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viernes, 20 de marzo de 2015

Del retrato sobre papel prensa al ¿fin? de los periódicos impresos

Inauguramos otro año más el repaso que desde este blog se viene haciendo a cada edición de las Jornadas de Diseño, Edición y Fotografía que organiza el departamento de Comunicación  Audiovisual y Publicidad de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad CEU  San Pablo de Madrid. Este año la charla inaugural corría a cargo de Ricardo Martínez, compañero  de varios de los miembros de este blog en El Mundo. Además de publicar su viñeta humorística  diaria en las páginas de opinión del diario, Ricardo es autor de retratos e ilustraciones usando la  técnica del scratchboard y padre, junto al guionista Nacho, del cómic “Goomer". 

Ricardo Martínez: Rayando la realidad: la técnica del Scratchboard

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Merece la pena detenerse un poco en su trayectoria, desde sus inicios a finales de los 80 en  Miami, trabajando primero para el Miami News y luego para el Miami Herald, hasta que volvió a  España, reclutado por Carmelo Caderot y Pedro J. Ramírez para hacerse cargo del departamento  de infografía del recién fundado El Mundo. Sección que fue abandonando paulatinamente para  centrarse en sus especialidades. 

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Ricardo pormenorizó en qué consiste la técnica del scratchboard: raspar una lámina negra para 
lograr un dibujo mediante distintas líneas. Un proceso que comienza con los conceptos, una vez  que ya se conoce el tema del artículo al que acompaña la ilustración: se buscan ideas, personajes  y referencias que permitan realizar un dibujo que resuma el espíritu del texto, así como fotos que  permitan reproducir fielmente los rasgos de los protagonistas. De ahí se pasa a bocetar los bordes  de la ilustración y después los detalles, que una vez plasmados sobre el papel son la guía que se  usará para raspar y lograr el resultado final. 



Vine en el que se muestra cómo de una masa negra se consigue una portada de Metrópoli

Dentro de este proceso de raspado hay numerosas técnicas, desde la dirección que se emplea  con las líneas (rectas, paralelas, cruzadas...), el color que se emplea (normalmente el blanco  resultante de raspar sobre la tinta negra, pero sin descartar el uso de colores con acuarelas) o los  detalles (relieves, sombras) que se terminan de aplicar una vez que el dibujo está hecho. 
 Una consideración especial del trabajo de Ricardo, que nunca podremos tener en cuenta lo  suficiente, es trabajar con el diseño de la página en la cabeza. No se trata solo de realizar la  ilustración, sino también de tener en mente el diseño de la página completa, incluyendo el texto  (un reparto del 50% para cada contenido, aproximadamente) y la distribución siguiendo las 5  columnas del periódico. Que el ilustrador ya tenga esta proporción en cuenta es sin duda un gran  avance a la hora de aprovechar el espacio de las páginas (aunque sea para dejar deliberadamente blancos). La forma de trabajar también tiene en cuenta los tamaños: es valioso  realizar la ilustración al 100% de tamaño, para lograr que los detalles de los dibujos no se pierdan  al reducir o aumentar la imagen al elaborar el concepto de la página. 




Andrés Vázquez: Papel-Digital, una frontera más difusa de lo que parece

La segunda ponencia de la primera jornada corrió a cargo de Andrés Vázquez, director de arte de  proyectos digitales de Prisa Revistas. Y que, por paradójico que suene, comenzó reivindicando el  papel y recordando su trayectoria en soportes impresos, a la par que destacando el crecimiento de  las tabletas en apenas cinco años y la proyección de uso de smartphones para el próximo lustro. 

Reconocía Vázquez que el proceso de adaptación del papel al digital es arduo al principio, pero  muy satisfactorio, aunque inicialmente se pueda tender a la sobreexplotación de los nuevos  recursos que permite la plataforma digital. Expuso el caso de “El País Semanal” (EPS), la revista  dominical que acompaña al diario El País, y explicó cómo partir de un producto ya hecho y con  unas señas de identidad determinadas se pueden aplicar esos nuevos recursos interactivos que  solo se pueden utilizar en tabletas (desde el simple enlace al deslizador, que descubre una  fotogalería, por ejemplo). Pero con dos variables: el tiempo disponible, que por definición en  publicaciones periódicas es escaso, y la idiosincrasia del producto que tienes entre manos y que  estás adaptando, que desaconseja hacer un producto totalmente diferenciado y recomienda  mantener estructura, paletas de colores, tipografías y otros elementos característicos. 







