lunes, 30 de mayo de 2011

Una portada en blanco y negro

Había que poner una fotografía en color sí o sí... aunque significara tener que publicar en portada algo que no era la noticia que queríamos destacar, o que no era noticia destacada, o que no era noticia. Éramos el diario El Sol de Madrid en 1990, el "primer diario del mundo hecho completamente con un sistema de autoedición en ordenadores descentralizados en toda su fase de preimpresión, y también el primer periódico del mundo completamente digitalizado (texto e imágenes)", como nos recuerda Pedro Pérez Cuadrado en la entrega 21 de su imprescindible serie "El color en los diarios españoles", quien, como director de producción del diario mencionado, fue uno de los responsables de que aquel milagro tecnológico sucediera... día tras día.


Composición de una portada de El Sol, 1991. La imagen, curiosamente en blanco y negro cuando hablamos de la 'obligación' del color, está tomada del libro "El reto tecnológico de un diario 'de diseño'. El Sol, 1990-1992", de Pedro Pérez Cuadrado.

Tan sólo Miguel Ángel Aguilar, uno de los cinco directores que tuvo el diario El Sol en su cortísima vida (1990-1992, aunque no llegó a cumplir los dos años), cuestionó esta "obligación" de tener que dar una fotografía en color precisamente porque fuera en color como principal argumento, dejando en segundo plano consideraciones periodístias e informativas, tal y como nos explicó años después hablándonos sobre noticias "duras" (de interés periodístico) frente a noticias "blandas" (entretenimiento coloreado).

Me vino todo esto a la memoria a última hora del viernes 21 de mayo, pasada la medianoche, después de reflexionar y debatir sobre la "famosa" portada que el diario El País imprimía en ese momento con una fotografía de la que lo primero que se decía es que "es en blanco y negro" y que habían comenzado ya a distribuir por internet en las primeras horas de la madrugada del sábado, cuando comenzaba la controvertida Jornada de Reflexión, en el punto álgido de la #spanishrevolution.



Incontables miles de personas de todas las condiciones se congregaban en la Puerta del Sol de Madrid desafiando la esperpéntica resolución de la Junta Electoral Central de prohibir derechos constitucionales a los ciudadanos, que como se pudo comprobar no nos impidieron reflexionar, sino más bien lo contrario, y mucho menos votar un día después. Sucedía también en distintas plazas en muchas ciudades de toda España, pero según se acercaban las 12 de la noche el reloj de la Puerta del Sol, como en una nochevieja fuera del tiempo, veía cómo seguián llegando más y más personas que ya no cabían en la plaza agolpándose en las calles aledañas, Mayor, Montera, El Carmen... en uno de los actos cívicos y políticos, absolutamente espontáneo y pacífico, más emocionantes de cuantos se han vivido en la historia reciente de nuestro país. Hay que retroceder hasta los días de la Transición para encontrar algo así y... el primer diario de información general, con sede en Madrid, decidía abrir su portada con una enorme fotografía, en blanco y negro, ¿principalmente por ser en blanco y negro?, de varios jóvenes en una plaza de Valencia; una imagen tomada por la mañana. "Nos parecía la mejor foto del día". ¿La mejor? ¿Por qué?


Imagen de unos días antes que publicó en portada The Washington Post y que ha dado la vuelta al mundo informando sobre lo que sucedía en nuestro país... evidentemente, en color.

No he podido encontrar todavía una respuesta a ese por qué, me siento como un Mourinho incomprendido que pregunta algo que nadie responde, que ve o no ve lo que todos no ven o nadie ve. Mantuve una conversación a través de tuiter con algunos de los responsales de El País esa misma noche. Le pregunté el "por qué" de esta fotografía en blanco y negro a Borja Echevarría, buen amigo, muy buen periodista, ex compañero y ahora subdirector de El País, quien me desmintió que hubieran tenido como intención la de crear un icono, hacer una "portada histórica" o algo así. "Para nada", me contestó algo extrañado Borja, "sencillamente nos pareció la mejor foto del día, y en la reunión de portada no tuvimos ninguna duda". Me explicó además que la encontraron a través de tuiter, donde su autor, Jacobo Méndez, pedía ayuda para la difusión de la imagen (¡y vaya si la tuvo!) y que después se comunicaron con él través de facebook.

