martes, 10 de junio de 2008

Noche sin periódicos

Por una vez se han puesto de acuerdo, supongo que sin que sirva de precedente, los periódicos de nuestra ciudad. Lo que no han conseguido las "guerras mediáticas" y políticas lo está consiguiendo la crisis económica y El País, El Mundo, ABC, y La Razón decidieron conjuntamente dejar de distribuir su primera edición en Madrid desde el primer día de este mes de junio. Público nació ya sin hacerlo. Por eso ahora, en Madrid, la noche se ha quedado sin periódicos.


Para quienes no sepáis cómo se distribuía la prensa hasta ahora os pongo un poco en antecedentes. Los periódicos de Madrid, que en este país nuestro se llaman también "nacionales" por venderse cada día en toda España, tienen dos ediciones. Se hace un primer periódico, la "primera edición" o "edición nacional", que se imprime entre las nueve y diez de la noche (si todo va bien y no hay retrasos como no suele suceder casi nunca) y que es el periódico que se reparte por toda la península e incluso en ediciones en Europa y América (en los casos de El País y El Mundo, al menos, desconozco el resto). Hay que hacerlo antes e imprimirlo antes para que dé tiempo a distribuirlo en tantos lugares. Y luego, hacemos una "segunda edición", o "edición de Madrid", que se reparte en la ciudad evidentemente y que lleva las páginas actualizadas hasta la hora más tarde posible y las páginas locales de Madrid que no lleva la edición nacional porque en las distintas comunidades se incorporan cuadernillos propios.

Pues bien, hasta ahora, la primera edición nacional también se vendía en Madrid por la noche, recién hechos y calentitos, salidos directamente desde la rotativa no sólo hacia todas las ciudades del país sino también hasta los Vips madrileños y, allí, había quien compraba a medianoche el periódico del día siguiente. Hasta ahora, porque parece ser que a los gestores económicos de nuestras empresas periodísticas les parece poco rentable. La noche de Madrid cuesta mucho dinero, en casi ninguna parte del mundo se suele hacer y, muy posiblemente, lo veamos cada vez menos, o no lo veamos más.

Y aunque en tiempos de crisis parece inevitable tener que reducir gastos, creo que también merece consideración lo que de círculo vicioso tienen las crisis, para no entrar en ellas. Porque si ante la crisis retrocedemos, y disminuimos nuestra oferta, ¿no puede llevar eso a que bajen a su vez más las ventas y, por consiguiente, los ingresos, lo que consiguientemente lleva a más recortes de gastos que a su vez...

Hay algo más que ganar dinero en el hecho de llevar un periódico hasta un quiosco de prensa, hasta el más alejado quiosco del mundo si es preciso, aunque sea de noche, o porque es de noche precisamente. Y muchos de quienes los hacemos sabemos que existe ese algo más en un periódico que no podemos explicar. Como parece evidente que ese algo más no existe para quienes hacen números ahora en las empresas de medios de comunicación. O en cualquier empresa. Gestores que no parecen advertir que si eliminásemos todo aquello que no es rentable económicamente a corto plazo, seguro que nuestras vidas serían un poco peor. Como las noches solitarias de mi ciudad, que ahora se han quedado, sin periódicos, un poco más solas.


P.D.: Desde encajabaja queremos enviar un abrazo a toda la gente de El Correo. Porque una cosa es luchar para intentar evitar que una crisis económica silencie los periódicos, de noche o de día, y otra muy distinta es que se quiera silenciar un periódico poniendo una bomba en su rotativa.

lunes, 9 de junio de 2008

Diseñario (XX)

Después de una semana de ausencia dedicada a celebrar nuestro primer cumpleaños vuelve el comité de expertos de encajabaja con pocas pero renovadas energías para ofrecernos una nueva entrega del Diseñario. Ni los licores, la música enloquecida, las interminables orgías o el atracón de exquisitos manjares, entre otras actividades, les han desviado de su obstinada labor colectiva, irreverente y, os insistimos una vez más, abierta a vuestra participación.