El soporte digital obviamente promueve una serie de narrativas diferentes al papel, como la  eliminación -aparente- del límite físico de papel (lo de aparente porque yo también creo que las  entrevistas de JotDown son demasiado largas y no pasa nada por editarlas un poco, en serio) o la  posibilidad de poder jugar con las dos orientaciones que permite los dispositivos móviles, lo que  además permite de algún modo “reciclar” material que quizás se hubiese descartado para  concebir la edición en papel, lo que hace muy aconsejable que los diseñadores del papel sean los  mismos que los de la versión digital interactiva, o al trabajen estrechamente durante el proceso de  concepción de cada número, ya que un contenido que se descarta para una edición puede servir  para la otra. 




Concluyó Andrés Vázquez haciendo una última mención al proceso de publicación: el desarrollo  de la aplicación para dispositivos móviles que se requiere antes de subir el primer ejemplar de una  publicación, que debe cumplir los requisitos de programación y publicación de los diferentes  quioscos digitales y que constituye también un reto inicial antes incluso de sentarse a hacer el  número inicial de la publicación.


Texto: Abel España
Imágenes: Luis Blasco

miércoles, 21 de enero de 2015

¿Subportada?

Hace unos años —no muchos, o... ¿tal vez sí?— tuvimos una pequeña y entretenida polémica con quienes defendían con inocente ignorancia el que las portadas-póster en los periódicos eran mejores desde el punto de vista del diseño periodístico que las primeras páginas más clásicas, con sus títulos, sus fotos, sus columnas de texto...

Eran "un avance", decían en aquellos tiempos en los que apareció el diario Público con esta característica y haciendo portadas-póster realmente muy buenas, con el ¿argumento? de que una cosa es mejor que otra por el mero hecho de estar hecha después. Por ser "más nueva" frente a "lo antiguo". Y no sólo es un punto de vista muy discutible, tal y como mantiene el gran Javier Errea,  y con él nosotros, sino que lo calificábamos sin ánimo de molestar unas líneas antes como inocente ignorancia porque este tipo de portadas son tan "antiguas" en el mundo de la prensa impresa como las condiciones tecnológicas para hacerlas lo han permitido: desde comienzos del siglo XX, aproximadamente. El propio diario ABC, del que hablamos hoy, es prueba de ello.




Y hablamos de ABC porque desde ayer ha decidido, además de publicar su portada-póster habitual —cuyo diseño ¡se firma!, curiosamente, de vez en cuando desde hace tiempo— incluir una segunda portada 'clásica' a continuación de la primera, a la que llaman ABC2. "Una portada alternativa que incluye titulares y que complementa el póster que abre la tapa del diario cada mañana. Una subportada, realmente no sé cómo llamarla", escribe Saúl Castillo en su blog sobre diseño periodístico (inconsolata), que amablemente nos ha cedido la imagen que os mostramos. Blog que además de recomendaros por el interés y la frecuencia de sus actualizaciones, pasa a formar parte con todo merecimiento de nuestros "enlaces imprescindibles". [Y de donde sacamos a Innovation in newspapers por su falta de actividad y por la ridícula actitud que mantiene su editor de bloquear en tuiter a todos aquellos que no le dan la razón en cualquier cosa que diga.]


Portada y subportada de ABC publicadas ayer, 20 de enero de 2015 (imagen cedida por (inconsolata))

Con Saúl Castillo manteníamos precisamente una breve conversación en tuiter sobre las ventajas y los problemas de una portada-póster. Problemas que, posiblemente, ABC intenta solventar con esta ¿novedosa? iniciativa de las dos portadas, o la subportada, tampoco nosotros sabemos cómo llamarla.

