red, el aire acondicionado vuelve a funcionar, es ya de noche, y nos quedamos fríos.


Mario y Luis. Con la participación maquetil de Esmeralda.

Inconcebible




Gracias a un buen ojo y a leer con mucha atención podemos encontrar fallos como éstos en periódicos de alta enjundia. ¿Ponemos la excusa de que es verano y en los medios abundan los becarios? La verdad es que se ven errores así durante todo el año. Con el dinero que hay en juego, y aunque todos somos humanos, parece mentira que con tanto control se pasen por alto estas cosas.

El primer ejemplo es curioso y nos lo proporciona AlBa. Se trata de un párrafo de la página 82 de El País de ayer (sección Economía). A la derecha se ve, claramente amarillento, cómo salió ese párrafo en papel, al menos en Madrid; a la izquierda, con fondo blanco, el mismo párrafo extraído del PDF de ese número obtenido a través del servicio de suscriptores de Elpais.com. El error es claro: se ha colado un estilo de firma dentro del texto principal. ¿A quién se le pasó el estilo o un corta-pega en mal momento? ¿Al redactor o al maquetador? En cualquier caso, aunque el fallo -muy evidente- pasó los controles, se agradece que en ediciones siguientes se subsanara y no se dejara sin resolver.

El segundo ejemplo, para mí es vergonzoso. ¿Qué el texto no cabe? Pues le damos un poco de track, jugamos con la escala horizontal o, como último recurso, bajamos un poco el cuerpo (prácticas habituales, más que nada la primera). Pero hay límites. En la respuesta recuadrada de esta entrevista-faldón publicada hoy también en El País, se observa que han aplicado tanto un estrechamiento como, sobre todo, una alteración de cuerpo, lo cual no sólo es aberrante visualmente sino dice muy poco de quien lo haya promovido. Y la respuesta anterior también se aprecia algo "modificada", aunque menos. Según el medio en cuestión, los redactores pueden "trackear" los textos hasta un cierto límite (informático incluso), pero sin saber quién es el responsable último, es censurable que cosas así pasen los filtros y que simplemente no se opte por lo lógico: sintetizar. ¿Acaso el que hizo esto no observaba que se ve francamente mal?

Seguiremos cazando gazapos.

lunes, 9 de julio de 2007

El día que El País se atrevió con un calado...


Parece mentira que hablemos de cosas así pero... sí, el pasado 22 de junio de 2007 el diario El País tuvo la "valentía" -para lo poco dado a la experimentación que es su estilismo gráfico- de meter un titular calado en una fotografía (sin tratarse de un suplemento, aclaro). Se trataba de una sección poco comprometida (Gente) y de una página bastante dispersa en la paginación general, entre las necrológicas y la cartelera.

Aprovechando una foto con gran mancha de negro sobre los asistentes a las carreras de caballos de Ascot, en la que se observan las siluetas de los típicos sombreros de copa y, sobre todo, de las pamelas, se recorta en blanco el titular.

Como siempre, no todo podía ser perfecto. Quizás en esta ocasión se podía haber variado el cuerpo del titular y hacerle que destacase más sobre el negro y también se podía haber modificado la posición del pie de foto para que no se interpusiese entre el subtítulo y el texto. Pero eso ya son cosas que sólo la flexibilidad del Libro de Estilo de cada medio puede favorecer.

Lo dicho (irónicamente): día para la Historia.

Ayudemos al lector


Se me había pasado comentar el siguiente tema al hilo de esta doble página de Marca sobre el cuarto partido de la final de la Liga ACB de baloncesto publicada el 24 de junio pasado.

En el diseño en prensa hay una máxima que muchos repiten: "trata al lector como si fuera tonto". Aunque éste no lo sea, yo si pienso que hay que darle algunas facilidades, y dejar frases colgando no es la mejor manera de hacerlo. Vemos como los compañeros de este diario deportivo han dejado partido el antetítulo de la noticia principal: "EL MADRID QUIERE GANAR" aparece en la impar y "HOY LA LIGA EN EL PALAU" en la par. ¿Qué parte la línea? Una foto de un tapón.

El impacto negativo es mayor porque el lector empieza a leer la información, ve lo de "EL MADRID QUIERE GANAR", que tiene significado pleno de por sí, lo combina con el titular ["Alirón (segundo asalto)"] y cree que la cosa acaba ahí. De ahí la sorpresa al encontrase en la página siguiente el resto de la frase. Y es que leemos a golpes de vista, por lo que hay que tener estos aspectos en cuenta.

