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lunes, 14 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXIV)

No sabemos si podremos retenerlos durante mucho tiempo más, aunque el bajo nivel de los primeros partidos de este Mundial de fútbol africano, con la excepción de la eterna Alemania, nos está ayudando a que sigan con nosotros los enigmáticos y caprichosos miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de poner palabras a cada voz. Pero empiezan a gritar ¡Gol! cada vez más y por tanto a dejar de escucharnos. De momento, con todos ustedes, una nueva entrega del Diseñario, obra irreverente, colectiva, infinita y abierta a la participación Mundial, queremos decir mundial, sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





Lead. Entradilla. Primer párrafo de toda noticia periodística en el que se incluye la información más importante, lo imprescindible, los datos básicos para entender y comprender qué ha pasado, dónde, cómo, cuándo, por qué y por parte de quién. Es decir, las seis W del periodismo (por las preguntas que se supone que hay que contestar al redactar una noticia, formuladas en inglés). Lo básico de lo básico, el germen de la noticia.
Pero no se confundan, esta palabra no es un neo-gilipollismo de la era 2.0. Lead tiene muchos años, no tantos como el periodismo, aunque haya estado ligado a él casi desde el comienzo de la prensa escrita en la era moderna.
Con el lead, iniciamos la estructura de información según la pirámide invertida, es decir: lo más importante, la base, se ofrece antes que lo demás, lo primero; y de ahí para abajo, los datos menos relevantes. Esta pirámide nos permite recortar los textos con una mínima pérdida de datos e información imprescindible para comprender la historia. Además, permitía cortar por lo sano el final de los textos con regla y cuchilla, que es como se hacía a la antigua o no tan antigua usanza, antes de que se escribieran las noticias en ordenadores. A lo bruto, sí, pero sin dejarnos nada importante en el tintero, que para eso tenemos la entradilla.
Como algunas cosas en el periodismo, el lead tiene un origen más bien poético. Se cree que esta forma de estructurar la información coincide con un fuerte desarrollo del telégrafo y la Guerra de Secesión norteamericana, allá por 1870. Esta es la primera guerra en la que los periodistas presencian los enfrentamientos en primera línea y envían desde alli sus crónicas.
Con lo precario de las comunicaciones, tanto por la época como por las vicisitudes lógicas de un conflicto, la transmisión de las noticias a las redacciones se veía interrumpida con más frecuencia de la deseada. Por ese motivo, los enviados especiales, que se organizaban en turnos para enviar sus crónicas, tenían que enviar la información más importante en un primer contacto, primero un párrafo cada uno de ellos, no vaya a ser que la línea no volviera y lo básico se quedara en el tintero. A medida que iban consiguiendo avanzar en sus turnos, iban enviando más información pero menos relevante, consiguiendo así la estructura de pirámide invertida.
Si llegaba todo, perfecto. Si no, no pasa nada, lo más importante está contado. Como en el primer párrafo de esta entrada. Creemos...

Levantar. Las razones para hacerlo casi nunca serán buenas, pero sí suficientes como para que haya que desistir de publicar una noticia, o sea, para levantar un tema. No está lo suficientemente contrastado, y aunque sepamos que es absolutamente cierto no queremos columpiarnos (consúltese el Diseñario para este último término); o no es del todo cierto, no exactamente así, con lo que deja de ser noticia; o descubrimos, consternados, que es radicalmente falso lo que pretendíamos publicar y que, además, ya estaba maquetado y todo. En una página realmente buena, que son las principales candidatas a ser levantadas.
Estas serían algunas de las razones puramente profesionales. Después están las otras, inconfesables, llenas de compromisos, asesinas del periodismo y de los periódicos.

Localizador. Pequeño gráfico que se incluye en las informaciones cuando el lugar donde se produce la noticia no es fácilmente situable en el mapa por el lector. Éstas son dos de las principales características de los localizadores, que sean realmente informativos, que aporten información al lector (no tiene mucho sentido hacer un localizador de Córdoba, pero sí localizar, por ejemplo, la pequeña localidad sudafricana en la que se aloja la selección española durante el mundial) y que sean pequeños, una o dos columnas como máximo, porque como tales, no son más que un apoyo, un plus de información para el lector.
Bien. Ahora, que los redactores y grafiqueros del mundo lean y copien cien veces el párrafo anterior. A ver si así, conseguimos que dejen de intentar llenar una página con un titular, cien líneas y "un localizador". Porque va en serio. Un localizador es un pequeño apoyo gráfico, que ayuda a situar la historia. El lugar es un dato, no la historia. Y situar al lector, hacer un sencillo mapa en el que se referencia el emplazamiento de los hechos no puede ocupar cinco columnas. Para llenar cinco columnas con un gráfico hacen falta muchísimos más datos, mucha más información y entonces... eso no es un localizador. Es un gráfico de los de toda la vida... que incluye un pequeño localizador.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.

lunes, 7 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXIII)

Si el periódico está enladrillado, ¿quién lo desenladrillará? ¿Algún jefe? ¿O Habrá que llamar a algún abogado, de esos tan listos, a ver si es capaz de hacerlo amenazándoles con una carta protegida por derechos de autor? Escuchemos a nuestro enigmático y escondido comité de expertos encargados de la redacción de esta obra infinita, irreverente, colectiva y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general llamada... Diseñario.




J


Jefe. El que más sabe de diseño. Y no hablamos del jefe de la sección de diseño, a quien evidentemente se le da por descontado, sino de cualquier jefe de cualquier sección en cualquiera de los periódicos que existieron, existen y tal vez existirán... en una ciudad cualquiera tomada al azar. El jefe de Deportes, el de Nacional, Internacional, no digamos el de Fotografía, el encargado de mantenimiento o el jefe de márketing, por coger algunos también al azar, saben más de diseño periodístico que nadie, justo al nombrarles adquieren esta sabiduría, y eso teniendo en cuenta que todo el mundo, todos los seres humanos e inhumanos, saben de diseño por ciencia infusa. Por eso, por saber más que nadie de diseño entre todo un colectivo que sabe de diseño, son jefes. Entre otras cosas. Que se explican tanto en el "principio de Peter" como en el "principio de Dilbert", y que no vamos a repetir aquí. Sólo los jefes repiten las cosas.


