lunes, 12 de octubre de 2009

Diseñario 2.0 (VI)

En estos tiempos en los que se premian los mejores diseños periodísticos de España y Portugal, así como la contribución a la paz mundial, estamos tentados de proponer a los miembros del enigmático comité de expertos encargados de la redacción del Diseñario como candidatos al próximo Nobel de Literatura Especializada en Diseño Perodístico. Si no lo tienen del todo claro los supertacañones nórdicos sobre sus logros conseguidos, siempre podrán premiar sus logros futuros en esta obra colectiva, irrevente y abierta a vuestra participación.





C


Cabecear. Los ojos te pesan mucho. Poco a poco tus brazos se hacen más y más pesados... Lentamente, tu mirada se clava en un pixel fijo de la pantalla. El ruido de la redacción se amortigua, como si alguien hubiese puesto la tapa de metal al gran tarro de cristal que te contiene. Y antes de que te des cuenta, lo estás haciendo. