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lunes, 17 de septiembre de 2012

Hockney y el iPad

La primera vez que oí hablar de David Hockney, bueno la primera vez que me interesé realmente en él porque su nombre ya me 'sonaba' como 'pintor pop', fue hace unos diez años, con la publicación de su obra El conocimiento secreto, uno de los más apasionantes y controvertidos libros sobre arte, en el que argumenta nada más y nada menos que desde el siglo XV los grandes maestros de la pintura utilizaron diversas tecnologías (principalmente ópticas, como la cámara clara y la cámara oscura) para 'calcar' la realidad. Un libro maravilloso editado sin escatimar medios, ni precio, que merece un artículo por sí sólo... como mínimo, y que por supuesto haremos.


Ahora es una exposición, "Una visión más amplia", en la que se muestra la obra reciente de Hockney la que vuelve a reclamar mi atención. Porque resulta que Hockney, a sus más de 70 años, ha vuelto a su Inglaterra natal (tengo que confesar que no pocos habíamos supuesto que se trataba de un pintor norteamericano porque después de haber conseguido cierto renombre en Londres siendo ya estudiante, su reconocimiento internacional llegó cuando en los años 60 se instaló en Los Ángeles con sus cuadros 'pop' de brillantes colores saturados), y a su regresó a Inglaterra, decíamos, al condado de Yorkshire en 2006, se interesó por la naturaleza de su lugar de nacimiento como antes lo había hecho con los grandes espacios abiertos del oeste norteamericano. En especial, por los cambios que la naturaleza sufre con las estaciones, con la luz, que en esta comarca de la nubosa Inglaterra implica distintos paisajes en apenas horas, o incluso menos. Con una energía no ya impropia de un hombre de 70 años sino para cualquiera, empezó a pintar esa naturaleza utilizando todo tipo de técnicas: al óleo, con acuarelas, carboncillos, cuadernos de bocetos, fotografías (tomadas con nueve cámaras montadas en un vehículo porque así considera que logra una imagen más cercana a lo que vemos), vídeo, Photoshop en ordenador, iPhone, iPad... hasta lograr en unos cinco años, aproximadamente, lo que parece la obra de toda una vida. Unas doscientas obras, algunas de inmenso tamaño, que llenan toda la segunda planta del monumental Museo Guggenheim de Bilbao.



Sí, iPad. Y aunque a primera oída, que no vista, pueda parecernos una 'modernidad' vacía, apuntarse a lo más avanzado para llamar la atención o incluso un querer luchar en vano contra el paso del tiempo estando a la última porque sí, nada más lejos de la realidad tratándose de un absoluto maestro que, además, ha investigado durante toda su vida todas las tecnologías del arte pictórico, poniéndolas en práctica. Su mencionado libro El conocimiento secreto no es sino una investigación de la tecnología de la pintura desde el siglo XV, por no mencionar sus impresionantes collages del cañón del Colorado realizados con cientos de fotografías polaroid en la década de los 80 y que también pueden verse en esta exposición, o sus trabajos posteriores con el fax, o con sus sistema de nueve cámaras y después con Photoshop.


Collages fotográficos de The Grand Canyon (1982) y La Autopista de Pearblossom (1986)

En 2009 comenzó a dibujar con un iPhone y en 2010 con un iPad (afirma que fue uno de los primeros en comprarse uno). Utiliza la aplicación Brushes (5,99 euros), un sencillísimo y potente software de dibujo que permite controlar trazos, colores, transparencias, ampliaciones de hasta el 3200% para acceder hasta el más mínimo detalle e incluso cinco capas que se mezclan entre ellas a la manera de Photoshop. Una de tantas apps que a pesar de su simplicidad posibilita, sobre todo en manos de un absoluto maestro de la pintura y el dibujo como Hockney, un resultado asombroso. Cuesta trabajo creer que muchos de los innumerables ¿cuadros? colgados en la sala denominada La llegada de la primavera en Woldgate, East Yorkshire, en 2011 (dos mil once), unas 70 imágenes de un metro y medio de altura cada una colgadas en dos filas, estén realizadas con la famosa tableta de Apple, porque captan la luz, los colores, texturas y hasta la atmósfera cambiante como la mejor de las técnicas tradicionales. Es increíble. Como increíble le pareció a Hockney en 2011 la posibilidad de imprimir las imágenes del iPad a ese enorme tamaño sin que se 'pixelicen' lo más mínimo. "Entonces descubrí que podía llenar paredes y paredes con mis dibujos", reconoce. La sala está 'presidida', además, por la que posiblemente sea la obra más importante de todo este período del autor, un óleo en este caso, un inmenso óleo lleno de árboles, hojas de los árboles y colores de más de nueve metros de largo y 3,6 de altura, formado por 32 lienzos, y que es la imagen que da imagen a toda la exposición, portada del magnífico catálogo incluida.

The Arrival of Spring in Woldgate, East Yorkshire in 2011 (twenty eleven). Óleo sobre 32 lienzos
365,8 x 975 cm; (91,4 x 121,9 cm, cada uno); parte de una obra de 52 piezas


Dos de la serie de 70 dibujos realizados en iPad e impresos en papel a un tamaño de 144,1 x 108 cm, que forman parte de la serie de La llegada de la primavera en Woldgate, East Yorkshire, en 2011 (dos mil once)




Es la "inmediatez" la característica más poderosa del iPad, según Hockney. Puede tomar apuntes del natural a una velocidad asombrosa con sus dedos sobre una "libreta cuyas hojas no se acaban nunca". Un dibujo, otro, otro... según avanza en el asiento del copiloto del coche por el condado de Yorkshire. Envía muchos de esos dibujos espontáneos a sus amigos desde la propia tableta por email, pero la mayor parte de los bocetos se quedan almacenados en la memoria digital hasta que llega a su estudio donde sigue trabajando en ellos para darles el acabado final, en el que además de los dedos utiliza un puntero. Logra así 'atrapar' la luz cambiante, o casi.







En la muestra hay también varios iPads en los que se ve la 'película' de sus dibujos en la tableta. Porque Brushes tiene además esta posibilidad, la de crear un vídeo con todos los pasos del dibujo que hemos ido realizando. Los trazos, la vuelta atrás, el borrado, nuestros titubeos —y los del maestro Hockney, por supuesto—, los distintos caminos de nuestros dedos sobre la pantalla de cristal. Diría que es una aplicación tan fácil de usar (tan fácil y potente que me recuerda, salvando las distancias, a nuestro querido Quark) que incluso un niño aprende a manejarla de manera intuitiva él solo, pero creo que en esto los niños nos llevan ventaja, así que diremos que es tan fácil usarla que incluso un adulto aprende en muy poco tiempo a utilizarla. Luego el resultado... pues como siempre decimos, incluso en maquetación y diseño. Que una cosa es la herramienta, y otra nuestros conocimientos, nuestro talento, lo que queremos hacer... todo eso que ningún ordenador ni software puede emular porque es pura actividad humana.





Primer dibujo realizado por Javier en Brushes con  los menús principales que ofrece el programa (colores, pinceles, capas). Finalmente, vídeo que realiza el propio software con el 'historial' del dibujo (que es exactamente lo que se puede ver en la exposición de Hockney con su autorretrato y varios trabajos más).

La exposición "Una visión más amplia" puede verse en el Museo Guggenheim de Bilbao hasta el 30 de septiembre. Todavía tenéis tiempo para hacerlo si tenéis la suerte de estar por estas fechas en esta gran ciudad. Y si a alguno de estos 'afortunados' no les gusta la exposición de Hockney, que todo puede suceder, siempre le quedan las instalaciones de hierro oxidado de Richard Serra de la planta baja del museo, el propio museo en sí, o incluso una muestra, nada más y nada menos, que de toda la serie de los grabados de Goya (tecnología sobre el grabado y el aguafuerte incluida en la propia exposición, porque también el genial, y brutal, Francisco de Goya fue un avanzado y curioso explorador de todas las posibilidades gráficas del momento) en el Museo de Bellas Artes, 'Goya, estampas de invención', unas calles más arriba en este Bilbao antiguo y vanguardista, lleno de contrastes, de vida y de cultura.




jueves, 26 de julio de 2012

Hopper, Hopper...

