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lunes, 22 de noviembre de 2010

Diseñario 2.0 (XLIV)

Si algún político, o algún jefe, autoridad civil, religiosa o militar hubiera invitado a los miembros del enigmático comité de expertos encargados de la redacción de este compendio a llevarlo a cabo, probablemente no podríamos presentarles ahora, porque además sería imposible que fuese como es, una nueva entrega del... ¡Diseñario!, obra colectiva, irreverente y libérrima, infinita y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.




Portadilla. Es la primera página de cada sección y, por lo tanto, donde se supone que va desarrollado el tema más importante. Todas y cada una de las secciones del periódico tienen portadilla, incluso hay algunas en las que el conjunto completo de sus páginas se limitan a su portadilla (casos como "Motor", por ejemplo o "Comunicación" en algunas ocasiones y en determinados periódicos). En la portadilla es donde se suele realizar una apuesta visual fuerte para enganchar el tema y desarrollarlo a lo largo de varias páginas. Aunque en ocasiones un tema puede liquidarse en una sola página.
Este tipo de página está sujeta a múltiples cambios, siendo una de las más volubles. Tan pronto el tema de apertura (apretura en muchos casos) es X como que pasa a ser Z. Y claro, hay que pasarlo a otra página y comprimirlo. Eso si no iba ya apretado, porque en las portadillas se comete el error de intentar meterlo todo en más ocasiones de la cuenta, sobre todo si no tenemos más páginas para el tema, obligados cada vez más a ello por el eternamente creciente precio del papel y por los "recortes" de la crisis.
Hay varias formas de distinguir una portadilla. Normalmente el titular lleva un cuerpo más grande que los títulos del resto de la sección. En algunas ocasiones los subtítulos también son distintos, utilizando bolos, triángulos, etc. como elemento diferenciador del resto de subtítulos. El folio también puede ser distinto, con un cuerpo más grande para indicar la apertura de sección. Y en algunos periódicos, las portadillas tienen elementos de navegabilidad que indican los temas que van en el resto de la sección.

Principios. Normas básicas supuestamente inmutables. Pocas y sencillas (consulténse, por ejemplo, los "Principios fundamentales de la tipografía" de Stanley Morison, que se resumen en que las letras sirven para ser leídas, no como elementos decorativos, y ese fin, y principio, hay que buscar). Principios se pueden tener tres: jerarquía, orden, identidad. Se pueden tener dos: bonito, feo. Se puede tener uno: información. Incluso sabemos de quien tiene alguno repetido: catálogo, catálogo, catálogo; o aquel otro del adorno, adorno, adorno. Lo principal del principio no es el principio en sí, sino tenerlo; que nos sirva de guía, de referencia a la que pedir socorro en este quehacer nuestro tan sujeto a caprichos, subjetividades y argumentos arbitrarios que sirven tanto para ensalzar como para desacreditar la misma propuesta. Lo principial es tener principios y, ya saben por lo mucho que se ha citado a Groucho, si a alguno no le gustan "siempre los puedo cambiar por otros". Porque en ocasiones esto del diseño periodístico, como por otro lado el resto de las actividades de los humanos desde que existen y hasta que existan, consiste en ser putas que se venden al mejor postor, o al único, gratis a veces.

Putada. Conspiración de todas las fuerzas vivas contra uno, que termina engullido por el Maelstrom, ese remolino gigante que lo mismo tragaba osos, que barcos, que redactores a los que no se les entendía ni una palabra... Una putada es una fatalidad gorda, un contratiempo grave, una faena considerable, algo lo suficientemente dramático como para que te haga exclamar: ¡"Qué putada!" Porque la putada adquiere conciencia de sí misma cuando es bautizada, bien por el pobre que la sufre, o por el que la provoca, por algún espectador solidario o por otro de los que se regodean con el mal ajeno.
Generalmente, las putadas las suele sufrir el que menos las merece, de ahí la putada. Hay auténticos especialistas en hacer putadas a los demás, incluso se podría decir que es un mérito a tener en cuenta en los procesos de promoción de las empresas. Incluso está la putada superlativa, la que todos conocemos así, con sufijo -ón de putadón. Pero si hay una putada dolorosa es esa que uno provoca a alguien sin pretenderlo. Esa putada involuntaria que suele ir acompañada de la frase "pobrecillo, qué putada le he hecho...".
Los maquetas somos muy de que nos puteen, las cosas como son. Páginas que cambian justo cuando las terminas, fotos que te curras para que luego no sean del personaje en cuestión, para un día que madrugas y llegas el primero al trabajo y resulta que no te tocaba entrar en ese turno, sino en el último de la noche... Claro que nosotros también puteamos a los redactores de vez en cuando... aunque lo hecemos de forma involuntaria, por supuesto. Que los maquetas no tenemos maldad, y lo nuestro es el buen rollito y eso...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
Diseñario 2.0 (XXXIX): Oblicua-off the record.
Diseñario 2.0 (XL): OJD-on line.
Diseñario 2.0 (XLI): palabrota-pelar.
Diseñario 2.0 (XLII): pieza-pisar.
Diseñario 2.0 (XLIII): planillo-plumilla.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Diseñario 2.0 (XLIII)

Cuando hablamos de obra infinita lo hacemos sin contar los puentes y fiestas de guardar que los misteriosos, caprichosos y escurridizos miembros del Comité de expertos encargados de la redacción del Diseñario se toman cada vez con más frecuencia y descaro. Por lo tanto, infinita y más allá, mucho más allá. Pero todo sea por la labor científica, periodística, divulgativa y lúdica de quienes nos ofrecen hoy una nueva entrega de esta obra colectiva, irreverente y abierta a vuestra partipación sobre el diseño periodístico y la prensa en general. E infinita, casi se me olvida. Especialmente apenados en esta semana, en la que nos ha dejado el más grande de los directores españoles, absolutamente imprescindible e inolvidable. Su obra, también infinita, nos acompañará siempre... Todavía nos parece oírle, con su hilo de voz: "Hay que girar la palomilla hacia la dereeechaaaa..."




