miércoles, 14 de julio de 2010

Hasta el infinito y más allá...

Teníamos pensado terminar en el artículo anterior con esta "serie futbolera" en la que nos hemos visto atrapados por circunstancias obvias. Pero... no ha podido ser, porque eso de tener amigos hasta en el infierno es una de las grandezas de encajabaja. Y porque el Mundial de Fútbol está convirtiéndose en una historia sin final.

Nada menos que desde Shanghai, uno de nuestros más queridos "corresponsales", José María Robles, el gran "Sacri", nos envía unas fantásticas imágenes de periódicos chinos reflejando el triunfo de España en el Mundial de Fútbol, que como no puede ser de otra manera compartimos con todos vosotros:








Y por si esto fuera poco, nuestro "corresponsal" en el Aeropuerto de Barajas, Rafael Sangrador, tuvo la posiblidad de tomar estas imágenes exclusivas, con una calidad a la altura de nuestro fútbol, de la llegada de la Selección campeona del Mundo a nuestro país, que también os ofrecemos:















Lecturas futboleras para el verano

Y para terminar con el fútbol, y esta vez sí que sí, iremos un poco más allá del infinito para recomendaros algunas lecturas futboleras con las que nosotros lo hemos pasado realmente bien... por si alguno quiere seguir con el tema, libros escritos casi todos, menos uno, por periodistas.



La primera de todas es un clásico absoluto, que además ahora se ha reeditado con algún artículo más. Se trata de "Salvajes y sentimentales. Letras de fútbol" de Javier Marías, escritor que para algunos es el más interesante entre los actuales y los de su generación, posiblemente el mejor de los escritores españoles vivos, afirmación siempre atrevida, claro. Un libro divertidísimo en el que además de su enorme inteligencia rebosa toda la diversión que seguro que pasó él mismo escribiendo cada uno de estos artículos que aquí se recopilan.

"La Guerra del fútbol y otros reportajes", del mítico Ryszard Kapuscinsky, es también otro clásico. En realidad son una colección de artículos sobre distintos conflictos en todo el mundo, especialmente en África. Pero en lo que nos concierne, el primer artículo que da nombre al libro se ocupa del conflicto armado que se desencadenó entre Honduras y El Salvador en 1969 tras dos partidos de fútbol entre estos países para clasificarse para el Mundial de México de 1970. Aunque había causas más profundas detrás, esta clasificación derivó en una guerra con 6.000 muertos, 12.000 heridos y más de 50.000 personas que perdieron sus casas en pueblos y aldeas arrasadas. Polémicas aparte sobre los últimos datos que se han publicado sobre su persona, los textos de Kapuscinsky siguen siendo absolutamente magistrales.

Las columnas que sobre fútbol escribió otro grandísimo periodista, Enric González, desde Italia cuando era corresponsal allí del diario El País, se publicaron en un libro titulado "Historias del Calcio" que tampoco tiene una línea de desperdicio. Con su estilo divertido y siempre personal, nos explica el mundo a través del fútbol. Además, el blog que ha estado escribiendo sobre el Mundial 10Dibuje maestro, en su periódico, ha sido un auténtico regalo para quienes somos fieles lectores suyos. Ahora que ha teminado el campeonato, pueden seguir leyéndose sus entradas por el puro placer de leerlas, como todo lo que escribió sobre Italia y su fútbol en este libro que os recomendamos muy mucho.

Y finalizamos con otro libro que también intenta explicar con la metáfora universal del fútbol lo que sucede a nuestro alrededor. En este caso, la famosa globalización. "El mundo en un balón: la globalización a través del fútbol", escrito por el periodista norteamericano Franklin Foer, es un ensaño escrito con enorme agilidad, interesantísimo y ameno, en el que ilustra con casos reales del fútbol internacional aspectos de la realidad política (aunque le patine algo el tópico sobre el Madrid franquista y el democrático Barça... no se puede acertar siempre)
Os aseguramos que a quienes os interese este increíble deporte, cualquiera de estos libros os divertirá y ayudará a romper el estúpido tópico de que el fútbol y la "inteligencia" están reñidos. Porque inteligencia, o pensamiento, es una cosa e "intelectualismo" barato, otra.

lunes, 12 de julio de 2010

¡CAMPEONES!




