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jueves, 9 de diciembre de 2010

Wikileaks en cuatro columnas de papel

Es algo extraordinario. Modificar el número de columnas en las páginas de un periódico, que no son otra cosa sino los pilares de su estructura. Es algo extraordinario. Publicar cientos de miles de documentos públicos a los que no tiene acceso el público que mantiene con sus impuestos a quienes los redactan. Simples cotilleos, banalidades conocidas, secretos que necesitan las democracias para funcionar y que no deben ser divulgados, información de altísimo interés que aportan una necesaria transparencia a la acción de los gobiernos para que los ciudadanos que los eligen tengan elementos de juicio... o una mezcla de todas estas cosas, lo cierto es que no había sucedido algo así hasta que Julian Assange, cabeza visible y portavoz de la organización Wikileaks (observen que hay que enlazar directamente con una dirección ip debido a los intentos de bloqueo que está sufriendo el sitio por parte de distintos gobiernos y empresas supuestamente privadas "dirigidos" por la Administración norteamericana), eligió a un pool de medios de comunicación, todos impresos en papel, para "compartir" y de esta manera ¿lograr de ellos "donaciones"? y una mayor difusión de los 250.000 documentos filtrados que posee sobre la diplomacia norteamericana, o sea mundial. A saber: The Guardian (Reino Unido), The New York Times (Estados Unidos) aunque al parece fue el periódico británico quien le incluyó en el grupo y no el propio Wikileaks, Le Monde (Francia), el semanario Der Spiegel (Alemania), y el diario El País (España).












Tampoco había sucedido hasta el presente, al menos no lo recordamos, que el diario El País, el más ortodoxo de los que se publican en lengua castellana en lo referido a su "seriedad" formal, cambiara el número de columnas de todas las páginas dedicadas a una unidad temática, y durante un día tras otro como está haciendo ahora —con enorme acierto y muy necesaria oportunidad— con el asunto de Wikileaks que ¿la fortuna? ha puesto en sus manos.

Desde la misma portada, maquetada ahora toda ella EN cuatro columnas en la parte donde se sitúa este tema y no A cuatro columnas de las cinco que dispone en su configuración "normal", a la apertura de Internacional, en cuatro columnas también, y con un destacadísimo encabezamiento formado por el antetítulo "Los papeles del Departamento de Estado" que luego se utiliza en todo el resto de páginas a modo de cintillo con la misma tipografía y color; una amplia entradilla que explica y resume qué parte de esos "papeles" se publican y qué contienen; un título y subtítulo con un cuerpo el primero mucho más grande lo habitual y a todo el ancho de la página que, volvemos a insistir por si no había quedado claro, se divide en cuatro hermosas columnas. Que vuelven a ser cinco cuando las páginas del diario se ocupan de los distintos temas de la actualidad, como sucedió, por ejemplo, con las elecciones catalanas que aunque pareza inimaginable quedaron relegadas en este medio a un segundo plano informativo.



Uno de los debates, o de los interrogantes, que genera la manera de publicar información por parte de Wikileaks es si de esta manera nos encontramos con un nuevo periodismo sin periodistas ("Soy un editor. Actualmente, dado el estado de impotencia del periodismo, me parecería ofensivo que me llamaran periodista", declara el propio Assange en una entrevista, también del diario El País, evidentemente, y que se debió celebrar aproximadamente en las fechas en las que negociaron colaborar juntos). Y es que Wikileaks más que como un medio de comunicación se ha comportado ahora como lo que tradicionalmente se ha llamado una fuente, que, además de proporcionar información en bruto a los periodistas, además de buscar la todavía existente fuerza del papel (todos los medios a los que ha cedido sus cables se imprimen en papel), la proporciona también "sin cocinar" a los receptores finales de la misma, a los lectores, como absoluta novedad y gracias a la tecnología de internet (antes de la existencia de la Red era sencilla y técnicamente imposible).

Ante un panorama de esta naturaleza, a los medios de comunicación les quedaría, además de la selección y valoración del material (un material en bruto ingente y difícil de entender para un lector medio) un papel fundamental como editores de la información. Función en la que cobra especial importancia la puesta en página y que el diario en cuestión que analizamos está haciendo de una manera sobresaliente en este caso desde nuestro punto de vista. Páginas para leer. Por eso la elección de las cuatro columnas que además de indicar con una estructura absolutamente excepcional que nos encontramos con un tema excepcional (forma y contenido siendo uno en el mensaje periodístico, porque ya sabéis que maquetar es informar), permiten
detener el ritmo de lectura de la publicación porque quienes editan así quieren que ahí se pare el lector, que lea y reflexione de una manera más atenta, sosegada y profunda que además se refuerza con el mayor ancho de las líneas, distinta a la lectura aparentemente más rápida de las líneas más cortas que generan las cinco columnas; con la habitual edición gráfica de este diario que situamos a la altura de la de los mejores periódicos del mundo. Imágenes poderosas y rotundas, llenas de información y de impacto (obsérvese por ejemplo, con el reposo que pide esta propuesta, la de Hillary Clinton tras el escudo del Departamento de Estado de la primera doble que os mostramos). Una gran fotografía por página y un texto, nada más en muchas de ellas... páginas para leer.








Julian Assange está ahora mismo detenido en una prisión británica acusado de dos delitos de agresión sexual cometidos presuntamente este verano en Suecia, país en el que curiosamente buscaba refugio. El banco suizo PostFinance ha bloqueado una cuenta suya, es decir, no le permiten acceder a su dinero, ¡por no vivir en Suiza! Visa, Mastercar, y Paypal han anulado también sus cuentas con Wikileaks y Amazón y otros proveedores de acceso a internet le han echado a su vez de sus servidores... todo ello sin resoluciones judiciales de ningún tipo. Internet libre y una red neutral, que se dice. Aunque las motivaciones últimas de un personaje tan escurridizo necesitarían tal vez también de un Wikileaks para Wikileaks.

Encontramos en el blog del periodista Ignacio Escolar, Escolar.net, esta entrevista con el personaje en la que él mismo habla algo de sí mismo:



Y el blog sobre periodismo Paper Papers, auténtica referencia en lengua castellana y que no nos cansamos de enlazar y recomendar, nos ofrece una vez más claves para entender algo de lo qué está sucediendo con un artículo en el que enlazan ellos a su vez a varios artículos de opinión de primer nivel aparecidos en la prensa con puntos de vista distintos sobre el acontecimiento de Wikileaks.

Wikifiltraciones que junto a cotilleos y banalidades contienen informaciones sobre presiones de los Estados Unidos a casi todos los Gobiernos amigos o enemigos, incluido el español (a quien supuestamente se llega a proponer que cometa delitos para excarcelar "y poner en un avión rumbo a Estados Unidos" a traficantes de armas); presiones también a nuestro sistema judicial (cuando están implicados ciudadanos norteamericanos, civiles o militares, y a las que supuestamente ceden algunos fiscales); en las que nos enteramos de que el Gobierno español ha ofrecido al norteamericano acoger más presencia militar en la base de Rota para que se instale allí el nuevo mando del Pentágono para África; en las que se detalla cómo "EEUU pidió a sus diplomáticos que robaran material e información de oficiales de la ONU y de grupos de derechos humanos, incluyendo ADN, huellas dactilares, escaneos de iris, números de tarjetas de crédito, contraseñas de internet y fotos de carnet, violando los tratados internacionales"; así como también se muestra la manera en la que "se amañaron los informes del Reino Unido sobre la guerra de Irak para favorecer los intereses de Estados Unidos" y facilitar así la entrada de ese país en la guerra; o se conocen los perfiles que elaboran los diplomáticos sobre mandatarios de todo el mundo, entre otras cosas que pueden ser, o no, de interés público no ya para periodistas o historiadores (que nunca hasta esta circunstancia habían podido trabajar con documentos así justo cuando se acaban de redactar y cuando están sucediendo los acontecimientos que describen, porque para esto tenían que esperar décadas que varían según las distintas legislaciones), sino para todos los ciudadanos que quieran estar informados y que son sus dueños, como lo son de toda la información relevante.

Documentos que ahora podemos leer, convenientemente filtrados y/o ¿censurados? (estos medios han admitido haber negociado con el departamento de Estado de EEUU qué publicar y qué no, por lo que habrá que esperar a su publicación completa en Wikileaks, si es que pueden hacerlo) en páginas de papel maquetadas en cuatro columnas...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cómo hacer periodismo con imágenes

"Uno tiene que ser el autor que quiere ser, y siempre podrá encontrar un hueco, sobre todo si garantiza la calidad de los contenidos que crea" (José Manuel Navia); y "hacer edición gráfica es hacer periodismo... el tratamiento de la imagen puede diferenciar la prensa de calidad en un futuro inmediato" (Javier Vidal). Esto, y mucho más, nos han contado los dos primeros ponentes de las II Jornadas de Diseño en la Sociedad de la Información que han comenzado esta mañana en el campus de Fuenlabrada (Madrid) de la Universidad Rey Juan Carlos, organizadas y dirigidas por Pedro Pérez Cuadrado con un absoluto éxito de público, primero, y despues con un éxito de las propias ponencias, absolutamente complementarias, llenas ambas de contenidos y muy, muy entretenidas. Todo un lujo, que además hemos publicado en directo desde twitter.


Javier Vidal y José Manuel Navia conversan poco antes de comenzar sus ponencias


La jornada ha sido un éxito de público



José Manuel Navia ("Fotografía y edición en prensa")
Y es que, por si todavía alguien no lo sabe, escuchar a Navia, presenciar una de sus conferencias y admirar las imágenes que muestra, o porqué las muestra, es un absoluto privilegio. Si, además, estás interesado en el diseño, la fotografía o el periodismo en general, entonces ya se convierte en algo impagable. Divertidísimo, ocurrente, rebosando sentido común y cultura... uno de los grandes. Pero de verdad.

Quien conoce sus fotos, sabe ya de su enorme talento y calidad como fotógrafo porque no en vano, Navia es ya una "marca" en sí. Una marca de calidad. Pero, humilde como los grandes, la mayor parte de su charla se ha centrado en sus "maestros", en aquellos fotógrafos que fueron sus "referentes", algo no muy habitual en nuestra cultura, abarrotada de nombres pagados de sí mismos, de esos que tanto nos aburren con su yo, yo, yo.

Y nos ha hablado y mostrado imágenes de Casiano Alguacil, un modesto (y grandísimo) fotógrafo de pueblo toledado que disparó su cámara ¡en 1875!, a la vez que mostraba imágenes de los maestros internacionales de entonces para comparar y concluir que hacían propuestas muy parecidas. Del fotógrafo francés Eugène Atget y sus imágenes "ajenas al pictorialismo reinante entonces", entre 1890 y la década de los 20 del pasado siglo. De Jacob Riis, "el primer fotoperiodista" para Navia, con sus imágenes de denuncia social y del "otro Nueva York" en esta misma época. De los húngaros André Kertész y Brassaï. De Robert Cappa; de la revista Life como el "modelo del que todos venimos"; de Eugene Smith y su "Aldea española", una realidad algo forzada, como de puesta en escena; del director de arte de origen ruso Brodovitch y sus trabajos junto a Richard Avedon en la revista Harper's Bazaar; de Cartier-Bresson...







Navia con Pedro Pérez tras su interesantísima charla


Finalmente nos ha mostrado imágenes propias, puestas en página, ya impresas tal y como salieron maquetadas, algo que sólo hemos visto hacer a este fotoperiodista entre muchos y muchos fotógrafos a quienes hemos visto en distintas conferencias y jornadas durante algunos añitos ya. Sin complejos, tal vez porque, como él mismo ha confesado "nunca entendí a esos compañeros fotógrafos que ven en el diseño, la edición, la puesta en página, al enemigo... el que viene a matar nuestro 'arte'".

Nos ha confesado, además, con su pasión desbordante, que sigue intentando "hacerlo mejor la próxima vez. Me enfrento a cada nuevo trabajo diciéndome, esta vez sí que lo vamos a contar mejor". Y nos ha dado todo un ejemplo y un valiosísimo testimonio de que esta profesión nuestra merece mucho la pena: "tengo 52 años, y cuando empecé, lo primero que me dijeron es olvídate, la fotografía de prensa y sobre todo de reportaje, está muerta, no tiene porvenir, este oficio se acaba. Pues si este oficio está muerto... yo con los muertos me gano bien la vida". Chapeau, maestro.


Javier Vidal ("Edición gráfica en periódicos y suplementos")
Tenía el listón muy alto el segundo ponente, pero la cosa no ha decaído ni un poquito, y no es porque Javier Vidal sea uno de los miembros de este blog, como sabéis quienes lo seguís habitualmente, y por eso nos veamos obligados a hablar bien de él, no, sino por lo que hemos comentado al principio: las dos conferencias han sido totalmente complementarias, el punto de visto de quien hace las fotografías, y el punto de vista de quien maqueta las páginas con ellas. Incluso sin haberse puesto previamente de acuerdo, Navia ha mostrado uno de sus reportajes sobre Soria... que Javier Vidal llevaba también pero dentro de las páginas de la revista Siete Leguas, de la que es editor gráfico. El diálogo no ha podido ser más enriquecedor.


Para Javier Vidal, "la edición gráfica es periodismo, intentamos contar una historia con imágenes". Y las características de estas imágenes, aquello de lo que nos valemos al editarlas y ponerlas en una página son su capacidad para perdurar, "todos recordamos esas fotografías que se han convertido en iconos", nos ha comentado mientras mostraba alguna de ellas, así como su inmediatez, la capacidad para que las asimilemos "rápida e intuitivamente".