¿Qué problemas? Pues la rigidez de tener que apostar siempre, pase lo que pase, por uno y sólo un tema, independientemente de la actualidad del día. La reducción de todo un diario que lleva multitud de historias —como sí refleja la que podemos llamar portada clásica— a tener que vender en su principal escaparate una sola de ellas. La necesidad de ser visualmente creativo cada día. Por si todo esto fuera poco, la publicidad se da de tortas —por no ser muy grosero— con el resto de los elementos y es complicadísimo insertarla de una manera eficaz (como se puede ver en el ejemplo anterior).

¿Qué ventajas? Pues la posibilidad de hacer una página mucho más poderosa visualmente para competir en los quioscos. En ningún caso ser más modernos, pero sí tener la posibilidad de utilizar todos los recursos del diseño gráfico, la tipografía, fotografías, ilustraciones... para hacer periodismo visual.

¿Cuál es la solución? Podríamos decidir no tener un modelo definido y hacer cada día lo que nuestro talento y la realidad nos permitieran hacer, pero con el riesgo de perder identidad. O hacer dos portadas, como han decidido en ABC. Lo cual tampoco sé si es una buena solución, el no querer renunciar a nada para tenerlo todo, porque en realidad no se puede tener dos portadas. Ni aunque nos empeñemos. Nunca la página 2 será la página 1. "Creo que la lectura en papel pasa desapercibida", decía en el mencionado debate de tuiter Juanje Campos sobre la segunda portada, la subportada, lo que sea... No hay, pues, una solución milagrosa.

De lo que sí estoy seguro es de que, tampoco ahora, estamos ante algo novedoso. Basta repasar la imprescindible 'Historia gráfica de la prensa diaria española (1758-1976)' de nuestro muy querido Fermín Vílchez, obra de absoluta referencia en el diseño periodístico y sobre la historia de la prensa española en general que no nos cansaremos de recomendar, para encontrar cómo "en 1914, ABC tenía dos portadas: la gráfica y la de texto".



Si vosotros lo tenéis más claro...

viernes, 21 de noviembre de 2014

Un periódico de niños... y por los niños


El que tiene niños sabe que son maravillosos porque son espontáneos, impredecibles y auténticos. No les importa ni lo que piensen de ellos, ni equivocarse, ni tienen miedo cuando se lanzan de cabeza, los insensatos, contra algún muro de piedra que llevaba ahí, inmóvil como una costumbre, durante años.






Ayer, el periódico EL MUNDO, que celebra sus 25 primeros años, conmemoraba el 25 aniversario de la Convención de los Derechos del niño. Y lo hacía maravillosamente ilustrado, bellísimamente enriquecido por los dibujos (no os perdáis los vídeos de los pequeños), las ilusiones y los sueños de muchos niños de Educación Infantil y Primaria, de colegios públicos, privados, niños malitos del Hospital Niño Jesús, de un poblado de chabolas de Madrid, angelitos discapacitados de un centro de educación temprana... Niños que ayer jugaron a ser mayores, a ser periodistas, a menearse con el gesto de Ricardo por un día, o de Gallego o de Rey. A competir con Ulises por un puesto en la redacción o a ser Casimiro por un día. Niños que, a lo mejor, ayer escaparon durante unas horas de su habitación del hospital, o que conocieron una redacción por primera vez. A lo mejor ayer alguno se infectó ayer de ese veneno malo que corre por las venas de los periodistas...




Fotogramas de los vídeos que muestran a los niños dibujando con los ilustradores del periódico.


Esta idea alocada, propia de un niño o de un bombero, surge del gran fotógrafo Alberto Di Lolli.  La propuesta estaba ahí, básicamente. Di Lolli trasladó la idea a Rodrigo Sánchez, nuestro director de Arte, que fue el que le dio forma y la definió. Entenderéis que el mínimo pudor me impide adjetivar en exceso a quien dirige la sección en la que tengo la suerte de trabajar. Sólo os diré que si hay un niño que haya entrado tirando las cosas por los aires, que no le tenga el más mínimo respeto ni a las costumbres ni a los códigos, que esté siempre tramando alguna nueva trastada con una energía inagotable que échate tú a temblar cada vez que le veas entornar esos ojillos de niño cabroncete, ése es Rodrigo Sánchez. 






Entre los dos arranca esta maravillosa chiquillada. Y una vez más, y no es nada fácil, la redacción de EL MUNDO con sus jefes a la cabeza la respaldó. Lo que vino luego fue una maravillosa experiencia en la que los dibujos de mil ceras de colores y los textos negros sobre blancos fueron intimando hasta parecer inseparables. Las tribunas estaban brillantemente ilustradas. Las tiras de Ricardo y de Gallego y Rey lucían llenas de color. Incluso nuestros columnistas mutaron en cariñoso garabato infantil, fruto del talento infinito de Dario Jáuregui, de 11 años, hijo de nuestro compañero Pablo Jáuregui y de Martín Linde, un fenómeno también de 11 años que consiguió deslumbrar al mismísimo Ulises, veterano ya de cientos de guerras pasadas.

Retratos de los columnistas del periódico elaborados por Martín Linde y Dario Jaúregui . De izquierda a derecha y de arriba abajo, Manuel Jabois, Arcadi Espada, Victoria Prego y Raúl del Pozo.


Ni qué decir tiene que estas iniciativas suponen una bomba atómica en la sección de diseño. El periódico es (era) una bestia bien plantada, con sus automatismos, sus repeticiones y sus estilos y líneas rojas. De repente, todo salta por los aires. Pero esta sección de diseño está llena de niños respondones que se crecen en las adversidades. Como bien dice MAJ en su brillante texto de hoy en EL MUNDO, "la locura no se improvisa". En medio de la tormenta es cuando les bajan las pulsaciones a un grupo de trabajo del que nunca podremos contar suficientes virtudes. La paliza que se dio el miércoles nuestro Juan Carlos Caja luchando contra los folios de un periódico y siete delegaciones fue memorable. A su lado unos defendían el periódico del día y Esmeralda adelantaba el brillante despliegue del fallecimiento de la Duquesa de Alba. Todo el que pasaba por la sección salía con una sonrisa de allí. Pese a las carreras. Porque lo que ya se intuía pintaba maravillosamente. Espontáneo, impredecible, auténtico. Como los niños que lo habían hecho posible. Y como el periódico que planteó este reto en su páginas. Un periódico al que no le importa ni lo que piensen de él, que no tiene miedo a equivocarse, ni a lanzarse de cabeza, como insensatos, contra esos muros de piedra que siempre están ahi.  Y bastante cabroncete, como cualquier niño que se precie.



P.D. Tan maravilloso fue el trabajo de los niños que no sólo nos dieron una cabecera... nos dieron muchas. Y tuvimos que elegir entre varias de ellas. Salió la primera que veis aquí debajo, pero teníamos otras, igual de geniales.






Texto: Javier Vidal






miércoles, 5 de noviembre de 2014

Interviú, 2.000 semanas entre el rojo y el negro

El pasado 25 de agosto la revista Interviú llegaba a los 2.000 números. 2.000 semanas en los kioscos, puntualmente, de una publicación que ha marcado, y marca, tendencia y que ha acompañado, y sigue acompañando, a varias generaciones de españoles con reportajes de investigación, entrevistas y erotismo. Con motivo de esta efemérides, Ana de Blas, redactora jefe de diseño de la revista, nos cuenta cómo es trabajar en la revista que leen hombres pero también muchas mujeres.


Ana de Blas es licenciada en Bellas Artes y en Ciencias de la Información. Redactora jefe de diseño de Interviú y autora del blog La Venus del espejo,sobre el desnudo en el arte, en interviu.es.

Sus primeros pasos en el diseño editorial los dio en la revista Dinero, semanario de información económica –por entonces del Grupo Zeta–, pasando después al estudio DCV para abordar proyectos de infografía, cartelería e identidad corporativa, mientras diseñaba el mensual La Tierra. En diciembre de 1997 volvió al Grupo Zeta en Madrid para incorporarse a la redacción de Interviú, tras varias colaboraciones como creativa para Tiempo y la propia Interviú. En octubre de 2000 es nombrada redactora jefe de diseño tras un breve paso como jefa de sección.
En mayo de 2010 realizó el actual rediseño de la veterana publicación –nacida en la infancia del régimen democrático: desde mayo de 1976– y de su cabecera. Una cabecera que es ya historia del periodismo español y abanderada de un ejercicio del periodismo en libertad que debería ser, también, parte de su futuro.