Borja Echevarría me pone en contacto, además de con el autor, con el editor gráfico de El País Moeh Atitar quien nos detalla las características técnicas: "Está hecha con una Canon 20-D, un 50 mm, f-4.0 y un blanco y negro esplendido en CS5". Nos da a entender, pues, que la imagen está hecha en color y después pasada a blanco y negro en Photoshop. Cuando le planteamos el "por qué" del blanco y negro y si no le parece que la foto es más estética que informativa nos responde que "es informativa y estética, pero para opiniones colores. Lo normal es disparar en color para no perder información". Colores, como los argumentos, ningunos en este caso. El autor de la imagen ni siquiera nos contestó.



Sin aportar ninguna tesis nueva, ni vieja porque hasta ahora sólo tenemos aquello de que nos gustó, o el socorrido de los colores, su suceden los elogios al "fotón", que lo es, durante todo el sábado, incluso por parte de gente con mucha autoridad cuyas opiones repeto muchísimo y suelo compartir. El fallo debe ser mío, pues. Pero no encuentro razones de peso más allá de elogios a su "aire retro que la hace todavía más icónica", en una imagen que para mí es muy buena pero me resulta algo anacrónica. Una foto al estilo del tambien valenciano Agustí Centelles, llego también a leer, lo cual confirma ese cierto anacronismo, porque siendo cierto que tiene ese estilo, el gran Centelles hacía durante la Guerra Civil española fotografías absolutamente nuevas y modernas que nada tenían que ver con imágenes de 50 años antes a su época. Nadie hubiera calificado las fotografías de Centelles como 'retro' cuando las hizo, sino todo lo contrario.

Podría haber leído, tal vez, que conviertiendo con software la fotografía a la escala de grises con la que se publicó se consigue un mayor contraste que le da más fuerza visual a la imagen. O entrar en el contenido para destacar el simbolismo de cómo unos jóvenes cambian el nombre a la principal plaza de la ciudad para darle el nombre del 15-M. O incluso destacar la composición piramidal en un formato vertical, que como ya hemos mencionado en otras ocasiones crea tensión, con los brazos de los jóvenes hacia arriba, ayudándose unos a otros... todos juntos, etc. Pero no leí nada de esto. Qué bonita, cómo me gusta, qué foton...

No puedo descartar que todos estos argumentos que echo en falta, y que hubiera querido rebatir con mayor o menor acierto, esa ausencia de profundidad en la explicación de las cosas, de análisis y pensamiento, se deba a la propia naturaleza del canal que utilizamos para hacerlo: tuiter. Pero es parte de su éxito, ¿no?, que precisamente podamos eludir la profundidad. Una vez más tengo que citar en este sentido al maestro Pedro G. Cuartango, uno de los más grandes "periodistas pensadores" en lengua castellana de estos tiempos, a quien tengo admiración, cariño y la enorme suerte de conocer desde hace ya unos pocos añitos —se da la feliz coincidencia de que también compartimos la redacción del diario El Sol que comienzo recordando en este artículo—, quien en algo más de los 140 caracteres de rigor —otro por qué sin respuesta, el de limitarnos el espacio en un soporte sin límite como internet— reflexiona sobre la falta de reflexión.

Plaza de Sant Jaume de Barcelona, 1936. Agustí Centelles


"Me ayudas a difundir esta foto hecha en la plaza del ayuntamiento de Valencia esta mañana?", pidió el autor de la famosa fotografía, Jacobo Méndez, en internet

Como a mí no me importa demasiado el límite de espacio, y teniendo en cuenta que los cuatro valientes que hayan llegado hasta aquí, para quienes mi agradecimiento y admiración son infinitos, seguro que están dispuestos a llegar un poquito más allá, les voy a explicar mi punto de vista al parecer a contracorriente de que por qué yo no hubiera publicado el sábado 21 de mayo de 2011 en primera página de un diario de tirada nacional esta magnífica fotografía. E insisto en lo de magnífica porque no critico la calidad de la fotografía, motivo por el que felicito sinceramente a su autor, sino porque me parece más que discutible la oportunidad de darla en primera página.