"Valoramos, jerarquizamos, aportamos contenidos... editando las imágenes", ha repetido Javier Vidal esta mañana a los alumnos y demás asistentes (cerca de 300 personas en un salón de actos lleno hasta la bandera y con lista de espera tan grande como los que estaban dentro, según los organizadores), como ha/hemos publicado ya en este blog que no casualmente tiene por lema "maquetar es informar".

Y como de periodismo se trata, "la edición gráfica aporta información, impacto (hay que llamar al lector no sólo para que entre en la página sino para que pueda salir de ella)", nos ha contado Javier, "y matices, contexto, profundidad... las imágenes no sólo ilustran, aportan contenidos a la información; contenidos que buscamos que sean complementarios y no una mera repetición de lo que nos dice un título y el texto".






Javier Vidal durante su exposición


Hemos visto ejemplos ilustrativos sobre la "competencia" entre imágenes en una misma página, en una página doble, o en una sección determinada, "porque en fotografía, uno más uno nunca es igual a dos"; y cómo la edición gráfica en los suplementos (que es el área de trabajo en la que está ahora Javier Vidal) es distinta a la del diario (que es de donde venía), con "licencias gráficas mayores" (el ejemplo de los "culos" de Carla Bruni y la Princesa Letizia, con la polémica un tanto artificiosa y algo ñoña que se creó entonces, y cómo se trató en las páginas del periódico y en las del suplemento La Otra Crónica es ilustrativo de ello); con diseños que a veces ilustran en vez de las propias fotografías (textos con distintas formas, por ejemplo); con un tratamiento que en ocasiones "define al propio producto"; y con propuestas arriesgadas que "no podemos hacer en el periódico, pero que a modo de banco de pruebas, intentamos después llevar hasta sus páginas, sobre todo en la mayor importancia del tratamiento gráfico que tiene ahora el diario".

Los encajabaja con el gran Navia (de izda. a dcha., Javier Vidal, Luis Blasco detrás del propio Navia, Mario Benito y Quique Falcón)

Como ya hicimos el año pasado con la ponencia "Maquetar es informar" de las I Jornadas de Diseño de la URJC, editaremos en vídeo la conferencia de Javier Vidal sobre "Edición gráfica" para publicarla próximamente aquí. Así las imágenes os contarán qué cuentan las imágenes. Los ejemplos de su presentación merecen mucho la pena.

Mañana, intervienen Oyer Corazón (diseñador gráfico) y Ricardo Santonja (fótografo profesional) por la mañana; y después habrá ocasión de escuchar a Mario Tascón con su ponencia sobre "Fotografía en la web", y a Juan Miguel Sánchez Vigil, sobre los aspectos documentales de la fotografía.

Texto: Mario Benito
Fotografías: Luis Blasco, Ruth Díaz y Mario Benito

lunes, 1 de noviembre de 2010

Éxito a contracorriente

Es la excepción, aunque debería ser la regla. Y, de vez en cuando, tampoco está mal escuchar a alguien que también cree que no tenemos necesariamente que elegir entre internet y papel... pudiendo tener los dos. Ayer, el periódico El País publicó una extensa entrevista con el director del semanario alemán Die Zeit (El Tiempo), Giovanni di Lorenzo, dentro de la serie titulada "El futuro de la prensa" que aparece regularmente en su suplemento "Domingo". Y decimos que es la excepción porque este periodista alemán de origen italiano está haciendo lo que los más sensatos dicen que hay que hacer pero que nadie, o muy pocos, están haciendo. Aguantar el tipo a golpe de calidad y credibilidad. Hasta el punto de que en medio de esta crisis feroz Die Zeit ha conseguido en 2009 los mejores resultados de su historia con una fórmula exactamente contraria a la que recomiendan gurús y futurólogos de la prensa: textos largos, profundos, incluso difíciles en ocasiones, no seguir la moda, la tendencia, la corriente dominante... "Este año, aún nos va mejor".



Os reproducimos algunos de los extractos de esta interesantísima entrevista y os dejamos aquí el enlace a la web de El País para quien quiera leerla al completo. Merece la pena.

"¿Cómo lo hemos conseguido? Desoyendo todo lo que nos aconsejaron los asesores de medios. Seguimos haciendo textos muy largos, no nos adaptamos a las modas y continuamos haciendo un periódico bastante difícil"

"Hemos estudiado muy bien las necesidades de nuestros lectores. A menudo, nosotros, los del papel impreso, hacemos diarios solo para nosotros y para nuestro sector y nos olvidamos del público que paga"

"Rechazo las definiciones autodestructivas. Me molestan. En los últimos años hemos hecho mucho para dañar la imagen del papel, al que, en el fondo, le debemos todo"

"No hemos traicionado nuestra propuesta de calidad. Creemos que la calidad trae dinero"

"Nos estamos comprometiendo mucho con el digital, no negamos en absoluto su valor, y creemos en ello. Pero quiero hacer una observación: este medio celebrado en todas partes como el futuro, de momento sabe hacer de todo menos ganar dinero. Por eso estamos invirtiendo en el digital, porque nosotros también creemos en él, pero evitamos, con todas nuestras fuerzas, hablar mal del papel"

"Soy enemigo de la ideología de internet, que existe. Soy contrario a la idea de internet como única esperanza"

"No estoy negando la crisis, es inútil cerrar los ojos. Digo, sin embargo, que no está escrito en las tablas de Moisés que todos los periódicos vayan a desaparecer. Habrá excepciones. Tanemos que cambiar los periódicos, pero no podemos atribuir nuestros problemas solo a la revolución de internet. Hubo otros errores"

"La falta de credibilidad. El abandono de la calidad. Si se empieza a hacer diarios demasiado sensacionalistas o demasiado parecidos entre sí, se pierde tirada"

viernes, 22 de octubre de 2010

El lápiz oculto de Nellie Bly


"-¿Qué es este lugar? -le pregunté al hombre que tenía los dedos hundidos en mi brazo.
-La isla de Blackwell, un lugar para locos del que nunca saldrás."
No me extrañaría nada que hubiera quien piense que el periodismo de investigación con cámara oculta, como el diseño arrevistado, son inventos recientes. Si es así, es porque tal vez no hayan ojeado periódicos antiguos, muy antiguos... y que no han leído a Bly. O que leyeron sin reparar en que a pesar de que entonces no había medios técnicos para un periodismo así, ella, sí, una mujer periodista en 1887, lo llevó a cabo con un lápiz oculto.



Ediciones Buck publicó hace unos meses (casi un año ya) "Diez días en un manicomio", reportaje de la periodista norteamericana Nellie Bly (1864-1922), seudónimo de Elizabeth Jane Cochrane, publicado por el periódico New York World en 1887 (el World a secas del afamado editor J. Pullitzer que ahora da nombre a los premios periodísticos más prestigiosos a pesar de que practicara el más feroz sensacionalismo que recuerdan las rotativas). Sí. Una mujer. Con 23 años de edad. Periodista. Autora y precursora del más puro periodismo de investigación, y de denuncia social además. ¡En 1887!