L


Ladrillo. Al parecer, el origen de todos los males de nuestra maltrecha economía, ésa que entre lo que unos hacen (y mejor que se estuvieran quietecitos, de una puñetera vez...) y otros no hacen (y mejor que se pusieran a ello, de una puñetera vez...) parece destinada a las tinieblas exteriores del euro, dónde sólo se oyen los llantos y el rechinar de dientes de griegos y húngaros…
En la que pasamos las tardes viendo si los problemas derivados del ladrillo nos llevan por delante a más de uno, paradójicamente, también llenamos las páginas de nuestros periódicos de ladrillos, es decir, de textos infumables, masas plúmbeas e ilegibles, monumentos al exceso, odas a la incapacidad de concreción, textos que puestos en página necesitarían una enciclopedia entera para no tener que verse en la obligación de cortarlos —"intenta que ajuste el mayor texto posible", suelen decir los autores de los ladrillos, como si la cosa no fuera con ellos—. Pero no escurramos el bulto, que el ladrillo también se maqueta, y hay maquetadotes que tienen una especial habilidad para enladrillar secciones, periódicos enteros...
Resumiéndolo, el ladrillo es el resultado de la falta de edición. Si sueltas todo lo que llevas a punto y seguido, te sale un ladrillo. Ahí, ni la prosa ágil de todo un Tom Wolfe te salvaría. Un texto sin ladillos, sin puntos y aparte, sin algún despiece que ayude a digerir la información, es un ladrillo de los de levantar muros. Y por ese lado, el redactor suele ser el culpable. Porque hay un tipo de redactor que sólo hace textos ladrillos. Le pides uno pequeño, para una columna, y te hace dos mil líneas. Sin puntos y aparte. Le pides un breve y le tienes que cortar la mitad del texto. Le pides un reportaje largo... y a lo mejor lo tienes que dar en varias entregas. No le hables de apoyos, de entradillas, de meter algún desguace que dé algo de sentido a ese océano de letras, a ese descampado de líneas. Te mirará con cara de compadecerse de ti y te dirá, "¿tú, por qué piensas?" Y tú, conmocionado de que a alguien con estudios le sorprenda que uses la cabeza para algo más que rematar los corners te verás obligado a responder: "Digo lo de los apoyos y lo de los desguaces porque pensaba que querías que alguien se leyera esto mañana... ya veo que no..." En algunos periódicos, se les ha rendido sentido homenaje a este tipo de redactores, inasequibles al punto y aparte, y se han bautizado con sus apellidos los adelantos de texto de más líneas del periódico. ¡Ponme un modelo Fulanito! (sustitúyase Fulanito por el nombre de tu enladrillador favorito). Y ya sabes que te viene un ladrillaco de dimensiones estratosféricas.
Pero los maquetas también hacemos ladrillos. Para eso somos editores, y cuando no editamos, lo más normal es que nos salga un ladrillo. Dobles páginas con un solo texto y dos fotos, secciones enteras sin movimiento y con una edición gráfica plana. En el momento que tiremos por la calle del medio, y no contemos con la ayuda de elementos que hagan más comprensible la información, se cierne el ladrillo contra nuestras frentes... Lo malo de la página ladrillo es que tiene muy mala solución. Reeditar un ladrillo es una labor que exige cabeza, audacia y grandes dosis de colaboración entre el redactor y el maquetador. Como veréis, toda una tarea de gigantes.
Luego está el redactor ladrillo. El que hace periódicos como hace veinte años, el que no entiende que las plataformas se complementan y que internet, la radio, la tele y la prensa no pueden dar la misma información. El tipo de redactor que por miedo a editar (es decir, a apostar) lo da todo, pero todo-todo. Es decir, TODO. Y aunque le apuntes que hay ciertas cosas que no caben, que otros datos no tienen sentido, estando colgados hace semanas en Internet o pasados por la tele a diario, él insistirá y esgrimirá a su tío el del pueblo como argumento: "Mi tío el del pueblo no ha abierto internet en su vida..." te dirá y se quedará tan pancho. Y hace sus informaciones pensando en su tío el del pueblo y te calza la madre de todos los ladrillos. Y contra el que no puedes hacer nada, porque tiene defensores, algunos sorprendentemente jóvenes...
Y ese puede ser el origen de todos los males de nuestros maltrechos periódicos, que seguimos haciendo los periódicos de hace veinte años, pensados para el tío del pueblo de aquél, o para el padre de uno de Puertollano, o para uno de los nuestros, de Sevilla, que también es de leerse los tochos línea por línea sin respirar. Y es que mientras que no apostemos por editar, por pensar las cosas cinco minutos más, los ladrillos convivirán con nosotros.
Y ahora que lo pensamos, esta voz también ha salido un poco ladrillo.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.

lunes, 31 de mayo de 2010

Diseñario 2.0 (XXXII)

No todo lo que no se ve, no existe. De hecho, el enigmático, contradictorio, genial y caprichoso comité de expertos nos han enviado un texto que requiere de vuestra participación para ser leído, porque existe, pero no se ve. Para ello, es necesario seleccionar la nada que aparece a continuación de la definición de invisibles en esta nueva entrega de esta obra infinita, irreverente, colectiva, abierta a vuestra pariticipación y, a veces, invisible, sobre el diseño periodístico y la prensa en general, llamada... Diseñario.





