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viernes, 5 de septiembre de 2014

Breaking Bad... (In memoriam José Antonio Vidal-Quadras)

Yo soy así, que le vamos a hacer. Ya expliqué en una ocasión que suelo llegar tarde a casi todo. Los libros, las citas, las películas y por supuesto, las series... Generalmente las veo tarde y del tirón... Eso me beneficia como espectador, pero me desacredita entre el género humano que tuitea su vida frente al televisor.

Todo el mundo coincide en que Breaking Bad es lo mejor que se ha hecho para televisión en los últimos años. La gran mayoría la pone al nivel de la mítica The Wire, de la que todavía no he visto ni un capítulo. Incluso la sitúan por encima de Los soprano ese insuperable -dicen- retrato de la mafia moderna. La verdad, no puedo opinar... No he visto ni un sólo fotograma de Los Soprano. Y no puedo opinar además porque tampoco he visto ningún capítulo de Breaking Bad... Ni ganas que tengo, la verdad...

Ya le llegará su momento...

El otro día Breaking Bad arrasó en la gala de los Emmys. Normal,  DICEN que es muy buena. Y ¿a que no sabéis a quién vinieron a buscar para maquetar la información? Probablemente al único tipo del periódico, incluso del país que no ha visto ni un sólo segundo de la dichosa serie... El universo y su sentido del humor, supongo...

¿Y cómo te enfrentas a este tema si no tienes ni una referencia a la que agarrarte? El otro día nos dejó José Antonio Vidal-Quadras, uno de los profesores más queridos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. En sus clases, y en su despacho, y cuando te lo cruzabas por el campus con su rebequita, siempre aprendías algo. De la profesión, pero sobre todo, algo sobre eso tan complicado que se llama vivir, siempre con una sonrisa amable en la cara... Era un tipo entrañable. Y siempre aprovechaba para recordarte la necesidad de leer, de formarse, de hablar con todo el mundo, y sobre todo de escuchar... Es-cu-char... Ejércitos de periodistas que ¡escuchan..! Porque para saber contar las cosas hay que conocerlas, sí. Comprenderlas, también. Pero sobre todo hay que saber dónde y a quién acudir para enterarse de la gran mayoría de cosas de las que no sabes un pimiento...  José Antonio era el tipo que mejor escuchaba del mundo. Y anotaba cositas en un papelito, en un trocín... ¡Plaf! Archivado. Maestro de periodistas... y de vida. Descanse en paz...



Con las tablas que te dan los años, mantuvimos el tipo delante de los chicos de cultura mientras constatábamos que no teníamos ni idea de Breaking Bad, ni de el tipo de las gafas... Me sonaba vagamente la historia de la droga y que el protagonista la fabrica en su propia casa... ¿no? Bueno, suficiente... Empecemos por ahí... Unas preguntas a Luis Blasco, adicto a series y a cosas raras como el basket, un poco mirar por la red... Encaminados... Y tras descubrir los títulos de crédito en youtube, de pronto el fogonazo. ¡Ya está!



El tipo fabrica drogas en su casa. Y la serie juega con la tabla periódica en su título. Lo sé por mis bastos conocimientos de química que se limitan a lo que estudié en tercero de BUP. Es decir, ni idea, tampoco. Eso sí, reconocería una tabla periódica si se me cayera encima... Con ese bagage acojonante, nos pusimos mano a la obra. Y fue divertido, la verdad... En estos casos es vital la prueba y el error, para darte cuenta de detalles que son muy importantes, aunque no los veas al principio... Como que en los símbolos la segunda letra es en minúscula y si no, no funciona bien, por ejemplo.  En el fondo quedaba redonda sin mucho más trabajo que cuadrar un titular que nos permitiera jugar con los elementos disponibles... Y en realidad salió prácticamente a la primera: el Oxígeno (O) y el Selenio (Se) serían nuestros grandes aliados. Para darle el toque final jugamos también a químicos con la mancheta de UVE, el suplemento veraniego de EL MUNDO donde se publicó la información... El Uranio (U) y el Vanadio (V) en el folio redondearían la jugada... Y portada al canto. La doble interior, en manos del gran Blasco no presentó problemas añadidos....



