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sábado, 11 de julio de 2020

El día en que yo nací

He venido a buscarme.

No soy una persona joven. Los periódicos están encuadernados en grandes tomos con tapas de cartón estampadas en distintos colores. No queda con vida casi nadie que pueda hablarme sobre el día que nací. Los tomos con los periódicos encuadernados tienen grabado en el lomo con letras doradas el nombre del diario, un mes y un año. Ya. Junio. 1964. Mis abuelos fallecieron hace ya mucho tiempo. El tomo con los ejemplares originales del diario Ya es de color azul, el del diario Pueblo es de color rojo. Mi madre murió cuando yo era muy niño, ella seguro que lo recordaría. Los ejemplares del ABC y La Vanguardia están microfilmados, pero yo sólo busco periódicos de Madrid, la ciudad en la que nací. Mi padre no tiene hermanos, no tiene familia y sería absurdo preguntarle qué sucedió el día de mi nacimiento. Por eso hojeo un tomo enorme y pesado que me han traído desde los sótanos de la nueva Hemeroteca Municipal de Madrid con todos los números del diario Ya publicados en junio de 1964. He venido a buscarme.

Ava Gardner y Richard Burton, guapísimos, me miran desde las páginas en huecograbado del diario Ya publicado el 18 de junio de 1964 en Madrid, porque ella ha ganado el premio a la mejor actriz en el Festival de cine de San Sebastián por la película La noche de la iguana. Qué fabulosa calidad en las fotografías, una técnica laboriosa y nada barata de imprimir que los periódicos perdieron para siempre un mal día en el que la tecnología se lo permitió. En España buscaban petróleo el día en el que vi la luz por vez primera, pero seguro que la gente hablaba de fútbol porque la selección había eliminado el día anterior a Hungría y se clasificó para jugar la final del campeonato europeo contra Rusia. El primer campeonato internacional importante que ganó España con el gol histórico de Marcelino, aunque eso todavía no lo sabían, tuvieron que esperar cuatro días más.

Búsqueda de petróleo en Valdeajos. Posible apertura de nuevos pozos próximos al existente. La crónica comienza con una pintoresca forma de firmarla: "Por teléfono, de nuestro redactor enviado especial, José Luis Legarza", y con un no menos asombroso arranque: "Después de Job, es un pozo de petróleo el que ganaría (si los hubiera) los campeonatos de paciencia...". Amplia organización clandestina de ideología comunista, desarticulada. Cerca de un centenar de detenidos en Barcelona, Sevilla, Valencia, Alicante, Albacete, Murcia y Castellón. Reportaje, 20 años después del 'Día D': "El mareo, el mayor enemigo de los aliados el día de la Invasión". Le timan todos sus ahorros a doña María Herrera, de 52 años, en el Puente de Vallecas, con el conocido 'timo de la estampita'. Un joven que se hacía pasar por retrasado mental insistía en haber encontrado un montón de estampitas y le enseñó un billete real de 50 pesetas como si fuera una de ellas. Con ayuda de un cómplice, "un señor serio y mayor", la señora les entregó 20.300 pesetas en una caja donde los había ahorrado su marido, más 2.300 pesetas que tenía ella, a cambio de todas las estampitas... que resultaron ser recortes de periódico. Once horas corriendo sin parar; el 'suicida Fede' recorrió en solitario los 110 kilómetros entre Santander y Baracaldo: "A ver si se fija en mí la Federación de Atletismo y me llevan al maratón de los juegos olímpicos de Tokio".