Invisibles. Así, en plural, modo en el que los programas de edición muestran los espacios que ocupan un carácter no impreso. Tanto en Word, como en Quark, etc., los invisibles son unos símbolos que indican si lo que tenemos delante es un espacio en blanco (con un puntito), o una sangría manual (una flecha orientada hacia el texto) o bien nos distinguen entre un salto de línea (una línea que apunta hacia abajo y a la izquierda, como la que aparece en las teclas ENTER) o un fin de párrafo (simbolizado con el famosísimo símbolo del calderón o esa especie de "p" invertida con dos trazos descendentes paralelos). Cuando hacíamos trabajos para la universidad en Word eran molestísimos, pero puestos a editar un texto son fundamentales. Porque es la única manera que tenemos de saber de un vistazo si lo que tenemos delante son dos espacios, o un track desmadrado, por ejemplo. O si hemos perdido definitivamente un texto para siempre o algún inútil ha pulsado la tecla enter del teclado numérico pensando que así se vuelve una línea. En Quark si eso fuera así, el invisible que aparecería en pantalla sería igual que el de la tecla ENTER grande. Pero no. Aparece una flechita apuntando hacia abajo, que quiere decir que acabas de saltar una columna entera... Esto es difícil de explicar a un redactor/a que está sufriendo una crisis nerviosa porque piensa que acaba de perder las últimas dos horas de trabajo... Los invisibles son así de útiles y porqué no decirlo, divertidos. Que las cosas siempre existen por una razón y no por capricho... Y conocer la razón última de las cosas te convierte en un ser poderoso en las situaciones límites...
En singular, todos nos hemos sentido alguna vez. Es esa peculiar sensación de que nadie de los que te rodea consigue verte, pese a que hayan tenido que pasar por encima de ti para alcanzar su objetivo. Hay quien lo enfoca positivamente y se debate entre utilizar su nuevo superpoder de invisibilidad para combatir el crimen o para cometerlo... Hay otros que no pueden asumir su insoportable transparencia, su deprimente incorporeidad y caen en el más oscuro de los abismos, donde todo el mundo es invisible...
Ser invisible es algo habitual en los trabajos de medio mundo, en muchas familias, incluso es algo inherente de algunas fases de la adolescencia, en las que nadie repararía en ti ni aunque te prendieses fuego en la puerta del instituto. Ser invisible es algo propio del periodo de formación, del paso de gusano a crisálida. El problema es que muchos llegan a la fase del capullo... y ahí se quedan, para siempre, en estado de capullo permanente... Aunque no hay que confundir los motivos de la invisibilidad. Hay ciertos invisibles que lo son por sentido común, por gran acuerdo general, por condescendencia con la especie humana... Y los hay que lo son contra su voluntad, deprimidos porque tienen tanto que ofrecer al mundo, y el mundo, injusto y mediocre, no les ve.
Las redacciones están llenas de estos invisibles, de los que la sociedad aísla, por lesivos, o de los que son injustamente excluidos. Muchos de ellos hacen trabajos fundamentales para que un periódico llegue a buen término. Profesionales ejemplares, que hacen una labor estoica y admirable y por la que nunca recibirán un aplauso ni una felicitación. Gente que nunca firmará un artículo ni aparecerá nunca en un staff, que se ha acostumbrado a hacer su trabajo y a no recibir más premio que su nómina y la satisfacción del trabajo bien hecho. Ese tipo de personas que nunca salen en las fotos, bien porque tienen esa capacidad vampírica de no impresionar la película, bien porque inexplicablemente, su cabeza saldrá tapada en cien de cien intentos fotográficos. O directamente, porque nunca se les invitará a posar con el resto de la redacción. Gente de documentación, de talleres, de impresión, del servicio de limpieza, mantenimiento, incluso el tipo que rellena las máquinas de refrescos y chucherías, que contribuyen a que nos demos un homenaje de andar por casa a altas horas de la noche para celebrar el último cierre complicado. Incluso muchos miembros de secciones como nacional, deportes, comunicación, economía, cultura e incluso maquetación, que durante toda su vida profesional han desarrollado un trabajo prudente, metódico y profesional, alejado de los artificios y pirotecnias de los flashes, los platós de televisión, las portadas y las reuniones de primera edición. Personajes casi anónimos que han recibido como premio a su desempeño la más desoladora indiferencia de casi todos sus compañeros y jefes… Gente imprescindible en el día a día, pero a la que sólo se la echará en falta el día en que falten, conscientes entonces, de la enorme injusticia que se ha cometido contra ellos. Invisibles. Profesionales que sustentan el día a día del periódico con su tran-tran diligente, con su abnegada y no suficientemente reconocida dedicación. Si de algo sirviera para restituir tantos años de injusta indiferencia, estas humildes líneas, admirados compañeros, van por vosotros.

Itálica. Letra cursiva. Italic, en inglés, de ahí la letrita "i" en combinación con alguna otra tecla de los programas de edición para dar este estilo a nuestros textos. Y van ustedes a permitirnos que el Diseñario cite al propio Diseñario como autoridad, porque como ya explicamos precisamente en la voz cursiva "recibe también el nombre de itálica porque las primeras cursivas se concibieron y dibujaron en 1501 en Italia por el afamado tipógrafo Aldo Manuzio". Reciben también el nombre... de manera teórica, porque en la vida real, a pesar de que el nivel de gilipollismo es tan insondable como el alma humana, sinceramente, todavía no nos hemos topado, al menos en la redacción de un periódico, con quien nos pida que le pongamos un texto "en itálica". Hasta ahí podíamos llegar.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
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Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
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Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
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Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
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Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
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Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.

lunes, 24 de mayo de 2010

Diseñario 2.0 (XXXI)

En la más absoluta contradicción, vía de la sabiduría, o no, viven los miembros del enigmático comité de expertos, horrorizados al ver un cuernazo en la boca, fascinados ante un arte absoluto que absolutamente es una salvajada cruel, o no, ambas cosas. Y en la duda de si publicar luego esas imágenes, que son noticia absoluta, no será absolutamente innecesario por sensacionalista. En este estado de incertidumbre e inestabilidad ideológicas son capaces, no obstante, de programar las tres cuartas partes de ellos sus despertadores para levantarse a las 6.30 de la mañana y ver entre legañas el desenlace de "Lost" habiéndonos enviado antes, eso sí, una nueva entrega de esta obra colectiva, irreverente, contradictoria y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





I


Ilustrator. Sucesor del extinto Freehand, este programa de Adobe es el nuevo estándar en dibujo vectorial después de que esta empresa comprase precisamente Freehand a Macromedia para ¿acabar con la competencia? Con este software podemos esbozar desde un simple círculo hasta un complejísimo gráfico. Incluso se pueden hacer esos aburridísimos, y que tantos quebraderos de cabeza nos dan, gráficos de barras, círculos, fiebres bursátiles o tartitas (no de dulces, de porcentajes, queremos decir). Todo con la ventaja de que puede darse a una columna o a cinco, es lo que tiene el dibujo vectorial, que no depende de los píxeles. Tanto, que a veces se nos va de la mano el pincel e hinchamos el gráfico. Pero es que las tartas llenan mucho.
Con Ilustrator, también se puede dibujar, al más puro estilo de lápiz y carboncillo. Y salen unos dibujos chulísimos, damos fe, porque se puede imitar un rotring, un pincel fino o una brocha gorda. Y además tenemos todas las gamas de colores que nos podamos imaginar. Lástima que la impresión de papel prensa los "estropee" un poco.