Planillo. Disposición esquemática y ordenada de todas las páginas de un periódico, desde la portada hasta la contra pasando por todas las secciones y las páginas de publicidad. También se conoce como planilla y en algunos lugares de latinoamérica, como Argentina, se denomina "alzado".
El planillo general se subdivide en uno para cada sección, en el que se pueden ver las páginas que conforman dicha sección, qué publicidad llevan y a qué folio (página) están asignadas. Además, sirve para indicar el estado de las páginas (maquetada, corregida, entregada, enviada, etc.) o el tipo de página (color, B/N). Con esto, cualquiera que vea el este esquema puede saber el estado de la publicación o de su sección de un vistazo.
Sin embargo, tiene menos credibilidad que los bonos de deuda "garantizados" de algunos países, una vez unos y otra vez otros, y cambia más que la política de privacidad de Facebook. Puede pasar de ser tu mejor amigo, porque tienes muchas páginas y espacio para contar las cosas bien y ordenadamente, a ser tu peor enemigo porque la publicidad ha hecho que lo que antes tenías que contar en 6 páginas ahora lo tienes que hacer en 3 y media. Y seguramente a última hora de la tarde, por supuesto.
En la mayoría de los casos, los planillos sirven a los redactores como primera aproximación al diseño de las páginas... y son precisamente eso, una aproximación (poco aproximada, por cierto), porque no es lo mismo maquetar en un espacio de cuatro centímetos que en un página completa. Y claro, todo lo que cabe en un planillo no siempre cabe en la página real... por mucho que se empeñen algunos.

Pleca. ¿Sabéis esa raya vertical que existe en vuestro teclado y que nunca, repito, nunca, habéis usado? Sí, hombre, esa raya que está partida en dos en la tecla, en la pulsación del uno, y que misteriosamente cuando la pulsas sale entera en la pantalla, sin partir? Pues resulta queridos nuestros, que eso es una pleca. Porque una pleca es una raya vertical, sí, vertical. Que suele usarse para separar distintas ideas en una sola línea, como dos versos o dos acepciones en un diccionario. Por eso nunca la has usado. Porque editar diccionarios es un arte en desuso y porque si ya es difícil poner en pie un verso, imaginad dos dentro de la misma línea...
En los periódicos, en los libros, en las publicaciones impresas, existe otro tipo de raya, al que se le conoce como pleca. Esta raya es horizontal, y suele usarse al final de un texto, para separar una llamada, o una anotación a pie de página, o a veces, un texto de otro. A esta raya, y en realidad al texto que le acompaña, se le conoce como pleca, aunque pleca, lo que se dice pleca... sólo es la rayita de marras.
En las plecas se hacen aclaraciones, se firman artículos en los que han participado más de un autor y se suelen contar unos breves datos biográficos de los autores de un texto. Si por ejemplo tenemos una opinión que firma el director de comunicación de una conocida multinacional americana, al final de ese texto suele aparecer una rayita horizontal, acompañada del texto: "Fulanito de tal es director de comunicación de una conocida multinacional americana..." para información del lector y regocijo del firmante, al que generalmente suele gustar sacar a pasear su cargo.
Las plecas, complejísimas de elaboración, porque no es nada fácil escribir un breve texto bajo una rayita fina, resultan un desafío hercúleo para los redactores de un periódico, a los que muchas veces supera la proporción colosal de la tarea. De hecho, en las redacciones se cuentan leyendas de unos redactores que sabían poner plecas ellos sólos, de los que se llegaron a componer cantatas y elegías y que un día, sin previo aviso, desaparecieron...
Los que quedaron no saben. Ni sabrán, visto lo visto. Cuando tienen que poner una rayita fina, finísima, y luego un textito de tres palabras a punto y aparte palidecen, transpiran, murmuran en lenguas muertas. Los muertos recobran la vida y los que nunca callan enmudecen por su incapacidad. No son capaces siquiera de copiarla de otra página, cuando muchos han hecho carreras exitosas a base de copiar de otros, de todos. El 'Control C, Control V' no sirve para una pleca, si fuera tan fácil no harían falta secciones de diseño...
Y entonces, descuelgan el teléfono, y con un tono exageradamente amable, ese que sólo puede utilizar alguien consciente de su mediocridad, te piden, por favor, que si les puedes poner una pleca al final de su texto. Y como los maquetas somos muy canallas, les decimos que hay un estilo para eso, sólo por oírles tartamudear espantados. Y luego les diremos que si pulsan dos veces sobre tal icono les saldrá la pleca sola y completa, pero para ese momento el redactor ya habrá roto a llorar, implorando clemencia... Incluso les ofreceremos la posibilidad de que se la copien una de otra página, sólo por estirar el disfrute de la situación, ese ridículo momento en el que una persona con estudios superiores haría cualquier cosas que le pidiéramos, con tal de no enfrentarse a la terrible labor de colocar una pleca, una simple rayita seguida de un textito, tan corto como debiera serlo esta propia definición, al final del texto.