Trabajo (bien) resuelto. José Antonio Vidal Cuadras llevaba razón. Escuchar siempre merece la pena. Nunca sabes por dónde van a venir luego las cosas... Incluso en aquellas tediosas clases de química del colegio en las que me di cuenta de que lo mío era el periodismo.

lunes, 28 de julio de 2014

Empanadas

Una empanada, una buena empanada, es un cosa seria. Es también el estado en el que se encuentra la mente de alguno desde hace tiempo, no me excluyo. Y es a lo que se dedica Javier González y su familia, a la elaboración de empanadas gallegas de calidad para vendérselas a los vecinos de su barrio en La Coruña y, desde hace un tiempo, a todos aquellos que quieran comprárselas por internet desde... cualquier lugar de España, o desde Londres. Desde cualquier lugar del mundo.



Fabulosas empanadas de elaboración casera que fotografíe en la redacción.
Un gran detalle de nuestro encajabaja Javier Vidal  asumiendo parte de sus nuevas funciones al frente de la sección. (Véase mejor la nota final)


Lo contaba él mismo hace no mucho tiempo en el espacio dedicado a los 'emprendedores' —palabra ya gastada por el abuso de uso— del programa la Ventana de la Cadena Ser que tiene el gran Carles Francino junto al exótico economista Santiago Niño los jueves por la tarde (a partir del minuto 21:28, escuchen, escuchen... Yo lo escuchaba en el coche de camino al periódico):

Y lo contaban como todo un ejemplo de deslocalización, ya saben, ampliar exponencialmente el universo en el que tiene lugar su actividad económica y por tanto acceder a un mayor número de clientes gracias a la utilización de las nuevas tecnologías aplicadas en este caso a un hacer absolutamente tradicional que basa su valor añadido precisamente en el carácter artesano y no industrial del producto que ofrecen. ¿Les suena?

"¿Qué tal, Javier?", preguntaba Francino al comienzo. "Peleando...", contestaba él con una voz algo cansada, bueno algo más que algo porque el propio Francino se lo hacía notar. "Es que los tiempos están para trabajar el doble para llegar a lo mismo." Una pelea admirable en este caso y en la que sin duda merecen tener éxito para intentar que el negocio de empanadas que pusieron en marcha sus padres hace más de 40 años, basado en la calidad de sus productos, pueda seguir adelante. Repitan conmigo: ca-li-dad.

El secreto está en la cebolla. No en la calidad de los productos, eso ya se da por descontado y no es ningún secreto. Y más que en la calidad de la cebolla, en el tiempo en el que tiene que cocinarse a una determinada temperatura y muy lentamente: cuatro horas. Ni más, ni, sobre todo, menos. Esas cuatro horas son "el cuello de botella" que supone una producción máxima de unas 300 empanadas a la semana. Podrían vender muchas más, dado el éxito que están teniendo en internet. Pero no serían de esa calidad. Ca-li-dad.

Como Javier González y sus hermanos son inteligentes saben que su única posibilidad de supervivencia está en eso, en la calidad. Saben que desaparecerían si se convirtieran en un low cost —les suena también, ¿verdad?— de empanadas prefabricadas —esos ladrillos que venden en Mercadona y similares y que compramos para los cumpleaños en los que se acaba toda la comida... menos la empanada—. Desaparecerían porque una empresa como la suya no puede competir en ese sector. No es lo que son.


'Deliciosas' empanadas industriales que he fotografiado en un supermercado. Son muy baratas...