Imagen. Representación gráfica de algo real o imaginario. Un objeto, un ser vivo, una idea... dibujados, atrapados por una cámara fotográfica, creados por un software. Si podemos dividir, a muy grandes rasgos, los elementos que componen una página entre imágenes y textos, imágenes serían todo aquello... que no son textos, así de simplre. Y de complejo. De hecho así lo tratan los distintos programas de autoedición (Quark, Indesing), cuando permiten dibujar cajas para contener textos, o bien cajas para contener todo tipo de imágenes: fotografías, ilustraciones y gráficos (que son tratados como imágenes y guardados en ficheros informáticos con formato propio de imágenes, generalmente "eps", a pesar de que estén formados por imágenes, ya sabéis, y textos combinados).
No valen más que mil palabras, ni más que una; su valor no puede calcularse de manera que podamos compararlo con el valor de las palabras, que tampoco sabemos calcular. Pero es mucho, su valor. Son absolutamente poderosas en una página, capaces de destrozarla o engrandecerla en décimas de segundo, las que se tarden en hojear una publicación. Quieren estar solas en una página, no se llevan bien con sus semejantes y se anulan por eso unas a otras. Quieren tamaño, algunas se dejan cortar y otras no admiten el más mínimo rasguño. Como la música, su lenguaje es universal y en él nos hablan de cosas reales, imaginarias.

Imposición. Manera de colocar las páginas en la plancha de impresión para que una vez impreso y doblado el papel del pliego, queden en el orden y en la posición deseadas. En el caso de los periódicos, la imposición está gestionada por programas informáticos que también se encargan de transmitir así las páginas desde la redaccion a los centros de impresión donde están las rotativas.
Es, además, uno de los criterios de mayor peso y que con mayor frecuencia aparecen en lo relativo al diseño periodístico. Por imposición se suelen hacer un porcentaje elevadísimo de las cosas que hacemos en la vida en general, y en nuestra disciplina maquetil muy en particular. El alto nivel de subjetividad que muchos atribuyen al diseño, el abismal desconocimiento que de él se tiene a la vez que se cree saber mucho de ello por una especie de ciencia infusa, unido todo esto con la necesidad de justificar cargo y sueldo, lleva a que en el diseño se impongan criterios, o anticriterios caprichosos, de manera directamente proporcional a la mediocridad del impositor. Porque cuando uno necesita imponer para ser alguien y no puede hacerlo en economía, o deportes, o en ciencia y cultura por poner varios ejemplos, ya que los datos y los hechos no admiten tonterías, entonces levanta la vista, divisa la sección de maquetación y, tras comprobar que el director de arte no anda cerca, por si acaso, allí que se dirige inseguro de sí mismo dispuesto a imponer.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).

lunes, 17 de mayo de 2010

Diseñario 2.0 (XXX)

Parece que al mejor equipo de fútbol del mundo con los mejores jugadores del mundo y el mejor entrenador del mundo le ha costado un poquito ganar el campeonato de Liga y no ha podido ser hasta el último partido a pesar de que lo daban por ganado de calle desde la primera jornada. Pero bueno, ya que les ha costado tanto esfuerzo habrá que darles la enhorabuena porque además han ofrecido espectáculo y emoción junto a su rival eterno en un campeonato que a todos, menos uno, nos ha parecido emocionante. Tanto que temíamos que los miembros del comité de expertos encargados del Diseñario, todos menos uno también, se olvidaran hoy de nosotros y no llegaran a tiempo, hundidos en la desesperación casi todos menos uno. Infundados temores porque a pesar de todo tenemos la enorme satisfacción de ofrecerles una nueva entrega de esta obra infinita, irreverente, colectiva y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.






Hemorroide. Todos tenemos al menos una. La sufrimos en silencio, pero, al fin y al cabo, la sufrimos. Sentados, durante horas, días, semanas.
Puede ser ese redactor "pinta páginas", ese compañero pesado de la música a todo trapo, o puedes ser tú mismo en esos días en los que te apetece más estar en tu casa que en la redacción. En ocasiones son pequeñas, de las que no vuelven a salir si les aplicas un tratamiento de choque en el momento oportuno.
Pero también pueden ser largas y molestas, como la picadura de un tábano. Estas últimas, como las propias picaduras, es mejor no rascarlas y dejar que se curen por si solas. Si es que alguna vez se curan....

Hermes. A parte de ser el mensajero de los dioses griegos del Olimpo y tal vez también por eso, es el nombre del conjunto de aplicaciones informáticas, gestor de contenidos lo llaman, diseñado por la empresa estadounidense Atex (Massachusets, 1973) para... gestionar los contenidos de una publicación impresa. Tratamiento de textos e imágenes, diseño y edición de páginas, archivo de la información, transmisión de las páginas, consulta de agencias informativas y todo lo que hace falta para hacer un periódico. Es el sistema informático del diario "El País", como se le ha llamado a veces coloquialmente en nuestra ciudad (Hermes o Atex, de las dos formas lo hemos oído), pero en realidad lo es de muchos periódicos más porque se trata posiblemente del software de este tipo más extendido internacionalmente, gestionando unas 1.800 publicaciones en más de 40 países según datos de la propia empresa. En España, además de "El País", lo utilizan entre otros "ABC" o "La Vanguardia", y en el extranjero corre por los ordenadores de la mayor parte de los diarios norteamericanos, incluido el "Wall Street Journal", o "The Times" en el Reino Unido, por citar alguno de los medios más destacados.

