viernes, 5 de septiembre de 2014

Breaking Bad... (In memoriam José Antonio Vidal-Quadras)

Yo soy así, que le vamos a hacer. Ya expliqué en una ocasión que suelo llegar tarde a casi todo. Los libros, las citas, las películas y por supuesto, las series... Generalmente las veo tarde y del tirón... Eso me beneficia como espectador, pero me desacredita entre el género humano que tuitea su vida frente al televisor.

Todo el mundo coincide en que Breaking Bad es lo mejor que se ha hecho para televisión en los últimos años. La gran mayoría la pone al nivel de la mítica The Wire, de la que todavía no he visto ni un capítulo. Incluso la sitúan por encima de Los soprano ese insuperable -dicen- retrato de la mafia moderna. La verdad, no puedo opinar... No he visto ni un sólo fotograma de Los Soprano. Y no puedo opinar además porque tampoco he visto ningún capítulo de Breaking Bad... Ni ganas que tengo, la verdad...

Ya le llegará su momento...

El otro día Breaking Bad arrasó en la gala de los Emmys. Normal,  DICEN que es muy buena. Y ¿a que no sabéis a quién vinieron a buscar para maquetar la información? Probablemente al único tipo del periódico, incluso del país que no ha visto ni un sólo segundo de la dichosa serie... El universo y su sentido del humor, supongo...

¿Y cómo te enfrentas a este tema si no tienes ni una referencia a la que agarrarte? El otro día nos dejó José Antonio Vidal-Quadras, uno de los profesores más queridos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. En sus clases, y en su despacho, y cuando te lo cruzabas por el campus con su rebequita, siempre aprendías algo. De la profesión, pero sobre todo, algo sobre eso tan complicado que se llama vivir, siempre con una sonrisa amable en la cara... Era un tipo entrañable. Y siempre aprovechaba para recordarte la necesidad de leer, de formarse, de hablar con todo el mundo, y sobre todo de escuchar... Es-cu-char... Ejércitos de periodistas que ¡escuchan..! Porque para saber contar las cosas hay que conocerlas, sí. Comprenderlas, también. Pero sobre todo hay que saber dónde y a quién acudir para enterarse de la gran mayoría de cosas de las que no sabes un pimiento...  José Antonio era el tipo que mejor escuchaba del mundo. Y anotaba cositas en un papelito, en un trocín... ¡Plaf! Archivado. Maestro de periodistas... y de vida. Descanse en paz...



Con las tablas que te dan los años, mantuvimos el tipo delante de los chicos de cultura mientras constatábamos que no teníamos ni idea de Breaking Bad, ni de el tipo de las gafas... Me sonaba vagamente la historia de la droga y que el protagonista la fabrica en su propia casa... ¿no? Bueno, suficiente... Empecemos por ahí... Unas preguntas a Luis Blasco, adicto a series y a cosas raras como el basket, un poco mirar por la red... Encaminados... Y tras descubrir los títulos de crédito en youtube, de pronto el fogonazo. ¡Ya está!



El tipo fabrica drogas en su casa. Y la serie juega con la tabla periódica en su título. Lo sé por mis bastos conocimientos de química que se limitan a lo que estudié en tercero de BUP. Es decir, ni idea, tampoco. Eso sí, reconocería una tabla periódica si se me cayera encima... Con ese bagage acojonante, nos pusimos mano a la obra. Y fue divertido, la verdad... En estos casos es vital la prueba y el error, para darte cuenta de detalles que son muy importantes, aunque no los veas al principio... Como que en los símbolos la segunda letra es en minúscula y si no, no funciona bien, por ejemplo.  En el fondo quedaba redonda sin mucho más trabajo que cuadrar un titular que nos permitiera jugar con los elementos disponibles... Y en realidad salió prácticamente a la primera: el Oxígeno (O) y el Selenio (Se) serían nuestros grandes aliados. Para darle el toque final jugamos también a químicos con la mancheta de UVE, el suplemento veraniego de EL MUNDO donde se publicó la información... El Uranio (U) y el Vanadio (V) en el folio redondearían la jugada... Y portada al canto. La doble interior, en manos del gran Blasco no presentó problemas añadidos....



Trabajo (bien) resuelto. José Antonio Vidal Cuadras llevaba razón. Escuchar siempre merece la pena. Nunca sabes por dónde van a venir luego las cosas... Incluso en aquellas tediosas clases de química del colegio en las que me di cuenta de que lo mío era el periodismo.

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