Aun así, Javier lamentaba la "falta de cultura" entre los clientes que, en general, comenzaron a dar la espalda a la calidad de sus productos. "Mis padres no merecieron esto, después de años y años trabajando para montar un negocio que valiera la pena. Nos insistían una y otra vez en que lo más importante era la calidad de lo que ofrecíamos a los clientes... y al final tuvieron que dejar el obrador en nuestras manos porque ellos ya no podían con un negocio que iba cada vez peor y que incluso les costó parte de su salud."

Apostar por la calidad no quiere decir desentenderse de las nuevas tecnologías. No. Ni mucho menos. Ellos no lo hacen, como hemos visto. Todo lo contrario. La aprovechan en la medida en que les resulta beneficiosa, pero sin que eso signifique que tengan que desatender el contenido, los contenidos, de su actividad. Las empanadas.

Yo estoy convencido de que lo conseguirán. ¿Saben por qué? Pues por todo lo que estamos repitiendo, porque apuestan por la calidad. Porque no están dispuestos a hacer una empanada más a la semana de la que pueden hacer ahora con el máximo nivel de calidad aunque pudieran venderla. No van a recortar. Sería pan para hoy, o empanada, y hambre para mañana.

Una empanada es una cosa seria. ¿Han probado una auténtica empanada gallega de pulpo elaborada artesanalmente?

Ya. Que qué tiene que ver todo esto con... Pues que si alguno de ustedes no ha llegado a asociar qué tiene que ver todo esto con el estado actual de la prensa... es que entonces está claro que soy de los que tienen una empanada mental. No lo descarto.



Actualización: Como la memoria es un mecanismo caprichoso, figura nuestro compañero de blog y periódico Javier Vidal como la persona que nos llevó a la redacción las fabulosas empanadas de elaboración casera, cuando la realidad es otra bien distinta. Y es que contamos también en el blog con la máxima autoridad mundial en esto del comer, Luis Blasco, quien oportunamente me corrige el dato para recordarme que fueron obra de la señora madre de Abel España, compañero nuestro también en la sección de Diseño, quien amablemente nos las trajo desde su Asturias natal. Así que aprovechamos la ocasión para felicitar y agradecer públicamente a su autora tan apetitoso detalle.

lunes, 19 de mayo de 2014

La campaña electoral del ¿PPSOE?

Parece ser que una y otra vez nuestros políticos se empeñan en establecer una clara diferencia entre lo que  sus campañas electorales reflejan y lo que la realidad es. O al menos como la percibimos el resto. Yo no quería incumplir mi programa, ha repetido Rajoy ante las críticas por su incumplimiento, "pero llegó la realidad y...". Y no sólo hablamos de promesas electorales, de las que desde hace mucho desconfiamos la práctica totalidad de los ciudadanos. Hablamos también de comunicación, que es lo nuestro, de esas imágenes que quieren hacernos llegar, y de lo que tienen ver con lo que vemos nosotros. Porque, ¿de verdad son estos Elena Valenciano (PSOE) y Miguel Arias Cañete (PP)?



¡Pero si Cañete parece Richard Gere!, y Valenciano a cualquier persona menos a ella misma. Sí, se supone que son estos mismos Cañete y Valenciano:


Y que conste que no he buscado fotos especialmente desafortunadas, que las hay...



Ambos equipos de campaña actúan de la misma manera, retocando imágenes casi hasta el ridículo. Nos ponía en alerta de estas 'similitudes' —motivo por el cual publicamos este post— el gran JuanRa Martín, profesor de la Universidad de Salamanca a quien tenéis que seguir la pista en las redes sociales y amigo de encajabaja desde que nos invitó a que diéramos en su facultad nuestra primera conferencia. "A Cañete le han hecho un magnífico retrato que nos conduce directamente a los años 30", analizaba en Facebook, y "a Valenciano, con 20 años menos, le han hecho un retoque desproporcionado (nadie habla del #retoqueético en las campañas)".