Portada del Especial número 2.000 de Interviú (pincha en las imágenes para verlas más grandes)

2.000 semanas entre el rojo y el negro

Tengo guardada en la memoria del móvil y en la otra, más frágil, la de mi cabeza, la imagen de los cinco últimos directores de Interviú juntos en la presentación del número 2.000 de la revista, celebrada el pasado 8 de octubre. También han sido ellos mis cinco directores, con quienes he aprendido a respirar en un medio ambiente raro como el de esta redacción desde la que escribo estas notas, como siempre, a deshoras. Interviú es una revista muy veterana, es un referente emocional para generaciones de reporteros y fotógrafos y a la vez, al otro lado de la imprenta, de lectores. Ya sean urbanitas o de las cuencas mineras, de la oficina, la fábrica o el camión, público de bares y peluquerías, sindicalistas, diputados en su escaño o adolescentes en la soledad de su cuarto. Todo el mundo en este país la conoce, o más bien cree conocerla, pues se han formado a lo largo de casi cuatro décadas una idea de lo que somos. Hay a quien le resulta simpática por gamberra y atrevida, y hay a quien le da entre asco y miedo por lo mismo. Pero lo que seguramente no se ve desde fuera es que la agenda informativa de Interviú es el poliedro con más caras que se pueda proyectar en el espacio, y lo primero que aprende una aquí es a no extrañarse de nada.

Algunas de las páginas del nuevo diseño de la revista

En esa presentación, uno de esos directores y para mí maestros, Jesús Maraña –ahora al frente de Infolibre– contaba una anécdota para ilustrar esa sensación de estar trabajando en un circo de tres pistas. Nos puso el ejemplo de una de sus jornadas, en la que había tenido que desayunar con Ana Obregón para concertar una sesión de fotos, después comer con el entonces ministro Acebes, y ya por la tarde recibir en su despacho a unos ex agentes cubanos. Bueno, esa es la agenda de un director, la que tarde o temprano se materializará en trabajo también para la mesa de diseño. 

Los reportajes son una seña de identidad de Interviú

Dar forma a contenidos muy dispares y muchas veces impredecibles es pues nuestra rutina, si es que se puede llamar así a no saber lo que te espera. En Interviú tienen cabida la agenda política, el tema social, el consumo, los sucesos, la denuncia ciudadana, el reportaje internacional, temas de salud y de medio ambiente, los deportes, el sexo, la televisión, el corazón... entre los desnudos y los muertos, hay quien solo ve la vena digamos bizarra, pero no es ese nuestro único negocio y esa es la singularidad de este magazine, como apuntaba Maraña con aire pícaro: también recordaba cómo a la mayoría de sus conocidos realmente lo que parecía interesarles era qué tal le había ido con la Obregón, mucho más que las otras citas de aquel día.

Más páginas de la revista con fuerte presencia tipográfica

Dotar de coherencia y un mínimo de unidad a una publicación por esencia tan heterogénea es una de las funciones básicas de nuestro diseño, algo que nos planteamos –entre la dirección a cargo de Alberto Pozas y yo misma como diseñadora– radicalmente en mayo de 2010, cuando abordamos el último proceso de rediseño completo de la publicación.

Necesitábamos bases nuevas sólidas para ponernos al día sin perder nuestras mejores cualidades: el impacto gráfico de la buena prensa popular, la fuerza y exclusividad de las imágenes que lanzamos al mundo, el titular mordiente de los grandes reportajes –el género periodístico que nos define–. Pero en esa ocasión nos atrevimos incluso a algo más: rediseñamos, después de darle cien vueltas, la propia cabecera, a pesar del riesgo que suponía “tocar” un material que no era solo nuestro, no era ni siquiera patrimonio exclusivo del editor, era en realidad de todos los españoles que tenían retenida una imagen de ella en su memoria reciente o lejana.