Es en realidadd, el argumento de siempre: porque se trata de hacer periodismo, de informar. De contar lo que sucede y cómo sucede. Y la realidad que contamos es en color. Es un debate que, además, ya está superado. No encuentro ninguna razón que esté por encima de ésta. Los periódicos no hacen arte, informan. Y aunque no dudo en ningún momento de la sinceridad de mis compañeros de El País cuando me comentaron que no buscaron una portada "histórica", realmente es la única razón por la que puedo entender esa foto en la portada. Una razón de poco peso, eso sí, porque los periódicos tampoco crean iconos para la historia bajo su cabecera, eso sólo puede suceder además de, como una recompensa no buscada a la labor de informar.

Un icono que, además y según mi punto de vista, difícilmente podría serlo para un acontecimiento del siglo XXI en "glorioso" y "artístico" blanco y negro. Un blanco y negro forzado, creado artificialmente en un ordenador a partir de una imagen en color. Un blanco y negro que a estas alturas tecnológicas sólo puede entenderse como una visión personal y artística de un fotógrafo, como opinión, pues, en vez del color de la información, como bien me señala mi compañero de blog y periódico Javier Vidal.

Y porque la noticia no era esa. Tal vez los periódicos tradicionales no han llegado a entender del todo lo que estaba sucediendo en las calles, con la excepción posiblemente del diario Público (cuya portada sobre mensajes escritos en la Puerta del Sol, además de parecerme la mejor de las que han hecho hasta ahora como ya comenté en un post anterior, sí refleja mucho mejor lo que he visto y vivido en las calles de Madrid), y mientras el resto de diarios han seguido haciendo portadas más para sus propios lectores que para los "indignados", El País quiso hacer algo a medio camino, para no quedarse descolgados. Tal vez. Algo que resulta todavía más complicado que el intentar crear un icono para la historia de espaldas a la información más relevante que en los mismos instantes en que esa gran fotografía en blanco y negro se imprimía en una rotativa de Madrid sucedía en una Puerta del Sol llena de gente, y de colores.

jueves, 26 de mayo de 2011

Un tal Murphy

Decía Murphy, en su primera ley, que si algo puede salir mal, saldrá mal. A lo que Pudder añadió que "todo lo que empieza bien, acaba mal". Y ambos no podían tener más razón, porque ayer sucedió justamente eso: teníamos la maqueta hecho, perfectamente ordenada y lista. Pero sabíamos que algo iba a ir mal. Y no nos equivocamos.

Sobre las 19.00 falleció el ex gobernador del Banco de España Luis Ángel Rojo. Por sorpresa, claro. Así que nos pusimos manos a la obra para hacer, a parte del Obituario de rigor, unas cuantas páginas más con su trayectoria. Fotos, crónica y unas cuantas opiniones que glosen al personaje y su importancia en casos como Banesto, Ibercorp o Filesa. El plato fuerte de la doble página eran cinco fotos (ya sabéis el "defecto" de querer meter cuantas más mejor) y una opinión del ministro Miguel Sebastián. Además, había que sumar otra opinión de John Müller y un análisis de Carlos Segovia.

Con todos estos elementos, planteamos esta doble:


Poco después de terminarla, la página empieza a sufrir cambios: esta foto de aquí, ponla aquí ; no, mejor esta otra que va en pequeño que mande; no, pon esta otra, que salen fulanito y menganito; pero dala a cuatro columnas, porque a cinco baja muchísimo. Aquí nos acercamos peligrosamente al Umbral de Descojonamiento que ya comentamos en este blog. Umbral que dejamos muy atrás cuando uno de los textos no llegaba a tiempo para la primera edición. Solución: meter un recurso de la casa. De esta manera, todas las posibles combinaciones de foto quedaban en papel mojado porque había que dar, sí o sí, la foto a cuatro columnas para que entrara el texto.


Parece que todo está correcto. Pues no. Acudamos de nuevo a la ley de Murphy: Postulado de Tylczak sobre la Probabilidad: Los sucesos fortuitos tienden a suceder todos juntos. Totalmente cierto: llega el texto que no había conseguido entrar en la primera edición. Es el texto del ministro, al que no se le puede/debe cortar porque se lo hemos pedido a salto de mata. Estaría feo cortarle encima que le hemos "asaltado". Pero como nada es tan fácil como parece (primer corolario de la Ley de Murphy), el texto no encaja en la extensión que habíamos pedido. Vuelta a cambiar todo.