Asimilados ya estos datos de por sí sorprendentes, la lectura de su relato es más sorprendente aún, más que asombrosa... escalofriante. Porque la señorita Bly tuvo los arrestos suficientes como para hacerse pasar por loca y así poder ingresar en el sanatorio psiquiátrico de la isla de Blackwell, en Nueva York. Y sanatorio psiquiátrico es un absoluto eufemismo para describir un manicomio del siglo XIX, técnicas de tratamiento a las dementes incluidas. Tratamientos...
"Una de las pacientes, la señora Cotter, una mujer hemosa y delicada, creyó un día ver a su marido por el paseo que conducía al sanatorio. Dejó la fila en la que estaba y corrió a su encuentro. Por aquello fue enviada al 'retiro'. Más tarde dijo:
-Ese recuerdo es suficiente para volverme loca. Por llorar, las enfermeras me pegaban con el palo de una escoba y saltaban sobre mí, y me dañaban por dentro. Nunca lo superaré. Después me ataron las manos y los pies y, tras echarme una sábana por la cabeza, la apretaron contra mi cuello para que no gritara. Entonces me metieron en una bañera con agua helada. Me dejaron allí hasta que perdí toda esperanza y quedé inconsciente. En otras ocasiones me agarraban por las orejas y me golpeaban la cabeza contra el suelo y contra las paredes. Me arrancaban el pelo a tirones para que no me creciese más.
La señora Cotter me mostró las pruebas de su relato, la hendidura en la parte de atrás de su cabeza y las calvas donde le habían arrancado el pelo a jirones. Relató su historia con los mínimos adornos posibles."
Como escribe la propia Bly. Apuntando sin adornos con su lápiz oculto. Y más...
"Inyectan tanta morfina y cloral que las pacientes enloquecen. He visto a esas mujeres volverse locas pidiendo agua debido a los efectos de las drogas, y las enfermeras negársela. Las he oído suplicar toda la noche una gota y no recibirla. Yo misma grité pidiendo agua hasta que mi boca estuvo tan seca y resquebrajada que no podía hablar."
Entrar en una institución así le resultó relativamente fácil a la periodista Bly, que engañó con muchísima facilidad a los médicos, un derecho de admisión muy abierto para muchas de sus compañeras, ingresadas sin fecha de salida por motivos banales, absurdos, porque alguien quiso librarse de ellas... Pero una vez dentro, convencer a las autoridades médicas de que un paciente no está loco resulta prácticamente imposible. "Eso dicen todos."
"He visto a pacientes quedarse de pie mirando hacia la ciudad que con toda probabilidad nunca volverán a pisar. Significa la libertad y la vida; parece tan cercana... y sin embargo no está el cielo más lejos del infierno."
Diez días después de su ingreso en el sanatorio para enfermos mentales de la isla de Blackwell, Nellie Bly fue "rescatada" de allí por los responsables del periódico, en el que publicó un amplio reportaje de lo que había vivido. De las condiciones miserables en las que vivían y morían aquellas mujeres, de la comida en mal estado, el agua sucia para beber, de los "tratamientos", de la falta de ropa y el frío estremecedor, de las ratas y la insalubridad, de cómo se tiene por locos a locos y a quienes no lo son. El reportaje supuso que intervinieran el Gran Jurado de la ciudad de Nueva York y aunque no pudieron depurarse responsabilidades, se mejoró la situación de las pacientes así como que el comité de presupuestos de la ciudad adjudicara un millón de dólares más al año para el cuidado de los enfermos mentales.


Nelly Bly siguió escribiendo reportajes sociales durante un tiempo. Dió la vuelta al mundo por encargo del periódico compitiendo con el mismísimo Phileas Fogg de Julio Verne para batir el récord mundial completando su viaje en 72 días mientras lo escribía y contaba a sus lectores, en forma de bitácora (¿les suena esto de algo?). Después se casó con el millonario Robert Seaman y abandonó su trabajo. Más tarde murió su marido y ella se hizo cargo de la empresa familiar... que llevó a la quiebra por querer mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Se marchó a Inglaterra y participó como corresponsal de guerra para la prensa norteamericana durante la Primera Guerra Mundial y finalmente regresó a los Estados Unidos, donde falleció en 1922, de una neumonía, a los 57 años. Pero todo esto es otra historia, porque ahora estamos con ella en el interior de un manicomio terrible...
"Qué cosa tan misteriosa es la locura. He visto a pacientes cuyos labios están cerrados en un silencio perpetuo. Viven, respiran, comen; la forma humana está presente, pero ese algo sin el que el cuerpo puede vivir, pero que no puede existir sin el cuerpo, estaba ausente. A menudo me he preguntado si tras aquellos labios sellados moraban sueños que desconocíamos o si sólo estaba el vacío."

martes, 6 de julio de 2010

Fútbol en la redacción (II)

Vivimos un momento histórico. España, nuestra selección, La Roja, juega mañana una semifinal de un Mundial por primera vez en su historia. Los afortunados que lo puedan seguir en la redacción tienen aseguradas dos cosas: una noche infernal de trabajo y el enorme placer de seguir el partido en el periódico, a veces mirando de reojo los monitores, otras decididamente plantados en los pasillos, abrazados a un compañero, animando y gritando como si estuvieran en Durban, en pleno absentismo laboral patrio. Se levanta el país de muchas formas, algunas más decorosas que otras...



Parte de la redacción celebrando el penalti de Xabi Alonso a Paraguay.

Lástima que hubiera que repetirlo... VIDEO: Luis Blasco.

Estas entregas futboleras darían para escribir un libro. En él tendríamos que hacer una clasificación de personajes que se transforman cuando su equipo juega un partido. Para los que jugamos al fútbol existe una máxima universal: "Se juega como se es", que también es aplicable a "se sigue un partido en la tele como se es". En estos casos, es difícil mantener las apariencias, y a todos, tarde o temprano, nos aflora el taxista que llevamos dentro.

Eso explicaría en parte, porqué al bueno de Tomás Roncero (hay mil anécdotas con él de protagonista) le daba por llamar "gordito" a cualquier jugador que recibiera la pelota cuando alcanzaba el éxtasis futbolístico: "¡Pásala, gordito! ¡Corre, gordito! ¡Tírate al suelo, goooorditooo!"

A lo que no hemos encontrado explicación es porqué a un clásico de la sección de deportes se desmelena cada vez que juega su odiado Real Madrid. Se contorsiona, se aferra los brazos contra el pecho, como si se helara de frío, y entre dientes murmura todo tipo de insultos y atropellos: "cabrones, cabrones..." Así, en voz baja, casi inaudible, resbalando las palabras... A los que le conocemos desde hace años nos hace muchísima gracia, aunque algún becario ha palidecido al ver como ese ser silencioso se transforma en una especie de Mr. Hyde...