Y por si alguno dudaba del todo sobre las similitudes del #PPSOE, ya clásico hastag de tuiter, pues el propio Felipe González se encargó de despejarlas apostando por un posible gobierno de gran coalición PP-PSOE "si el país lo necesita". O ellos. "Lo que está en juego es el(nuestro) futuro". Lo que dio lugar a que el ingenio creara enseguida otra imagen de campaña sobre el asunto:





Sobre la tipografía, Tomás Gorria, uno de los cuatro miembros de CuatroTipos, señala con mucho acierto también en Facebook (lugar al que se trasladó definitivamente su mencionado y prestigioso blog, aunque, claro, no es lo mismo) que "PSOE y PP insisten en defender su diferenciación ideológica, pero en lo que parece que no se han distinguido es en la elección de la tipografía para sus carteles electorales de las Europeas. Desde que Obama la utilizara en la campaña que le llevó a la Casa Blanca, parece que Gotham (Hoefler & Co.) se ha convertido en la tipografia estándar para cualquier campaña electoral que se precie. Es la imaginación del poder." A lo que no se puede añadir ni quitar un sólo carácter tipográfico, excepto los que el propio Gorria escribe en su Lloc de Paraules con el título de "Tipografía electoral, ¿hay vida más allá de la Gotham?". Un gran artículo.

jueves, 8 de mayo de 2014

Antiperiodiquería







La semana pasada, en este Barnes&Noble del centro comercial Sunset de South Miami, aluciné al ver el stand kilométrico de Periodicals. Encontré revistas de todo tipo, incluso una de  Planes para retirarse (ver foto), pero ni un solo diario a la venta. En el estado de Florida (EEUU), la distribución de periódicos se ve reducida a las suscripciones, los Starbucks y los expositores callejeros. Los quioscos, prácticamente, son una reliquia y las tabletas y smartphones siguen empujando con fuerza.


Los periódicos debemos adaptarnos a los nuevos tiempos, y rápido. Tenemos que mejorar el producto, dar más exclusivas, ahondar en los nuevos canales de distribución on line y mimar, aún más, a los lectores y suscriptores del soporte papel. / JUAN FORNIELES





Enviadnos fotos de vuestras "periodiquerías" antes de que todas sean iguales y se llamen iPad. Fotografiad esos lugares en los que todavía se venden periódicos, y las publicaremos en esta serie. Si queréis.



Entregas anteriores de Periodiquerías:

Periodiquerías (I):
Madrid - Nueva York - Sevilla
Periodiquerías (II): Bilbao - Resistencia (Chaco-Argentina) - Múnich
Periodiquerías (III): Estambul - Praga - Nueva York
Periodiquerías (IV): Salamanca - Edimburgo - Tres Cantos (Madrid-España)
Periodiquerías (V): Lima - Bruselas - Mérida (España)
Periodiquerías (VI): Londres - París - Roma
Periodiquerías (VII): Las Vegas - Los Cristianos (Tenerife) - Alicante
Periodiquerías (VIII): Antigua (Guatemala)
Periodiquerías (IX): Berlín - Viena - Moscú
Periodiquerías (X): San Francisco - Puerto de Santa María (Cádiz) - Málaga - Newspaperman
Periodiquerías (XI): Lisboa
Periodiquerías (XII): Venecia - San Petersburgo - Osaka
Periodiquerías (XIII): Barcelona - Los Angeles - Buenos Aires
Periodiquerías (XIV): Kabale (Uganda) - Honolulu (Hawai) - Filadelfia
Periodiquerías (XV): Zaragoza - Gerona - Pamplona
Periodiquerías (XVI): Miami - Nueva Delhi - Lima
Periodiquerías (XVII): Hollywood (Los Ángeles - USA)
Periodiquerías (XVIII): Cagliari (Cerdeña - Italia) - São Paulo - Parlamento Europeo (Bruselas)
Periodiquerías (XIX): México DF - Salzburgo - Buenos Aires
Periodiquerías (XX): Milán - Punta Arenas (Chile) - Cannes
Periodiquerías (XXI): Londres
Periodiquerías (XXII): Xian (China) - Assilah (Marruecos) - Bergen (Noruega)
Periodiquerías (XXIII): Damasco - Washington - Turku (Finlandia) - ¿Monumento al lector de prensa? Tampere (Finlandia)
Periodiquerías (XXIV): El Vaticano - St. Ives (Reino Unido) - Harvard (Estados Unidos)
Periodiquerías (XXV): Denia (España) - Seúl - Nápoles
Periodiquería de la Paz (XXVI): Pekín
Periodiquerías (XXVII): Como (Italia) - Oporto - Plasencia (España)
Periodiquerías (XXVIII): Pretoria (Sudáfrica) - Manchester - Aeropuerto de Heathrow (Reino Unido)
Periodiquerías (XXIX): Guayaquil - Valladolid - Avilés
Periodiquerías (XXX): La Habana - Aeropuerto de Ezeiza (Argentina) - Getafe
Periodiquerías (XXXI): Algeciras - Zamora - Gijón
Periodiquerías (XXXII): Melbourne - Ágreda (Soria) - Oviedo
Periodiquerías (XXXIII): Maranello (Italia) - Llanes (España) - Antigua Venta de Almadrones (Km. 103 de la Autovía A-2 Madrid-Barcelona, España)
Periodiquerías (XXXIV): Oslo - Huesca - Ribadesella (España)
Periodiquería del 15-M: Periodiquería 15-M (Puerta del Sol, Madrid, España)
Periodiquerías (XXXV): Atenas - Puerto de Mazarrón (España) - Aínsa (España)
Periodiquerías (XXXVI): Béjar (España) - Valencia - Jávea (España)
Periodiquerías (XXXVII): Montegordo (Portugal)
Periodiquerías (XXXVIII): Florencia - Split (Croacia) - Kaunas (Lituania)
Periodiquerías (XXXIX): Penang (Malasia) - Liverpool - Cancún
Periodiquerías (XL): Volterra (Italia) - Son Bou (Menorca) - 'El Molino' (Albacete)
Periodiquerías (XLI): Rovinj (Croacia) - Sanlúcar de Barrameda (España) - San Juan de Alicante (España)
Periodiquerías (XLII): Teherán - Bolonia - Monza (Italia)
Periodiquerías (XLIII): Santiago de Compostela (España)
Periodiquerías (XLIV): Pola de Laviana (España) - Pisa (Italia) - Pula (Croacia)
Periodiquerías (XLV): Rangún (Birmania) - Soria - Coca (España)
Periodiquerías (XLVI): Varsovia - Praia (Cabo Verde) - Copacabana (Río de Janeiro
Periodiquerías (XLVII): Chichén Itzá (México) - Cuzco - Vitoria-Gasteiz
Periodiquerías (XLVIII): Turín - São Paulo - Arequipa (Perú)
Periodiquería especial Huracán 'Sandy' (XLIX): Nueva York.
Periodiquerías (L): Valladolid (Yucatán, México) - Montevideo - Santander
Periodiquerías (LI): Taipei (Taiwán) - Colonia (Uruguay) - Viena
Periodiquerías (LII): Auckland (Nueva Zelanda) - Sigüenza (España) - Orozko (España)
Periodiquerías (LIII): Córdoba (España) - Lugo - San Vicente de la Barquera (España)
Periodiquerías (LIV): Especial Buenos Aires.
Periodiquerías (LV): Hoi An (Vietnam) - Marrakech (Marruecos) - Sidney
Periodiquerías (LVI): San Lorenzo de El Escorial (España) - La Granja de San Ildefonso (España) - Benaske (España)
Periodiquería (LVII): Especial #BostonMarathon
Periodiquerías (LVIII): León - Tokyo - San José (Costa Rica)
Periodiquerías (LIX): Dublín - Niza - Baeza (España)

lunes, 10 de febrero de 2014

¿Diseño? 'sindicalista'