Ningún método de impresión reproduce fielmente los originales. Ni siquiera las fotografías por muchos millones de píxeles y procesadores ultrapotentes o moléculas de plata pigmentadas que gasten, consiguen exactamente los mismos colores que retratan, cuanto más un medio de impresión con tintas que intentan después en vano —aunque con crecientes mejoras— llevar al papel esas fotografías que previamente habían fracasado. La impresión y la fotografía son un fracaso... siendo un éxito porque, a pesar de todo, consiguen la ilusión de representar la realidad. Logran que nos lo creamos. Pero con Hopper.... hay que ver sus cuadros originales, expuestos este verano en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid para constatar mucho más que en otros casos esta derrota de las reproducciones.



Imágenes de pantalla (vuestras pantallas) de fotografías de impresiones de fotografías de los cuadros de Hopper.

María Benito nos espera en la puerta del museo y nos hace un breve y certero resumen de lo que vamos a ver: "Primero tenéis las obras de formación; después, en una pantalla se proyectan las ilustraciones que hizo para las portadas de revistas antes de ser famoso; luego están los grabados, que merecen mucho la pena, y las acuarelas, que son buenísimas y con las que empezó a ser reconocido, y al final, está el Hopper, Hopper...".










Y así fue. Y efectivamente, cuando llegas al Hopper, Hopper... sólo puedes pronunciar puntos suspensivos. Te quedas sin palabras ante la fuerza, el magnetismo y el poder de las imágenes de un auténtico maestro. Imágenes que nada, o muy poco, tienen que ver con las fotografías que antes habíamos visto de sus cuadros y que ya admirábamos sin sospechar que las originales sí que son admirables. Porque los colores... Porque la luz... Porque los encuadres... Nada que ver con esa soledad algo lúgubre de las fotografías de su obra. Es una ¿soledad luminosa?, la luz sale de los cuadros. Es una composición 'cinematográfica', llena de los famosos 'planos americanos', como fotogramas aislados de una película norteamericana... pero no del todo. Los 'planos' cortan las figuras humanas más abajo que en el cine, casi por encima de los pies, dejando mucho espacio por encima y 'aplastando' así a sus personajes; los encuadres son inverosímiles a veces (¿por qué se termina ahí lo que vemos?, ¿falta algo que nuestra imaginación debe completar?); los colores no son los de la realidad, tan brillantes, pero crean una realidad real, o soñada... En la página web de The New York Times, The Original Edward Hopper compara de manera muy interesante los lugares reales con lo que Hopper vio. El Hopper, Hopper...

Vamos a dejarlo mejor todo en puntos suspensivos y si tenéis la oportunidad, visitad esta fantástica exposición de Edward Hopper (1882-1967) en Madrid. Hasta el 16 de septiembre en el Thyssen, junto a las alambradas que la policía antidisturbios tiene colocadas de forma casi permanente en torno al Congreso de los Diputados, otra realidad paralela.




lunes, 7 de noviembre de 2011

Dos en la carretera: encajabaja en la Universidad de Navarra (I)

On the road, again! Los encajabaja de nuevo en su versión más itinerante. Pero ésta vez no era una ocasión cualquiera... esta vez el destino era Pamplona, cuna de una de las mejores facultades de periodismo del mundo, en la que este humilde cronista tuvo la inmensa fortuna de desarrollar su formación académica. Un viaje apasionante profesionalmente, en especial para nuestra tanqueta de Getafe, Mario Benito, designado como miembro del jurado de los premios ÑH8 (2011) pero también muy emotivo y sentimental para este humilde cronista que vivió sin duda cuatro de sus mejores años en ese impresionante campus y en esa maravillosa ciudad.