Hoja de estilo. En diseño se conoce como la hoja de ruta que marca al programa de edición (léase Quark, Indesign, etc.) el camino que tiene que llevar para transformar una letra, conjunto de letras (palabra) o superconjunto de letras (frase, párrafo) y darle un aspecto determinado. La hoja de estilo se encarga de decir si la letra es, simplemente Arial, redonda, cuerpo 12 o tiene que hacer un doble tirabuzón con rectificado inverso para conseguir un aspecto más florido. O un párrafo con un tipo determinado de sangría, partición, interlineado.
Porque las hojas de estilo se dividen en hojas de carácter y de párrafo. Las primeras se refieren a las particularidades del texto que se haya seleccionado (fuente, tamaño, color, track, intensidad, escala, etc), mientras que las segundas se refieren a las características de un párrafo (sangría, partición, filetes, interlínea, espacio antes y después, etc.).
Normalmente, una hoja de estilo de párrafo tiene asociada una de carácter, para que todos los caracteres de los distintos párrafos con una misma hoja de estilo sean iguales. Es decir, que todos los párrafos con hoja de estilo A, tengan los caracteres del mismo estilo. Esto ayuda a mantener una coherencia visual, lo que ya es mucho en tiempos revueltos como los que vivimos.
La hoja de estilo también sirve para teorizar sobre la alocada mente de los que ponen nombre a las mismas. Porque ni los que ponen los nombres a las operaciones policiales pueden superar la nomenclatura de las hojas de estilo. Lo fácil sería llamar a la hoja de estilo "texto base", pero quién lo va a poner fácil pudiendo ponerle un nombre con más de cuatro palabras y dos preoposiciones. O quién quiera llamarle "ladillo" si puede ponerle "hoja de estilo tonto de las narices" (¿o fue algo más grosero?) como nos hemos encontrado en alguna ocasión, suponemos que por error. Porque, ya que ponemos nombres a las hojas, lo hacemos con estilo.

Hostias (darse de). Utilizadísima expresión en el mundo del diseño periodístico para rechazar una determinada combinación de elementos que a todas luces nos parece nefasta. "Esto se da de hostias" es la fórmula comúnmente aceptada y que a nadie debe molestar por su a primera vista matiz algo descortés y vulgar ya que se trata de una opinión exclusivamente profesional, el dictamen de un experto sin ninguna motivación personal de por medio... generalmente.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.

lunes, 10 de mayo de 2010

Diseñario 2.0 (XXIX)

Ahora que acabamos de salir de la recesión se agudiza la crisis económica. Parece un contrasentido, y lo parece también el que los medios de comunicación pidan unidad a los políticos y a las fuerzas sociales a la vez que hacen del catastrofismo su línea editorial. Como paradójico resulta que nuestros misteriosos miembros del comité de expertos de encajabaja encargados del Diseñario se unan para pedir a gritos unidad... en medio de su propia dispersión. ¿Dónde están? ¿Quiénes son estos diseñaristas anónimos, irreverentes, que nos ofrecen una nueva entrega de esta obra colectiva y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general?






Gritar. Forma de comunicación humana. Muy periodística. Se emplea generalmente de manera jerárquica, como los titulares de las páginas, de jefe a subordinado; entre cónyuges y en cualquier relación sentimental; de padres a hijos, a pesar de que en los últimos tiempos esta estructura familiar ha sufrido un proceso de inversión en lo que a gritos se refiere; de policía a detenido; de contertulio de telebasura hacia otros contertulios o hacia su audiencia; de entrenador a jugador; de conductor prepotente a conductor más o menos educado; como público o manifestante en un acontecimiento de masas hacia quien sea... aunque tampoco hay que descartarla entre iguales, si es que la igualdad en las relaciones humanas existe o no es más que una entelequia, un ideal. Incluso puede superar las barreras de nuestra especie y manifestarse de dueño a mascota.
No tiene por qué preceder a una agresión física, ni siquiera es en más ocasiones de las imaginadas una agresión verbal, hasta hay quien abusa de ella al hablar por teléfono suponiendo así que sus palabras llegarán con mayor facilidad a las enormes distancias que la telefonía nos permite superar... sin necesidad de gritar, ¡¡¡coño!!! ¡¡¡NO GRITES TANTO!!! Y es que esta forma de comunicación se utiliza además para pedir a otros que no la utilicen. Porque es molesta.
Asimismo, gritan los tipos de letra, los titulares, las páginas, los colores, las fotografías, las pantallas de los ordenadores y las mayúsculas en internet. Y si gritan mucho, si grita mucho el diseño, aunque haya quien defienda que eso "mola", en realidad también molesta.


H


Hemeroteca. La puerta cedió con un doloroso quejido. Notaba cómo su corazón cabalgaba fuera de sí dentro de su pecho: no podía creer lo que veían sus ojos. Allí, ante él, estaba aquel lugar del que tanto había oído hablar su abuelo. Tantos años de búsqueda habían merecido la pena. Al final, no era un cuento para dormir que un anciano contaba a un niño en las frías tardes de otoño. Ese lugar realmente existía. O existió. Ante él, montañas de papeles macilentos, sepultadas bajo polvo de cien años y telarañas... Entre tinieblas creyó distinguir estanterías enteras preñadas de cajas y archivadores, primorosamente ordenados, por nombres, años, meses...
Era demasiado emocionante como para contener las lágrimas. El pasado, la memoria, las explicaciones que le harían comprender su presente, estaban allí, ordenados alfabéticamente, contenidos en frágiles trozos de papel. Siguió explorando el lúgubre sótano. Lo que parecían viejos monitores alineados presidían un ala de la planta. En una habitación, filmaciones y microfichas, obsoletos sistemas de almacenamiento de los que había leído algo en Internet.
Se detuvo delante de una pared repleta de archivadores. Temblando, abrió una de aquellas carpetas de pasta dura. Sopló con fuerza para limpiar el polvo y los restos acumulados con los años en su interior. Un escalofrío recorrió su espalda al sentir el tosco tacto del arrugado papel en sus dedos. Nunca antes se sintió tan próximo a aquel viejo loco. De pronto, entendió el brillo en los ojos de aquel anciano que le contaba historias sobre ese lugar, donde según él, aprendió a entender su mundo... Asombrado, comprobó que no sólo tenía a su disposición imágenes, cifras y todo tipo de datos. Esbozó algo parecido a una sonrisa cuando entendió que además tenía las opiniones, las ideas. Que en esos papeles estaban encerrados no sólo los hechos, sino también las motivaciones, los análisis, la verdad y las mentiras, la interpretación de un mundo que él desconocía. Todo un legado de misteriosos antepasados que, generosamente, le confiaban sus conocimientos. Un puente tendido entre generaciones que no sabían nada, la una de la otra... Un fantasmal tesoro analógico para una sociedad que digitalizó hasta su alma.
Eso será dentro de algunos años. Cuando ya no se sepa lo que fue el papel. Para nosotros, que aún convivimos con él, una hemeroteca no es más que un lugar donde se almacenan los periódicos y revistas. Lo que los griegos llamaban "el depósito de cada día" Así de simple. Y así de falso.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
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Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
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Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
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Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
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Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.

lunes, 3 de mayo de 2010

Diseñario 2.0 (XXVIII)

Recreando a aquel memorable inventor de palabras que el propio Cela interpretó en la película "La Colmena", adaptación de su genial novela, los misteriosos miembros del comité de expertos de encajabaja se atreven no sólo a definir términos existentes con su irreverencia habitual, de manera colectiva y abierta a vuestra participación, sino también a crearlos... como en esta nueva entrega de su y vuestro Diseñario.