A nuestro querido encajabaja Mario Benito, polemista por vocación y futbolero pasional la séptima Copa de Europa del Madrid le pudo costar cara. Para celebrar el gol de Mijatovic en la final de Amsterdam no se le ocurrió otra cosa mejor que lanzarse, literalmente, a puertagayola dentro del despacho de un subdirector que había estado haciendo campaña toda la semana en favor de la Juventus. En uno de esos impulsos autodestructivos que se lamentan toda la vida, Mario tomó tal impulso que se detuvo tres o cuatro metros dentro del despacho del sorprendido superior, que, además, estaba acompañado de otro subdirector del periódico. Alucinados ante aquel energúmeno que entró de un salto en el despacho y se plantó de rodillas delante de medio staff, no fueron capaces de articular respuesta... Después del partido, ya serenos, uno de los subdirectores le preguntó a Mario: "Oye, ¿tú tienes contrato fijo?"

Pero no todo en el fútbol han sido alegrías y alborozos. R ecuerdo con especial viveza el dramático partido que el Real Madrid jugó contra la Roma en la Champions de 2001. El Madrid ganó con partidazo de Guti incluído, pero nadie celebró sus goles. Tan sólo cuatro horas antes, dos aviones habían impactado contra las Torres Gemelas de Nueva York, haciendo tambalear el mundo. El 11 de septiembre no lo olvidaremos por muchísimos motivos. A mí no se me olvidará nunca el silencio en la redacción cuando, cosas de la UEFA, el Madrid goleaba a la Roma en la ciudad eterna mientras en Nueva York se asentaba el polvo de aquella tragedia.

En cierta ocasión, Fernando Baeta salió del despacho de reuniones para echarnos una bronca. Estábamos montando demasiado jaleo viendo un partido en la tele de deportes, siempre aquel pequeño monitor. Conforme le veíamos llegar, el alboroto se fue diluyendo. Llegó muy serio a nuestra altura y empezó a decir: "Haced el favor de bajar el tono, hombre, que estamos traba...jan... ¡Mira! ¡¡Mira!! ¡¡Pásale!! ¡¡¡Que está sólo!!! ¡¡¡¡¡Huuuuuuyyyyyy!!!!!" Y tras fallar aquella ocasión el Barcelona, volvió a su reunión de portada.

Continuará...

jueves, 1 de julio de 2010

Fútbol en la redacción (I)

El fútbol en una redacción es una delicatessen, una experiencia reservada para una estirpe de elegidos. Un selecto grupo salvaje que no tiene horarios, ni festivos, ni fines de semana y que aprovechan el rito para expulsar todas las frustaciones acumuladas en años de profesión y desajustes familiares.

Puedo contar mi estancia en el periódico por Mundiales. Me subí al barco hace cuatro, en el Mundial de 1998. Aquél campeonato francés que regaló al mundo la elegancia y el saber templado de el gran Zidane, y que tuve que seguir a través del enorme televisor de mi vecino de enfrente. Hasta que mi vecino se asustó y bajó la persiana, y decidí que verlo en el periódico era menos inquietante para todos.

Avanzado el campeonato, Francia dirimía su duelo con Italia en los penalties mientras a escasos metros de allí, los jefes mantenían la reunión de primera edición. Cada penalti era celebrado entre saltos y gritos por varias decenas de periodistas, jóvenes y veteranos que, huérfanos ya de España, nos habíamos sumado a la causa bleu. En medio de aquel clamor, la figura del gran Tomás Roncero destacaba. Saltaba, gritaba, se retorcía como si estuviese poseído. Primero fueron dos avisos. Al tercero, de la sala de reuniones salió uno de los subdirectores y disolvió la manifestación de dos voces, para terminar recriminando a Tomás: “¡Tommy, coño, da un poquito de ejemplo!”. Roncero le miró con las orejas gachas y soltó: “Vale hombre, no te enfades, vamos a tener un poquito de criterio…”
Roncero, hoy mundialmente conocido, era un compañero entrañable. En cierta ocasión, sonaba el himno de Francia. Los himnos tienen algo que te hacen cuadrarte, aunque no sean el tuyo. Se suelen escuchar con respeto y emoción. Emoción que desbordó a Tomás (ya de por sí desbordado…) y que le hizo exclamar: "La Marsellesa, tío… eso sí que es un himno, coño, y no el nuestro, chunda-chundaaaa…¡Venga, hombre!”

Para el mundial de Corea y Japón ya tenía mi propia tele, pero prefería seguir viéndolo en el periódico. Especialmente emocionante fue el partido contra Irlanda, en octavos. Todo el partido sufriendo, España se desinfló y llegamos a la prórroga. Cundió el desánimo entre los muchos que lo seguíamos en el pequeño monitor que tenían los chicos de deportes, pensando que nos pasaría lo de siempre. Hasta que Carlos Carbajosa, amigo y periodista, saltó de su silla y empezó a gritar como un loco: “¡Vamos hombre! ¡España! ¡Espaaaññaaaaa!” y aplaudía cada saque de banda como si hubiésemos metido un gol. Y nos lo contagió. Y entre gritos y aplausos llegamos a los penalties y ganamos. Y nos abrazamos saltando, febriles, porque era la primera tanda que ganábamos en la historia. Y creo que el bueno de Charly tuvo mucho que ver en todo aquello, con su irracional ataque de fe en España. Nunca he vivido un partido tanto como áquel, ni en la tele, ni en un campo…

El loco Fernando (de azul), Sanchidrián (de rojiblanco) y Llamas (en primer término) viendo a su Atleti el último día de Pradillo 42. Herguedas, de blanco madridista, hace como que no ve... FOTO: Mario Benito.

Mundiales aparte, las noches de Europa han dado miles de anécdotas. En deportes había un tiranosaurio de juguete encima de la tele. Pocos segundos después de que Redondo volviera del revés Old Tradford con un taconazo inolvidable, Roncero tenía abrazado aquel dinosaurio de plástico contra su entrepierna. Sus pequeños bracitos se quedaron sujetos al pantalón y ante la carcajada general se paseó por toda la redacción corriendo, saltando y gritando: “¡Come, Godzilla! ¡¡¡Comeee!!!

Fernando, el loco, era, es, un entrañable compañero, un histórico de la redacción. La puta crisis nos lo arrebató como compañero hace un año, pero no como amigo fiel. Colchonero hasta la enfermedad (de ahí su cariñoso apodo), es el único periodista del mundo doctor en periodismo con una tesis sobre su Atlético de Madrid. Las noches de partido eran únicas con él. Era como un galo ebrio de poción mágica sitiado por romanos: irreductible. Tanto empeño le ponía en reírse del Madrid, que sólo conseguíamos que nos dejara en paz llamándole por teléfono a su cuartito de los teletipos, al que acudía veloz cada vez que sonaba. En cuanto respondía, le colgábamos. Y así, conseguíamos ver el partido tranquilos. Una vez lo hicimos tantas veces, que cuando terminó la primera parte, salió de su rinconcillo diciendo: "Joder, no paran de llamarme y no estoy viendo nada del partido". Querido locuelo, te echamos de menos...