Empezamos a coger gustillo a esto de desplazarse, aunque nunca habíamos sido designados ninguno como miembro de ningún jurado. Y siendo honestos, había cierto nerviosismo... Estábamos citados en Pamplona para la hora de la comida, así que decidimos quedar con tiempo, para viajar tranquilos. Salimos con un poco de retraso debido al tráfico madrileño, pero no nos preocupaba, dada la cilindrada del motor del coche de Mario, todo un derroche en estos tiempos de recortes, y de su supuesta destreza al volante... Pero al entrar en carretera una sucesión de obras en cadena durante los primeros doscientos kilómetros del trayecto nos terminaron por hundir la media de velocidad... Y es aquí donde se gesta una de las mayores campañas de difamación que hemos tenido ocasión de presenciar en los últimos años: hace unas semanas, este pobre cronista suyo sufría uno de los ataques más virulentos e innecesarios que recuerde. Y lo sufría, para mayor dolor suyo, desde las páginas de éste, su blog...

CRÓNICA DE UNA INFAMIA
Vamos por partes... Impropio el ataque. Impropio de personas que dicen ser hombres de bien. Impropio de colegas de trabajo, porque eso, entre compañeros, no se hace. Y sobre todo, impropio por falso, por injusto, por gratuíto, por cobarde, por inmerecido... Según la débil argumentación de mi colega de blog, en adelante, el señor Benito, yo soy la constante de esos dos viajes fallidos en los que la velocidad brillló por su ausencia, en los que sentí como envejecía miserablemente en mi asiento del coche al ritmo del paso de los kilómetros, despacio, muuuuy despacio... Según el Sr. Benito, yo tengo la culpa de que Luisito Blasco recorriera los 626 kilómetros que separan Madrid de Estepona en casi diez horas de 'temeraria conducción deportiva' o de que el día que acudíamos a Salamanca una espesa nevada cubriera la carretera con un blanco manto que pedía a gritos precaución, amigo conductor...
Y siguiendo esa línea de argumentación propia de un mentecato, yo y sólo yo, provoqué que en la N-1 el día del trayecto a Pamplona no hubiera ni tres kilómetros seguidos sin obras... Un despropósito... Lo que no cuenta el sr. Benito es que en la vuelta de Salamanca no pudimos correr porque casi se queda sin gasolina en su flamante y ¿veloz? coche. Un lamentable imprevisto, pensaréis... ¡¡Estuvo avisando que se quedaba sin gasolina durante más de 100 kilómetros!! Como tampoco cuenta que en el trayecto de vuelta desde Pamplona a Madrid y conmigo en el coche, se cumplió el horario programado escrupulosamente e incluso no se hizo más rápido por culpa de una pequeña peculiaridad del sr. Benito al volante... Peculiaridad que, visto lo visto, me veo forzado a hacer pública:

¿Sabéis esas personas que cuando hablan contigo se te echan, literalmente, encima? Mario Benito es una de ellas. Vehemente, locuaz, expresivo... El sr. Benito es un torrente una vez se arranca, un torbellino que te encima y te acosa físicamente en el calor de una conversación... incluso a veces, si se sofoca fruto de su avanzada edad, te quita la palabra y llega a contestar él mismo a las preguntas que te había formulado segundos antes... Los que le conocéis sabéis de qué hablo...

Lo que nunca pude imaginar es que hace eso en tierra firme... ¡y al volante de su coche!

Se contonea, se retuerce... te mira fíjamente a los ojos, desafiante... mientras se le va el coche en las curvas, y se le va, y se le va.... Al final, al borde de caer en la cuneta, lo recupera, fruto de la casualidad, o del instinto de supervivencia , ¡vaya usted a saber! El caso es que no fue una vez, ni dos... ni diez. Fue una constante en un viaje en el que al principio temí morir desparramado por una de esas cunetas de Dios y que al final, de tanto sufrir, terminé contando, indiferente, los distintos episodios como curiosa anécdota que, por supuesto, no pensaba divulgar... Hasta que el día de la infamia tuvo lugar...