G


Galerada. Ya no se oye hablar en los periódicos de esas pruebas de texto, las primeras en salir de las linotipias y más tarde de las máquinas de fotocomposición, de esas tiras alargadas de papel fotográfico con los caracteres ya compuestos en su ancho de columna y con los tipos y cuerpos adecuados, que después se cortaban para ser corregidas y finalmente montadas a mano. Ni volverá a oírse nunca más.

Gama. Cualquier conjunto de cosas que varían de una manera gradual. En las artes gráficas se aplica, fundamentalmente, al conjunto de tonalidades de un color. Además queda bien hablar de la "gama de los azules", o mejor aún hablar de una gama de cualquier color con denominacion inventada del estilo de la "gama de los pétreos" o de los colores "alimenticios"... muy propio todo esto de la gama de los "artistas" y demás gilipollistas.

Gilipollismo. Si buscáis esta voz en el diccionario, no hallaréis respuesta. Sólo en esta irreverente obra colectiva desvelaréis la incógnita, aunque si anglicismo es el giro o término procedente del inglés, o extranjerismo el que proviene de cualquier lengua foránea y sabéis sumar, dos-más-dos-cuatro, ya lo veréis venir...
Por gilipollismo se entiende todo término, vulgarismo, barbarismo, acepción, giro técnico o despropósito filosófico-lingüístico pronunciado con enfermiza pretensión de llamar la atención, aparentar más conocimientos de los que realmente se tienen o alardear innecesariamente de mundo ante la sorprendida audiencia, en un lo que viene siendo la gilipollez aplicada a la lingüística.
Los feedbacks, el wind izquierdo, the fuckin’ printer, las imágenes apaisajadas, los spoilers y cliffhangers, el corondel como mcguffin, brainstormins, offsides y facilities corners... ¿Tan difícil es llamar a las cosas por su verdadero nombre?

Grapa. Pieza de metal doblada con afilados extremos que se clavan para unir dos piezas de tela, madera, papel... Aferradas al lomo de un periódico, las grapas se convierten en el símbolo de toda una generación, conservadora, consumidora de información, fiel a su periódico y que pierde la paz de espíritu y las maneras cuando tiene entre sus manos un tabloide con sus pliegos sin unir. Los distinguiréis porque son los que suelen asir el periódico sin grapar como quien intenta coger un gato para lanzarlo a una piscina. El lector amigo de la grapa sufre de espasmos cuando lee un periódico sin grapar. Lo normal es que lo sacudan con violencia en el aire, como tratando de expulsar algún espíritu demoníaco de sus páginas. Suelen congestionarse, tratando de apoyar la sección de deportes en sus rodillas mientras, fueras de sí, golpean el medianil con el canto de la mano, como un karateka deshaciendo bloques de hielo... Este ejercicio de lectura con violencia, suele llevar a una reafirmación en el azorado lector de los valores intrínsecos de su grapa, esa pequeña pieza de metal desinteresada que nunca le ha abandonado y que le permite leer su periódico sin sobresaltos ni aspavientos... como lo ha leído toda la vida la gente de bien.
En una familia que consume prensa, las generaciones no se diferencian por la línea editorial de sus periódicos... se diferencian por el lomo. Dos pequeñas presas metálicas centelleando en el límite izquierdo marcan la diferencia. Uno no es monárquico o republicano. No es de derechas, de izquierdas, de centro o de los extremos. Uno es de su grapa. ¡Y a mucha honra! Y ve en la lectura anárquica y desordenada de los otros periódicos una patética analogía del mundo de hoy. Y en la supuesta libertad de sus páginas, intercambiables entre sí, ve, horrorizado, el desgobierno y libertinaje de una sociedad que deambula sin rumbo ni objetivos por la vida. Las grapas no sólo sujetan papeles, sujetan voluntades, impiden deserciones de lectores, alientan el inmovilismo y el sentimiento de grupo, de pertenecer a algo que los demás no pueden darte...
Por eso las grapas no son negociables. Porque en esos escasos milímetros de metal se concentran las lealtades de legiones de lectores que claman por su periódico, el de toda la vida, el que tiene grapas. Y a los que en gran medida, les da igual si un día defendemos al gobierno y al otro le azotamos, mientras eso venga grapado al lomo. Lectores que pueden aguantar contradicciones, bandazos e inexactitudes casi a diario, pero que se borrarían para siempre si una mañana no encontraran esas dos pequeñas garrapatas metálicas prendidas en el lateral del periódico. Las grapas no son negociables, decíamos. Es éste un tema muy serio. Se comenta en el mundillo que en un rediseño de ABC, un reputadísimo diseñador extranjero propuso eliminar las molestas grapas que, además, complicaban notablemente el proceso técnico de impresión... No sólo fue despedido fulminantemente, sino que fue abofeteado con saña por parte de la dirección del rotativo, antes de ser arrojado a un grupo de lectores furiosos que se arremolinaban en la puerta de la redacción. Su cuerpo fue desmembrado y repartido por los cuatro confines del edificio. Todavía se oían voces que, burlonas, le decían: "Espera, pongámosle... ¡¡unas grapas!!" Nunca más se volvió a plantear semejante ocurrencia en rediseños posteriores...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

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Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.

lunes, 26 de abril de 2010

Diseñario 2.0 (XXVII)

Hasta la atalaya donde se refugia el escurridizo Comité de Expertos del Diseñario llegan rumores de peligrosos percances en cosos de grana y oro. Percances que ponen en la picota la vida de un ser humano. Sin embargo, y como el Comité sólo se encarga de redactar la obra ireverrente, colectiva y abierta a vuestra participación que es el Diseñario, sus miembros no entrarán en polémicas sobre si sí o si no. Simplemente desean que aquellos que sufren heridas se recuperen con prontitud y puntualidad para sus próximas citas.