La sala de lectura de la Hemeroteca es amplia y luminosa, con grandes ventanas en una de las paredes por las que puede verse un parque. Todavía no hay niños. La página 3 del diario 'ABC' del 18 de junio de 1964, firmada por Rafael Calvo Serer, lleva un artículo titulado 'El catalanismo nacional'. "No puede hablarse de otro catalanismo que no sea este de dimensión nacional, a la medida de la común patria española", escribe su autor. Es como si para la política el paso del tiempo no hubiera servido de nada. La mesa es muy grande y está ligeramente inclinada, como las mesas de dibujo. Tiene unas lámparas que proyectan luz sólo hacia el enorme tablero, sin molestar en absoluto a los ojos. Abro el tomo rojo con el diario Pueblo, un periódico que salía por las tardes. La búsqueda del petróleo es también la noticia del día, pero destacado en la parte superior de la primera página se puede leer "Hoy se espera a Franco en Bilbao. Presidirá los actos conmemorativos del XXVII aniversario de la liberación de la ciudad." Nos cuentan la aventura de ocho madrileños: Madrid-Bombay en scooter. Lajos Baroti, seleccionador de fútbol de Hungría: "Pregunten al árbitro por qué ha perdido mi equipo". "Cuerda para una bruja", capítulo 22 del relato 'La Policía en acción', escrito por F. Hernández Castanedo, diplomado en investigación criminal.

Mi horóscopo dice que "las cuestiones económicas pueden darle más preocupaciones de las que podía esperar en estos momentos. Es fácil que haya de hacer frente a gastos considerales". Mal día para nacer. Declaraciones de los padres del niño supuestamente secuestrado por su propia madre en Caño Roto: "Mi hijo no estaba encerrado; únicamente no le consentía que saliera a la calle". El pequeño Manolín, de nueve años de edad, "aunque parezca que tenga seis", no lleva seis años encerrado con su madre como se ha dicho, sino seis meses. No parece atemorizado y es normal. En Móstoles, un perturbado se metió en un pozo y agredió a los bomberos cuando fueron a sacarle...

Pero ni una palabra de mi nacimiento.












lunes, 19 de marzo de 2018

Warhol


Tengo que reconocer que estaba equivocado. Un poco por provocación y un algo más por desconocimiento, por la pereza resultante de haber encasillado a Warhol como un vacío vendedor de sí mismo, superficial y ególatra —que posiblemente lo fuera pero que hoy entiendo que da igual porque lo que merece la pena es otra cosa—, un charlatán silencioso con la suerte de haber nacido en el sitio justo en el momento justo.

Pero tengo que rendirme ante la potencia de sus imágenes, que siempre percibí pero disimulé hacerlo, claudicar ante el hecho incontestable de que estamos posiblemente ante uno de los artistas plásticos más influyentes del siglo XX. Warhol está ahora en todos los sitios, cada vez más, en las obras gráficas de tantos, en la comunicación visual de casi todos de una u otra forma. Su figura crece con el tiempo de forma parecida a lo que sucedió desde finales del siglo pasado con la de Walter Benjamin, el filósofo alemán de la escuela crítica de Frankfurt, que precisamente teorizó sobre las consecuencias de la reproducción mecánica de las obras de arte. Es muy recomendable el segundo volumen del cómic-ensayo "Manifiesto incierto" de Frédéric Pajak en el que escribe y dibuja sobre este inclasificable escritor y pensador alemán, el más desvalido en su momento de su círculo intelectual en el que sobresalían las figuras dominantes de Horkheimer y, sobre todo, Adorno, y que sin embargo es probable que tenga ahora muchos más lectores e influencia en el pensamiento contemporáneo que ellos.



Y más cada año que pasa. Como Andrew Warhola, inmortalizado como Andy Warhol, en el que ahora veo lo que antes no ví, gracias también a la fabulosa exposición del CaixaForum de Madrid, "Warhol, el arte mecánico", de la que os muestro estas imágenes, nada que ver con la mediocre muestra que vimos juntos hace unos años mi querido Quique Falcón y yo, y sobre la que polemizamos en este mismo blog en un texto del que ahora hago una retractación pública. Un Warhol, decía, en el que ahora veo cada vez más evidente una crítica feroz y nihilista —seguramente la más eficaz que se pueda llevar a cabo—, tal vez hasta involuntaria, aunque eso ya he dicho que es indiferente, que da igual, a la cultura de masas del siglo XX con sus reproducciones benjaminianas de latas de sopa, de iconos del cine o la política, de todo cuanto estaba alrededor de este genial diseñador gráfico ante el que, humildemente, reconozco mi ceguera anterior y presento todos mis respetos y admiración.