En una semifinal del Madrid contra el Bayern de Munich estábamos sufriendo. El Bayern era un coloso y Oliver Khan lo estaba parando todo. El Madrid necesitaba otro gol. Casi al final del partido, un rechace cayó a los pies de Guti dentro del área. Un alemán enorme se abalanzó sobre él. Guti le soltó un codazo histórico en plena cara y, mientras el alemán caía como un árbol talado, su centro lo convirtió en gol alguien, creo que Morientes. Todos empezamos a saltar, excepto alguien que dijo: “¡Pero si le ha dado un codazo en la boca al alemán!” a lo que un encajabaja exaltado respondió: “¿Cómo entraron ellos en París? ¿Regateando?”

Continuará...

lunes, 28 de junio de 2010

Feito

Llevaba buscando esta foto desde hace ya... ¡más de un año! Desde que Ernesto López Feito, mi amigo Feito, falleció inesperadamente de un ataque al corazón en un taxi camino de casa, cuando salía de la radio al terminar su programa deportivo de cada día en la cadena Ser. Tarde muy tarde. De noche, como cuando trabajábamos juntos.



La calidad técnica de la foto no es muy buena, lo sé. Pero es la justa como para mostrar que éramos amigos, lo que había entre nosotros en aquellos tiempos divertidos y difíciles de La Información de Madrid. Noches en las que yo quería matarle cuando hacíamos páginas juntos y juntos terminábamos riéndonos. Muy tarde. Siempre de noche.
Nos conocimos allí, en ese hasta ahora último proyecto para hacer un periódico de Madrid sin la necesidad de serlo también nacional, cuando en 1994 un grupo de amantes de los periódicos intentamos diseñar y escribir y fotografíar y dibujar nuestra ciudad. Loriga, Curtis, Pedro Pérez, Manu Marlasca, Julio Ruiz, Adrián Guerra, Fernando Neira, Virginia Drake, Ferran Marín, Alfonso Aguilar... cito de memoria y me olvido, claro, José Antonio Contreras, Antoñito Ruiz, Feito...

Quise escribir y no pude porque quise que estuviera la foto, que he buscado desesperadamente desde entonces. Pero eso ha supuesto que no tenga que hablar de lo que hablaron esos días las necrológicas que se publicaron sobre él, con los medios en los que había trabajado y todo eso. Todo eso de lo que yo no sé nada porque yo sólo conocía su nombre del programa de deportes de José María García en Antena 3 (la Antena 3 Radio gloriosa, con Pumares, Balbín, Antonio Herrero...) y a él después en este pequeño diario en el que tuvimos la suerte de encontrarnos. De encontrarme con alguien del que nadie, nadie, ha podido nunca hablar mal, y no lo digo porque esté muerto sino porque es verdad. Después no he vuelto a verle ni a hablar con él, y lo lamento, pero aun así sé (y estoy seguro de que él también lo sabía) que seguíamos siendo amigos. Lo seremos siempre.

Jugábamos el campeonato mundial de Defender entre nosotros y con la gente de otra redacción que ahora no recuerdo y cuyos resultados nos traía y les llevaba Perico (mensajero y fotero, también fallecido, aunque mucho más joven, en una carretera portuguesa, otra historia que ya contaré), disparando con saña y sueño en nuestros macs después del cierrre, tarde muy tarde, de noche ya para siempre. Le gustaba el diseño de las páginas y nos entendíamos. Se sentaba conmigo cada noche y juntos hacíamos la contraportada del periódico, que era otra portada y que era una portada póster (si es que está todo ya inventado, incluso lo más moderno), y la hacíamos a veces a la primera ideando títulos, buscando la foto que mejor lo ilustrase, si un tema o varios... y la hacíamos cargándonos el cierre a la segunda, a la tercera, a la cuarta, y a la desesperada al final queriendo yo cogerle del cuello como en la fotografía, ¡Feito, joder! Llegó a crearse un premio con una caja de cartón y un rollo de papel fotográfico gastado (parecido al tubito de cartón interior de los rollos de papel higiénico pero más grande) que se iba poniendo cada día en la mesa del último que cerrara y que llevaba el nombre de "memorial Ernesto López Feito". No puedo seguir escribiendo...

miércoles, 16 de junio de 2010

Frases célebres

Atendiendo al principio clásico de que el orden de lectura en la cultura occidental es de izquierda a derecha y de arriba a abajo, lo primero que aparece en nuestro periódico, antes que la fecha del día o incluso que la cabecera es... ¡una frase célebre!

Filósofos, escritores, políticos, afamados o anónimos pensadores de toda condición, gurúes de la sentencia breve y certera han pasado por "la frase", que es como llamamos a la frase en la redacción. Y no siempre resulta fácil buscar palabras pertinentes para encabecezar todo lo que se puede contar sobre un día, que es en definitiva un diario. Nuestro compañero de la mesa de cierre Alvaro Tizón nos explica cómo cada día leen el editorial para buscar una idea que se plasme después en una cita célebre. Tienen varios diccionarios de citas que cada vez consultan menos porque ahora lo más rápido y efectivo es utilizar páginas web como proverbia.net o wikiquote.



Nosotros queremos reseñar hoy también frases célebres, pero a un nivel más... cercano. Y como ya se cita sobradamente a diseñadores o periodistas pajamentalistas de renombre, vamos a hacerlo con palabras que se han ganado la fama en nuestro entorno inmediato, frases de gentes con quienes trabajamos y convivimos todos los días en la redacción.

"Lo mejor es enemigo de lo bueno", lleva repitiendo durante muchos años nuestro director adjunto John Müller para agilizar el cierre de las páginas, para terminar el trabajo de una vez. Y aunque pueda parecer a primera vista que esta filosofía pudiera perjudicar la excelencia... en realidad es puro periodismo. Es exactamente lo contrario al "vamos a darle otra vuelta", frase anónima de muchísimo éxito en todas las redacciones y entre el personal más diseñista en particular, pronunciada a menudo por quienes desconocen el afamado "umbral de descojonamiento". En realidad, con esto del "vamos a darle otra vuelta" lo que quieren decir es que le des otra vuelta TÚ, que vuelvas a hacer el trabajo otra vez TÚ, porque YO, o sea quien la pronuncia, lo más que haré a pesar del hipócrita plural es quedarme mirando a ver si me gusta o no.

Rocío Galván se pasó muchas noches recitándonos "el señor es mi pastor, nada me falta", como un lamento tal vez algo resignado o como fruto de su férrea voluntad. La frase hizo fortuna y ahora la oímos cada vez que alguien sufre algún contratiempo... o sea cada muy poco. Rocío creyó que dejaría de prounciarla cuando logró dejar finalmente la noche en busca de un futuro mejor en la sección de Economía... donde además de derrochar inteligencia y dedicación, mucha dedicación, sigue diciéndonos "el señor es mi pastor...", a lo que contestamos nosotros a coro "nada me falta".