En mi opinión, la imagen corta en exceso esa línea y el efecto, estéticamente, no es el más adecuado, aunque la frase vaya subrayada. Se podía haber optado por un antetítulo a dos líneas en la impar y hubiese quedado mejor. Y otra cosa es si la frase sólo se hubiese visto interrumpida por un brazo silueteado de un jugador o algo así, lo que hubiera supuesto un corte mucho menos abrupto

Sobre gustos, los colores, por supuesto, pero no es bueno dejar las cosas colgando (en ninguna circunstancia).

El difícil arte de hacer buenas dobles centrales


El pasado miércoles Luis nos informaba de que las revistas Science y Nature habían sido galardonadas con el Príncipe de Asturias de la Comunicación. El diario ADN, posiblemente el periódico gratuito más elegante y cuidado (por no decir menos chabacano) que circula por las calles españolas reflejó este hecho en sus páginas centrales el pasado jueves 5 mediante una composición muy gráfica y visual, compuesta por numerosas portadas ilustrativas para el lector que desconocía su existencia, los textos justos (concesión del premio y semblanza histórica, más reacciones) y un marcado protagonismo tipográfico a cargo de los nombres de ambas publicaciones, jugando además con el color y con un poderoso aliado: la simetría.

Francamente, bonita y justificada manera de ocupar las centrales del diario para un tema y dos medios además que lo merecen. Lástima que algunas de las imágenes elegidas (por ejemplo, la situada en el ángulo inferior izquierdo de la página impar, que encima va en grande) no dispongan de la resolución adecuada.

Podéis acceder al archivo de todos los números de ADN en PDF en el siguiente enlace.

viernes, 6 de julio de 2007

El proceso degenerativo


Que las publicaciones son no seres vivos lo advertimos no sólo en que nacen, crecen, las alimentamos cada día haciéndoles páginas y más páginas para que así también se reproduzcan y que finalmente mueren, sino además en multitud de detalles y gestos, nos aman o nos odian, o nos aman y nos odian, son nuestras amigas o nos rechazan, sufren cambios... uno de ellos, inevitable y asombroso, es el denominado proceso degenerativo.
Necesita que la publicación esté viva para suceder, no se da en presencia de catálogos de páginas ya premaquetadas de los que se utilizan para ahorrar personal y de paso calidad, sobre todo en periódicos, y se lleva a cabo con intervención humana de manera inconsciente. El proceso degenerativo es aquel que transcurre entre el prototipo de cualquier publicación, llámese monstruo para parecer más profesional quien lo dice, y el estado actual de las páginas tomadas un día cualquiera. No debe confundirse con un cambio de diseño; se trata de un discurrir continuo dentro de un mismo diseño. No es malo ni es bueno en sí. Sucede, y lo malo es que no suceda porque estaríamos entonces ante una publicación muerta, un catálogo de modelos esclerotizados (hablaremos más, otro día, de los catálogos, esos depósitos de páginas cadáveres).
Evidentemente, el proceso degenerativo será más visible cuantos más días, meses, o incluso años, contemos desde su inicio, desde que el citado monstruo pasó de las manos de un diseñador a las zarpas de los maquetadores. Es una relación dialéctica, que dirían las escuelas marxistas, entre el ideal imaginado y lo real paginado. La torpeza de todos los miembros de la redacción también ayuda, a veces incluso para mejor.
Tan curiosa teoría no es obra mía, ya quisiera yo tener acceso directo desde mi escritorio mental al mundo de las ideas. No sé quién es el autor, o si lo tiene. La primera vez que oí hablar de él fue en boca de Curtis. Estaba sentado, más bien arrugado sobre la silla que alguien le había dejado porque Curtis, Ricardo Curtis, no sólo es el más periodista de cuantos diseñadores he conocido, era además el único director de arte para el que he tenido el honor de trabajar que no tenía despacho, ni ordenador, ni mesa de trabajo... ni falta que le hacía porque cualquiera de nosotros le dejaba la nuestra y allí, a su lado, le oíamos mascullar sobre el proceso degenerativo mientras creaba páginas directamente en el Mac queriendo imaginar a la vez como se irían modificando cada día, en cada cambio, lenta pero inexorablemente, como la superficie de un planeta, como los paisajes, como los no seres vivos.

miércoles, 4 de julio de 2007

Science y Nature, premios Príncipe de Asturias de la Comunicacion

Las revistas científicas Science y Nature han sido galardonadas con el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación por la divulgación de algunas de las más importantes investigaciones científicas, como la del genoma humano, en 2001.

Ambas revistas, referencia en el ámbito de la divulgación científica, están vinculadas al mundo universitario y han contribuido al desarrollo de varias disciplinas, como la relatividad o la genética.