Páginas de las secciones Panorama de actualidad y Apuntes

Para quien no sea diseñador, quitar o no una banda a 45º de inclinación en una portada, retocar el trazo de la ‘t‘, poner, quitar o mover la tilde de la ‘ú‘ final, unificar y definir un nuevo porcentaje de CMYK del rojo corporativo, decidir una escala... pueden parecer tormentas en un vaso de agua, pero son para nosotros verdaderos quebraderos de cabeza. El acierto o el error en esa suma de pequeñas decisiones influirá en la imagen de todo el equipo y solo se puede evaluar al cabo de un tiempo de rodaje. Ahora no tengo ninguna duda de que hicimos bien en revisar nuestra mancheta, nadie añora la anterior a pesar de que perdimos algo de su vieja identidad en banda; matizamos la energía del rojo y personalizamos el tipo original –esa Helvetica Black Oblique setentera– sin perder nuestra esencia. Seguíamos siendo reconocibles mientras nos actualizábamos y creábamos un logotipo único, ¡bingo! Sinceramente, solo por este trabajo creo que me gané el sueldo por una temporada, y no me hubiera atrevido a hacerlo sin el apoyo expreso del director que llevó las riendas de aquel cambio. Para los más curiosos, os adjunto el ‘Cuaderno de la portada’ con el que presenté mi propuesta, en la que iba incluso más allá en la transformación del logotipo; finalmente, se aprobó la opción intermedia, que es la que mantenemos hoy en el quiosco. 


Parte del cuaderno del rediseño de la mancheta

La evolución de la cabecera era un riesgo que asumimos entonces y quizá lo más llamativo del proyecto para el público, pero la renovación que abordamos en la portada y en las páginas interiores tiene otras claves que los diseñadores entienden bien. Cuando salimos con la nueva maqueta, Diego Areso, editor de Quintatinta, lo resumía así: “lo mejor del cambio: una total revolución tipográfica, y la cantidad de pequeños detalles de diseño fino que inundan las páginas de la revista, y que brillan sobre todo en las columnas de opinión, y en la sección ‘Panorama’, lo más conseguido del proyecto, para mi gusto”.

Portada con la nueva mancheta diseñada por Ana de Blas

Tenía razón Areso, el juego tipográfico es la espina dorsal que da unidad y médula a nuestro cuerpo, ya dije que la variedad algo mareante de contenidos no puede traducirse ni en monotonía ni en vulgaridad ferial, dos peligrosos extremos que nos acechan. En esta carpeta de tipografías la protagonista es la robusta y polivalente Stag de Christian Schwartz, una egipcia creada para el Esquire norteamericano. Una familia que hoy ya tiene una difusión tremenda –vaya, ahí sí que seguro que hicimos diana–, cosa que para nosotros empieza a ser peligrosa si llega a saturar al estar en todas partes. Además, estructuramos los contenidos en torno a cuatro grandes bloques: Reportajes, Chica de portada, Panorama de actualidad y Apuntes de ocio, este último mi favorito en cuanto a posibilidades creativas, donde los contenidos dan pie a mayores lujos y osadías visuales. Desgraciadamente, era un proyecto ambicioso para los tiempos que corren, en los que el papel sale caro y las planillas son cortas, y hoy, pasados cuatro años, sobreviven básicamente los reportajes propios–el ADN informativo de la publicación– las firmas y los contenidos eróticos, para los que, eso sí, nos hemos vuelto exigentes en cuanto a la calidad de producción. Así que, en resumen, no hay muchas páginas, vale, pero intentemos que merezcan la pena, es lo menos que le debemos al fiel y asombrado lector. 

Alguna de las páginas en las que destaca la edición gráfica

Junto a la solvencia redaccional, la edición de fotografía es el segundo pilar de esta revista. Después de muchos años, al menos he aprendido que dedicar buena parte de mis energías a seleccionar y valorar fotos merece siempre la pena: todo el valor de un magazine con vocación gráfica depende del acierto en este ámbito. Hablo de la calidad formal y del valor periodístico de nuestras imágenes, como denuncia y como significado.