Before and After (1961). Su preocupación por el aspecto físico, el ideal de la belleza en la sociedad norteamericana.







Mao (1972). El máximo exponente del comunismo convertido en producto de consumo capitalista con pinturas acrílicas y vigorosas pinceladas al óleo sobre lienzo.

Screen Tests [pruebas de cámara] (1964-66), películas de muy corta duración (entre tres y cuatro minutos)
y sin sonido en las que Warhol mostraba a "personas geniales". 




Hoz y martillo (1977), "para cortar el césped"; y Hoces y martillos (1978), "símbolos del fascismo".


Gun (1981). Brutal serigrafía pintada con acrílico sobre tela. Es imposible apreciar toda la fuerza de esta obra reproducida en una pantalla, hay que verlo en su monumental tamaño al natural.

Skul (1976). Otra absoluta genialidad en la que plasma su obsesión con la muerte
(símbolo universal del memento mori, "recuerda que has de morir").


Autorretrato. Warhol se convierte finalmente a sí mismo en un objeto artístico.


La exposición Warhol, el arte mecánico puede verse en el CaixaForum de Madrid hasta el próximo 6 de mayo. Abarca desde sus inicios como diseñador gráfico en Nueva York, una parte interesante de su obra que no suele exponerse, hasta sus obras más emblemáticas.








lunes, 18 de septiembre de 2017

El libro más bello jamás impreso




Aldo Manuzio no ha pasado a la historia por los libros que escribió de su puño y letra. No dibujó las ilustraciones, ni la mítica marca de imprenta que llevaban los libros de su taller que, en sentido estricto, tampoco era suyo porque el empresario y comerciante era su suegro, Andrea Torresani, quien, por cierto, años antes se había hecho con el negocio del francés Nicolas Jenson, creador de exquisitos tipos de letra que la imprenta aldina continuó utilizando junto con los que desarrollaron después y que han llegado hasta nuestros días. Como la letra cursiva, denominada también aldina en honor precisamente a Aldo, pero que tampoco es creación suya sino de quien grababa los punzones para él, Francesco Griffo, porque entonces —y durante varios siglos— los tipos de letra se  hacían a mano y Manuzio tampoco era un trabajador manual, un artesano. Podemos decir, pues, que Aldo Manuzio, que tampoco se llamaba así exactamente —Aldo Manuzio es la versión españolizada de la traducción al latín, Aldus Manutius, de su nombre italiano Teobaldo Manucci—, es el primero de nosotros. Uno de los primeros. Un precursor en lo de no saber hacer nada de una forma especializada, o en lo de saber qué es lo mejor que se puede hacer con el trabajo de otros, en unir las distintas disciplinas en un todo armónico que tenga sentido, como nos ha explicado en alguna ocasión de forma tan divertida el genial diseñador periodístico Rodrigo Sánchez: No, mamá, yo no sé dibujar; ni escribir; no mamá, yo no hago las fotografías del periódico; no, yo no soy el de la imprenta. "Entonces, hijo, ¿tú qué haces?"

Marca de imprenta del taller de Aldo Manuzio. Representa el lema latino 'Semper festina lente', que puede traducirse como "siempre apresúrate despacio" (festina sería el delfín, y lente el ancla).  Una filosofía para su trabajo centrada en alcanzar la excelencia, en cuidar al máximo cada paso en la etapa de impresión de un libro: los textos, los tipos de letra, el papel... "Vísteme despacio, que tengo prisa".

Hypnerotomachia Poliphili. Impreso por Aldo Manuzio en Venecia en 1499.

Todo esto sucedió en Venecia. En esa época que Vassari, en aquellos mismos años, bautizó como Rinascita, Renacimiento. Y de esta confluencia de saberes y oficios que aunó el gran Aldo Manuzio, su imprenta parió el Hypnerotomachia Poliphili —'El Sueño de Polífilo', se puede resumir—, el libro impreso más bello del mundo.