Y para haceros participes en su absoluta totalidad de esta experiencia cercana a la muerte comparto con vosotros, lectores, estas imágenes que reflejan como nadie la agónica experiencia que me tocó vivir:


IMÁGENES: LA HORA DE JOSÉ MOTA (TVE) MALINTENCIONADA EDICIÓN DEL VIDEO: JAVIER VIDAL

Terrorífico. Entre bandazo de carril y bandazo, fuimos consumiendo kilómetros. El excelente disco One man Band de James Taylor fue amenizando el trayecto mientras la conversación fluía... y el coche iba y venía... Al final de tan ajetreado viaje, llegamos a Pamplona. Y con agrado pudimos comprobar que básicamente todo sigue en el mismo sitio que hace quince años. Eso facilitó que con unas pocas indicaciones de este cronista llegaramos a la primera al hotel, pese a que el GPS de Mario insistiera en llevarnos a otro hotel de Logroño. Dos viejos amigos de encajabaja nos esperaban en la recepción: Laura Gónzalez y Carlos Pérez de Rozas, tipo único donde los haya. Junto al resto del jurado, profesionales de toda España y Portugal, partimos paseando hacia la universidad. “Seguidme, conozco bien el camino...”

ENCAJABAJA POR PARTIDA DOBLE
Este viaje ha sido especial por muchos motivos. Profesionalmente, porque no podemos agradecer lo suficiente el nombramiento de Mario como miembro del jurado de los ÑH. Significa mucho para nuestra sección y para nuestro humilde blog. Y ha sido, además, un reencuentro bastante emocional con una etapa muy importante de la vida de este cronista que les escribe. Y es que en Pamplona tomó forma todo. Y uno se hace mayor y está hecho un sentimental y pensaba que ya no se acordaría de nada... y lo cierto es que se acuerda de todo. Tanto es así que fue enfilar el campus por la antigua cuesta de Fuente del Hierro y sentir que la última vez fue ayer, aunque ayer fuera hace quince años. El espectacular campus, verde y majestuoso nos recibió a un pequeño grupo formado por Mario, Laura, Álvaro Varona y servidor que bajaba recordando batallas de hace mil años. Mario disparaba su cámara de fotos hacia todas partes, mientras ambos admirábamos los nuevos edificios que se levantan en el campus: una nueva facultad de económicas y el próximo año, un museo proyectado por Moneo. Impresionante.

El impresionante edificio de Bibliotecas junto a las Torres de Belagua

Ciencias sociales, imponente construcción de hormigón y periodismo


Después de comer en el comedor de la biblioteca y de haber conocido a la totalidad del jurado, empezaron las deliberaciones. En esos momentos, encajabaja se separaba. De la parte del jurado ya ha contado Mario batalla y andanzas... Pero mientras cumplía con diligencia con sus labores de jurado, yo disfruté de dos jornadas inolvidables en el campus, sin nada más que hacer que disfrutar del ambiente universitario, recordar viejos tiempos y visitar a los viejos amigos, profesores, empleados de la universidad. Realmente, un auténtico regalo. Antiguos compañeros de promoción como Miguel García San Emeterio y Paz Ugalde, secretario y directora de comunicación de la facultad de comunicación, respectivamente. O Fernando López Pan, maestro de periodistas, que consiguió que promociones enteras escribieramos historias con cierto criterio y, por supuesto, a nuestro querido MAJ. No vamos a descubrir ahora a Miguel Ángel Jimeno. Pero yo tenía mucho interés en que Mario, amigo y compañero, conociera personalmente a quien de tanto aprendí sobre edición, sobre diseño, orden e información en la universidad. Cosa que sigue haciendo a diario en su imprecindible blog la buena prensa. El encuentro no tuvo desperdicio. Y es que hablar el mismo idioma, el del periodismo puro y duro, hace que se intime muy rápido...