No es fácil vivir alegrías colectivas en España, por infrecuente, o porque sufrimos lo contrario desde hace... ¿desde cuándo? Por eso resulta especialmente emocionante para nosotros poder escribir aquí, en encajabaja, que somos... ¡campeones del mundo!


Y si de vivir una alegría colectiva se trata, nada como la redacción de un periódico para hacerlo. Incluso abrazados a nuestros hijos en casa, algunos de nosotros, nos abrazamos a la vez en la distancia con todos los compañeros del periódico que en ese momento gritaban, abrazados también, en la avenida de San Luis de Madrid cuando ese genial y humilde chaval de pueblo culminara la labor de un genial y humilde grupo de futbolistas para hacernos a todos... ¡campeones del mundo!


Han tenido que pasar unas cuantas horas ya para que podamos escribir esto, emocionados todavía, porque desde que Casillas levantó la copa del mundo de fútbol no hemos dejado de hacer páginas empujados por ese incontrolable subidón de adenalina que te lleva en volandas cuando eres consciente de que estás maquetando un pedazo de historia... de que somos ¡campeones del mundo!

Y nos volvimos todos locos. Y los periódicos cayeron del cielo de la redacción, como en una balada de otoño. Y quisimos salir corriendo, gritando tu nombre, España, y perdernos orgullosos por los callejones de la memoria. Y muy de madrugada conciliamos el sueño, con la sonrisa plena de quienes se sienten por primera vez ¡campeones del mundo!

No es fácil para quienes nacimos en España vivir alegrías colectivas como no es fácil escribir de manera colectiva, pero hoy teníamos que hacerlo en encajabaja, varias manos juntas tecleando una sobre otra que somos... sí.


















Fotos de Luis Blasco, Mario Benito y de nuestro muy querido amigo José María Muñoz Rosa que ayer estuvo con nosotros, una vez más, en la redacción del diario El Mundo de Madrid

viernes, 9 de julio de 2010

¡Con España!



Los miembros del equipo de encajabaja nos ponemos la camiseta de La Roja, como seguramente hagan incontables personas el domingo, con la esperanza de que así vestidos nos convirtamos en campeones del mundo de fútbol. Vamos a repetir esto último porque viviendo derrotas con nuestra selección desde que éramos niños no llegamos todavía a creernos del todo lo que está sucediendo: podemos ser CAMPEONES DEL MUNDO DE FÚTBOL.

Y porque no resulta fácil en esta España nuestra, que nos da vida pero también nos duele, aunar voluntades para conseguir algo grande. Repetimos que repetimos que podemos ser campeones del mundo de fútbol, el deporte colectivo más grande que se ha inventado, porque parece imposible que nos pongamos de acuerdo en algo, como si un fatalismo o una maldición lanzada contra los españoles desde el comienzo de los tiempos nos condenase a la desunión. Y ahora, repetimos, podemos ser campeones con un equipo cuya mayor virtud es precisamente su juego de equipo, el conjunto por encima de sus grandes individualidades, que también. Un grupo de jóvenes que ha conseguido el más difícil todavía de que nos sintamos unidos, que nos abrazáramos emocionados en la redacción el otro día sin reparar en quién terminaba en nuestros brazos, de que nadie mire mal a nadie porque lleve una bandera de España o la saque a su balcón, a los miles de balcones y taxis que en Madrid, y en todas las ciudades españolas, tienen hoy una bandera roja, amarilla y roja que por primera vez parece de todos. Si hasta la diosa Cibeles la lleva como mantón.