Hypnerotomachia Poliphili fue editado por Aldo Manuzio en Venecia, en diciembre de 1499. Es uno de los últimos incunables por la fecha en la que está impreso —se considera incunables, de la cuna de la imprenta, a todos aquellos libros impresos entre la invención de la imprenta por Gútemberg en 1453 y el cambio de siglo en 1500— y porque Manuzio alcanzó con su trabajo una nueva etapa que coincide aproximadamente con esta fecha, y con este libro maravilloso.

Es una obra anónima, pero sucede que la primera letra de cada uno de sus 38 capítulos forman un acróstico en el que se menciona "al hermano Francesco Colonna", sacerdote y monje dominico veneciano al que por esta razón se le atribuye la autoría del Polífilo. Existen otras teorías, no obstante, en torno al supuesto autor de tan fascinante libro, como la que expone Javier Azpeitia en su novela El impresor de Venecia, publicada el año pasado. Para Azpeitia, el autor del Hypnerotomachia Poliphili sería ni más ni menos que el filósofo y escritor humanista Pico della Mirandola, amigo y compañero de estudios de Aldo. "Todavía una cosa más, ni nombre no debe figurar", le hace decir Azpeitia al filósofo en su novela. "Se acabó Pico della Mirandola. Los libros los escribe  o Dios o el hombre, y este lo ha escrito el hombre. Con saber eso basta. Hay, para los que necesiten autor, un pequeño juego, un acróstico con las letras capitulares que los llevará a un nombre algo vulgar alejado del mío: Francesco Colonna." Una novela que merece mucho la pena, fascinante si el lector es además un enamorado de los libros, la tipografía, la imprenta.


Javier Azpeitia impartió además una conferencia sobre Aldo Manuzio en febrero de 2015 en la Biblioteca Nacional con motivo de la exposición '500 años sin Aldo Manuzio. Mercaderes en el templo de la literatura', de la que fue comisario:

Javier Aizpeitia ofrece unas interesantes reflexiones en su conferencia sobre "las crisis de entonces y las crisis de ahora" cuando la imprenta acabó con la anterior forma de hacer libros tal y como ahora parece que sucede con el mundo digital. "Las soluciones que se buscaban entonces creo que deben ser las que se busquen ahora."

Hypnerotomachia Poliphili fue impreso en lo que se denomina tamaño infolio ("en folio", resultado de doblar una hoja una sola vez dando lugar a dos folios, cuatro páginas en este caso de 21x33 cm.),  e incluye 172 soberbias ilustraciones realizadas con la técnica de la xilografía —grabado en madera—, cuyo autor es del todo desconocido, pero sobre el que también existen diversas especulaciones. Está compuesto con los tipos redondos romanos que había grabado Griffo por primera vez para las obras de Pietro Bembo, destacado humanista, escritor, filósofo y cardenal veneciano, de quien Manuzio era amigo y editor. Se trataba de una tipografía heredada de Jenson (el anterior patrón de Griffo puesto que, recordemos, Torresani se hizo con la imprenta de Jenson, sus tipografías, maquinaria, e incluso el personal), un alfabeto que combinaba las letras mayúsculas de las inscripciones de la antigua Roma con las letras minúsculas de los manuscritos medievales italianos. Se los llamó romanos en contraposición a las letras góticas alemanas, mucho menos legibles, con las que está compuesta, por ejemplo, la famosa Biblia de Gútemberg. Griffo perfeccionó esa tipografía romana expresamente para el Poliphili alcanzando una belleza, armonía y, sobre todo, legibilidad insuperables. Tanto, que esa tipografía se sigue utilizando ahora, con el nombre de Bembo, recreada en los años 20 del siglo pasado por Monotype bajo la supervisión del afamado tipógrafo Stanley Morison (unos años antes, también Monotype 'resucitó' el tipo de letra del Hypnerotomachia Poliphili llamándola Poliphilus, pero según mi punto de vista se trata básicamente de mismo tipo de letra, maravilloso, sin la 'limpieza' y necesaria puesta al día de la tipografía Bembo).