Science fue fundada en 1880 en Nueva York (EE.UU.), con apoyo económico del inventor estadounidense Thomas Edison, al que posteriormente se sumó el de Alexander Graham Bell. Adoptada en 1900 como publicación oficial de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, su objetivo principal es la publicación de hallazgos e investigaciones científicas, cubriendo un amplio abanico de disciplinas. También refleja en sus páginas artículos de política científica y de otros asuntos relacionados con las ciencias y la tecnología.

Nature es una de las revistas más antiguas y reconocidas del ámbito científico. Su primer número salió a la calle en noviembre de 1869 en el Reino Unido y, desde entonces, como principal cabecera del actual grupo de comunicación 'Nature Publishing Group', creado en 1999, ha mantenido sus objetivos fundacionales de "situar ante el público general los grandes resultados del trabajo científico y sus descubrimientos".

Podéis ver el acta del jurado aquí, el archivo de Science aquí y el de Nature aquí.

martes, 3 de julio de 2007

Otro punto de vista...

Mi compañero, y sin embargo amigo, Mario Benito, nos ofrece su experiencia sobre este desagradecido mundillo del diseño. Todo ello salpicado con referencias a varios de los grandes, como Reinhard Gäde o Mario García. Un texto imprescindible para comprender cómo es el día a día en este, nuestro trabajo diario:

No me gusta

Es el criterio de quienes no lo tienen. Me lo han escupido muchas veces, pero hasta aquella mañana no descubrí que tan curioso argumento parece estar relacionado con mi nacionalidad, que haber nacido en esta España nuestra supone, entre otras cosas, el tener que escuchar sobre tu trabajo valoraciones tan científicas, racionales, periodísticas y con tanto criterio como: esto... es que a mí no me gusta. Nos lo explicó Reinhard Gäde, un alemán inteligente y divertido, de escuela racionalista centroeuropea (cuadriculados llaman aquí los que tanto saben a los discípulos de la Bauhaus) que diseñó desde la nada el diario El País hace ya 31 años creando un modelo de cinco columnas y módulos horizontales con el que ahora se diseñan absolutamente todos los tabloides de prensa no sensacionalista.
Hoy, por ejemplo, nos creemos que los artículos de opinión se titulan con letra cursiva de forma natural, porque sí, pero en realidad se le ocurrió a él mientras intentaba dar forma al que ahora es el primer periódico en castellano. Y las cinco columnas, y recuadrar el tema principal para separar e indicar la noticia principal de cada página, y que la publicidad se contrate por módulos con tamaños predefinidos... Todo eso que ahora todos los demás hacemos como si existiera desde siempre.

Supongo que aquel gesto de asombro que puso al recordarlo es el mismo, o muy parecido, al que se le debía quedar cuando después de inventar un modelo de página de aquel histórico monstruo aparecía por allí el que iba a ser director y después no lo fue, o algún jefe de sección, o jefecillo de lo que todavía no se sabía qué y aún hoy lo están buscando, o un periodista cualquiera, o el repartidor de las pizzas y le decían: “¡Oye, Reinhard!, esto... es que a mí no me gusta”.
Y según el insigne alemán esa falta de respeto hacia el trabajo y los conocimientos del diseñador, este creerse todo el mundo que saben de lo que no saben, de diseño (porque todavía está por suceder el que un maquetador le diga a un compañero redactor: “oye, es que a mí este título que has puesto no me gusta”) lo sufrimos principalmente en España. Nos lo contó durante su participación en las Jornadas sobre Diseño y Fotoperiodismo que organiza cada año Pedro Pérez en el CEU (no se pierdan ni una de estas jornadas, maquetadores, porque son lo mejor que se organiza sobre lo nuestro en Madrid), y nos contó, además, que las primeras veces intentaba hacer ver a quien juzgaba de manera tan fácil, ventajista y equivocada su trabajo que lo importante no era si una página le gustaba o no a una persona que no sabe de lo que habla, que lo importante, decía y dice Reinhard Gäde, es si “la página funciona”. “¿Funciona o no funciona?”, repite con tenacidad germánica y un acento lleno de aristas cortantes. Sí, Reinhard, funcionar, funciona, pero esto... es que a mí no me gusta.

Porque insisten en el que no me gusta pero sin mencionar, ni a Reinhard Gäde ni al más modesto maqueta del periodismo mundo, si la página está ordenada, si la información se dispone sobre módulos y columnas de manera jerárquica, si la tipografía contribuye también a orden y jerarquía.
Nadie discute si los elementos gráficos y textuales ayudan además a que las páginas tenga una identidad de producto, a que parezcan páginas de El País en este caso, a si los criterios estéticos se dirigen a que las páginas se puedan leer mejor, a informar, que es de lo que se trata. No, si todo eso estará muy bien, pero los criterios cuando se desconocen, no existen, y sólo queda el mediocre a mí eso no me gusta que escuchamos todos los días, a veces incluso en boca de quien tiene capacidad de decisión.

Claro que visto desde el aspecto de la nacionalidad con el que comenzaba podríamos pensar que la cosa tiene arreglo, ¿no? Si uno está dispuesto a sacrificarlo todo por un diseño racional y respetado siempre le quedaría la posibilidad de intentar trabajar en otro país que no fuera el nuestro, en algún sitio serio y de personas educadas como Alemania, por ejemplo.
No es fácil, lo sé, pero al menos existiría una salida, ¿no? No. Hasta esta esperanza se desvaneció una tarde de verano durante un curso sobre diseño en la prensa que organizó en El Escorial la Asociación de la Prensa de Madrid junto con la Universidad Complutense, dirigido por Bernardino M. Hernando, maestro de periodistas.
Allí, a la sombra de piedra del Monasterio y las montañas, el más prestigioso de los diseñadores internacionales, Mario García, culminó una hora memorable previniéndonos contra un mal extendido en nuestra profesión por todo el orbe, en toda la superficie del mundo mundial. “Es muy descorazonador nos confesó con semblante triste, “que una y otra vez nuestro trabajo se rechace, o se valore, sin ningún criterio, por gente con poder y dinero”, por quienes deciden, no por quienes saben. En todas partes. “Quien quiera trabajar en el diseño tiene que saber que le sucederá esto, y que tendrá que aceptarlo”, nos advirtió como un padre a un grupo de asustados hijos. A él le había sucedido, le sucedía y le sucedería. De nada le servían años de experiencia y sabiduría acumuladas, ni siquiera el prestigio de haber rediseñado diarios de todo el mundo, principalmente en los Estados Unidos, donde vive y trabaja, porque al presentar sus nuevas páginas sabe que, incluso él, seguirá recibiendo, una vez y otra, en todas partes, la misma respuesta: sí, está muy bien, pero es que eso... a mí no me gusta.
Mario F. Benito

domingo, 1 de julio de 2007

¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?


O dicho de otra forma. Qué hay que tener en cuenta primero: el contenido o la forma que se le da al contenido; el diseño o la noticia en sí.

Y digo esto porque leyendo el otro día El País y haciendo balance de la experiencia propia me asaltó esa tremenda duda.

Reproduzco una típica conversación entre un integrante de la sección de Diseño y Maquetación y cualquier redactor de otra sección (excepto honrosísimas excepciones, rara avis, la verdad):

-Redactor: Hola. Quería la página XX. Tiene un 4x5 con esta foto y este texto. (Toma, creatividad al poder).
-Maquetador: Muy bien.

El maquetador se pone con ello y ve que con el texto que le ha dado y la foto no consigue llenar la página de ninguna de las maneras. Tras pintarla de la manera en la que todo queda más o menos equilibrado, el redactor vuelve por la sección de Diseño.

-Redactor: No me vale cómo la has pintado. Tenemos que darlo a cinco columnas
-Maquetador: Pero el texto se queda corto. No llena.
-Redactor: Pues mete otro sumario.
-Maquetador: Ya lleva uno. Y no caben más.
-Redactor: Pues haz más grande la foto.
-Maquetador: No la puedo dar más grande. Es una foto muy mala.
-Redactor: Da igual. No tengo más texto que ese y no hay más para meter en esa página. (También se puede argumentar: "es una opinión y no puede pedirle que escriba más texto".)
-Maquetador: Pero queda fatal.
-Redactor: Me da igual.

Tras un largo tira y afloja, el redactor esgrime un argumento que suele ser tipo directivo ("lo pide así el subdirector"; "esto viene de arriba", etc.) que trae como resultado lo que os muestro en las dos páginas de El País. En la esquina izquierda, una página con muy pocas líneas de texto, una foto grande y dos sumarios de relleno, sobre todo el de la penúltima columna. Totalmente antiestética, innecesarios e inútiles. Y en la esquina contraria, una foto en la segunda columna que muerde a la tercera en una noticia recuadrada, que ya de por si pierde un poco de texto. Además, la calidad de la foto deja mucho que desear, por lo que el relleno está más que comprobado. Eso suena a nocturnidad y alevosía. Si eso no es de relleno, que venga Dios y lo venga.

Y por no mencionar el track (espacio entre letras) de algunos textos. Pero de eso ya hablaremos otro día, que tiene mucha miga.