Necesitamos una alegría colectiva para recuperar la confianza en nosotros como país, si es que alguna vez la hemos tenido. No nos sacará de esta crisis que no quiere terminar pero nos ayudará. Y de suceder habrá después, seguro, políticos que quieran apuntarse al triunfo de este equipo grande y humilde, esos mismos que han sido incapaces durante años de hacer nada por nuestro país a pesar de que la durísima crisis que padecemos requería a gritos superar diferencias en vez de querer hundir al adversario... desde el propio presidente del Gobierno, al líder de la oposición, dos personajillos indignos del alto puesto que ocupan y que, insistimos, deberían mirar y aprender de este grupo de deportistas en los que sí queremos vernos representados. Pase lo que pase el domingo.

Una vez más tenemos que agradecer al dibujante oficial de encajabaja, el gran Luis Parejo, los servicios prestados para que aparezcamos así de guapos, orgullosos, emocionados, satisfechos, luminosos, deportivos, animosos, entusiasmados, eufóricos, alegres, radiantes, esperanzados, ilusionados, unidos... españoles.

jueves, 8 de julio de 2010

Sin Flandes no hay nada...

-Desde hace cuatro años, estudio este mapa cada noche. Conozco cada puerto, cada canal, cada estuario, cada fortaleza. Flandes me quita el sueño. Pero nunca he estado allí...
-Es el fin del mundo, Excelencia. Cuando Dios, nuestro señor, creó Flandes lo alumbró con un sol negro, un sol hereje. Que ni calienta ni seca la lluvia que te moja los huesos para siempre. Es una tierra extraña, poblada por gente extraña que nos teme y nos odia, y que jamás nos dará tregua. Quita más que el sueño, Excelencia... Flandes es el infierno.
-Sin Flandes no hay nada, capitán. ¡Necesitamos ese infierno!

El Conde-Duque de Olivares al Capitán Alatriste.

Sabemos cómo se hace. Ya lo hicimos en una ocasión.

La rendición de Breda, de Velázquez

martes, 6 de julio de 2010

Fútbol en la redacción (II)

Vivimos un momento histórico. España, nuestra selección, La Roja, juega mañana una semifinal de un Mundial por primera vez en su historia. Los afortunados que lo puedan seguir en la redacción tienen aseguradas dos cosas: una noche infernal de trabajo y el enorme placer de seguir el partido en el periódico, a veces mirando de reojo los monitores, otras decididamente plantados en los pasillos, abrazados a un compañero, animando y gritando como si estuvieran en Durban, en pleno absentismo laboral patrio. Se levanta el país de muchas formas, algunas más decorosas que otras...



Parte de la redacción celebrando el penalti de Xabi Alonso a Paraguay.

Lástima que hubiera que repetirlo... VIDEO: Luis Blasco.

Estas entregas futboleras darían para escribir un libro. En él tendríamos que hacer una clasificación de personajes que se transforman cuando su equipo juega un partido. Para los que jugamos al fútbol existe una máxima universal: "Se juega como se es", que también es aplicable a "se sigue un partido en la tele como se es". En estos casos, es difícil mantener las apariencias, y a todos, tarde o temprano, nos aflora el taxista que llevamos dentro.

Eso explicaría en parte, porqué al bueno de Tomás Roncero (hay mil anécdotas con él de protagonista) le daba por llamar "gordito" a cualquier jugador que recibiera la pelota cuando alcanzaba el éxtasis futbolístico: "¡Pásala, gordito! ¡Corre, gordito! ¡Tírate al suelo, goooorditooo!"

A lo que no hemos encontrado explicación es porqué a un clásico de la sección de deportes se desmelena cada vez que juega su odiado Real Madrid. Se contorsiona, se aferra los brazos contra el pecho, como si se helara de frío, y entre dientes murmura todo tipo de insultos y atropellos: "cabrones, cabrones..." Así, en voz baja, casi inaudible, resbalando las palabras... A los que le conocemos desde hace años nos hace muchísima gracia, aunque algún becario ha palidecido al ver como ese ser silencioso se transforma en una especie de Mr. Hyde...