Plumilla. Redactor. Quienes escriben en los periódicos, televisiones, radios y demás inventos digitales textos propios o editan textos de otros, o de las agencias. Conviene recordar, y repetir más que de vez en cuando, aquello que nos enseña el maestro de periodistas en general, y de maquetas en especial, Pedro Pérez, acerca de que "en un periódico trabajan periodistas; unos escriben, y son redactores (o plumillas, añadimos nosotros aquí, en voz baja para seguir escuchando a Pedro), otros hacen fotos y son fotógrafos, otros hacen infografías y les llamamos infógrafos o infografistas, y los hay que maquetan las páginas, y son maquetadores. Todos son periodistas, especializados cada uno en distintos elementos del mensaje informativo que elabora un periódico".
Aclarado el ámbito de actuación del plumilla, nos podemos adentrar en el más peliagudo asunto del posible carácter peyorativo, neutro, o incluso positivo y hasta cariñoso de la expresión plumilla, cuyo origen no consideramos necesario explicar por lo obvio que resulta. Y es que se trata de un apelativo que se ha utilizado con todas esas intenciones, aunque para nosotros predomine la última, tiernos como somos.
Se ha utilizado. Efectivamente, plumilla empieza a resultar casi un anacronismo. Cada vez se escucha menos en un periódico, es hasta un poco chocante o pasado de moda desde el punto de vista estético sonoro oírlo, un tanto ridículo en un medio digital en el que hablar de un "plumilla multimedia" (dispuestos a hacer casi todo a cambio de casi nada) es un absoluto contrasentido ya que, recordemos el comienzo de esta voz, un plumilla sólo escribe; lo que no es poca cosa, sobre todo si se hace bien.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
Diseñario 2.0 (XXXIX): Oblicua-off the record.
Diseñario 2.0 (XL): OJD-on line.
Diseñario 2.0 (XLI): palabrota-pelar.
Diseñario 2.0 (XLII): pieza-pisar.

lunes, 25 de octubre de 2010

Diseñario 2.0 (XLII)

Con sigilo casi paranóico trabajan los miembros del comité de expertos del Diseñario en esta labor suya, ocultos, casi escondidos, temerosos de que algún portal de internet filtre aquellos documentos secretos con los que trabajan, borradores de estas voces que nunca debieran ver la luz para no poner en peligro así las entrañas del diseño periodístico que luego nos dan a conocer debidamente editado en esta obra infinita, colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación.




Pieza. Unidad mínima de contenido periodístico. Mínima en el sentido unitario, de existencia, no en el sentido de extensión ni tamaño. Porque para que exista una página de periódico tiene que contener, al menos, una pieza, ya sea en forma de noticia, crónica, entrevista, etc. Aunque una página de periódico puede contener varias.
Las piezas pueden ser grandes, pequeñas, mediana; cortas, largas; informativas, opinativas; crónicas, reportajes, entrevistas. La combinación, más o menos acertada y la cantidad justa de piezas, hace que se tenga un periódico con más o menos ritmo y con mejor o peor contenido. No es siempre buscar cuanto más, mejor. A veces, con pocas y extensas piezas se puede conseguir un mejor resultado que con muchas y cortas piezas.
La vida útil de las piezas es, sin embargo, directamente proporcional a la extensión que ocupan en el periódico. Es más probable que una pieza a una columna desaparezca a que lo haga una pieza que ocupa las cinco columnas. Al igual que es más probable que una pieza a cuatro columnas acabe convirtiéndose en una de cinco, a que una pieza a una columna termine convirtiéndose en una de cuatro.

Pintar. Retratar el mundo a través del color de tus pinceles, o de tus lápices, o de tu alma. Lúdica expresión artística, en la que la realidad se preña de colores al pasar de tres tangibles dimensiones a dos blanquísimas dimensiones de papel. Pintar es la plasmación risueña de alguien que juega con un papel. Por eso los que mejor pintan son los niños, que ni se lo plantean ni falta que les hace. Tal como les viene, lo pintan... Y por eso no tiene ninguna lógica que se refieran al trabajo de los maquetadores como "pintar una página". Porque aunque sea una manifestación artística, y alguno de nosotros todavía disfrute como un niño con nuestro trabajo, incluso aunque en esta fría época de unos y ceros, alguno de nosotros siga tirando de papel y lápiz como reclamo de inspiración antes de ponerlo en píxeles, nuestro trabajo no tiene nada que ver con pintar. Generalmente, cuando uno pinta una cosa se deja llevar por la inspiración y el propio gusto. Nosotros no nos podemos permitir guiarnos por el gusto como criterio. Nosotros ponemos en página la información pura y dura, Y para eso hay reglas, códigos y un lenguaje muy determinado. Como cuando un redactor redacta. Y si funciona, funciona. Y si no gusta, que se lo cuenten a otro. Que ni somos pintores de brocha gorda, ni aquel pintor de angelitos negros al que cantaba Machín. Que somos periodistas sin textos, pero no por ello, menos pintores de batallas.

Pisar. Dejemos de lado los arranques de sinceridad de aquel entrenador argentino que le decía a su masajista que los suyos eran los de colorado y que a los otros "pisálos" y los extraños fetichismos. Lo normal es que cuando te pisen te moleste, aparte de porque duele, porque están invadiendo tu zona de seguridad, ese perímetro acordonado en el que cabes tú y nadie más.... Lo que ocurre en diseño es que las cosas a veces se pisan unas a otras y no es que se estén declarando la guerra, sino que están creando volumenes en un extraño caso de invasión de espacios. De todos modos, es raro encontrarse con elementos pisados en un periódico, donde la formas se guardan tanto como aquel mayordomo de Howard's End. En los suplementos y las revistas, en cambio, el pisarse es algo habitual... Provoca ese movimiento y cierta anarquía propia de los diseños moderniles y atrevidos, en los que no hay recurso lo suficientemente arriesgado, ni maquetador suficientemente temeroso de su Director de Arte...
Otra forma de ir pisándose por ahí es cuando un periodista le levanta una información a un colega de otro medio, y la publica antes que la competencia. Esto provoca un inusitado subidón en las redacciones, porque no todos los días le pisas una exclusiva a la competencia... Otros que van por ahí pisando son aquellos que se han labrado toda una carrera sin reparar sobre las costillas de quién están zapateando... Que para eso también hay que valer, que no debe ser fácil ir por ahí pisando a todo el que se te cruce por delante...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
Diseñario 2.0 (XXXIX): Oblicua-off the record.
Diseñario 2.0 (XL): OJD-on line.
Diseñario 2.0 (XLI): palabrota-pelar.

lunes, 18 de octubre de 2010

Diseñario 2.0 (XLI)

Hay quien asegura haber descubierto a uno de los miembros del misterioso y escurridizo comité de expertos de encajabaja encargados de la redacción del Diseñario pululando por las noches y los días zaragozanos en las recientes fiestas del Pilar. Escondido bajo un pañuelo a cuadros negros y rojos que sólo levantaba para engullir ingentes cantidades de productos alimenticios propios de la tierra, o de donde sea. Y bebiendo, claro. Habladurías. Pero el caso es que desaparecieron la semana pasada cruzando un puente que, al menos, los ha traído de nuevo hasta nosotros con una otra entrega de esta obra infinita, colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.