¿Saben cuántas veces los tribunales de Justicia han dictado sentencias declarando "abusivos" los servicios mínimos que las Administraciones Públicas decretan cuando hay huelgas en la Sanidad, Educación, limpieza...? ¿No?, claro. Pero lo que sí 'saben' es que los funcionarios y los empleados públicos en general "incumplen siempre" los servicios mínimos; como en la pasada huelga de la basura en Madrid, nuestra ciudad. ¿A que eso sí lo saben? Claro. Pues los tribunales vienen dictando sentencias una vez sí y otra también declarando "abusivos" los servicios mínimos que decreta la Administración desde hace años. Meses después de que haya terminado la huelga, claro está también. Un derecho constitucional que se pisotea de manera reiterada y sabiendo que se hace. Los decretan igual los mismos ¿responsables? políticos a quienes se ha condenado ya por hacer exactamente eso.

¿Y saben ustedes por qué saben una cosa y la otra no? ¿O una mucho, y se indignan, y la otra muy poco y apenas le prestan atención? Pues porque los sindicatos hace mucho tiempo que perdieron la batalla de la comunicación pública. Nosotros 'sabemos'con total claridad que las huelgas son "salvajes" y que se "toma a los ciudadanos por rehenes" porque la opinión se forma de una determinada manera, en especial lo que se denomina opinión pública. Y esa manera es a través de la comunicación. Quien controla la información, quien sabe manejarla, moldearla y difundirla, y tiene tanto la determinación como los medios económicos necesarios para llevarlo a cabo, es quien conforma la opinión pública. Los medios de comunicación son una parte en este proceso, no el todo.

Si atendemos en concreto al diseño periodístico y a la comunicación visual, que es lo nuestro, los sindicatos hace mucho que están en claro fuera de juego en lo que a la comunicación se refiere, como decía, porque sin ir más lejos, la delegación de Madrid de la principal central sindical del país, CCOO, sigue enviándome por ¡correo ordinario! un ¿periódico? cuya cabecera es MS (Madrid sindical) al que podríamos calificar de obsoleto... en los años ochenta.








Una batalla que pierden todos los sindicatos, no sólo Comisiones. Hay que ser necesariamente autocrítico porque yo formo parte del Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM) y créanme que hubiera preferido no haber encontrado ninguno de los boletines que, con la cabecera de Luz y Taquígrafos, también se enviaban hace tiempo por correo ordinario a los afiliados, para que así no vieran la auténtica joya que hacíamos, principalmente en la forma... ¡siendo periodistas! ¡Profesionales de la comunicación!







No lo diseñaba yo, sólo soy un afiliado, entre otras cosas porque lo que se dice diseñar no lo hacía nadie. Ahora ya no se imprime ni se distribuye y es la página web de nuestro sindicato la que se encarga con desigual acierto de la comunicación, así como diversas cuentas en las redes sociales. Ha mejorado mucho, muchísimo en realidad porque había que ver y sufrir la web anterior. Aunque tarde, con la 'batalla' de la que vengo hablando en todo el artículo sino perdida, al menos en clara desventaja.

Y es que ¿saben cuántos seguidores tiene, por ejemplo, la cuenta de tuiter del principal sindicato de nuestro país? ¿Les parecen muchos? ¿Conocen alguna iniciativa de los sindicatos españoles en las redes sociales? ¿Alguna movilización utilizando este canal tan ágil y eficaz para ello?