Tras una primera jornada agotadora, unos a fichas y otros a viejos amigos, y un breve refrescarse en el hotel de concentración, la delegación de jurados, organizadores, y adjuntos partió para la primera cena en Pamplona. El lugar elegido por la organización no podía ser mejor: Casa Otano, todo un clásico en la calle San Nicolás, zona cumbre, vía sagrada para aquellos que aprecian el placer de tomarse algo en buena compañía, vía que fue trabajada con fruición por este cronista en sus años universitarios, y que está preñada de sitios históricos en los que tomar pinchos, copas o lo que se tercie...

Llegada a la calle San Nicolás... ¡Ambientazo!

MAJ, Mario Benito y Laura González esperando para entrar a cenar junto al Ulzama, una debilidad muy particular... La de neuronas que ha perdido el cronista entre sus paredes azules por culpa de sus bebedizos...

La cena no puede calificarse de otra manera que no sea triunfal. El coqueto comedor del Otano, en la primera planta de la casa, acogió una encantadora velada entre amigos y compañeros de profesión. La conversación, afortunadamente, fue mucho más allá de la crisis y los recortes. Proyectos futuros, tendencias, amigos comunes, mil anécdotas que hicieron llorar de risa a más de uno... Y en una esquinita de la mesa, Mario, Laura, MAJ, servidor, Diego Zúñiga, de El Correo y Mario Henriques de la versión para iPad del Expresso portugués nos hicimos fuertes junto a una terraza habilitada para los fumadores empedernidos... Hasta para esto, Pamplona sigue siendo única. Y en aquella diminuta terraza nos plantamos MAJ, Henriques y servidor y nos turnábamos para echar humo, de dos en dos, con una vista impagable de la calle San Nicolás en plena efervescencia...


El jurado sentado a la mesa...

Pidiendo el postre desde el balcón para fumadores... (enorme cara de postre del cronista)

Algunos irreductibles de San Nicolas, desde el balcón de Casa Otano...


De la cena habría que destacar varias cosas: la primera, que MAJ es un anfitrión excelente. Conoce mil historias, es un formidable conversador y encima, tiene un apetito legendario. En eso pinchamos en hueso. El azar no tuvo otra ocurrencia más que juntar a MAJ con Mario Benito, un ser inerte, sin apetito alguno... el único adulto que sigue jugueteando con la comida de su plato -un ajoarriero como una catedral- como cuando tenía seis años... MAJ empezó prudente, pero ya en los entrantes intuyó el nivel de su invitado: “¿En Madrid no coméis?” le dijo, guasón... Eso provocó mi reacción, viéndome obligado, por orgullo de madrileño de adopción y sevillano de cuna, a dejar alto el pabellón, tanto en mi lugar como en el de mi inapetente compañero... Echamos de menos en esta labor a nuestro querido Luis Blasco, que hubiera provocado la quiebra del Otano si se lo hubiera propuesto... Porque en Madrid, amigos, sabemos comer...


Varios ejemplos de la contundente gastronomía del Reino

La segunda fue volver a constatar lo que te puedes reír en una cena con periodistas... Entre las miles de anécdotas y la habilidad de Mario para provocar risas, incluso sin pretenderlo, fue una cena inolvidable... Hubo un momento impagable, cuando hablábamos del nombre de mi futuro hijo y comenté que igual le llamamos Rafa, pero así... sin nigún entusiasmo... Mario saltó: “No hombre, no... Rafa es un nombre tristísimo...” Inmediatamente, el pobre Diego Zuñiga, de El Correo, un tipo divertido, sabio en lo referente al diseño y que cada vez que abría la boca decía algo interesante soltó mirando al infinito: “Mi niño se llama Rafa...” Silencio... Mario, pálido, miraba por la ventana pensando (imagino) si sobreviviría si se lanzara por ella para escapar a semejante marrón... “Es... un nombre precioso...” acertó a decir sin poder contener ya las risas... La caracajada de nuestro lado fue tan grande que enmudecimos al resto del local, que quería saber qué había pasado... ¡His-tó-ri-co! Encajabaja, dejando el pabellón lo más alto posible...

Mario Benito con Diego Zúñiga, sonrientes, una vez aclarado el 'incidente' del nombre de su hijo...