P


Palabrota. Unidad mínima y básica de comunicación redaccional. Dotada de pleno sentido de manera que puede expresar por sí sola pensamientos complejos y sustituir a frases completas e incluso compuestas. Paradigma de la inmediatez, brevedad, rigor, capacidad de síntesis y fuerza que se exigían al periodismo. Hay quien piensa, fuera de los periódicos (aunque últimamente dentro también, por eso de que se pierden las buenas costumbres), que suenan mal, que son groseras e incluso maleducadas y no decimos que no les falte razón. Pero es que no hay nada que pueda sustituir a... en fin, ya saben. Sólo funciona verbalmente cuando no haya intención de ofender, y escrito queda mucho peor.

Pase. Continuación del texto de una columna a otra, o cantidad de texto que hay debajo de un elemento que no es el propio texto, como por ejemplo un gráfico, una foto o un apoyo. En este último caso el pase puede ser cero, cuando no hay pase o mínimo cuando es de apenas uno o dos pares de líneas, lo justo para salvar el hueco de una foto que no llega hasta abajo.
El pase de texto es como los pases de fútbol, los hay de varios tipos. El corto y al pie, de la primera columna a la siguiente sin posibilidad de pérdida. El pase picado, de la primera columna a la quinta, saltando por encima de la defensa que hace una foto o gráfico entre medias. El pase mirando hacia otro lado, de una página a otra. Y el pase al hueco, donde sé que hay un pase pero no se sabe muy bien hacia que columna. Este último sólo es apto para los Zidanes de la maquetación, unos privilegiados que tienen muy claros los conceptos... aunque el que vaya a recoger el pase no los pueda tener tan claros.
Dominar los pases de textos es dominar la edición y el ritmo de lectura, es controlar el partido. Y ya se sabe, quien controla el partido, acaba ganándolo.
Pase también es el elemento que sirve para indicar que un texto sigue en la siguiente página o que viene de la anterior. El clásico "Sigue en página XX" o "Viene de página XX".

Pelar. Aunque el término refiera la acción de quitar la cáscara de un objeto, en los periódicos hablamos de pelar cuando queremos quitarle extensión a un texto, o tamaño a una foto. Pelar para nosotros, cuales peluqueros de barrio, es sinónimo de cortar. Y lo de peluquero no está traído por los pelos, nunca mejor dicho. Porque puestos a hilar fino, podríamos asegurar que nos referimos a pelar las cosas cuando lo que queremos es que sean más pequeñas, no porque el contenido mejore con el corte (lo que sería editar) sino que algo no nos entra y la única manera de que lo haga es pelando otra cosa para hacer hueco. O sea, que pelamos las cosas para que entren más. Así de vulgar, y de necesario a veces.
Otra cosa es aquel profesional que ya está cansado y mayor, que está de vuelta de todo y al que todo se la...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
Diseñario 2.0 (XXXIX): Oblicua-off the record.
Diseñario 2.0 (XL): OJD-on line.

lunes, 4 de octubre de 2010

Diseñario 2.0 (XL)

No hace falta un proceso de "primarias" entre los miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de la redacción del Diseñario, porque no compiten entre sí. Además no resultaría fácil elegir cuál de ellos es más contradictorio, caprichoso, inestable, obstinado y voluble, cuál mejor o cuál peor en incontables aspectos en los que tampoco están interesados porque su afán es esta obra infinita, irreverente, colectiva y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general de la que hoy nos ofrecen una nueva entrega.





OJD. Oficina de Justificación de la Difusión. Suena un poco raro, casi marciano, debido posiblemente a su traducción literal del francés, porque esta empresa privada e independiente -insisten ellos- encargada de controlar y certificar la difusión (número de ejemplares de un medio de comunicación impreso vendidos en un determinado periodo de tiempo, no número de lectores, que de eso se encarga el EGM con los datos de la OJD y con encuestas), se creó en España en el gran año de 1964 a partir del modelo francés, la Office de Justification de la Diffusion des Supports de Publicité, que había realizado un año antes en los diarios madrileños ABC y Pueblo los primeros controles de difusión que se hicieron en nuestro país.
El aumento de la publicidad en España durante esa década de los 60 del siglo pasado, y su enorme importancia, hizo necesario hacer también aquí lo que se llevaba tiempo haciendo en la mayor parte de los países occidentales. Como siempre vamos, a la vanguardia. En 1965 apareció el primer Boletín OJD, con unos 30 periódicos inscritos, y desde entonces no ha dejado de crecer hasta alcanzar los 840 medios impresos que controla en la actualidad, así como el tráfico (páginas vistas, visitas y usuarios únicos) de 151 medios electrónicos, según afirma la propia OJD en su página web.
La OJD es la subdivisión para medios de comunicación impresos de la empresa "Información y Control de Publicaciones, S.A.", que cuenta además con otras dos divisiones: PGD (Publcaciones Gratuitas Ejemplares Distribuibles), que certifica datos de publicaciones impresas gratuitas; y OJD Interactiva, que lo hace con los medios de comunicación electrónicos en internet (no tardaron mucho en ponerse al día).
A través de su página web se pueden consultar los datos de tirada (que es el número promedio de ejemplares impresos) y del promedio de ejemplares vendidos (la difusion, propiamente dicha, y que siempre es menor que la tirada como todos podemos suponer) en un periodo de tiempo determinado de los medios que están adscritos a este control. Datos que son públicos y que ayudan sobre todo a las empresas de comunicación a captar publicidad y a fijar mejores o peores precios en ese competitivo mercado publicitario.
En definitiva, hablamos de una empresa auditora, es decir, de unos profesionales a los que pagas -y no poco, por cierto, en el caso de las publicaciones impresas, cuyas imprentas y rotativas es necesario controlar- para que digan que lo que tú dices de ti mismo es cierto. Es aquello de "y no lo digo yo", lo dice fulanito. Y que fulanito sea alguien con autoridad, con la suficiente independencia para se creído por todos. Labor delicada, pues, y que no ha estado, ni sigue estando, exenta de polémicas (el grupo Prisa, sin ir más lejos y sin tener que buscar en lagos y montañas, abandonó la OJD digital para sus medios electrónicos, así como los medios de Vocento, descontentos ambos con el tráfico que les certificaban); quejas alimentadas por turnos, generalmente cuando fulanito no dice aquello que uno quisiera oír, o más bien que otros oyeran. Y encima pagando...