Aunque esta vez nos supuso una ventaja. Podíamos volver a poner la foto que nos gustaba al tamaño que se merecía. No todo es tan malo como parece (¡toma Murphy!). Pero, aún así, había que retocar un poco la página: pasar la opinión de la derecha a la izquierda y la opinión grande debajo del gris, pensada para ir en la página par, a la impar, por lo que había que hacer más pequeñas las fotos y el gris hasta que entrara. Un desbarajuste total, pero como dice el propio Murphy: Sonría. Mañana puede ser peor.


miércoles, 25 de mayo de 2011

Periodiquerías (XXXIII)






Maranello (Italia, 2011) / Jaime Rodríguez





Llanes (España, 2011) / Luis Blasco





Antigua Venta de Almadrones (Km. 103 de la Autovía A-2 Madrid-Barcelona, 2011) / Mario Benito




Enviadnos fotos de vuestras "periodiquerías" antes de que todas sean iguales y se llamen iPad. Fotografiad esos lugares en los que todavía se venden periódicos, y las publicaremos en esta serie. Si queréis.



Entregas anteriores de Periodiquerías:

Periodiquerías (I):
Madrid - Nueva York - Sevilla
Periodiquerías (II): Bilbao - Resistencia (Chaco-Argentina) - Múnich
Periodiquerías (III): Estambul - Praga - Nueva York
Periodiquerías (IV): Salamanca - Edimburgo - Tres Cantos (Madrid-España)
Periodiquerías (V): Lima - Bruselas - Mérida (España)
Periodiquerías (VI): Londres - París - Roma
Periodiquerías (VII): Las Vegas - Los Cristianos (Tenerife) - Alicante
Periodiquerías (VIII): Antigua (Guatemala)
Periodiquerías (IX): Berlín - Viena - Moscú
Periodiquerías (X): San Francisco - Puerto de Santa María (Cádiz) - Málaga - Newspaperman
Periodiquerías (XI): Lisboa
Periodiquerías (XII): Venecia - San Petersburgo - Osaka
Periodiquerías (XIII): Barcelona - Los Angeles - Buenos Aires
Periodiquerías (XIV): Kabale (Uganda) - Honolulu (Hawai) - Filadelfia
Periodiquerías (XV): Zaragoza - Gerona - Pamplona
Periodiquerías (XVI): Miami - Nueva Delhi - Lima
Periodiquerías (XVII): Hollywood (Los Ángeles - USA)
Periodiquerías (XVIII): Cagliari (Cerdeña - Italia) - São Paulo - Parlamento Europeo (Bruselas)
Periodiquerías (XIX): México DF - Salzburgo - Buenos Aires
Periodiquerías (XX): Milán - Punta Arenas (Chile) - Cannes
Periodiquerías (XXI): Londres
Periodiquerías (XXII): Xian (China) - Assilah (Marruecos) - Bergen (Noruega)
Periodiquerías (XXIII): Damasco - Washington - Turku (Finlandia) - ¿Monumento al lector de prensa? Tampere (Finlandia)
Periodiquerías (XXIV): El Vaticano - St. Ives (Reino Unido) - Harvard (Estados Unidos)
Periodiquerías (XXV): Denia (España) - Seúl - Nápoles
Periodiquería de la Paz (XXVI): Pekín
Periodiquerías (XXVII): Como (Italia) - Oporto - Plasencia (España)
Periodiquerías (XXVIII): Pretoria (Sudáfrica) - Manchester - Aeropuerto de Heathrow (Reino Unido)
Periodiquerías (XXIX): Guayaquil - Valladolid - Avilés
Periodiquerías (XXX): La Habana - Aeropuerto de Ezeiza (Argentina) - Getafe
Periodiquerías (XXXI): Algeciras - Zamora - Gijón
Periodiquerías (XXXII): Melbourne - Ágreda (Soria) - Oviedo

viernes, 20 de mayo de 2011

Carteles electorales

Con independencia de lo curioso que supone el que por primera vez en nuestro país —que yo recuerde— un partido político ilustre sus carteles electorales con las fotografías de sus principales rivales políticos en vez de con las suyas propias...