Legibilidad. Palabra mágica que emplean algunos diseñadores y/o tipógrafos para justificar por qué eligen un tipo de letra en vez de otro, el que más les gusta, generalmente. En sentido estricto, legibilidad es la mayor o menor facilidad de un texto para ser leído. Y así se quiere aplicar también para un determinado tipo de letra, lo que ocasiona ya un problema porque un texto y un tipo de letra no son la misma cosa y existen discrepancias en cuanto a la legibilidad de los textos en razón a ser tan sólo "leídos", recitados en voz alta podríamos decir, o "comprendidos" que es algo bien distinto y que suele requerir una lectura más lenta... y atenta (se puede leer un tipo, ¿se puede comprender un tipo?). Y mencionamos lo de lenta porque ha sido una de las maneras, tal vez la más tosca, de intentar medir la legibilidad para después apoyarse en ella como si de un dato científico se tratara.
Es cierto que durante todo el siglo XX se han llevado a cabo experimentos con pretensiones científicas para intentar estudiar la legibilidad, la mayor parte de ellos tests de velocidad como ya decíamos, aunque también se ha registrado el movimiento ocular y se han realizado exámenes de comprensión, entre otros criterios. Y los resultados han sido... pues completamente distintos según el criterio que se eligiese (velocidad, movimiento ocular, etc.), lo que viene a confirmar que, hoy por hoy, no se puede medir tal supuesta cualidad de los tipos de letra, si es que la tienen. Y es que son tantos los factores que hacen que un texto sea más o menos legible. El ancho de las columnas, el blanco más o menos luminoso del papel, el espaciado y el tamaño de los caracteres... sobre esto último sí parece haber consenso y casi todos están de acuerdo en que unos carateres de tamaño medio se leen mejor que los más pequeños; de Perogrullo, vamos.
No existe apenas obra en castellano sobre la legibilidad (ni se han traducido que sepamos las pocas existentes), pero recopilando de unos y otros se pueden encontrar algunos elementos de los tipos de letra que ayudarían, hipotéticamente, a aumentar la legibilidad, como son: rasgos ascendentes y descendentes como puntos de anclaje para reconocer las palabras (por tanto, aumentarían la legibilidad); mayor altura de la x, o mayor ojo, también supondría mayor legibilidad (no hay consenso sobre esto); el contraste entre el grosor de los rasgos supone mayor legilidad para unos tipógrafos y menor para otros; el diseño de los remates pues otro tanto; e incluso las contraformas, el espacio en blanco del interior de los caracteres, aumentaría también la lebilidad si tienen un área grande. Entre todas estas opiniones, la del gran tipógrafo Eric Gill, sin embargo, nos parece de las más sensatas cuando afirma que es más legible aquello "a lo que uno está acostumbrado". De ser cierta esta afirmación, y muchos sospechamos que se al menos se aproxima bastante a la certeza, sería más legible un tipo gótico para un alemán acostumbrado a él desde niño que un tipo romano, algo que a nosotros nos puede parecer aberrante. Y que, además, daría al traste con tantos rediseños que cambian, por ejemplo, la "obsoleta" Times por nuevos tipos diseñados ahora, "mucho más legibles"; porque sin entrar en la polémica de cuál de esos dos tipos es más legible (algo que como hemos visto no resulta fácil de determinar) estaríamos cambiando el tipo de letra al que todos sus lectores están acostumbrados. Detrás de esta palabra mágica, pues, subyace todo lo racional de sus investigaciones junto a lo irracional del pensamiento subjetivo porque, ¿de verdad vemos todos igual un mismo tipo de letra?

Letra. Según el diccionario de la Real Academia, letra es cada uno de los signos gráficos que componen el alfabeto de un idioma. Pero a nosotros esa definición no nos gusta. Preferimos decir que letra es la más pequeña, la mínima de las partes que forman las palabras. Es el maná del lenguaje, la materia prima con la que configuramos un alfabeto y lo vamos desarrollando. Las letras son lo que hace posible que ahora mismo usted, querido lector, nos esté leyendo y no nos esté escuchando. Porque el lenguaje oral no es más que la transcripción fonética de esas unidades mínimas que forman las palabras, es decir, las letras.
Y como tal materia prima, constituye una fuente de riqueza y, a la vez, una fuente de problemas. Riqueza porque nos permite construir palabras, frases, párrafos, textos, historias y porque nos permite expresarnos libremente. Y problemas porque su falta de uso, su marginación, provoca todo lo contrario.
Y en otras ocasiones, las letras provocan pequeños quebraderos de cabeza a los redactores que el departamento de maquetación de cualquier periódico tiene que intentar arreglar. Que levante la mano al que no le hayan dicho nunca esta frase: ¿Me arreglas el título? Es que se me cae por una letrita. Ay! las letritas. Vamos que hay que "trampear" el título para que quepa en la caja, y todo para que la puñetera (amada por nosotros) letrita no se caiga y se haga daño.