"No hay nada como estudiar", nos dice desde hace muchísimo, desde el comienzo de los tiempos casi, y nos lo dice con mucho cariño además, Manu Llorente, jefe de Cultura a quien mucho cariño tenemos, cada vez que le gusta cómo hacemos una de sus páginas... a las que tiene tanto cariño o más que a nosotros.

"No nos comemos el turrón".
Varios autores, generalmente un grupo de optimistas que cada cierto tiempo nos recuerda que nuestros puestos de trabajo, así como la vida en general, son efímeros, vulnerables, finitos, precarios...

No podemos dejar de mencionar al gran Fernando Bermejo, un auténtico creador en lo que a frases, célebres o no, se refiere. Periodista de la escuela clásica, al frente de Deportes, es autor de entre otras mil o dos mil frases más de una que puede figurar con mérito propio entre las más célebres de cuantas frases célebres existen y que sirve absolutamente para todo sin decir absolutamente nada, o precisamente por eso. "En mi vida", exclama este talento natural del lenguaje ante cualquier situación que se le presente, fácil o difícil, para rechazar o incluso aceptar algo. Y nos hace exclamarlo después a todos, claro.

"Entre compañeros...", con gesto compungido, nos reprochó en una ocasión Quique Falcón, compañero de blog como todos sabéis y ahora en el mundo de la edición de vídeo, alguna faena que le habíamos hecho, y con razón. "Entre compañeros...", así, dejando sin terminar la sentencia, ha hecho merecida fortuna puesto que las putaditas abundan tanto... "entre compañeros...".

Y como todas las frases no nos caben, y en algún momento debemos terminar a pesar del tamaño infinito de las páginas en internet, lo vamos a hacer con una dedicada precisamente a las posibilidades del espacio físico. Y es que ante un título con demasiados caracteres para la portada, y ante la insistencia de quienes estaban en la reunión de que aquel título no cabía, se pronunció una frase que ha hecho historia en la redacción: "Va a caber".

jueves, 29 de abril de 2010

La guerra eterna

"A comienzos de la ocupación me dirigí en coche a Faluya después de que un helicóptero norteamericano hubiera caído a un campo de judías. Cuando llegué pude ver sus restos, fragmentos retorcidos de metal arrancado, esparcidos por las filas de judías. Había sido un Chinook grande, de los que llevan dos rotores. Dieciséis marines y soldados estadounidenses habían ido en su interior, se dirigían a sus permisos de mitad de período. Los insurgentes lo habían alcanzado con un misil. Me encontraba de pie al borde del campo de judías, con un grupo de colegiales iraquíes, tratando de buscar un sitio desde donde poder ver mejor. Los americanos habían acordonado el lugar de la caída, y un par de Humvees subían con estruendo por la misma carretera de tierra en la que estábamos. Al pasar junto a nosotros, uno de los estadounidenses metió la mano en una bolsa y arrojó un puñado de dulces.
-¡No lo toques, no lo toques! -chillaron los niños iraquíes-. Es veneno de los norteamericanos. Te matará."

Aunque por definición la intrahistoria de la que habló Unamuno es lo que ocurre al margen de la historia oficial, de la Historia que se escribirá en libros, aquello que no publican los medios de comunicación, es precisamente esta intrahistoria de la vida privada de la gente, más real tal vez que la que lleva mayúsculas y formada por miles de microhistorias que unidas son lo que en realidad sucedió, lo que está sucediendo ahora, todo eso de lo que no se escribe, es de lo que escribe Dexter Filkins, corresponsal de guerra de The New York Times, en un libro brutal publicado por la editorial Crítica con el título de "La guerra eterna. Partes desde la guerra contra el terrorismo".



Un libro que no es la consabida recopilación de artículos publicados antes, sino la esencia de 561 libretas de apuntes tomados por este periodista, "el más grande de los reporteros de guerra de esta generación", durante nueve años de su vida en Afganistán y en Irak, en el que me dejan sin aliento tanto las atrocidades de los talibanes como las cometidas por los soldados norteamericanos con los que entró en Bagdad. Porque Filkins escribe con un sorprendente distanciamiento, no está en los vehículos acorazados americanos, codo con los codos de los muchachos que luchan por la libertad y la democracia, ni entre los pueblos invadidos por el imperialismo, a pesar de ser un enviado del NYT.

No hay buenos ni malos, o los hay, pero no están juntos en un bando sino mezclados en ambos: asesinos dogmáticos de Al-Qaeda para quienes los fines son lo único y los medios no es que se ignoren, es que no existen; frente a implacables militares norteamericanos que ordenan quemar con bombas un barrio entero para acabar con alguien desconocido que tal vez viva allí y que mató a uno de sus hombres... para después repartir cientos de miles de dólares en proyectos de reconstrucción y pretender ganarse así las simpatías locales.

"¿Por qué votar siquiera?, le pregunté a Saadi. ¿Por que no quedarse en casa sin más?
Ella me fulminó con la mirada.
-He votado para impedir que mi país sea destruido por sus enemigos -dijo Ella. Hablaba inglés sin acento.
¿Qué enemigos?, le pregunté a Saadi. ¿A qué enemigos se refiere?
Ella empezó a temblar.
-Vosotros, vosotros destruisteis nuestro país -dijo Saadi-. Los norteamericanos, los británicos. Lamento ser descortés. Pero vosotros destruisteis nuestro país, y lo llamasteis democracia.
-Democracia -añadió-. Sólo es hablar."



Además de escalofriantes relatos sobre los horrores de la guerra, como la del soldado Jake Knospler, pinchadiscos no oficial del pelotón y admirador de Johnny Cash, a quien "se parecía un poco, con su mandíbula grande y cuadrada, que aquella granada le voló", nos cuenta también las condiciones de su trabajo periodístico. "Me obsesionaba la electricidad, o mejor dicho, la falta de ella, por el miedo a que se agotaran las baterías", confiesa este reportero finalista del premio Pulitzer por sus crónicas desde Afganistán. "Tenía que pensar en mi teléfono vía satélite y en mi ordenar portátil, y Ash (el fotoperiodista australiano Ashley Gilbertson) en sus cámaras digitales. Llevaba todo tipo de artilugios para aprovechar cualquier fuente que pudiera encontrar, y una de ellas eran las baterías de los coches. Después de que los marines tomaran la mezquita de Mohammadiya, salí corriendo a la calle con mis pinzas de batería y mi transformador; era, hasta donde yo alcanzaba a ver, el único ser humano que había allí, y levanté el capó de un coche acribillado a balazos. Me preocupaban los francotiradores. La batería del coche estaba descargada. Regresé corriendo al interior."