... con independencia, decía, de esta muestra inaudita de "fair play" y "juego limpio", llevo preguntándome varios días quién habrá concebido las fotografías de los carteles electorales de los dos principales candidatos a la Comunidad de Madrid.





Por muy raro que nos pueda parecer, aunque ya pocas cosas me resultan extrañas en el mundo de la política, ¿habrán llegado los recortes presupuestarios también a las campañas electorales hasta el punto de que hayan encargado las fotos a algún voluntario pretencioso con aspiraciones artísticas que se compró una réflex de oferta y después hizo un curso de Photoshop en el Inem?

Esperanza Aguirre, candidata de la derecha, "centrada" en nosotros... y convenientemente photoshopeada.

Tomás Gómez, candidato de la ¿izquierda?, con el gesto que tendría cualquier ciudadano común y corriente al hacerse una foto.

¿Han visto los ojos maquillados a lo vampiresa de Esperanza Aguirre? ¿La mirada perdida en horizontes lejanos de Tomás Gómez, tan natural? ¿Entre ellos hay que decidir aquí, en Madrid?
Y esto es en lo referente al aspecto externo que nos quieren transmitir, porque si miramos al interior, o a lo que proponen, y suponiendo que ambas cosas, interior y propuestas existieran, entonces para mí las diferencias desaparecen.

Escribo y fotografío deprisa, antes de que la Junta Electoral Central decida eliminar también este blog nuestro y vuesto porque las únicas imágenes realmente espontáneas y distintas de esta anodina campaña electoral hay que buscarlas en la Puerta del Sol de Madrid




Tomé estas fotografías una de estas noches, tarde muy tarde, al salir del periódico, en esa especie de "ciudad" que nos detalla Miguel Nuño en un magnífico gráfico y que se está levantando en la plaza más emblemática de mi ciudad. Me encontré con quienes serán algunos de nuestros políticos dentro de unos años haciendo propuestas más o menos utópicas, incluso cantando canciones ¡de Silvio Rodríguez!, "la ciudad se derrumba y yo cantando...", igual que me codeé con quienes son los políticos de ahora en actos de protesta similares hace unos veinte años. El mito del eterno retorno o aquel "cambiar todo para que todo sigua igual" tan certero... y tan necesario.

Los medios de comunicación, que según los "indignados" no les hacen caso, han abierto todos los días con estas manifestaciones cívicas en las que se denuncia lo que los medios de comuncación llevan años denunciando (alguien adivina cómo han conocido los casos de corrupción, por ejemplo). Hay canales de televisión que incluso lo están retransmitiendo en directo, con estrambóticas coberturas para desacreditarlos que consiguen lo contrario, o bien ofrecernos un original programa de reality humor.



Y también con acierto, con diseño periodístico al servicio de la información, como en esta fantástica portada del diario Público, posiblemente la mejor de las que han hecho hasta ahora:


jueves, 19 de mayo de 2011

Homenaje al picador


El trabajo de periodista tiene muchas satisfacciones. Lo juramos. Hay días, normalmente los más "complicados", en los que te vas a casa con una sonrisa en la boca por un trabajo bien hecho y una jornada frenética de información y adrenalina.

Sin embargo, para ser primera espada y poder torear en las mejores plazas, antes has tenido que ganarte la vida en plazoletas móviles y con novillos de escasa casta. En un periódico esto se suele corresponder con el escalafón más bajo (que no menos útil) de la cadena informativa, es decir, los becarios. Porque [casi] todos los grandes periodistas han sido cocineros antes que frailes.

Cuando eres becario te suelen tocar las tareas más ingratas de la información, que no las menos importantes. Gracias a estas labores se aprenden muchas cosas, de verdad. Revisar clasificaciones, volcar textos, editar breves que luego no van o picar [rellenar] tablas y clasificaciones. Aunque gracias a algunos programas informáticos algunos han evitado terminar miopes y con tendinitis en los pulgares. Pero ese es otro tema.