Línea de base. Como su propio nombre indica, línea imaginaria en la que se apoya la base de las mayúsculas y también las letras en caja baja, sin contar el rasgo descendente, que precisamente va desde la línea de base hacia abajo. Su utilidad consiste en armonizar los blancos de una página, ya que con el conjunto de todas las líneas de base de una página, conocido como rejilla, conseguimos que las líneas de texto igualen a través de las distintas columnas. Esto que parece una perogrullada, no lo es tanto. Sólo a partir del auge de los programas modernos de maquetación (Quark a la cabeza) se contempla la posibilidad de ajuste del texto a la línea base. Antes esto no era así y era necesario controlar eso tan importante y olvidado que se llama interlínea. Todos los que habéis tenido que trabajar con los antiguos sistemas de composición recordaréis cómo se hacían los cálculos de blancos entre líneas en múltiplos de la línea base, para que las diferentes líneas de texto cuadraran unas con otras. Quark ha venido a simplificar el proceso, aunque si se trabaja sin tener en cuenta esa proporción de puntos suelen aparecer esos blancos extraños que se suman a las líneas, porque lo que estamos haciendo es imantar el texto a la siguiente línea base que le corresponde, pero los valores de interlínea se siguen respetando, por lo tanto, los blancos se abren.
La línea de base, o línea base a secas, es fundamental. Tanto es así, que en un diseño, es uno de los primeros detalles técnicos que se establece, sino el primero. De ella depende en gran medida la mancha del texto, y la interlínea que hay que respetar entre los cuerpos más grandes y más pequeños. Y metidos en harina, y esto va en serio, marca el final irrenunciable de las cajas de diseño. Porque, amigos, las cajas de texto o imagen deberían terminar en la siguiente línea de la línea base. Todas, sin excepción, aunque no os lo podáis creer. Por eso, cuando alguien deja una caja ahí, de cualquier manera, entre un salto de línea y otro, el asesinato empieza a parecer una idea justificable. Porque eso puede provocar decenas de contratiempos, desde que te entre una línea más de texto, a que el recorrido de la caja no funcione igual que en las demás o que una imagen quede desajustada. Así que, maquetas del mundo, ceñíos a la línea base, que entre otras muchas cosas, también sirve para eso.
Alejándonos del plano teórico, y centrándonos en las propiedades prácticas de la línea base, podríamos destacar su alto magnetismo, hasta tal punto que cuando se pasa del Mac al PC puede llegar a ser irresistible. Se ha llegado a ver a algún pobre maquetador aferrado con las dos manos al ratón mientras intentaba en vano y ayudándose con los dientes prendidos al borde de la mesa, hacer saltar el cursor de una línea a otra.
Y por otro lado, reseñemos su alta capacidad para pasar desapercibida. Sólo así se explica que profesionales que llevan decenas de años trabajando en el mismo medio sigan sin entender porqué su gráfico tiene que crecer en vertical de diez en diez puntos de cícero (eso si supieran lo que es un cícero, claro…) y no en proporciones más libres, que no se le pueden poner cotas tan miserables al talento gráfico desmedido.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.

viernes, 6 de junio de 2008

Libros y fotografías

Estamos viviendo ahora mismo en Madrid entre libros y fotografías, aunque hay quien no se entera, porque esta misma semana ha dado comienzo la nueva edición de PHotoEspaña y porque todavía estamos a tiempo de pasarnos este fin de semana o el siguiente por la Feria del Libro en El Retiro. No resulta peligroso, incluso puede ser divertido.



Cartel de este año, 75 edición de la Feria del Libro


No vamos a contaros aquí el aburrido tema de las cifras, el número de casetas, el dinero que cuesta instalar cada una, o la cantidad global de euros que se espera que cambien de manos, el total de libros vendidos, expositores, librerías, editoriales, autores participantes, el número de gotas de lluvia caídas o qué escritor tiene la cola más larga y por tanto es elegido ganador de una competición inexistente. Y no lo vamos a hacer porque es el típico y aburrido artículo de becario de cultura que ya está escrito en todos los medios, todos los años igual. Y, además, nos da igual. No nos consigue alegrar ningún músculo porque lo que nos mola es pasear por allí, curiosear en casetas cuanto más extrañas mejor, nada de editoriales o grandes librerías donde todos tienen los mismos libros y al autor de moda, Zafón este año creo, presumiendo (y compitiendo con Follet) de fila y firma. O ver a la gente, porque en la Feria del Libro te puedes encontrar con cualquiera.