A nuestro querido encajabaja Mario Benito, polemista por vocación y futbolero pasional la séptima Copa de Europa del Madrid le pudo costar cara. Para celebrar el gol de Mijatovic en la final de Amsterdam no se le ocurrió otra cosa mejor que lanzarse, literalmente, a puertagayola dentro del despacho de un subdirector que había estado haciendo campaña toda la semana en favor de la Juventus. En uno de esos impulsos autodestructivos que se lamentan toda la vida, Mario tomó tal impulso que se detuvo tres o cuatro metros dentro del despacho del sorprendido superior, que, además, estaba acompañado de otro subdirector del periódico. Alucinados ante aquel energúmeno que entró de un salto en el despacho y se plantó de rodillas delante de medio staff, no fueron capaces de articular respuesta... Después del partido, ya serenos, uno de los subdirectores le preguntó a Mario: "Oye, ¿tú tienes contrato fijo?"

Pero no todo en el fútbol han sido alegrías y alborozos. R ecuerdo con especial viveza el dramático partido que el Real Madrid jugó contra la Roma en la Champions de 2001. El Madrid ganó con partidazo de Guti incluído, pero nadie celebró sus goles. Tan sólo cuatro horas antes, dos aviones habían impactado contra las Torres Gemelas de Nueva York, haciendo tambalear el mundo. El 11 de septiembre no lo olvidaremos por muchísimos motivos. A mí no se me olvidará nunca el silencio en la redacción cuando, cosas de la UEFA, el Madrid goleaba a la Roma en la ciudad eterna mientras en Nueva York se asentaba el polvo de aquella tragedia.

En cierta ocasión, Fernando Baeta salió del despacho de reuniones para echarnos una bronca. Estábamos montando demasiado jaleo viendo un partido en la tele de deportes, siempre aquel pequeño monitor. Conforme le veíamos llegar, el alboroto se fue diluyendo. Llegó muy serio a nuestra altura y empezó a decir: "Haced el favor de bajar el tono, hombre, que estamos traba...jan... ¡Mira! ¡¡Mira!! ¡¡Pásale!! ¡¡¡Que está sólo!!! ¡¡¡¡¡Huuuuuuyyyyyy!!!!!" Y tras fallar aquella ocasión el Barcelona, volvió a su reunión de portada.

Continuará...

jueves, 1 de julio de 2010

Fútbol en la redacción (I)

El fútbol en una redacción es una delicatessen, una experiencia reservada para una estirpe de elegidos. Un selecto grupo salvaje que no tiene horarios, ni festivos, ni fines de semana y que aprovechan el rito para expulsar todas las frustaciones acumuladas en años de profesión y desajustes familiares.

Puedo contar mi estancia en el periódico por Mundiales. Me subí al barco hace cuatro, en el Mundial de 1998. Aquél campeonato francés que regaló al mundo la elegancia y el saber templado de el gran Zidane, y que tuve que seguir a través del enorme televisor de mi vecino de enfrente. Hasta que mi vecino se asustó y bajó la persiana, y decidí que verlo en el periódico era menos inquietante para todos.

Avanzado el campeonato, Francia dirimía su duelo con Italia en los penalties mientras a escasos metros de allí, los jefes mantenían la reunión de primera edición. Cada penalti era celebrado entre saltos y gritos por varias decenas de periodistas, jóvenes y veteranos que, huérfanos ya de España, nos habíamos sumado a la causa bleu. En medio de aquel clamor, la figura del gran Tomás Roncero destacaba. Saltaba, gritaba, se retorcía como si estuviese poseído. Primero fueron dos avisos. Al tercero, de la sala de reuniones salió uno de los subdirectores y disolvió la manifestación de dos voces, para terminar recriminando a Tomás: “¡Tommy, coño, da un poquito de ejemplo!”. Roncero le miró con las orejas gachas y soltó: “Vale hombre, no te enfades, vamos a tener un poquito de criterio…”
Roncero, hoy mundialmente conocido, era un compañero entrañable. En cierta ocasión, sonaba el himno de Francia. Los himnos tienen algo que te hacen cuadrarte, aunque no sean el tuyo. Se suelen escuchar con respeto y emoción. Emoción que desbordó a Tomás (ya de por sí desbordado…) y que le hizo exclamar: "La Marsellesa, tío… eso sí que es un himno, coño, y no el nuestro, chunda-chundaaaa…¡Venga, hombre!”

Para el mundial de Corea y Japón ya tenía mi propia tele, pero prefería seguir viéndolo en el periódico. Especialmente emocionante fue el partido contra Irlanda, en octavos. Todo el partido sufriendo, España se desinfló y llegamos a la prórroga. Cundió el desánimo entre los muchos que lo seguíamos en el pequeño monitor que tenían los chicos de deportes, pensando que nos pasaría lo de siempre. Hasta que Carlos Carbajosa, amigo y periodista, saltó de su silla y empezó a gritar como un loco: “¡Vamos hombre! ¡España! ¡Espaaaññaaaaa!” y aplaudía cada saque de banda como si hubiésemos metido un gol. Y nos lo contagió. Y entre gritos y aplausos llegamos a los penalties y ganamos. Y nos abrazamos saltando, febriles, porque era la primera tanda que ganábamos en la historia. Y creo que el bueno de Charly tuvo mucho que ver en todo aquello, con su irracional ataque de fe en España. Nunca he vivido un partido tanto como áquel, ni en la tele, ni en un campo…

El loco Fernando (de azul), Sanchidrián (de rojiblanco) y Llamas (en primer término) viendo a su Atleti el último día de Pradillo 42. Herguedas, de blanco madridista, hace como que no ve... FOTO: Mario Benito.

Mundiales aparte, las noches de Europa han dado miles de anécdotas. En deportes había un tiranosaurio de juguete encima de la tele. Pocos segundos después de que Redondo volviera del revés Old Tradford con un taconazo inolvidable, Roncero tenía abrazado aquel dinosaurio de plástico contra su entrepierna. Sus pequeños bracitos se quedaron sujetos al pantalón y ante la carcajada general se paseó por toda la redacción corriendo, saltando y gritando: “¡Come, Godzilla! ¡¡¡Comeee!!!

Fernando, el loco, era, es, un entrañable compañero, un histórico de la redacción. La puta crisis nos lo arrebató como compañero hace un año, pero no como amigo fiel. Colchonero hasta la enfermedad (de ahí su cariñoso apodo), es el único periodista del mundo doctor en periodismo con una tesis sobre su Atlético de Madrid. Las noches de partido eran únicas con él. Era como un galo ebrio de poción mágica sitiado por romanos: irreductible. Tanto empeño le ponía en reírse del Madrid, que sólo conseguíamos que nos dejara en paz llamándole por teléfono a su cuartito de los teletipos, al que acudía veloz cada vez que sonaba. En cuanto respondía, le colgábamos. Y así, conseguíamos ver el partido tranquilos. Una vez lo hicimos tantas veces, que cuando terminó la primera parte, salió de su rinconcillo diciendo: "Joder, no paran de llamarme y no estoy viendo nada del partido". Querido locuelo, te echamos de menos...