Señores responsables de comunicación de los sindicatos, rediseñen sus periódicos al menos. Y, ya puestos, toda su estrategia de comunicación. Son necesarios para nuestros país, posiblemente ahora más que nunca.

lunes, 25 de noviembre de 2013

De partituras, comunicación visual y 'conclusiones'

Este es el típico artículo del que muchos dirán que "no tiene nada que ver con el diseño", y al que de antemano contesto ya con la típica respuesta, mil veces repetida aquí, de que el diseño tiene que ver con todo. Porque todo se diseña, de todo se habla y se comunica, y nosotros nos dedicamos a comunicar contenidos —periodísticos en nuestro quehacer profesional, aunque no sean de los que trato hoy— de la manera más eficaz. De comunicación visual es de lo que hablo, no de música. Aunque también.



Seguro que muchos habéis visto esta curiosa e ingeniosa comparación entre una partitura de Beethoven y otra del bueno de Justin Bieber circulando estos días por internet. Me la encontré también publicada en La Gran Imprenta, ese gran blog que ya os hemos recomendado y que figura en nuestra galería de enlaces, y ello dio lugar a una pequeña y apasionante discusión musical entre su editor y yo en tuiter.



Esas dos partituras juntas son una gran idea desde el punto de vista de la comunicación visual, y por eso ha resultado tan difundida en la red. Tremendamente eficaz porque no hace falta leer nada, ni siquiera tener la capacidad de leer música —es muy pequeño el porcentaje de quienes saben solfeo— para que entendamos con un sólo golpe de vista la complejidad, e incluso la profundidad, y hasta la 'superioridad', de la música de Beethoven, frente a la simpleza, que no es lo mismo que simplicidad, de la música que canta Bieber... que casi se queda en este esclarecedor vistazo sin serlo, sin ser música. Y decimos "canta" porque en realidad no es música de Justin Bieber, no es suya la partitura mientras que la de Beethoven, sí. Motivo éste, el de no componer sus canciones, por el que incluso le han llamado públicamente "gilipollas". Claro, todos los que cantan, o cantamos, canciones que no hemos compuesto nosotros, lo somos.

Viendo estas dos partituras no necesitamos que nadie tenga que explicarnos nada más, ni que nos hablen de corcheas, ritmo, contrapunto o armonía. Está todo ahí, se ve, de manera que somos nosotros mismos quienes podemos extraer nuestras propias conclusiones.

¿Seguro?

¿O más bien extraemos las conclusiones que previamente ya tenían quienes decidieron seleccionar esas dos partituras en concreto si no establecemos un juicio crítico? Porque la comunicación visual es tan eficaz como peligrosa ya que no solemos someterla al mismo rigor crítico que hacemos con las palabras, escritas o habladas, que nos intentan manipular. Y es que quien seleccionó la 'compleja' partitura de Beethoven bien pudiera haber seleccionado esta otra suya...



...que es ni más ni menos, y en toda su extrema sencillez, la melodia del himno a la alegría incluido en el cuarto movimiento de su Novena Sinfonía, una de las más altas creaciones musicales de todos los tiempos. Si ahora comparamos de nuevo dos partituras, ésta de Beethoven y la anterior de Bieber, ¿qué conclusiones sacamos? Si casi parece más 'compleja' la compuesta para mayor gloria del ídolo juvenil que la del genial alemán. ¿Nos atreveríamos a decir que son músicas parecidas porque las partituras aparente y visualmente lo son para los profanos del solfeo?



Tal vez sea esa falta de sentido crítico ante una 'evidencia' que tenemos delante de los ojos la que ha llevado ya a algunos a apresurarse en 'sus conclusiones'. Curiosamente, las mismas conclusiones letra por letra, puntos y comas incluidos, aquí, aquí, aquí... Parece que internet es muy dado a repetir conclusiones, incluso de manera literal. Claro que, para "simpleza", la de las propias 'conclusiones'. Hasta el director de una de esas publicaciones, hombre cordial al quien conozco desde hace mucho, llegó a enlazarlo como muestra de la 'decadencia' cultural, de cómo se está empobreciendo la música y, sobre todo, de cómo degeneran y se empobrecen los espectadores o 'consumidores culturales', alarmado e indignado porque a pesar de esta evidencia en las partituras que todos podemos ver, el gran Beethoven "murió en la miseria", injustamente olvidado, y Justin Bieber es famosísimo y muy rico. Y... tampoco.