Todo tipo de gentes puedes encontrar


Y libros, claro. Este año, además de cómics y poemas de Boris Vian, hemos encontrado este maravilloso abecedario en la siempre fascinante caseta de la editoral infantil Kókinos:





PHotoEspaña 08

Y qué mejor para acompañar una buena sesión de libros, que una buena exposición fotográfica. Y de eso sabe mucho PHotoespaña que un año más nos trae una selección de los mejores fotógrafos del mundo. Todo concentrado en algo más de un mes de exposiciones, charlas, talleres y un largo etcétera.



Desde el 4 de junio y hasta el 27 de julio, cuenta con más de veinte sedes, amen de la propia calle (qué mejor soporte) donde contemplar obras de W. Eugene Smith (un clásico imprescindible), Bill Brandt, Paolo Ventura, Thomas Demand o Robert Smithson, entre otros. Y también podemos disfrutar de las fotografías de los finalistas del Concurso Descubrimiento PHE08, donde sacan a la luz nuevos talentos en el siempre complicado mundo de la fotografía.



Pero como no sólo de profesionales vive el hombre, también podemos hacer nuestros pinitos en el mundo de la imagen instantánea. Podemos participar, por ejemplo, en los encuentros PHE (del 5 al 7 de junio) o en La noche de la Fotografía (13 de junio) donde los amantes del nitrato de plata pueden rastrear el Barrio de las letras en busca de la mejor instantánea.


Mario F. Benito y Luis Blasco

lunes, 2 de junio de 2008

12 meses de minúsculas
Primer aniversario de encajabaja




Esta primera línea debería estar reservada a todos esos tópicos sobre el paso del tiempo, lo deprisa que va, lo corto que se nos ha hecho, los ríos que van a parar al mar y a cualquiera tiempo pasado... que siempre fue mejor, y a lo jóvenes que éramos. Entonces. En concreto teníamos un año menos, exactamente un año todos y cada uno de nosotros y vosotros el día en que este blog, encajabaja, apareció en la blogosfera, en este internet nuestro de cada post. Por eso son doce meses en minúsculas, porque hoy cumplimos un año, y de minúsculas porque aquel nombre que sin más le "sonó bien" a Luis Blasco ha resultado ser nuestra manera de ser. No nos sale la grandilocuencia ni la afectación que a veces envuelven al diseño por la sencilla razón de que para nosotros es nuestro sencillo trabajo de cada día en un periódico. Y así hablamos del diseño de la prensa, sin palabras mayúsculas, en caja baja. Hoy toca, pues, mirarnos el ombligo. Y aquí estamos, inmortalizados por la genial tablet y el lápiz electrónico del dibujante de El Mundo Luis Sánchez Parejo, compañero y sin embargo amigo.



Durante estos doce meses y en los casi 200 artículos, cada uno de los miembros del equipo de encajabaja hemos hablado con absoluta libertad sobre nuestra labor en la prensa esperando siempre encontrar un comentario vuestro, libre también claro porque aquí no hay censuras previas ni posteriores. Y como parece que volver la vista atrás de vez en cuando conviene, y que fechas como los cumpleaños se prestan bien a ello, pues cada uno de nosotros ha querido recordar uno de sus posts.


Para Luis Blasco, posiblemente su visita a la rotativa del diario El Mundo y el reportaje fotográfico que junto al texto y los pies de foto explicaban todo el proceso de impresión de un diario sea su post más apreciado. Los comentarios elogiosos, en especial el de la profesora Ana Martín (Diseño y Autoedición de 3º de periodismo), del IE Universidad de Segovia, recomendándolo a los alumnos, son además de alentadores, una prueba de lo que busca este blog, informar, formar y divertir. Y si es de manera práctica, pues mucho mejor.



Rubén Martín, siempre atento a cualquier errata que los duendes informáticos puedan causar en la prensa, nos ofreció esa imagen del "Kun" Agüero en la que, a falta de público que admirase sus regates con el Atlético de Madrid, los responsables (por decir algo) de la web del diario deportivo AS ni cortos ni perezosos echaron mano de la vertiente más cutre del Photoshop para clonar a los espectadores. Su post cruzó el Atlántico y desde Argentina fuimos citados por nuestro querido Baruch en Visualmente.



Mario Benito se decanta por su vertiente más cariñosa y quiere destacar precisamente el que fue su primer artículo en el blog. También fue citado en distintos blogs amigos y vecinos como el Maquetadores de Paco Oca lo que supuso un espaldarazo y mayor difusión a esos otros puntos de vista que tienen la curiosa característica de estar cada día más presentes, porque parecemos vivir en carne propia una auténtica epidemia de "eso a mí no me gusta".