Esta última tarea, muy habitual en periódicos deportivos, es la más tediosa e ingrata de todas. Así que cuando nos encontramos esta doble página del AS inmediatamente nos acordamos del pobre chaval(a) al que le tocó picar todas esas posibilidades de descenso. ¡Más de 200! Esperemos que el chaval se encuentre bien después de meter todos esos datos, porque tal paliza de 1, x y 2 puede provocar que te quedes bizco o que te dé un ataque epiléptico.

Sin embargo, mucha gente puede creer que esta tabla es inútil o que no tiene un pelo de fiable. No podemos asegurar que sea así porque no hemos revisado todas las opciones (y eso que tenemos un par de equipos implicados en este "drama"), aunque hay tres datos que nos hacen pensar que sí es verídica: el primero, que nadie se mete esa panzada de tabla sin un fin objetivo y verídico; dos, que detrás de ella está, entre otros, MisterChip, un auténtico maestro de la estadística; y tres, que los parroquianos de los equipos de fútbol se agarrarán a ella como a un clavo ardiendo esperando que el equipo de sus amores se quede un año más en Primera. Como esté mal más de uno puede cometer una locura.

Por eso y porque el chaval (chavala) se lo ha ganado, un aplauso para los picadores: plas, plas!!!!

miércoles, 18 de mayo de 2011

La foto de Bin Laden

Osama Bin Laden no aparece en la foto de la "ejecución extrajudicial" de Osama Bin Laden, porque LA foto del acontecimiento mundial de las últimas semanas, bueno de uno de ellos, es ésta:



Un fotón absoluto y grandioso obra de Pete Souza, fotógrafo oficial de la Casa Blanca, que para mí supone un paso más allá en la historia del fotoperiodismo al ofrecer un punto de vista radicalmente nuevo, el rostro no del famoso asesino ejecutado, o tiroteado con el calificativo que quiera dársele y en cuyo debate no quiero entrar ahora, sino el rostro de quien ordena matarle en el momento exacto de hacerlo.

Y como, además, son distintos responsables de esa muerte quienes aparecen en este "grupo salvaje" reunido en la Situation Room (¿Sala de Situación?, menuda situación), podemos ver los distintos rostros del ser humano cuando mata a otro, con independencia de lo justa o injusta que sea su acción: el rostro de la preocupación, el enorme peso de la responsabilidad en la mirada de quien es el máximo responsable (premio Nobel de la Paz y hombre en quien se depositaron millones de esperanzas, posiblemente distintas a ésta), la concentración en los aspectos técnicos del militar que dirige desde un ordenador la operación —curiosamente sentado en el sillón que supongo que corresponde al presidente—, la curiosidad en algunos que desde el fondo buscan un hueco para mirar, el estupor, la frialdad de otro, la aparente o despreocupada calma, o vacío insensible de un vicepresidente que pareciera estar en el salón de su casa viendo alguna serie aburrida, el horror de Hillary Clinton...

Es una foto tan poderosa que tengo la impresión de que si el señor Obama (con "b") dejara de lado los argumentos tan peregrinos y contradictorios en los que se escuda hasta ahora y decidiera hacer pública la fotografía de Osama (con "s") muerto, es posible que esa imagen no consiguiera eclipsar a esta otra, por muy "horripilante" que fuera, por mucha masa encefálica que salga por la cuenca del ojo izquierdo como ha declarado el senador republicano James Inhofe que puede apreciarse... la foto del asesinato, o de la muerte, o de la ejecución, de Bin Laden, seguiría siendo ésta. Una de las grandes imágenes en la historia del fotoperiodismo según mi punto de vista... pero que sólo el tiempo decidirá incluir en esa categoría o no, evidentemente.

Tan poderosa, que incluso ha empezado a causar problemas a quienes aparecen en ella. Problemas originados por ser una fotografía de miradas. Porque más allá de la composición piramidal de inspiración pictórica a lo Rembrandt como reseña Angel Casaña en su blog sobre fotografía, lo que veo es una fotografía de miradas... en la que podemos ver el alma humana. Miradas que además nos dirigen hacia un punto que no vemos pero en el que sabemos lo que está sucediendo. Miradas que nos pueden hacer sentir —de golpe y a la vez, o bien primero uno y después otro— el conjunto de sentires que transmiten cada una de ellas por separado.

Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp (1632). Rembrandt.