O nos confiesa de manera abrumadoramente sincera la naturaleza de sus fuentes de información cuando habla de Ahmed, de quien dice que "a veces tenía la perturbadora sensación de que me estaba mintiendo. No era que la gente que me traía fuera poco fiable: sus historias siempre cuadraban (...) pero es un axioma del periodismo que las mejores fuentes son a menudo gente de reputación marginal. ¡Señor! -solía decir Ahmed-, tengo una historia para usted: una historia fantástica! Casi siempre la tenía". Dudas que surgen para Filkins porque todo funciona alrededor del dinero, y por dinero se dice la verdad, pero mucho más se miente. "Nunca se le levantaban más las cejas", dice de su fuente, "que cuando yo contaba billetes de 100 dólares y se los entregaba en mano".

Agnafistán, Irak... y Nueva York. Dexter Filkins está en la gran urbe norteamericana cuando suceden los atentados terroristas de Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001. En estos "Partes desde la guerra contra el terrorismo" escribe que "lo primero que pensé fue que había vuelto al Tercer Mundo. Mis compatriotas iban a pensar que esto era lo peor que había sucedido en toda la historia, el final de la civilización. En el Tercer Mundo este tipo de cosas pasaban todos los días".

No voy a caer en el tópico de decir que este libro es de lectura obligada para periodistas, porque quienes debieran de hacerlo a la fuerza son aquellos gobernantes que en este nuevo siglo que no nos ha traído ni mucho menos un mundo nuevo y mejor, deciden enviar hombres a matar y a morir en Afganistán, en Irak, o en cualquier otro lugar de esta Tierra nuestra en la que debe resultar imposible encontrar ya donde no haya caído en algún momento una bomba.

Eso sí, esta Guerra eterna apenas tiene hueco para leerse ya en los periódicos, porque este es un claro ejemplo de lo que nos decía hace muy poco ese otro gran periodista español que es Enric González en una entrevista de caspaTV que reprodujimos también íntegra aquí, en encajabaja: "La prensa escrita ha renunciado a la profundidad y el periodismo de calidad se está publicando en libros. Los periódicos se están quedando en un terreno de nadie, entre lo inmediato, donde los nuevos medios le dan sopas con ondas, y lo duradero, que está en los libros". También habla de la necesidad de ir hasta los lugares donde suceden los acontecimientos, para una vez allí, empaparse del lugar, de lo que sucede, y poder después contarlo.

Como Dexter Filkins en este libro de puro periodismo de calidad, tanta y tanto que le exigieron un altísimo precio. "Yo salí mejor parado que muchas de las personas sobre las que escribí en este libro; aun así, durante el transcurso de los acontecimientos que se describen aquí, perdí a la persona a la que más quería. La guerra no se la llevó a ella; se me llevó a mí."

lunes, 5 de abril de 2010

El periodista robot (I)

El famoso periodista multimedia que casi todos quieren que seamos, o que sean quienes vengan a sustituirnos a mitad de precio además, ¿estudiará ciencias o letras? ¿Estudiará?



Tengan en cuenta que este periodista robot que les mostramos y que ha desarrollado el "Intelligent Systems Informatics Lab" (ISI) de la Universidad de Tokio según leímos en Singularity Hub hace ya más de dos semanas en un artículo que ahora repiten todas las webs "informativas", no ha estudiado nada, ni falta que le hace, para dominar a la perfección Photoshop e Ilustrator en cualquiera de sus versiones y actualizaciones, y la suite entera de Adobe qué coño, junto con todo el lenguaje de programación habido y por haber, MySQL, Quark... no, Quark no, que es para papel y suena anticibernético, FinalCut, AfterEffects y lo que se invente en edición de vídeo, Cubase, 3DSutdio y cualquier aplicación que simule las tres dimensiones que desde hace décadas, muchas, nos anuncian que serán el futuro del cine... Y por supuesto, todo lo relacionado con internet, Flash, CSS, HTML, SEO... todo, e insistimos, sin tener que estudiar nada. Se le introduce el software aleccionador mediante un cablecito, o con una llave USB (nunca con un CD, ¡nunca!, que son del pasado, ni siquiera un DVD) o mejor aún con una conexión inalámbrica del tipo que sea y... ¡listo! A funcionar, y nunca mejor dicho.

No hay manera de instalarle conocimientos de historia, economía, relaciones internacionales, filosofía, comunicación o derecho, entre otros muchos molestos y decorativos saberes, con los que pueda comprender y así establecer relaciones para poder interpretar lo que tiene que contar a los otros. No parece necesario que el periodista multimedia robot tenga que saber nada de todo lo que hasta ahora se enseñaba, y se sigue enseñando, en las facultades de periodismo para que los periodistas humanos tengan una "cierta idea" de las disciplinas que ayudan a entender y analizar el mundo. O a especializarse después en alguna de ellas para profundizar en los temas de los que escriba. No debe ser necesario porque en esos listados que de vez en cuando nos "aconsejan" sobre todo lo que necesita saber un periodista multimedia ¿ha visto alguien que se mencione la literatura, o las ciencias políticas, por poner un par de ejemplos básicos? Idiomas sí, inglés vamos, aunque sólo sea para leer las instrucciones de algún cacharrito tecnológico de ultimísima generación (no osbstante, como podéis ver, el periodista robot ya los lleva incorporados de fábrica) y sobre todo para leer por encima las páginas web de una red global que en un abrumador porcentaje está escrita en tan práctico idioma, lingua franca mundial.



Además de prescindir de todas esas molestas condiciones sociales y laborales que demandan los humanos, los pocos que cada vez menos se atreven a hacerlo, el periodista multimedia robot tiene la enorme ventaja de no tener que ocupar ni una sola célula de su preciosa memoria con esos conocmientos que en realidad distraen a los periodistas en la labor para la que realmente los quieren la mayor parte de las empresas que les pagan: llenar de contenidos que no comprometan en lo más mínimo a esas mismas empresas en su sacrosanta labor de ganar dinero, es más, reforzar esos contenidos para obtener únicamente ese ansiado fin. Por eso, no es que no se necesiten los conocimientos mínimos para valorar, para seleccionar (hay ya quienes incluso alardean de que la selección de sus noticias en la portada de su página web la llevan a cabo "robots", en relación a un software específico, precisamente la selección que es una de las esencias del periodismo), para interpretar y poder dar una visión propia de la realidad, no es que no se necesiten esos conocimientos, decímos. Es que se rechazan. Si alguien los tiene, mejor que los oculte si quiere trabajar y más aún si pretende ascender en el periodismo. Prefieren que no pienses, que seas un periodista multimedia robot, "ya pensamos nosotros por ti, tú dedícate a ejecutarlo, a llenar de contenidos nuestra web". Una falta de visión y de perspectiva que se puede comprobar, por ejemplo, en cómo están dando las "distintas" páginas web elaboradas por periodistas multimedia robots esta misma noticia del periodista multimedia robot aquí, y aquí, y aquí, y aquí, y aquí, y aquí, y aquí, y aquí, y aquí...