Pero además, en estos últimos años ha ocurrido otro cambio importante en nosotros: nos hemos impuesto el reto de publicar, junto a la revista semanal, una serie de monografías especiales que aportan mucho valor añadido a la publicación. Ni que decir tiene que son, como buenos hijos nuestros, cada uno de su padre y de su madre: lo mismo hacemos uno con pura fotografía erótica para gusto de nuestros hambrientos mirones, que nos embarcamos en revisar y actualizar temas de largo recorrido como la Memoria Histórica, los horrores de la guerra –sin censura– o las tramas de los niños robados en España. Es difícil saber si este es un buen camino en un panorama tan confuso como el que vive la prensa hoy, con la eclosión de nuevos y viejos medios en soporte digital, mientras el negocio de papel se encoge. No lo es en un país sobrepoblado de smartphones y mucha, mucha manga ancha para la piratería intelectual (bueno, y de la otra). Pero es una puerta que se abre, la verdad, y otra vez un reto difícil para los diseñadores, porque hay que inventar un traje a medida para cada uno: nuevos recursos y diagramaciones, manteniendo básicamente la unidad de formato, cabecera, tipo y color. Os dejo aquí alguna muestra, para quien tenga curiosidad por alguna de estas portadas de interviú ¡sin desnudos!


Portada de los cuadernos especiales monográficos

Al comienzo mencioné la cita del número 2.000 como la ocasión en la que los de la plantilla habíamos podido tener a cinco directores juntos y cruzar unas palabras con todos ellos. Tuve ocasión también de saludar a Teresa Viejo, la única directora que hemos tenido, circunstancia que la coloca en una posición muy particular, sospecho que de merecido orgullo, pero por momentos incómoda para ella: como si tuviera que explicar qué hace una mujer dirigiendo una publicación para hombres. Como si no fuera periodista, como si no tuviera... no sé, ¿qué capacidad le falta? Yo también soy una diseñadora y periodista eligiendo o descartando fotos eróticas para varones heterosexuales, y os aseguro que no me cuesta más ni menos que elegir la mejor foto de una denuncia, de un suceso, de un terremoto, de una entrevista. Te acostumbras, te especializas. Aprendes que la sexualidad está en el cerebro, ese órgano con el que trabajas. Que los conocimientos que tienes sobre valores formales y significativos se aplican de maravilla en el género del desnudo, donde tienes mil referencias antiguas y contemporáneas para apoyarte. Por eso lo paso tan bien escribiendo mi blog sobre el desnudo en el arte, porque puedo abordar con total libertad las cuestiones de género, sexualidad y roles que acompañan a la fundacional costumbre de los humanos de representar sus cuerpos buscando siempre cosas distintas. Pero esta es otra historia.

Páginas interiores del especial número 2.000


El caso es que Teresa Viejo es además la protagonista de la portada del especial 2.000 que diseñé, y hablamos un par de minutos de ello. Me sorprendió que ella hubiera posado para esa foto sin tener todas las claves que yo tenía. También me extrañó que hubiera aceptado hacerlo: aún no sé si está bien o está mal, si es el mensaje adecuado, aunque ella lo explica mejor que yo en la entrevista que acompaña a sus fotos (que no son desnudos, pero sí tienen mucha carga erótica) del especial. Le conté que el proceso empezó con un mensaje desde la dirección: querían una imagen distinta, algo especial, lujoso, elegante; una edición única, algo para guardar. Se pensó en el color negro como vehículo para expresar esa exclusividad. ¡Negro! Al principio me confundió la idea, nosotros usamos con frecuencia el negro para expresar otras cosas: el impacto, la ocultación, la tragedia, el dolor. Claro que esos son contenidos en los que nos manejamos, por desgracia, a menudo. Por ejemplo, os dejo un par de portadas en negro recientes, de esas rarezas sin desnudos: el espanto de un rayo de luz sobre las calaveras de una fosa común en Villamayor de los Montes (Burgos) fue nuestra elección para el dossier sobre Memoria Histórica, una gran foto de Clemente Bernad. Hubiera preferido dejar hablar a la imagen sola y poner el titular mucho más discreto, pero no pude convencer a mis jefes (sí que me dejaron en cambio con la portadilla del especial con la abdicación de Juan Carlos I: ésta salió como os adjunto, sin palabras). También abrimos un rasgado sobre negro para la portada del extra de los niños robados, dejando ver la imagen de un viejo retrato infantil y dos manos femeninas, una joven y otra vieja, tirando de cada lado... esta foto no es un montaje, forma parte de la realidad, lo que le da un enorme valor. La clave se explica dentro, la portada se abre como un misterio a resolver. En este repugnante turbio asunto de los niños robados durante el oscuro franquismo y más aún, ya en democracia, el recorrido de interviú es tremendo: desde los primeros reportajes de los ochenta (María Antonia Iglesias, Germán Gallego...) hasta la actualidad, con la impecable serie de investigaciones a cargo de la reportera Ana María Pascual. Sí, también una mujer. Ya veis cómo trabajamos al otro lado del papel de la revista.