Para Javier Vidal, orden y ritmo son cuestiones fundamentales a la hora de informar. Orden a la hora de exponer los temas, y ritmo a la hora de mantener atrapado al lector a través de las páginas. De ahí el interés por las soluciones gráficas que reclaman su atención a gritos . Con romper el ritmo, mostraba un caso en el que, a veces, hay que cambiar el patrón gráfico de una publicación para conseguir sorprender a un invitado que a esas alturas ya cree haberlo visto todo.



Cansado de ser un miembro de hecho, Quique Falcón quiso pasar a ser un miembro de pleno derecho despúes de haber asistido a debates hasta las tantas de la madrugada sobre lo divino y lo humano de lo que se hacía o no se hacía en encajabaja. Y puestos a participar, inauguró sus artículos con este divertido relato sobre una noche de ritmo vertiginoso. Una noche que se estropeó después de que alguien, él mismo, pronunciara las palabras mágicas que nunca tenemos que pronunciar. Nunca.



Además, como queremos que sean doce los artículos reseñados, y como no pueden quedarse fuera tampoco de esta pequeña recopilación de lo mejor de encajabaja, empezamos, como no podía ser de otra forma, con el proyecto más irreverente y colectivo de la blogosfera, nuestro afamado Diseñario, que ya va por la entrega número 19 y que está abierto, como ya sabéis, a la participación de todos vosotros. Y no nos podemos dejar en el tintero nuestras Firmas en Caja Alta, donde importantes profesionales del diseño y la información nos regalan su punto de vista sobre un determinado tema. Ya hemos contado con personajes como Norberto Baruch, Miguel Buckenmeyer, Eduardo Cruz o Pedro Cuartango. Próximamente más.

También queremos destacar los post del primer viaje de encajabaja a la Quinta Cumbre Mundial de Diseño en Estepona, donde pudimos asistir a las conferencias de reputados profesionales como Lucie Lacava, Toni Cases, Miguel Buckenmeyer, Javier Sicilia o Jordi Catalá, un viaje lleno de anécdotas que merece la pena rememorar de vez en cuando.

Y como aquí nos gusta mucho leer y culturizarnos un poco, también tenemos que hacer mención a los libros que hemos intentado haceros conocer a través de nuestras páginas y las exposiciones que hemos visitado para que todos los que no tuvieráis oportunidad de verlas, pudiérais visitarlas, aunque fuera de manera virtual. Y, por supuesto, nuestros casos prácticos, marca de la casa, y en los que hemos contado con la ayuda de compañeros nuestros.

Podríamos seguir enumerando post y post, hasta que se nos acabaran los ceros y los unos, pero lo mejor es que lo veáis vosotros, con vuestros propios ojos y nos comentéis qué os ha parecido este año lleno de trabajo, alegrías y mucha ilusión.



Finalmente, no podemos terminar este aniversario sin el turno de agradecimientos. En primer lugar, y porque se lo merecen, a todos nuestros compañeros de sección, que nos han ayudado y alentado con sus comentarios, a todos los profesionales que se han prestado a colaborar con nosotros de manera desinteresada (en lo mejor de encajabaja no pueden faltar los artículos que escribieron para nosotros Esmeralda Sáez sobre el triunfo de la ortodoxia, y Nacho Arbalejo sobre la mayor colección de prensa histórica española), a todos los blogs vecinos y amigos, a todos los que nos han enlazado (no podemos dejar de mencionar aquí a Arcadi Espada que con su enlace consiguió que nuestro artículo sobre la cobertura que hicimos desde El Mundo sobre el último atentado de la banda terrorista ETA fuese el más visitado de nuestra pequeña historia) y a todos aquellos que nos han facilitado el trabajo. Y a nuestras parejas, familiares y amigos, a los que les hemos robado un poco de tiempo para dedicárselo a este proyecto. Pero sobre todo a vosotros, queridos lectores. Muchas gracias a todos.