En una semifinal del Madrid contra el Bayern de Munich estábamos sufriendo. El Bayern era un coloso y Oliver Khan lo estaba parando todo. El Madrid necesitaba otro gol. Casi al final del partido, un rechace cayó a los pies de Guti dentro del área. Un alemán enorme se abalanzó sobre él. Guti le soltó un codazo histórico en plena cara y, mientras el alemán caía como un árbol talado, su centro lo convirtió en gol alguien, creo que Morientes. Todos empezamos a saltar, excepto alguien que dijo: “¡Pero si le ha dado un codazo en la boca al alemán!” a lo que un encajabaja exaltado respondió: “¿Cómo entraron ellos en París? ¿Regateando?”

Continuará...

lunes, 28 de junio de 2010

Feito

Llevaba buscando esta foto desde hace ya... ¡más de un año! Desde que Ernesto López Feito, mi amigo Feito, falleció inesperadamente de un ataque al corazón en un taxi camino de casa, cuando salía de la radio al terminar su programa deportivo de cada día en la cadena Ser. Tarde muy tarde. De noche, como cuando trabajábamos juntos.



La calidad técnica de la foto no es muy buena, lo sé. Pero es la justa como para mostrar que éramos amigos, lo que había entre nosotros en aquellos tiempos divertidos y difíciles de La Información de Madrid. Noches en las que yo quería matarle cuando hacíamos páginas juntos y juntos terminábamos riéndonos. Muy tarde. Siempre de noche.
Nos conocimos allí, en ese hasta ahora último proyecto para hacer un periódico de Madrid sin la necesidad de serlo también nacional, cuando en 1994 un grupo de amantes de los periódicos intentamos diseñar y escribir y fotografíar y dibujar nuestra ciudad. Loriga, Curtis, Pedro Pérez, Manu Marlasca, Julio Ruiz, Adrián Guerra, Fernando Neira, Virginia Drake, Ferran Marín, Alfonso Aguilar... cito de memoria y me olvido, claro, José Antonio Contreras, Antoñito Ruiz, Feito...

Quise escribir y no pude porque quise que estuviera la foto, que he buscado desesperadamente desde entonces. Pero eso ha supuesto que no tenga que hablar de lo que hablaron esos días las necrológicas que se publicaron sobre él, con los medios en los que había trabajado y todo eso. Todo eso de lo que yo no sé nada porque yo sólo conocía su nombre del programa de deportes de José María García en Antena 3 (la Antena 3 Radio gloriosa, con Pumares, Balbín, Antonio Herrero...) y a él después en este pequeño diario en el que tuvimos la suerte de encontrarnos. De encontrarme con alguien del que nadie, nadie, ha podido nunca hablar mal, y no lo digo porque esté muerto sino porque es verdad. Después no he vuelto a verle ni a hablar con él, y lo lamento, pero aun así sé (y estoy seguro de que él también lo sabía) que seguíamos siendo amigos. Lo seremos siempre.

Jugábamos el campeonato mundial de Defender entre nosotros y con la gente de otra redacción que ahora no recuerdo y cuyos resultados nos traía y les llevaba Perico (mensajero y fotero, también fallecido, aunque mucho más joven, en una carretera portuguesa, otra historia que ya contaré), disparando con saña y sueño en nuestros macs después del cierrre, tarde muy tarde, de noche ya para siempre. Le gustaba el diseño de las páginas y nos entendíamos. Se sentaba conmigo cada noche y juntos hacíamos la contraportada del periódico, que era otra portada y que era una portada póster (si es que está todo ya inventado, incluso lo más moderno), y la hacíamos a veces a la primera ideando títulos, buscando la foto que mejor lo ilustrase, si un tema o varios... y la hacíamos cargándonos el cierre a la segunda, a la tercera, a la cuarta, y a la desesperada al final queriendo yo cogerle del cuello como en la fotografía, ¡Feito, joder! Llegó a crearse un premio con una caja de cartón y un rollo de papel fotográfico gastado (parecido al tubito de cartón interior de los rollos de papel higiénico pero más grande) que se iba poniendo cada día en la mesa del último que cerrara y que llevaba el nombre de "memorial Ernesto López Feito". No puedo seguir escribiendo...