Páginas interiores del especial número 2.000

Ese día le conté a Teresa Viejo como os cuento ahora el proceso que seguimos: algo negro y brillante, me pedían, pues. Confieso que hice pruebas con fondos texturados y tipografía y no me salía nada que no tuviera un tonillo de ‘50 sombras...’ Entonces pensé en un hombre con esmoquin negro, pero nunca en ese traje de etiqueta sobre un torso femenino: yo estaba buscando algo con lo que se identificara el lector, al estilo de un magazine masculino clásico, vestido para la ocasión. Presenté una portada así y el director me dijo: ¿y si probamos con una mujer? Otra vez me descolocó, ¡habíamos quedado sin desnudos! Luego el resultado es el que habéis visto, de nuevo un mensaje oculto tras el negro: ella, la misteriosa modelo, iba a ser la ex directora. No sé de quién fue este último paso, y ya digo que me sorprendió mucho que Teresa Viejo decidiera aceptar ese reto, es su imagen y le obliga a dar más de una explicación. ¿Qué significa? ¿Supone un tratamiento sexista para nuestra única capitana? ¿O es un signo de libertad, de complicidad con sus lectores, una ruptura de las normas? Decide tú, lector, como siempre haces. 

miércoles, 22 de octubre de 2014

Boceto

Este es el boceto REAL de una página, la primera del periódico, realizado por nuestro encajabaja Javier Vidal...

(los garabatos no son tales, sino los títulos REALES, que debían ser compuestos en la página)


...y ésta, la página resultante:



jueves, 10 de julio de 2014

Otro caso práctico

Esta era la primera versión que hicimos de la apertura de Mundo de ayer, sobre el último y actual rebrote del eterno conflicto entre Israel y Palestina:


Y ésta era la primera página del periódico que teníamos preparada para la primera edición:



Habíamos considerado otras posibilidades para esa apertura de la sección de Internacional, como ésta...


...que posiblemente sea una mejor página doble, con una poderosa imagen de la explosión a un tamaño espectacular. Pero que repetía la explosión que ya dábamos en la portada.


Incluso habíamos probado también con otras imágenes muy buenas para no repetir la explosión:


Que aunque funcionan bien nos parecieron, no obstante, algo esteticistas. Y hablamos de una guerra.


Y llegó la realidad, otra realidad, en forma de partido de fútbol. Y la conmoción de los misiles se convirtió en la conmoción de los goles... Tuvimos que cambiar la portada. Ya no sería un alcance sino que iríamos con el partido, posiblemente uno de los más famosos ya de la historia del fútbol, desde la primera edición. Había que correr, más que los alemanes y muchísimo más que los brasileños, claro.


Lo que nos obligó a llevar la anterior fotografía del estallido del misil en la franja de Gaza desde la portada a las páginas interiores de la apertura de Mundo en las que no había explosión, recordad, porque la explosión estaba en la portada.


Que fue, finalmente, la página doble de apertura de Mundo que salió publicada.



También mejoramos la portada con un fotón en segunda edición, más tarde, muy tarde. Mucho.


Pero esa es otra historia. Otro caso práctico.

lunes, 23 de junio de 2014

Si hay foto... distinta...

No todas las portadas fueron iguales, aunque parece que hay quien sí escribe tuits siempre iguales diciendo que todas las portadas son iguales... sin detenerse a mirarlas. O mirándolas sin saber ver, que también. Y quien no ve... Claro que para que no sean iguales es necesario apostar por la calidad y contar con fotógrafos de mucho nivel que consigan fotografías que no sean la misma, únicas.  Es necesario un fotón así, por ejemplo:


¿Cómo se consigue una fotografía así? ¿No haciendo lo que hacen los demás? Nos lo cuenta el propio Carlos García Pozo, su autor, gran tipo de Bilbao y grandísimo fotero (y editor gráfico, circunstancias que no siempre se dan en la misma persona) en 'Historia de esta foto'.