jueves, 29 de mayo de 2008

Usted, ¿no será periodista?
No, hombre, no

Pero, ¿por qué me pregunta usted eso? ¿Es que tengo acaso cara de periodista? No, hombre, no. Una regla no escrita que la experiencia y algunos maestros nos han enseñado es que nosotros nunca diremos cuál es nuestra profesión. Y viene a cuento porque la semana pasada leíamos en el blog vecino de nuestro colega Borja Ventura las desventuras y, sobre todo, recelos que le había supuesto confesar su condición de "journalist". Tuvo suerte, Borja, tan sólo un cuestionario verbal algo más intenso de lo normal con el funcionario de aduanas de Zimbabwe y la inscripción en lo más alto de su hoja de inmigración de la palabra "journalist" (es un formulario sin ninguna casilla específica donde declarar cuál es tu profesión) para que así estuvieran al tanto del dato cuantos controlasen su viaje, en especial las autoridades. Mucha más suerte que nuestro querido Bernardino M. Hernando, maestro de periodistas a quien hemos mencionado ya y seguiremos haciéndolo, cuando en una de sus clases, para ilustrar su consejo de maestro de que nunca dijésemos que somos periodistas, nos contó un viaje suyo a un país del Este en cuya frontera estuvo horas retenido (no recuerdo si más de 24) cuando amablemente contestó que era periodista al amable funcionario que desde ese instante dejó de serlo. Viajaba sólo por placer, como turista, repetía sin éxito cada vez que su guardián pasaba por la habitación en la que esperaba a nada. Sus compañeros de viaje, primero esperaron, luego acordaron esperarlo en el país siguiente, o algo así.

Después de oír aquello he sido tipógrafo en Cuba, "¿tipógrafo?", repitió el funcionario levantando su vista hacia mí al mismo tiempo que la humedad del Caribe se me contagiaba por todo el cuerpo. "Sí", afirmé con la firmeza del cemento chino. Miró a continuación a mi hija, que entonces tenía 6 años. "¡Quítele los espejitos al niño!", volvió a espetar detrás de sus espejos oscuros. Y le quité las gafas de sol a la niña. "Niña, es una niña". Y pasamos dejándonos mi mujer y yo tres kilos en sudor en aquel control de hojalata del aeropuerto. He desempeñado varios oficios dentro de las Artes Gráficas cada vez que he salido del país, e incluso en su interior, y en Estados Unidos no recuerdo lo que pude balbucear en inglés macarrónico y asustado en aquel control de entrada del aeropuerto JFK de Nueva York. Aterrado estoy todavía al rememorar aquellas cabinas con una negra gigante repartiendo al personal de la cola al grito de "¡You!", mientras señalaba con un dedo donde debías pasar, pero estoy seguro, del todo seguro, de que dije lo que fuera menos "journalist".

Y es que si queremos acceder a cualquier lugar, por inocente que sea el sitio y nuestra intención, nunca, pero nunca, diremos que somos periodistas. Y nunca, pero absolutamente nunca, confesaremos nuestra condición laboral de apestados periodistas (gráficos, visuales, textuales o del corazón, les da igual amigo Borja) si viajamos por placer a cualquier lugar del mundo (si es profesional, enviados por un medio, es otro cantar), en especial a países alérgicos a las garantías legales. En esos países, repito, nunca seremos periodistas; en los otros, en aquellos países occidentales, democráticos y avanzados como el nuestro, o los Estados Unidos... tampoco.



Porque es un mito esa imagen de las películas en la que el héroe esgrime su condición de periodista y enseña un carnet como tal con el que se le abren puertas, todas. Es un mito porque a los periodistas, en realidad, no se les deja pasar a ninguna parte. Todos, absolutamente todos, amigos y enemigos, desconfían de nosotros. Habréis vivido, y si no os lo podrán confirmar, aquellos actos políticos, económicos, empresariales o del tipo que sea donde asisten periodistas invitados... a la última mesa, escondidos en el lugar más recóndito donde no podamos ver ni escuchar nada.

De aquí se deduce la segunda regla no escrita que nuestro admirado Bernardino nos enunció: nunca, pero nunca, debemos pararnos delante de un portero, ventanilla, vigilante jurado o elemento disuasorio controlador del tipo que sea, provisto o no de gorra, humano o mecánico, situado en una puerta de acceso a un lugar al que queramos entrar. Muy al contrario, seguiremos andando con paso seguro, muy seguro, incluso sirve un "buenos días" mientras seguimos avanzando, siempre avanzando sin detenernos a no ser que se empeñen de manera concienzuda. Entonces, quedará a nuestro ingenio la manera de sortearlo teniendo siempre presente que, a no ser que estemos citados o acreditados por un medio, seremos cualquier cosa, policías o ladrones, cualquier cosa menos periodistas.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Receta en portada



Una vez más, El Periódico de Catalunya. Debe ser una de las pocas ocasiones en que una receta de cocina (con toda su polémica y debate detrás) aparece en una primera a nivel nacional. Al menos con este tamaño y fuerza.

lunes, 26 de mayo de 2008

Diseñario (XIX)

Nueva entrega semanal del Diseñario en la que el comité de expertos confía en que no haya "ausencias notorias", motivo por el cual trabaja duramente semana a semana esperando aportaciones de todos sus miembros, y por supuesto de cuantos quieran participar. Porque ya sabéis, se trata de una obra irreverente, sin pretensiones académicas y colectiva, abierta a todo tipo de términos que, como se ha dicho en más de una ocasión, aunque no se incluyan ahora por habérseles pasado el orden alfabético, aparecerán en la versión revisada final.