Olvidar. Esto... a ver... espera que lo miro... pues ahora mismo no me acuerdo....

On line. En línea, conectado. Es decir, colgado en el éter de Internet, en el ciberespacio, allí donde nadie puede cogerte pero todo el mundo te puede ver. Estar on line significa estar accesible, a priori, en todo y para todo el mundo. Aunque dentro de lo inmaterial que supone Internet. Y sobre todo de lo volátil, porque igual de fácil es estar on line que estar off line. Basta un click.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
Diseñario 2.0 (XXXIX): Oblicua-off the record.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Diseñario 2.0 (XXXIX)

A las puertas de una nueva huelga general en nuestro país, la cuarta desde la llegada de la Democracia, el comité de expertos de encajabaja la afronta con división de opiniones (con más miembros hacia uno de los lados, hacia el mismo que el que también parece mayoritario en el resto de la sociedad española) pero con todo el respeto de unos hacia otros, como esperamos y deseamos que suceda en general el próximo miércoles 29, martes 28 para los periódicos. En lo que sí parecemos coincidir todos, es que nunca un Gobierno mereció tanto que le hiciesen una huelga así, y que nunca los convocantes de la misma merecerion tanto que no la secundásemos. Pase lo que pase, que cada cual pueda hacer lo que quiera con máxima libertad, con la misma que este comité escribe esta nueva entrega del Diseñario, obra colectiva, irreverente, infinita y abierta a vuestra participación, sobre el diseño periodístico y la prensa en general.




O


Oblicua. Cursiva.

Obituario. Genero periodístico dedicado a la reseña de la vida y, sobre todo, de la muerte de personajes más o menos ilustres en diferentes ámbitos, desde la política hasta los deportes, pasando por la crónica de sociedad o las jotas del Bajo Aragón.
Aparecer en las páginas de este género periodístico, también llamado necrológicas, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Sus pros: has hecho algo en la vida por lo que mereces ser recordado en unas cuantas líneas de periódico. La mayoría de las veces, algo bueno; el resto de veces, algo malo, muy malo. Sus contras: estarás muerto y no podrás leerlo. Una pena.
Aunque muchas veces no es así. Hay gente que ha podido leer su propia necrológica y ver cómo han glosado en un periódico su vida, obra y, en ocasiones, milagros. Por error, por supuesto. Alguien lo mató antes de tiempo. Y suponemos que se habrá puesto contento si el obituario era grande y se habrá mosqueado si era pequeño. Porque en este género el tamaño sí importa. Cuanto más grande lo tengas, el obituario se entiende, más importante eras. Cuanto más pequeño, menos significante.
Estas páginas tienen la mala fama de ser serias, aburridas, tristes incluso. Y es cierto que no dan mucho juego, principalmente por respeto al finado, que está, como quien dice, de cuerpo presente. Pero hay quien lucha contra ello. Conocemos a un redactor, del cual no diremos el nombre, que sugirió hacer la página un poco más "divertida", "alegre", nos dijo. Sin embargo, y poniendo cara de funeral, muy propia para estos casos, contestamos: si se ha muerto una persona, esta página no puede ser divertida. Como no parecía muy convencido tuvimos que darle argumentos que nos resultan imposibles de reproducir aquí, motivo por el cual se terminó marchando a su sección, de obituarios, con cara de enterrador, es decir, de pocos amigos. Y menos, de nosotros.

Oculto. Así, en dos líneas, o tres, todo lo que está pero no se ve, como los invisibles entre caracteres, las cajas de imagen que hacen de tapones o las aviesas intenciones en los textos... También es aquello que según aquella brillante definición de noticia, alguien, en algún lugar, intenta ocultar.

Off the record. Todo lo que un periodista consigue fuera de los cauces oficiales, aquellas informaciones a las que se accede de manera confidencial, todo lo que un entrevistado cuenta fuera de la entrevista, "fuera de la grabación", que sería su traducción exacta... Lógicamente, las cosas que se cuentan off the record son como si no se hubiesen contado, no tienen el permiso para ser publicadas, algo que en el periodismo clásico siempre se ha respetado y que hoy en día cada vez se respeta menos. De ahí que muchos periodistas se quejen de lo difícil que resulta conseguir informaciones fiables. Si nos hubiésemos preocupado de cuidar más a nuestras fuentes y no quemarlas deslealmente en esta enloquecida carrera por publicar exclusivas, o simples primicias, otro gallo nos estaría cantando ahora, de eso, seguro...
Pero esto no es exclusivo de los redactores. También existe el off the record en la maquetación. Son esas maquetas que accedes a pergeñar porque quien te las pide es alguien cercano y caes preso de un ataque de humanidad. Un grave error en el que los maquetas caen, de tanto en tanto... Suelen ser maquetas de última hora, maquetas que no respetan a nada ni a nadie, soluciones desesperadas para redactores desesperados. De ahí que el maqueta que lo consuma reclame para sí el amparo del off the record: "Vale, te lo hago porque eres mi colega… pero como alguien pregunte, yo no sé nada de esto...".


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Diseñario 2.0 (XXXVIII)

Como no había podido ser, los responsables de la Federación Portuguesa de Fútbol, antes de volverse con los manos vacías a sus despachos, intentaron ponerse en contacto con los miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de la redacción del Diseñario, para ver si este grupo excéntrico y caprichoso podía ocuparse de entrenar durante algún partido a la selección de su país. "En vuestros ratos libres." Infelices. Insensatos. Si esto es una obra infinita... Con todos ustedes, una nueva entrega del Diseñario, obra colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.




N


Negativo. Cuentan que hubo una fotografía humana, química, anterior a esta fotografía máquina de píxeles y electrónica, que fijaba las imágenes en un soporte de acetato de celulosa bañado con sales de plata en vez de en archivos informáticos. Lo hacía de manera inversamente proporcional a la cantidad de luz que recibía, quedando oscuro lo luminoso y al revés, o con colores complementarios cuando los pigmentos de la emulsión recreaban los de la realidad atrapada. Por eso lo llamaban negativo. Y es que no hablamos del supuesto y tópico carácter habitual de los maquetadores, ni del rechazo puntual a alguna de las ideas de bombero que tanto nos proponen, ni tan siquiera del estado de ánimo general que sufrimos en esta crisis de nunca acabar. No. No es eso. Negativo es una manera de reproducir textos o imágenes de manera inversa, lo negro es blanco, lo rojo es verde...
Conviene no abusar de este recurso en el diseño periodístico, en primer lugar porque en el diseño de periódicos no conviene abusar de nada, en segundo porque perdería su gran capacidad para captar la atención del lector. Que la tiene. (Selecciónense ahora las siguientes dos palabras.) ¿0 no?

Nevera. En un periódico no todo se puede trabajar en el mismo día del cierre y de igual manera, a veces (las menos) se trabajan los temas con previsión y mucho tiempo de adelanto (hemos oído que hay periódicos en otros países que lo saben hacer) y a veces, muchos temas destinados para ser publicados se caen a última hora. La forma de garantizar que esos temas se conservarán adecuadamente hasta que se les encuentre una fecha de publicación más apropiada es la nevera. Que nadie piense que el frío es una condición importante aquí. Pero se le llama nevera, igualmente, a cualquier sistema de archivo que sirva para almacenar estos temas que o bien ya están preparados o a la espera de ver la luz. Adelantos, previsiones o noticias que no están sujetas a las exigencias de la actualidad pasan a este lugar que los mantendrá fresquitos y en plenas condiciones de consumo.
También se conoce como nevera el lugar donde son inhabilitados algunos personajes, impidiéndoles desarrollar temporalmente su labor habitual y deteniendo, suponemos, su lento y desagradable proceso de autodescomposición. Es habitual que estas neveras estén llenas de árbitros de fútbol, jueces, políticos más o menos importantes, periodistas, etc. La tónica habitual es que los subordinados de lujo sean los que pueblen estas neveras ya que los que realmente mandan suelen ser los que deciden quién entra o quién sale del helado confinamiento.
Pero si hay una nevera que ha marcado nuestras infancias es aquella en la que Steve McQueen, inasequible al desaliento, lanzaba una pelota de béisbol, tacatá, tacatá, contra la pared mientras urdía algún nuevo y testarudo plan de fuga de uno de los campos de concentración más extrañamente amables de la historia del cine. Era una nevera con pedigrí, compartida con un escocés chiquitín y risueño y en la que todos hemos jugado a ser encerrados en alguna ocasión, al implacable son de: "¡Neverra!".


Ñ


Ñapa. Chapuza, arreglo para salir del paso y solucionar las cosas a bote pronto, mal y tarde. Ñapa es el celo para unir cables, las servilletas para la mesa coja o la caja de imagen del software de maquetación como tapón para arreglar una partición de texto que no hay manera de solucionar o una silueta que el dichoso programa no consigue realizar correctamente.
La ñapa, clásica solución española, es fácil de identificar: transitoria, salta a la vista del ojo experto, que suele arreglar el follón sin problema. Además, el que la encuentra suele acompañarla de expresiones como "vaya ñapa", o incluso de alguna de más grueso calibre. Todo ello a pesar de que haya sido otro experto el que ha hecho tal ñapa porque no veía otra solución. Cosa que, a simple vista, parece una ñapa para decir que, o no tenía tiempo o no tenía ni idea.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Diseñario 2.0 (XXXVII)

Ajenos a la polémica sobre si las maquetas de las páginas deben fabricarse, enlatarse y venderse en paquetes para que luego otros las llenen de contenidos, como nos propone Roger Black, o si por el contrario deben diseñarse en función del contenido, en la misma redacción (porque ahorrar ese coste es ahorrar en calidad... y posiblemente también en lectores), los esforzados, aislados, enigmáticos y caprichosos miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de la redacción del Diseñario nos ofrecen otra entrega de esta obra colectiva, infinita, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