Miguel Ángel Jimeno, el anfitrión por excelencia

REPORTAJE GRÁFICO: MARIO BENITO Y JAVIER VIDAL



Continuará...

Congreso ÑH8 en Madrid
Como ya os hemos contado, este viernes 11 se celebra en Madrid el Congreso ÑH8, con destacados ponentes como Mark Porter, Rodrigo Sánchez, Lola Gómez, Laura González Díez, Pedro Pérez Cuadrado, Mario Tascón y muchos otros ilustres ponentes... Desde encajabaja os animamos rotundamente a participar, pocas veces se tiene a tanto grande del diseño y del periodismo junto. Y aunque este año sea en formato super reducido, éstas son las ocasiones en las que surjen cosas grandes... ¡No podéis faltar!

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un debate con mucho color, o sin color

Y agotado, para nosotros. El del color o el blanco y negro en los periódicos. También para quienes los editan, ¿no? Lo recordábamos antes de las vacaciones de verano a propósito de la ¿frivolidad? de El País y su postal "histórica" en la que decidía opinar en vez de informar. Un debate que ha dejado de serlo, pero no hace tanto tiempo. O sí, porque ahora el tiempo corre tanto que el año 2005 es la prehistoria de la comunicación para los devoradores de novedades.



Por eso sigue siendo interesante, y mucho, el artículo escrito en ese año por Jesús del Olmo, profesor de diseño periodístico de la Universidad Carlos III de Madrid para la Revista Latina de Comunicación Social, titulado "La gestión del color en los diarios españoles de difusión nacional", y en el que entrevista a los entonces directores de arte de los diarios ABC (Jesús Aycart), El Mundo (Carmelo G. Caderot), El País (David García), La Vanguardia (Carlos Pérez de Rozas) y al jefe de diseño de El Periódico de Catalunya (Ricard Sans).



Con la excepción de algunos matices de fundamentalismo trasnochado sobre el blanco y negro, todos los entrevistados coinciden en que la realidad, y por tanto la información, es en color, y sólo los condicionantes ténicos han impedido que se pudiera imprimir así hasta ahora (en el año 2005 sólo El Periódico de Catalunya imprimía todas sus páginas en color, los demás lo hacían en la portada y en un número determinado y limitado de páginas interiores). La evolución en las rotativas, así como el empuje de una publicidad que demanda color y la necesidad de aumentar ventas y modernizar para llegar a un público más joven son los factores en los que todos suelen concidir para declarar que "en el futuro todos los perióricos serán en full color"... como realmente ha sucedido en estos pocos años.

El único argumento que tal vez justifique el uso del blanco y negro de manera intencionada es el condicionamiento histórico y cultural que menciona Caderot: "la prensa debe ser fundamentalmente un instrumento de análisis de la realidad, al servicio de la formación y la información. Todo lo que sea color mal utilizado, es artificial; ofrece artificios que te impiden recibir las sensaciones que ofrece un periódico, como la tinta, el texto, el mensaje, el análisis. Para eso sirve el blanco y negro. Además para estos roles, cultural e históricamente, se ha usado siempre blanco y negro. Incluso para los estudiantes que tengan veinte o veinticinco años la información todavía es blanco y negro. Me estoy refiriendo exclusivamente a la información".

El director de arte de El País relaciona directamente color con sensacionalismo, mientras que para Pérez de Rozas, Sans o Aycart la seriedad está relacionada más con los contenidos que con la forma. "La prensa es sensacionalista o amarilla en función de sus contenidos, no en función de sus formas", explica Aycart (ABC). "Son los contenidos los que clasifican este tipo de prensa. El color, no." Pérez de Rozas admite el compomente cultural del blanco y negro que, sin embargo, "quedará para la historia".



Sobre el impacto en las ventas o en el acercamiento al público joven, exponen también interesantes puntualizaciones, porque para Jesús Aycart (ABC) "lo único que acredita a un medio es la credibilidad, pero no desde el punto de vista político, sino la credibilidad desde el punto de vista informativo. Un medio que te informe. El hecho de que dé color o no es algo accesorio. Sin embargo, sí creo que va a ser fundamental en un futuro muy próximo. Vemos el color como si fuera la modernidad. Sin embargo el color no es la modernidad. La vida es en color y me da la impresión de que la modernidad va a ir mucho más ligada a la calidad del producto que al uso del color. Éste va a ser sólo uno de los factores dentro de esa calidad".