Tipografía Bembo actual.


Muestra de la tipografía creada antes por Nicolas Jenson ('Unos tipos duros') y que sirvió para que a partir de ella Griffo diseñara los tipos aldinos con los que se compusieron los libros de Aldo Manuzio como el Hypnerotomachia Polihili o su colección 'de bolsillo', y cuya última evolución es el actual tipo de letra Bembo mostrado arriba.

Página de un libro editado por Nicolas Jenson con su excelsa tipografía.

Uno de los aspectos que más asombro despierta en la composición de este libro prodigioso es la perfecta combinación del texto y las imágenes. La genialidad en la relación que se establece entre diseño y contenido (que es de lo que casi siempre hablamos nosotros, ¿no?). El Hypnerotomachia Poliphili cuenta una historia laberíntica de un sueño dentro de un sueño —algunos siglos antes que el Origen del gran Christopher Nolan— y lo hace en la lengua vernácula del momento, un italiano de entonces, pero acompañado de muchos términos en latín, en griego (para lo cual Griffo tuvo que utilizar las tipografías griegas), e incluso en supuestos idiomas jeroglíficos egipcios inventados. El joven Polífilo —"el que ama todas las cosas", insuperable imagen del Renacimiento antes de que sus contemporáneos lo llegaran a conceptualizar— se adentra en sus sueños en busca de su amada muerta por jardines repletos de ruinas clásicas y edificios imaginados que sus grabados en las páginas impresas recrean e incluso inventan de modo divergente a como lo cuenta el texto. Un texto laberíntico, simbólico, filosófico, cabalístico y de secretos alquímicos.

Esta mezcla genial de textos e imágenes ha llevado a que algunos (Azpeitia entre ellos en la conferencia que os enlazamos más arriba) lo haya calificado como "la primera novela gráfica de la historia", aunque no sería yo, desde luego, uno de los que lo hiciera. El Hypnerotomachia Poliphili es algo inclasificable, como se ha dicho también muchas veces de la obra entera, y no me parece comparable a lo que ahora entendemos con esa denominación.

El diseño del libro está concebido como páginas dobles, con esos márgenes lujosos basados en la proporción áurea (aunque con los márgenes algo más pequeños, especialmente el inferior). Una muestra de esta moderna concepción de las páginas dobles la encontramos en el cuidado equilibrio en la disposición de las imágenes. 







Porporción áurea para obtener el tamaño de la caja de texto (o 'mancha') y los márgenes de una página.

A pesar de todo esto, o tal vez debido a ello, el libro no fue un éxito editorial, ni mucho menos, y la mayor parte de la tirada se quedó en los almacenes del taller de Aldo Manuzio. De allí pasó a aquellos a quienes tenían la suerte de recibirlo como regalo por parte del propio editor. Claro que es muy posible que tampoco quisieran llamar mucho la atención con él debido al "paganismo" de sus textos y a la supuesta obscenidad explícita de alguna de sus imágenes y por eso no se distribuyera, ni llevara los nombres de los autores del texto y los grabados. El nombre del mismo Manuzio sólo aparece al final en una fe de erratas. Seguro que Aldo era consciente de la importancia de aquello y quiso aparecer aunque fuese medio escondido.

Tampoco lleva la mítica marca de su imprenta, precisamente porque lo más probable es que Aldo Manuzio la tomara de una de las ilustraciones, a pesar de que él afirmó haberla encontrado en una moneda romana. Si la tomó de aquella ilustración del Hypnerotomachia Poliphili sería una prueba más de la importancia de esta obra para él, puesto que aquel dibujo —¿uno de los logos más famosos y perdurables de todos los tiempos?— lo llevaron más adelante todos sus libros.


Marca de imprenta de Aldo Manuzio (el mítico logo 'Festina lente' con el delfín enroscado en un ancla) en una página del Hypnerotomachia Poliphili, y detalle de la ilustración.

Gli Asolani, de Pietro Bembo, editado en Venecia por Aldo Manuzio en 1505.