Modular. Suena a espacial, y con el espacio tiene que ver. El espacio físico de una página, su estructura interna, no el espacio interestelar. El diseño modular, que es exactamente a lo que nos referimos, es el más avanzado y moderno sistema para estructurar una página de periódico, aunque se haya inventado hace ya muchos años y para los "diseñistas", empeñados en vender novedades ya inventadas un día sí y otro también, esto sea tan terrible, tanto, que no les quede otro argumento que el de calificarlo como antiguo y "aburrido"... mientras hacen páginas moduladas, llenas de adornos, pero divididas en módulos horizontales y columnas verticales.
Sucede que no tiene nada que ver ni con la diversión, ni con la falta de ella, sino con el racionalismo, con la forma unida a la función, con la sencillez insuperable de lo que es útil y bello a la vez. Puede que parte del aburrimiento venga de que el primer periódico que se diseñó de esta manera en España fuese El País, de la mano del alemán bauhausiano Reinhard Gäde, ¡en 1974!, y que desde entonces todos, pero todos, estructuren sus páginas de esta manera. Resulta curioso, y es un ejercicio que ya se ha hecho en algunas ocasiones, comparar el primer ejemplar de este diario con los que se editaban entonces en nuestro país para ver la enorme revolución en cuanto a diseño periodístico que supuso. Un salto que no se ha vuelto a producir y que, arrevistamientos más o menos colorineros aparte de los que se venden como nuevos y que excepto en lo modular ya se hacían a comienzos del siglo XX, tampoco parece que vaya a suceder a corto y medio plazo.
Lo hemos medio señalado ya, pero para que quede claro del todo, el diseño modular consiste en la división de una página en columnas verticales (cinco en el caso de un tabloide estándar, que pueden ser seis si nos gustan las columnas muy estrechitas y estar cambiando de renglón cada pocas palabras), y en una serie de módulos horizontales (nueve en el caso también de un tabloide, aunque pueden ser más o menos). Se crea así una rejilla que sirve, entre otras cosas, para contratar la publicidad con unos tamaños ya establecidos y que coinciden con alguna de las combinaciones posibles: dos módulos de alto por cinco columnas de ancho (2x5 en el argot de un periódico), es un típico faldón de publicidad pequeño; cuatro módulos de alto por cinco columnas de ancho (4x5) es aproximadamente una publicidad de media página; o siete módulos de alto por cuatro columnas de ancho (7x4), es el clásico "robapágina" de publicidad, porque ocupa casi toda la página pero no paga una página entera.
Esta manera de estructurar la página sirve además para disponer en ella las diferentes noticias, con lo que conseguimos orden y jerarquía (dando más o menos columnas y módulos a cada una de ellas), con la ventaja de que así podemos separar muy fácilmente unas de otras. Por si fuera poco, nos permite intercambiar con rapidez y no demasiados trastornos publicidades, o noticias, entre unas páginas y otras. "Queda bonito", nos dijo una vez Gäde que le decían, "¿cómo qué bonito?, ¿funciona?". Sí. Pues eso.

Módulo. Cada uno de los espacios que resultan de dividir imaginariamente la página de un periódico de manera horizontal (aproximadamente nueve divisiones iguales en un tabloide). Sirve para estructurar la página y crear espacios fijos para contratar la publicidad.

Morder. En la vida real que te muerdan suele ser mala señal, salvo que estemos hablando de esos pequeños mordisquitos que se suelen dar en la intimidad... Por lo general, un bocado conlleva una franca declaración de hostilidad manifiesta, que suele darse justo cuando todo intento de diálogo y negociación ha fracasado por completo. Y además duelen, en según qué zona, algunos más que otros... Sin embargo, en el periodismo, un mordisco es sinónimo de contenido que cobra más interés del que pudiera parecer así, a simple vista. Un bocado en prensa es una llamada de atención. Ya nos lo advertían en la facultad, cuando nos contaban que lo noticioso no era que un perro mordiera a un hombre, sino que fuera el hombre el que mordiese al perro. Y algún humilde miembro del consejo de sabios de encajabaja, que pasó por la facultad más interesado por cuestiones que solían darse con más frecuencia en las cafeterías que en las aulas, siempre pensó: "No. Lo noticioso sería descubrir qué ha hecho ese pedazo de bestia... para llevarse un bocado de un pobre hombre, normal y corriente". Porque conscientes como somos de la capacidad humana para ser más perros que uno de verdad, que en un momento dado nos empleemos a mandíbula batiente no nos sorprende en absoluto.
En diseño, llamamos morder a cuando un elemento invade el espacio de otro. Y para no superponerlos, uno recorre al otro, dando la sensación de que alguno de ellos, el texto por ejemplo, se ha llevado un bocado. Esto hace unos años era una movida tecnológica, en los que había que definir mil puntos de paso del texto y ahora se hace pulsando una sencilla combinación de teclas, el famoso contorneo de Quark, controlté. Defines el espacio que dejas entre elementos y ya está. Y no tiene mucho más. Como lo del hombre y el perro. Un mordisco es un mordisco, lo reciba quien lo reciba...
Concedednos, pues, el gusto de centrarnos en el porqué. ¿Por qué mordemos un elemento con otro? ¿Queda bonito? Sí. ¿Lo hacemos porque queda bonito? No. Faltaría más. Lo hacemos porque es una manera de destacar algo que, de otro modo, quedaría sin destacar. Ejemplo: una foto a dos columnas es eso, una imagen que no tiene relevancia para ocupar tres. Y al revés, exactamente lo mismo. Pero ¿y si no lo tenemos del todo claro, y si existen dudas razonables a la hora de valorar su relevancia informativa? Mordemos. Y en lugar de dos, ocupamos dos y media, en una especie de excepción violenta, perpetrada a dentellladas, por si alguien se opone. La imagen usurpa el lugar que correspondería a otros elementos (textos, pies, etc.) y de repente, adquiere una relevancia superior a lo que cabía esperar de ella, el kata to eikós que decía Aristóteles. Y como la valoramos de diferente manera de lo habitual, le damos una forma diferente de la habitual, para que conste en acta.
Y por eso se muerde. Para diferenciar elementos. Luego, una vez has mordido, queda chulo. Y como queda chulo, se usa para casi todo. Pero la principal finalidad de que un elemento muerda a otro es porque con la forma avisamos de que el contenido tiene algo especial, algo que queremos que destaque y en lo que queremos que os fijéis, una pequeña trampa visual. En los periódicos, estos códigos son importantes, porque la información tiene miles de matices y estos recursos son los que ayudan a hilar fino en el diseño.
Luego está el que muerde por morder, sin respetar ningún código de lectura. De esos siempre hay... Hay incluso gente que va mordiendo a los perros...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Diseñario 2.0 (XXXVI)

Volvemos. Allá por finales de junio, en plena vorágine de un Mundial de Fútbol que comenzaba y que posiblemente nunca olvidaremos, los enigmáticos y caprichosos miembros del Comité de Expertos encargados de estas definiciones decidieron por su cuenta y riesgo desaparecer hasta que ahora, miles de páginas después, con algún viaje que otro de por medio y con la suficiente energía renovada, hemos conseguido de nuevo reunirlos para que afronten la recta final de esta obra sin final, colectiva, irreverente, abierta a vuestra participación, dedicada al diseño periodístico y la prensa en general con el nombre de... ¡Diseñario!