Retrato de Inocencio X (1650). Diego de Velázquez.


"Troppo vero!", demasiado real, como le dijo el Papa Inocencio X a Velázquez cuando el genial pintor le mostró el impresionante retrato que le había hecho. Demasiado real su propia mirada, la mirada terrible del poder que también aparece en la fotografía de Souza. Si como podemos leer en el blog de Casaña antes mencionado, resulta acertada la agudísima perspicacia de Rafa Sierra, director de la revista Arte, de comparar esta imagen con la Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, de Rembrandt, en el que un grupo de personajes organizado en una composición similar observan un cadáver, que a diferencia de lo que sucede en la foto, en el cuadro sí se ve ocupando el lugar central y casi toda la luz —otro motivo por el cual se carga de fuerza la fotografía—, yo descubro también aquí la mirada de ese retrato del Papa que no quiso ver pintada su propia mirada.





Miradas. Problemas a quienes allí aparecen. Especialmente a las dos mujeres: problemas de alergia en Hillary, problemas de identidad en una joven hasta ahora desconocida. Fueron precisamente mujeres quienes me hicieron que reparase en la mirada aterrada de Hillary Clinton, como reflejo del puro horror de lo que debían estar contemplando sus ojos... y que ella ha tenido que desmentir después alegando que padecía "una alergia primaveral"; una de esas típicas excusas que todo el mundo cree, ¿verdad?, y que además nos ilustran acerca de lo que debe sentir de la señora Clinton hacia sus semejantes, a quienes nos debe suponer idiotas. La aparición de una mujer "desconocida" al fondo de la imagen tiene una historia apasionante detrás, porque al parecer se trata de Audrey Tomason, miembro del servicio secreto bautizado con el eufemismo de "directora en la Casa Blanca de la lucha antiterrorista" o "directora de la oficina de Contraterrorismo" según sea la fuente, o sea una espía, cuya identidad ha quedado desvelada con todas las consecuencias que ello conlleva —la primera e inmediata el más que posible final de su carrera—.

Hillary Clinton, con "alergia", en primer plano; y Audrey Tomason, asomándose al fondo, en plenas labores de "contraterrorismo".


Osama Bin Laden no aparece en la foto de su propia muerte porque ¿ya no era nadie?, como parecen mostrar esos vídeos con los que la Casa Blanca tal vez pretende humillar y desmitificar su figura, el terrorista global convertido ahora en un anciano andrajoso en un entorno que se desmorona, viéndose en una televisión de museo arqueológico como si ya sólo quedase él como el único espectador de sí mismo.

lunes, 16 de mayo de 2011

Nadie lo sabe. ¡Es un misterio..!



En 1998 se estrenaba Shakespeare in Love, película dirigida por un desconocido, pero en absoluto estado de gracia, John Madden. Un joven Will Shakespeare se gana la vida escribiendo sus propias obras e interpretándolas en Londres. Se mueve en un mundo de actores granujas y empresarios tramposos y malos pagadores. Cuando se enamora perdidamente de Lady Viola de Lesseps, vivirá en primera persona para escribir la que será su mejor obra: Romeo y Julieta.

Shakespeare in love es una deliciosa película, un poco pastelona, quizás, pero con un inteligentísmo y envidiable sentido del humor. A ello contribuyen los magníficos actores, que conforman un reparto coral del que resultaría difícil destacar alguno. Pero si con alguno tuvieramos que quedarnos, ése sería, sin niguna duda el gran, grandísimo Geoffrey Rush, ese inmenso actor australiano al que muchos de nosotros descubrimos cuando nos devastó con su fabulosa interpretación en Shine (1996) en la que daba vida a un pianista que perdía la cordura en su titánico afán de abarcar a Rachmaninoff. Rush, que entre otros ha dado vida en la gran pantalla al Capitán Barbosa, ese singular pirata "tan malvado que fue expulsado del mismísimo infierno", interpreta a Philip Henslowe, propietario del teatro la Rosa, donde William Shakespeare estrenará Romeo y Julieta. El montaje, lleno de problemas y casi sin medios económicos parece abocado al desastre. Faltan actores, el último acto no está escrito y el narrador... ¡el narrador es un actor tartamudo que no ha pronunciado dos palabras seguidas en toda la película! Shakespeare, desesperado, ve como la debacle se cierne sobre ellos. Sin embargo, el excéntrico pero sabio Henslowe sabe cómo terminará todo...