Como interesante, y preocupante, es también el punto de vista de Caderot sobre el efecto positivo del color en las ventas y en la captación de un público joven, pero sólo a corto y medio plazo. "El color", dice Caderot, "es una baza también perdida de antemano. Porque tú no puedes competir con instrumentos cuyos lenguajes se basan fundamentalmente en el color y el movimiento y que son interactivos, como las televisiones, los ordenadores, Internet y los móviles. Por eso digo que sí durante un tiempo muy corto. A medio plazo como mucho. A largo plazo ni color ni puñetas, va a dar exactamente igual. (...) Es evidente que con el color consigues atraer un poco más al público joven porque es un lenguaje común, habitual en su retina, en su memoria, (para los jóvenes, el entorno) es todo color evidentemente y no están acostumbrados a otras cosas. En ese sentido sí, con ese paréntesis muy grande de que es una engañifa para sobrevivir quince años más."



Coinciden también los responsables de diseño de los grandes diarios nacionales en que más que hablar del color sí o color no, es importante, mucho, la utilización del color. Porque no se trata sólo de imprimir así las fotografías. El color puede aplicarse, o no, a todo: infografía (fundamental), fondos, símbolos, manchetas, logotipos, elementos gráficos, incluso a las tipografías... "El color añade información", explica Carlos Pérez de Rozas, "otra cosa es que aún hay pocos diarios que sepan aplicar bien el color en sus páginas. Yo creo que el color tiene contenido y, por lo tanto, cuando un diario pasa del blanco y negro al color tiene que replantearse. (...) Por supuesto que para modernizar los diarios ahora hay que contar con el color y hay que hacerlo muy seriamente. Dar color no es coger la foto que antes se daba en blanco y negro y ahora darla en color. No. El color afecta a todo. Desde el logotipo de la publicación hasta la guía (paginación) de un diario pasando por muchas otras consideraciones. Por lo tanto (el color) sí es un aspecto que puede ayudar a llegar a los jóvenes, pero yo creo que los problemas que tiene la prensa en estos momentos se producen por otros motivos. Uno de ellos es que debe replantearse sus contenidos."

En este sentido, Pérez de Rozas, cita a Mario García en lo relativo a una tal vez necesaria vuelta atrás en la cultura visual para los periódicos, paradójicamente liderada por quienes en su momento la potenciaron: "Esta es la moda, pero yo creo que esto irá cambiando. La frase célebre de Mario García de que los diarios se parezcan más a los diarios de principio de siglo, que los diarios se parezcan más a los diarios. Mario García dice que ha habido un exceso de diseño al final de los ochenta y principios de los noventa. (...) Algunos teóricos de la comunicación dicen que los diarios se salvarán por el texto no por su imagen".



Es interesantísimo, también, como todo este artículo que estamos reseñando ampliamente, los distintos modelos de diarios en color para cada uno de los directores de arte. Qué periódicos les parecen más interesantes desde este punto de vista y cuáles consideran fallidos, aspecto éste que no revelamos para que acudáis a leer el artículo integro en el enlace que os adjuntamos al comienzo. Terminamos, eso sí, reproduciendo las rotundas afirmaciones de David García, director de arte de El País entonces, y director de arte de El País ahora, sobre qué significa para él el color en un periódico: "Un diario en color es menos creíble, menos serio y de menor calidad informativa. Yo creo que cuanto más color, menos credibilidad. (...) Yo mantengo que no da la misma credibilidad un periódico a todo color que un periódico en blanco y negro".



Para saber más sobre el color en la prensa
son imprescindibles los artículos de Pedro Pérez Cuadrado, profesor de periodistas en general y de maquetas en especial, actualmente en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y antes en muchos periódicos, publicados en Visulamente.