M


MacOs. A simple vista, MacOs puede ser uno más dentro de la gran variedad de sistemas que utilizan los ordenadores para funcionar. El de la manzanita, en este caso. Puede que sea el primero que utilizó una interfaz gráfica para facilitar su uso. Y puede que sea el sistema UNIX más usado del mundo y que guarda un asombroso parecido con su primo hermano Linux. Por no decir que son dos gotas de agua... Pero eso es a simple vista. MacOs es algo más. Es una religión, una ideología, un sentimiento, una forma de vida. Un camino del que no hay retorno. Si coges la senda MacOs no hay vuelta atrás.
Porque si eres de MacOs, no eres de otra cosa. Y con otro cosa, nos referimos a Windows. Porque para los maqueros, MacOs, y sus múltiples versiones desde aquellos primigenios ordenadores de la manzanita, es el ángel, el nirvana de los ordenadores. No se puede ser feliz sin morder la manzana.
En el ámbito del diseño se ha hablado de MacOs sí, MacOs no. Windows sí, windows no. Los números y la experiencia creemos que dicen que MacOs es el sistema de los diseñadores, fundamentalmente por su potencia gráfica, porque todo se ve más bonito, más próximo al resultado final. Todo es más MacOS. Y porque aseguran que es más fácil de manejar. Y efectivamente parece así, porque los grandes diseñadores trabajan todos en MacOs y los grandes programas de diseño, con honrosas excepciones, existen en ambas plataformas. Similares pero no iguales.
Sin embargo, para el resto de los mortales MacOs es, simple y llanamente, un sistema operativo que nos ayuda a no tener que teclear líneas de comando para abrir un documento o formatear un disco. Eso sí, mucho más bonito que Windows... o no?
P.D.: Se rumorea que hubo una persona que se pasó de MacOs a Windows. Hoy, todavía no ha aparecido.

Marcas. Símbolos de referencia que se colocan en el arte final y que sirven para alinear planchas superpuestas. En las artes gráficas existen marcas de recorte, ubicadas en los cuatro vértices de una página para indicar por dónde ha de cortarse el papel; y marcas de registro, también llamadas cruces por su forma, que se imprimen al margen y se utilizan para que en la impresión a varios colores la superposición de las planchas de cada color sea exacta y no suframos esos temidos desajustes cromáticos que todos hemos visto alguna vez.

Media línea. Como en muchas otras disciplinas, existe una jerga dentro de las artes gráficas que más bien parece destinada a confundir al profano más que a designar objetos y quehaceres propios o a ayudar en algo a quienes tienen que emplearlo, oscurantismo muy propio del carácter gremial y algo cerrado de esta noble industria de la imprenta y sus derivados.... al menos antaño. Y esto viene a cuento porque media línea no es la mitad de una línea de texto, como cualquiera podría suponer aplicando el sentido común, sino la mitad de un cuadratín. O sea, que si un cuadratín ya definimos como un espacio horizontal fijo del mismo tamaño en puntos que el cuerpo en el que se esté componiendo un texto, doce puntos en el cuerpo doce, pues media línea es exactamente la mitad de este espacio, seis puntos en el cuerpo doce... y así sucesivamente para todos los cuerpos; es un blanco de un tamaño no variable como los espacios y proporcional al cuerpo. Corresponde con lo que los ordenadores llaman "espacio ene" (el cuadratín es un "espacio eme"), aunque no ocupen exactamente el tamaño de estas letras que varían según cada tipografía. Con lo que sí debería corresponder siempre el tamaño de la media línea, si el tipo de letra está correctamente diseñado ateniéndose a los cánones clásicos, es con el tamaño de los números, que por supuesto deben medir de ancho exactamente todos igual, para poder alinearlos en tablas, unos debajo de otros, como cuando hacíamos las cuentas en el cole... las cifras bien alineadas para que no nos confundamos. De ahí una de las más útiles funciones (permitir alineaciones de cifras sustituyendo números por espacios en blanco del mismo tamaño) de esta media línea que, ya sabéis... no es media línea.

Mesa. El corazón de una redacción. Todo el trabajo que se realiza individualmente en cada sección, el de cada redactor, se armoniza y supervisa globalmente en esta mesa que bien coordina o bien cierra, pero que siempre está ahí, como un faro guiando a un pesquero en la noche. La mesa suele estar integrada por profesionales todo terreno, periodistas, fotógrafos, correctores, gente capaz de asumir el último filtro de calidad que se le da a las páginas que reciben ya editadas y a las que ellos dan el último visto bueno, asignándolas al planillo definitivo. De ahí su importancia. Lo que no pasa por la mesa, no se publica.
En las redacciones, aparte de ésta, hay otras muchas mesas. Algunas siempre vacías, otras que nunca deberían quedarse huérfanas. Unas que sólo sirven para dar puñetazos encima, y otras en las que muchos redactores sueñan con sentarse… Mesas, al fin y al cabo, que nunca van a firmar una columna, pero que si pudieran hablar, darían fe del paso de noticias, profesionales, y tiempo… Mesas que han sido testigos de los últimos grandes episodios de la historia, algunas de ellas imprescindibles, en las que se ha reído y se ha llorado, y que han sido base fiel para la construcción de tantas y tantas historias inolvidables..


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.