K


Kerning. O kern, no es el nombre de ningún diseñador americano ultramoderno. Es, simplemente, el espacio existente entre dos (a veces tres) caracteres individuales y está definido en un tabla para cada tipo de letra. El kern es proporcional, ya que es del mismo tamaño en puntos que el cuerpo de los caracteres. Los pares o tríos de kerning son "excepciones" que definen los diseñadores de tipografías para resolver problemas entre distintos tipos de letras, como por ejemplo cuando una "l" y un "i" van juntas. De no existir el kerning estas dos letras quedarían muy separadas. Sin embargo, al aplicar la tabla de kerning estás letras no se juntarán y así no parecerá que se odian como Pimpinela.
La palabra kerning deriva de la palabra inglesa "corner" (esquina, rincón, y en su acepción como verbo, arrinconar, tal y como se hace con las letras). En los tipos de metal hace referencia a ese pequeño saliente que tenían que hacer los tipógrafos en las piezas de plomo debido a la morfología de algunos caracteres para que la siguiente letra no quedara muy separada visualmente. En la tipografía digital, el kerning se aplica a cada pareja de letras y es un número que se añade a las características de espaciado de la letra.
No se debe confundir con interletreado o tracking. El tracking lo llevan todas las letras y es la suma de espacio para que se acerquen o alejen entre sí.

King-Pao. El más antiguo periódico del mundo... según quién cuente la historia. "King-Pao" o "Tsing-Pao" (las transcripciones del chino es lo que tienen) viene a ser algo así como "Noticias de la Corte", fuera de China se le llamó "Gaceta de Pekín" y fue fundado aproximadamente en el año 400 de nuestra era, cuando en Occidente no existía la imprenta ni las condiciones necesarias para que existiese hasta pasados más de 1.000 años, mientras que en China conocían ya los caracteres móviles atribuidos a un tal Gon-Khoung y que al final tuvieron menos fortuna y desarrollo que en Europa sobre todo por la complejidad de la escritura china y sus ideogramas que obligaban a que esos caracteres móviles fuesen miles y miles. Periódico impreso en imprenta, claro.
Y no sólo eso, el libro impreso más antiguo que se conoce no es ninguno de los incunables de Gutenberg, sino el "Sutra del diamante", del año 868, impreso por Wang Chien con la técnica de la xilografía (grabando planchas de madera). También el papel es obra china, atribuida a Chai Lun hasta que descubrimentos arqueológicos posteriores han encontrado trozos de papel en una tumba del siglo II, motivo por el cual Chai Lun no pudo ser el inventor si bien debió de mejorar sus técnicas de fabricación.
Y decíamos que "King-Pao" es el periódico más antiguo según quien lo cuente, porque a buen seguro que los ingleses siguen considerando como primer periódico al "Weekley News of London", aparecido en 1622 y con tirada semanal ininterrumpida hasta 1641. Y lo consideran así por su carácter "periódico", porque al menos desde 1609 se publicaban ya hojas sueltas sin regularidad, conocidos precisamente como "sueltos", en el norte de Alemania gracias a los mencionados tipos móviles. En menos de 20 años ya había publicaciones más o menos periódicas en Colonia, Frankfurt, Berlín, Hamburgo, Basilea, Viena, Amsterdam y Amberes. Desde Amsterdam, impresos en inglés y francés, llegan a Londres (1621) y París, donde publican su primer periódico en 1631. En 1702 se fundó en Londres el primer diario de Inglaterra, el "Daily Courant", y en 1785 nace el "Daily Universal Register" que después cambiará su nombre por "The Times".
El "Correo de Francia, Flandes y Alemania" empezó a publicarse en 1621 y es la más antigua de las publicaciones más o menos periódicas en lengua castellana. Veinte años después, Jaime Romeu inició en Cataluña la publicación del semanario "Gazeta vinguda a esta ciutat de Barcelona", y en 1661 Julián Paredes editó en Madrid el primer número de "La Gaceta", diario que en 1697 pasó a llamarse "Gaceta de Madrid" y que continúa publicándose hasta hoy, tres siglos después, con el nombre de "Boletín Oficial del Estado-Gaceta de Madrid".
Y según la Asociación Mundial de Periódicos, el diario sueco "Post Och Inrikes Tidningar", que llevaba publicándose cada día desde 1645 es el periódico más antiguo del mundo. Y decimos llevaba porque dejó de publicarse en papel el día 1 de enero de 2007 para seguir existiendo sólo en internet (aunque continúan publicando tres copias del mismo en papel para enviarlas a las bibliotecas de las universidades y seguir así "manteniendo la tradición").
Si algo queda claro después de unos cuantos datos y, sobre todo, después de consultar a distintos historiadores de la Prensa es... que no hay nada claro. Que no existe el periódico más antiguo del mundo, entre otras razones porque no resulta tan fácil definir un periódico como podría parecer a simple vista. Es una publicación periódica. Sí. ¿Sirve cualquier técnica de impresión?, porque enseguida aparecen los que reclaman que aquello que se editó en su ciudad hace nosecuantos mil años es el primero impreso con tipos de metal, o el primero en xilografía, o en offset, o el primero grabado en piedra. Y, ¿qué periodicidad sirve para considerarlo periódico? Porque ahora, hoy día, para que una publicación sea llamada "periódico" tiene que salir todos los días, uno detrás de otro. Pero en siglos anteriores, la cosa cambia. Y la mayoría de publicaciones, además, tuvieron una vida digamos que irregular, con periodos de periodicidad más o menos conseguida junto a otros de penuria y semanas, meses o incluso años sin salir para luego volver a retomar su actividad... Sobre qué es una publicación podríamos todavía polemizar mucho más que sobre la periodicidad. O sobre quién fue el primero.
Y es que en el año 59 antes de nuestra era, Julio César ordenó que se hicieran públicas en la Roma imperial las actas del Senado y otras informaciones del Gobierno de forma periódica en las que se denominaron "Acta Diurna" (más o menos "archivo diario"). Se comenzaron exponiendo en lugares públicos con un listado de las actividades y disposiciones gubernamentales, pero después fueron publicándose también otras noticias "de interés general" como bodas, defunciones y hasta avisos publicitarios como la venta de un gran lote de esclavos. ¿Si esto no es un periódico? Pero, ¿el primero?



L


Ladillo. Pequeño epígrafe que se inserta en el texto y sirve para situar al lector ante lo que se le avecina. Suele destacarse tipográficamente o con un cuerpo mayor. Pertenece a un segundo nivel del lectura, ese que se alcanza sólo cuando profundizamos en el texto. Su utilidad, aparte de informativa puede ser estética, puesto que los ladillos contribuyen a aligerar los textos largos, y se agradecen profundamente cuando nos enfrentamos a varias columnas seguidas de texto. Por si fuera poco, tienen una última función: la de salvar vidas. Se conocen casos de lectores que han fallecido asfixiados al intentar leer en voz alta un texto de más de tres columnas sin ningún ladillo. El ladillo utilizado en su justa medida, proporciona esa pausa que los pulmones necesitan para que siga llegando oxígeno al cerebro. Por eso no se comprende cómo algunos redactores se muestran tan reacios a la inclusión de ladillos en sus textos. Sólo por humanidad, estarían contribuyendo a reducir las estadísticas mundiales de muerte por embolia. Aunque si fuera por un repentino ataque de profesionalidad, estarían contribuyendo a que la información llegara al lector troceada y editada para una mejor comprensión... Pues ni por esas. Abundan los ejemplos de textos de dimensiones enciclopédicas sin un solo ladillo que llevarse a la boca. Eso, cuando no encontramos en medio de un texto algo que es cualquier cosa menos un ladillo.
Porque, lamentablemente, el mal uso de los ladillos es un hecho extendido. Un ladillo no sirve para insistir en la idea del título, no sea que el lector presente dureza de mollera. Tampoco es una vía de escape para los titulares que no caben en tres líneas. Es decir, no se puede seguir titulando en un ladillo, vamos. Los ladillos no pueden dejarse ni al final ni al principio de una columna, ya que estaríamos dando lugar un ladillo viudo o huérfano, una especie de mutación genética de la línea viuda o huérfana de toda la vida. Por último, los ladillos presentan alguna excepción. No suelen utilizarse en las entrevistas y tienen la capacidad de sustraer la sangría al párrafo que les acompaña.

Lector. ¿Y tú me lo preguntas? Lector... eres tú.


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