Beethoven pudo morir en una mala situación económica, pero era un hombre respetado y poderoso, cualquier cosa menos "olvidado". Ganó dinero aunque "muriese con deudas" —esperemos a ver cómo termina la ahora boyante cuenta corriente de Bieber— y disfrutó el éxito en vida, el estreno de su Novena Sinfonía es posiblemente el de mayor éxito de una obra orquestal de todos los tiempos, saliendo a hombros del teatro.Su fama, y sobre todo su música, será 'inmortal' mientras exista nuestra especie y nuestra cultura. Mientras que al bueno de Bieber no se le recordará más allá del tiempo que esté de moda. No es precisamente un caso de absoluta 'injusticia' para con el arte y la música el de estas dos partituras. ¿Cuántas veces se va a interpretar cada una de ellas? ¿Qué músicos de todos los tiempos, los mejores de cada momento actual y por venir, va a interpretar esas partituras? Porque tengo la impresión de que sólo lo van a hacer con una de ellas. ¿La de Justin Bieber?

Comparar elementos que no son comparables es la forma más burda y utilizada de manipulación, las famosas peras con las manzanas. Comparar una de las cimas de la música culta de hace dos siglos con música popular de ahora, famosa no precisamente por su calidad musical sino por otros elementos ajenos a la propia música en sí... Lo hizo una ridícula fan de Bieber, y se equivocó, como se equivoca quien pretende corregir eso ahora. Compare el señor, o la señora, de la ingeniosa idea, ya que se pone, música culta de entonces con música culta de ahora, partituras de Beethoven con partituras dodecafónicas, por ejemplo, a ver si es verdad que desde el absurdo punto de vista visual de alguno de los que ha extraído 'conclusiones' perdemos 'complejidad':

Pues se trata de un solo de flauta. Brian Ferneyhough, 'Unity Capsule' (1975-76)




Y compare el señor, o señora, de la comparación la partitura de Bieber con la de la música popular del siglo XVIII, alguna cancioncilla bailable en las fiestas de los pueblos, y luego hablamos, o las cantamos, a ver si han ido a peor o a mejor. O compare también entonces esa música popular de la época de Beethoven con otra música popular actual que sí busque la excelencia, que la hay (ahora sí; posiblemente entonces, no, por eso de la degeneración):



¿Ha progresado la música popular?¿La música en sí? ¿Ha ido a mejor? ¿A peor? O a nada. Porque comparar partituras para quien no sabe leerlas —que es a quien iba dirigida esta curiosa y eficaz forma de comunicación visual— no sirve para nada. O más bien no sirve para lo que nos repiten que sirve quien ha extraído 'conclusiones' por nosotros. Nos ha servido, eso sí (tipografía musical aparte, que ese es otro tema, y apasionante) para discutir de música en tuiter —actividad muy gratificante— y para escribir este artículo, posiblemente demasiado largo, demasiadas notas, demasiados compases... sobre partituras, comunicación visual y 'conclusiones'.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Sin imágenes... y sin palabras

Hoy, Libé se publica sin imágenes y nosotros os lo mostramos (casi) sin palabras:
































Página doble publicada al final del diario con un 'planillo' ('alzado' le llaman nuestros colegas argentinos y en otros países de América latina) en el que en cada página aparecen las fotografías editadas, 'fotones' en casi todos los casos.



Y es que sólo echamos de menos las cosas... cuando nos faltan.

[Agradecemos a nuestro querido Paco Oca, editor de Maquetadores —blog decano sobre diseño periodístico en España— que nos haya facilitado una copia de las páginas de Libé que ha publicado él hoy para que así también nosotros os las podamos ofrecer]