Divina comedia (col sito et forma dell'Inferno), Dante Alighieri, editado por Aldo Manuzio en sus talleres de Venecia en 1515, el año de su muerte.

Fabuloso mapa del infierno incluido en la edición de la Divina Comedia editada por Manuzio.

La fama y el prestigio de los que gozó en vida Manuzio, y suponemos que el dinero, no le llegaron con el libro más bello que nunca se hubiera impreso, y que según otros jamás se volvió o volverá a imprimir, sino con la colección de clásicos que sacó en formato octavo —es el primer impresor en utilizar este formato para literatura, muy pequeño en aquel momento, la octava parte del pliego de imprimir, unos 18 cm. de alto— y que está considerada como la invención del 'libro de bolsillo'. Aquello, los libros aldinos, fue una genial y arriesgada idea que cambió los hábitos de lectura y el consumo de libros en toda Europa.

Como muchos de ustedes ya sabrán —fundamentalmente los que viven aquí en Madrid— una de las exposiciones organizadas por el Museo Thyssen durante este verano es 'El Renacimiento en Venecia. Triunfo de la belleza y destrucción de la pintura'. Una muestra, en la que lo más interesante, para mí, no son los cuadros sino los libros. Y, efectivamente, como se están ya imaginando, en ella se puede admirar un ejemplar del Hypnerotomachia Poliphili, impreso en 1499 por Aldo Manuzio en Venecia, cedido para la ocasión por la Biblioteca Nacional. Además, a su lado se muestra el Gli Asolani de Pietro Bembo, de 1505, también del taller de Manuzio, junto con otros impresos renacentistas repartidos por distintas salas como el  Idyllia, seu Bucolia, del escritor clásico Teócrito, impreso también por Manuzio en 1495-96, y los fabulosos Libros de la Arquitectura de Andrea Palladio, impreso en 1570 y perteneciente a la Real Academia de San Fernando.

Hypnerotomachia Poliphili (izda.), 1499; y Gli Asolani, Pietro Bembo, 1505 (impreso en el formato en octavo que los convirtió en los primeros 'libros de bolsillo' de la historia, los libros aldinos). Ambos editados en Venecia por Aldo Manuzio. 

No queda mucho tiempo, esta es la última semana en la que se puede acudir a esta exposición —concluye el domingo 24 de septiembre—. Pero, afortunadamente, no hay motivo de alarma porque como bien dice mi querida María Vázquez, maestra de diseñadores en Galicia y editora de El ojo en el cielo, un blog ma-ra-vi-llo-so sobre arte, diseño y comunicación: "Cada vez que voy a Madrid, visito la Biblioteca Nacional para ver el Hypnerotomachia Poliphili". Este templo de la cultura tiene nada más y nada menos que ¡cuatro ejemplares originales de este libro!, salidos de los talleres de Aldo Manuzio.

Y aunque la experiencia de ver el libro original sea única, la Biblioteca Nacional cuenta también con un más que valioso e inagotable catálogo digital en su página web, denominado Biblioteca digital hispánica, en el que se pueden consultar sus fondos, digitalizados página a página, e incluso descargar las obras completas. Todas las imágenes del Hypnerotomachia Poliphili (en este enlace tienen el libro completo) que les he ofrecido en este artículo provienen de esta impagable herramienta puesta al servicio de la cultura.

Después de todo esto me dirán, yo mismo me lo diría, que no es posible afirmar que un libro sea el más bello jamás impreso. Y lo dirán con razón. Todo un artículo sobre el libro más bello del mundo y resulta que algo así no existe, que "después de tanto, todo para nada", como dijo un gran poeta. Es cierto. No se puede competir en lo que a belleza se refiere, no tiene sentido poner los libros, el arte, en fila de mejores a peores. Pero, aun así, hay tanto que decir y escuchar, y admirar, sobre la belleza, que aquel mismo poeta, desde un libro que hubiera merecido ser impreso por Aldo Manuzio, nos confesó: "Grito '¡Nada!', y el eco dice '¡Todo!'"