La primera vez que vi esta pelicula pensé que esta situación era idéntica a lo que vivimos a diario en los periódicos: todo acaba saliendo bien. ¿Cómo? Nadie lo sabe. Es un misterio. Muchas, muchísmas veces hemos pensado en el periódico que al día siguiente no salíamos. Problemas de todo tipo, técnicos, humanos. La redacción se nos inundó una tarde, hace años. Una vez hubo un escape de gas... el periódico terminó saliendo puntual a su cita, al final del día. El sistema se cae siempre en el peor momento, sin conceder ningún margen de tiempo. Y al final, todo sale bien. Se trabaja más deprisa, se trabaja en adelanto... Se hace lo que haga falta para llegar a los quiscos a la hora convenida. Pero en una ocasión... en una ocasión era imposible que lo consiguieramos. En una ocasión, uno de los servidores del periódico salío ardiendo. Literalmente. Fue un sábado por la tarde. Imposible arreglarlo con tan poco tiempo. Faltaban tres horas para el cierre del periódico y las caras en la redacción eran un poema. Todos pensábamos "al final, se arreglará..." pero pasaba el tiempo... y aquello no parecía como otras veces. No había sistema. No habían publicaciones. No había catálogo. No habían estilos, ni cabeceras, ni folios... no había nada. Nada de nada. Imposible "fabricar" un periódico completo de cero en tan poco tiempo. En maquetación estábamos tres personas entre incrédulas y, porqué no decirlo, aterrorizadas. Todos, desde el jefe responsable del fin de semana, hasta el último de nosotros sabía que, esta vez, no salíamos.

Cuando faltaban dos horas para cerrar la primera edición, en un ordenador del taller apareció una página incompleta de periódico que alguien, bendito sea, tenía olvidada en su escritorio del ordenador. Faltaban dos horas, no teníamos estilos ni modelos de páginas, pero teníamos el material que contenía aquel documento de Quark: un folio, una foto, un pie de foto, un título, un bloque de texto y un sumario. Suficiente. Las tres personas que estábamos en maquetación bajamos las cabezas y comenzamos una carrera desenfrenada, componiendo páginas sin hablar entre nosotros, copiando elementos de esa página maestra a todas las demás, controlce-controluve, soltando páginas al ritmo de una fotocopiadora. No hablábamos, no hacía falta... Cada uno sabía por donde iba el otro, sólo con una mirada. Incluso recuerdo el ladrido que le solté al pobre y querido Orfeo Suárez porque, alucinado, no entendía porqué me negaba a ponerle un pie de foto titulado en una página: "¡¡No hay pies titulados!! ¡¡Hay un pie, un título y un sumario: elige!!"
El periódico salió a su hora, por supuesto. La redacción había trabajado en adelanto y corrió lo indecible para cerrarlo en un tiempo récord... Y mis dos compañeros y yo nos fuimos de la redacción a casa, en silencio, conscientes de que aquella noche habíamos estado a punto (de verdad) de no salir. Al día siguiente, por la mañana, al entrar en el periódico me encontré con el jefe que estaba al mando el día anterior, el de la crisis... Seguía pálido.

E inevitablemente, cada vez que pasamos por una catástrofe, o cada vez que veo como se dibuja el pánico en el rostro de algún becario con poca experiencia pero mucho sentido común que piensa que hoy tampoco salimos, recuerdo al gran Geoffrey Rush en Shakespeare in Love... Y recuerdo que no trabajamos en una empresa normal. Trabajamos en un periódico. Y en los periódicos a veces pasan cosas que no tienen explicación lógica y que nadie sabe explicar... Porque nadie lo sabe... ¡Es un misterio!

PD: Como colofón, una sencilla línea en la que se aprecia el reconocimiento y el mérito que suelen conceder los que ponen el dinero a los que se les ocurren las ideas...




Shakespeare in love, 1998
John Madden
Joseph Fiennes, Gwyneth Paltrow, Geoffrey Rush, Tom Wilkinson, Colin Firth y Judi Dench