Free-lance. En una traducción literal al castellano, significa autónomo. Es decir, la pesadilla de cualquier trabajador español. Yendo un poco más allá, y traslandándolo al ámbito periodístico, quiere decir independiente. Pero independiente de nómina, tú te lo guisas tú te lo comes. No independiente de Estado Federal Asociado, no nos vayan a entender mal.
Quienes optan por esta opción, dicen que es duro, pero que en el fondo merece la pena por la libertad que te permite, aunque siempre tienes la incertidumbre de saber si llegarás a final de mes.
El free-lance es un periodista que no depende directamente de ningún medio y que vende sus temas al "mejor postor". Esto es, hoy se lo vende a fulanito y mañana a mengano, con la libertad de seleccionar el tema que más le motive con el enfoque que más le interese. Sin tener que rendir cuentas a nadie y con la teórica libertad de poder decir cosas que bajo nómina no serían recomendables.
Ser independiente tiene sus ventajas: te buscas tus propios temas, no tienes las ataduras de los horarios, no tienes que ir a la oficina ni vestir con traje y corbata. Además, viajas donde quieres, como quieres y con quien quieres (también se puede sustituir querer por poder). Pero también tiene sus inconvenientes: no tienes la seguridad de que al final de mes tu cuenta subirá unas cuantos euros; si se cansan de ti, se olvidan de llamarte; si te pones enfermo, no puedes salir a la calle, no puedes buscar tus temas, no los puedes vender y tu cuenta no sube unos cuantos euros. Además, ser freelance suele ser sinónimo de no estar bien pagado, aunque hay excepciones, como en todo.
En el mundo periodístico, se puede ser free-lance tanto con la pluma, con la cámara, el ratón o el pincel. Esto es, escribiendo, fotografiando, diseñando o dibujando. Y muchas veces todo junto con tal de sumar unos euros a final de mes.

Freehand. Programa iniciático en esto del dibujo vectorial a ordenador. Perteneció a la casa Macromedia hasta la compra y absorción de la compañía por parte de Adobe. Hasta ese momento, era el standard para crear ilustraciones, dibujo vectorial o gráficos. Tras la compra por Adobe, el programa quedó descatalogado y el nuevo programa standard es Illustrator, que viene a ser, básicamente lo mismo, aunque mucho más desarrollado y con integración en los otros programa de Adobe, lógicamente, que para algo lo venden todo junto.


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Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
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Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.

lunes, 19 de abril de 2010

Diseñario 2.0 (XXVI)

Envueltos en una nube de humo, polvo y cenizas salida del mismo centro de la Tierra al que viajaron los viajeros de Julio Verne, los motores del Diseñario resisten, de momento, y vuelan hasta el único lugar abierto a vuestra participación, colectivo e irreverente dedicado al diseño periodístico y la prensa en general.





Fotero. En el argot de una redacción, ese que califica a los personajes más pintorescos y canallas de la profesión, un fotero es un tipo que hace fotos. Pero no hay que confundirlo con un fotógrafo. Un fotógrafo puede estar tan tranquilo en un estudio, o haciendo reportajes de modelos en bañador para la revista Sports Illustrated. Un fotero es una criatura libre, rebelde y algo fanfarrona que moriría si estuviera encerrada en una redacción. De hecho, muchos grandes foteros se han perdido para la causa al quedar confinados tras escritorios de redacciones por todo el mundo. Porque un fotero está pensado para estar en la calle, seguir las noticias y según sea de bueno, para llegar a los sitios casi antes de que pasen las cosas y capturar la realidad a través de su particularísima mirada...
De película o digital, el fotero es una de las figuras clave en una redacción. Porque hacer su trabajo bien es algo realmente complicado. No se trata sólo de llegar a tiempo a los sitios, o de tener esa especie de superpoder por el que siempre suceden cosas cuando están "pasando por ahí", sino que luego hay que traer la foto. Y eso es lo que diferencia al auténtico fotero de un fotógrafo o incluso de algún jovencillo con pinta de estrella del punk. Para ser fotero no basta con llevar chaleco multibolsillo, ni pantalones de cuero. Para ser fotero tienes que poder sacar LA foto, la mayor parte de las veces en un único disparo, mientras te abres paso a codazos para ganar la posición entre otros ejemplares de tu propia especie y después conseguir que no salga la foto movida a pesar de que los codazos siguen... porque la información no suele dar segundas oportunidades. Es decir, no se trata de hacer buenas fotos, sino de saber a qué se dispara con la cámara. El fotero es un cazador urbano de información, una especie de furtivo de la imagen. Un tipo unido a una cámara de fotos, o a varias. Alguien con una habilidad única para congelar la información a través de su objetivo. Alguien que mete el mundo dentro de una redacción en un trozo de papel, en una película sobreimpresionada o en una tarjeta de memoria.

Fotolito. Soporte plástico sobre el que se efectúa la copia de una imagen o texto, de toda una página, con el fin de hacer después con él una plancha para que sea reproducida. O se efectuaba, porque ahora los ordenadores graban directamente las planchas de impresión para las rotativas sin ese paso intermedio que antes era el fotolito, o los cuatro fotolitos en el caso de las páginas en color, ya sabéis, uno para el cian, otro para el magenta, otro para el amarillo y otro más para el negro.

Fotón. Aunque los físicos llamen así a las partículas mínimas que componen la luz, en realidad quienes trabajan en un periódico saben que un fotón, aunque también está hecho de luz, es otra cosa muy distinta de una partícula o de una parte. Un fotón es un todo.
Además, todo fotón lleva siempre dentro de sí una peculiar característica que nos indica que aquello es un fotón: incorporan un dispositivo entremezclado en sus píxeles o en los antepasados haluros de plata, todo esto de manera teórica porque tal mecanismo aún no ha sido desentrañado, que impide el que determinadas gentes lo vean. No al fotón. Sino que sea un fotón. Son ese tipo de periodista que nadie sabe exactamente de dónde ha salido y que ante una evidencia visual incontestable, llena de fuerza, composición e información -un fotón no es más, ni menos, que eso- te sueltan con gesto embobado, o bovino, que "pues a mí me gusta más esta otra foto" a la vez que miran hacia lo que ya hemos denominado en otras ocasiones "la foto del cuñao". Sí, ése, el que se compró una réflex digital y te dice que te pongas junto al espejo para sacarte junto a tu propio reflejo, flashazo incluido, convencido de estar reinventado el arte fotográfico.
En lo relativo al diseño periodístico, un fotón es una garantía de buena página... siempre y cuando caiga en buenas manos. Con una mala foto, lo más que se puede hacer con mucha pericia y oficio es una página menos mala. Pero no sucede lo contrario con un fotón si quien se encarga de ponerlo en página tiene, por ejemplo, la nefasa idea de darlo junto a otras fotografías... ¡Nunca! Un mal corte tampoco ayuda, pero como existen un número infinito de maneras de estropear las cosas, con limitarnos a no poner ¡NUNCA! un fotón junto a otras fotos, ninguna foto más, tendremos casi asegurada una buena página. Sitúenla en el lugar adecuado, el evidente, sin florituras ni "ideas nuevas", y ya está, paginón.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.

lunes, 12 de abril de 2010

Diseñario 2.0 (XXV)

No crean que no nos ha costado hacerles entrar en razón, convencerlos de que abandonen esa vida ociosa y regalada del que sigue la senda de los vagos que en el mundo han sido, y son, para que vuelvan después de lo que ellos mismos calificaron como "parada técnica", hipócrita hasta casi la provocación manera de llamar a esa práctica tan extendida de palparse las vengüenzas. No es que aprovechando la Semana Santa se metan entre pecho y espalda tres semanas de vacaciones, no, es que hacen una "parada técnica"... en fin. Que aquí están de nuevo con todos ustedes los misteriosos, geniales, caprichosos, incalificables miembros del Comité de Expertos de encajabaja con otra entrega del Diseñario, obra infinita, colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





Flash. Informativamente, es una primera aproximación a la noticia. Un sujeto, un verbo y un predicado (y a veces ni eso) para dar a conocer una noticia urgente, algo que acaba de suceder. Un urgente, como lo llaman en las webs informativas. Un comunicado rápido, directo, sin florituras.
Si hablamos de informática, es programa de animación vectorial en dos dimensiones. Cuando pinchamos en esos grandes plays que salen en las portadas de las webs, cuando vemos un vídeo de youtube o cuando vemos esos gráficos tan monos y tan multimedia que se mueven y pasan de una escena a otra, eso es flash.
A través de las animaciones, y como si de una película se tratara, se van creando las imágenes, fotograma a fotograma, que conformaran nuestra película. Porque el resultado de un proyecto de flash es, ni más ni menos, que una película.
La principal ventaja de Flash respecto a la animación tradicional es la interacción que permite con el usuario/visitante, pudiendo personalizar, casi en un 100% diferentes aspectos de las animaciones. Imaginad la cara del publicista ante la avalancha de datos para poder vender, vender, vender.
Para muchos, este programa puede parecer algo milagroso. Y realmente casi lo es, porque permite, a través de objetos, polígonos y colores, crear una película desde cero, o reducir a la mínima expresión el peso de un vídeo y poder colgarlo en cualquier página web.
Sin embargo, parece que los "cacharros" que Apple fabrica, como el Ipad, y que los analistas predicen como la tabla de salvación de la prensa, le tienen especial alergia a este formato. Vamos, que no lo tragan y se niegan a pasar por el aro del flash.
Flash también es la luz artificial que se utiliza en fotografía para iluminar una escena. Bien empleada, y no es fácil hacerlo, puede lograr fotografías magníficas, pero mal usada suele ser el desencadenante de que tengamos que desechar una foto "porque tiene un flashazo" impresionante, por no hablar de las "hermosas" sombras que genera si no se controla este aspecto.

Foliar. Término que debe escribirse, y sobre todo pronunciarse, con sumo cuidado a fin de evitar engorrosos malentendidos. Foliar, así, bien escrito, es ni más ni menos que el acto, sí el acto, de poner a cada página su número correcto. Aquel que le corresponde en el orden que se ha determinado previamente para que salga impresa, es decir, que la página que queremos que sea la primera lleve un uno, la segunda un dos... y así sucesivamente hasta la última.

Fondo. Lugar de la información al que el buen maqueta ha de dirigirse si quiere realmente hacer una página que merezca la pena. No hemos de olvidar que la función del maquetador es la de informar. Repitámoslo, una y otra vez, como si de un mantra se tratara: maquetar es informar, maquetar es informar... Y para informar, pequeño saltamontes, hay que ser capaz, tener la valentía, incluso, de levantar la vista más alla de los píxeles de la pantalla que tenemos a unos palmos de la cara. Lo que diferencia a un periodista de un juntaletras es la capacidad de llegar al fondo de los temas, en lugar de golpear y rebotar en la superficie de los mismos, como una vieja polilla intentando conquistar el interior de una bombilla... Y lo que diferencia a un buen maquetador, a un editor, de un pintor de corondel gordo o de un alicatador de tramas de color, también llamadas fondos, es la visión global, esa que te da una panorámica de las informaciones, desde la más pequeña hasta el total de los temas que manejas. La que te hace rechazar una foto, o aquella que te ayuda a dirigir entre la maleza a un desorientado redactor, que ha oído llover pero, confuso, no sabe cómo llegar a campo abierto. Llegar al fondo cuando maquetas significa huir de lo obvio, de lo prefabricado. Tratar al lector con respeto y ofrecerle algo más que el teletipo del día titulado a cuatro columnas...
Generalmente los mejores recursos, los tesoros más preciados, los grandes hallazgos suelen estar escondidos, resguardados a salvo de mediocres que no los merecen en el fondo de los cajones, de los baúles... de la propia experiencia: de las vivencias más personales o de los sentimientos más íntimos. El día que no seamos capaces de llegar hasta ahí, de rebuscar cinco minutos más hasta dar con ellos, será el día en que debamos mirar hacia atrás, y sin más ceremonias, erguir la cabeza y retirarnos.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.

lunes, 22 de marzo de 2010

Parada técnica

Así han tenido la poca vergüenza en llamar los miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de la redacción del Diseñario un pequeño parón en su labor infinita, empalmando el puente de este fin de semana con las vacaciones de Semana Santa, que han decidido tomarse por su cuenta y riesgo en las entregas de esta obra suya y vuestra... Parada técnica del Diseñario.

Que no cunda el pánico porque el Diseñario volverá, pues, después de este paréntesis en el que nuestros esforzados y anónimos diseñaristas recuperarán energías e inspiración el fin de semana del 10 al 11 de abril. Mientras, si se os pasó alguna entrega, aquí os incluimos los enlaces de toda la edición revisada y corregida del Diseñario 2.0. Ya sabéis, una obra colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación, sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
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