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lunes, 28 de noviembre de 2011

El periódico de los ‘delincuentes’


Sara Jones, Joe Milam, Billy Fifeer, Megan Marlow, Fredrick Jones o Kevin Clafton, entre muchos otros, seguro que algún día soñaban con salir en el periódico. Probablemente porque les hubiera tocado la lotería, hubieran salvado a tres personas en un incendio o hubieran dado un pelotazo con alguna pequeña empresa que luego vendieron por una cifra de siete dígitos a una multinacional. Pero no es así. 


Son protagonistas porque han sido detenidos por delinquir. Unos por conducir bajo los efectos de las drogas o el alcohol, otros violación, algunos por agresión sexual, violencia de género, robos, intento de asesinato, secuestro, asalto o simplemente por ir más rápido de lo habitual en una autopista.

Pero no han salido en los grandes medios estadounidenses, ni siquiera en la sección de sucesos del diario de un pequeño pueblo de algún estado norteamericano. Han salido en The Face It, algo así como el periódico de los ‘delincuentes’. Si es que se le puede llamar así, periódico. No porque esté hecho por personas de dudosa reputación. Suponemos que no. Es porque en sus páginas sólo tienen cabida personas arrestadas por la policía de los distintos condados de Texas  Nashville (Tennessee, USA).



  


Dieciséis páginas de mug shots (término en inglés para las fotos de carnet de la policía) para mostrar a sus lectores quienes son los malos de la película. Aquí no hay distinciones. Los violadores comparten páginas con maltratadores, conductores borrachos, asaltantes, traficantes de drogas o peligrosos conductores. Todos presuntos culpables, porque todavía no han sido sometidos a juicio. Todos con esas fotos que no le hacen justicia, nunca mejor dicho, ni a los más guapos y que te dejan marcado para toda la vida.

El periódico consigue las imágenes poniéndose en contacto con el departamento de policía local, que se las facilita con la identidad y el delito que ha cometido, presuntamente, cada persona. Sin ley de protección de datos ni nada parecido. ¿Para qué? Es más importante ponerle cara al malhechor. Y sin derecho al honor, porque una vez impreso, rectificar esto se torna harto complicado. Aunque eso sí, ellos declinan toda responsabilidad y encomiendan a los empresarios a que no sean muy quisquillosos con sus empleados si los ven en las páginas de su periódico, "no queremos que despidan a nadie", dicen.

 
 
 


También tienen cabida en este "periódico" anuncios de toda clase: tarifas de publicidad (1.000$ una página a todo color; 500$ en B/N), radios locales de música pachanguera, comida rápida o películas de bajo presupuesto. Pero si hay uno que abunda es el de los abogados y prestamistas de fianzas. Cuanto más llamativos, mejor. Prestamistas que no dudaran en sacarte en el periódico si no les devuelves la pasta con sus correspondientes, y elevados, intereses. 


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Desde este blog, nos hemos intentando poner en contacto con ellos para que nos cuenten un poco más cómo funciona. Sin resultados. Imaginamos que es porque no tenemos antecedentes penales ni causas pendientes. Y las preguntas que les hemos hecho tampoco han debido sentarles muy bien, imaginamos.

 



Sí que hemos podido saber que este tipo de periódicos (Just Busted es otro ejemplo) es habitual en varios estados de la zona Sur de USA. Y tienen buena acogida entre la sociedad americana, entre puritana y preocupada por la seguridad hasta extremos insospechados. Tan preocupada que es capaz de retratar a sus vecinos, nunca mejor dicho, de esta guisa. Ya sean culpables o no.

jueves, 3 de diciembre de 2009

La Voz de Trébago (o Trévago, a elegir)








Puede que sea el momento de volver a Trébago, en el Norte de Soria, ahora que el otoño casi termina en los calendarios y empieza un poco a serlo en los bosques del Moncayo. Caminar por sus calles empedradas; subir junto a Esteban al torreón de origen árabe si puedes seguir sus zancadas enérgicas de 80 años por una escalera de vértigo, y luego de comer setas, asado de cabrito y algún postre poderoso de orígenes monacales, acabar el día frente a una puesta de sol detrás de los aerogeneradores de la Sierra del Madero hojeando despacio "La Voz de Trébago", el periódico del pueblo que publican sus vecinos dos veces cada año.



Un periódico modesto en el que no podemos hablar de diseño, bueno o malo, porque sencillamente no lo hay. Lo que encontramos en sus páginas de buen papel son las fotografías con la historia del municipio, imágenes antiguas del campo, junto a las fotografías que hacen ahora en su concurso fotográfico anual, que lleva ya quince ediciones. Historias sobre la gente que vive allí, pocos, no llegan al centenar; menciones en libros y prensa antigua al nombre de Trébago, o Trévago, que de las dos maneras lo llaman como atestiguan además las señales de tráfico a la salida y a la entrada del pueblo, una con "b" y la otra con "v"; noticias, propuestas, nacimientos, muertes... Cosas, como llaman a sus últimas páginas donde mezclan un poco de todo, textos e imágenes.




Es asombroso todo lo que hacen, todo lo que consiguen con empeño. No me extrañaría nada que a pesar de ser un pueblo pequeño, con muy pocos habitantes, no les faltara incluso su propio gurú, el señor Paco, o un tal Juan, pongamos por caso, hombre serio como presumen todos sus colegas proféticos de serlo. O más que serio impostado. Sin ocupación definida desde que podemos hacer memoria y cuyas predicciones sobre la lluvia, de vez en cuando acertadas y otras veces no, habrían perdido valor cuando la agricultura dejó de ser la principal actividad económica. Tal vez porque no le quisieron dar la página de los horóscopos o porque se rieron cuando les habló, muy serio, de un rediseño, el desaire le llevaría ahora a despotricar clamando en las esquinas empedradas la muerte de "La Voz de Trébago" en papel. "¡Arrepentíos!", les gritaría si existiera este supuesto señor, claro, "y haced el periódico en Internet, con una campaña viral de máxima usabilidad".

Les daría igual. Además de que todos los números con todos sus contenidos, imágenes y textos, están ya en internet, ellos utilizan a diario la red para gestionar el negocio de sus casas rurales, o estar al día en lo que se refiere a su parque de aerogeneradores, mientras que prefieren seguir publicando el periódico en papel. Larga vida a "La Voz de Trébago", pues; mucho más larga que este otoño que comenzaba al escribir el post y que parece haber terminado ahora que termino yo de escribirlo, en pleno y crudo invierno. Larga vida a "La Voz de Trébago". Y a sus gentes.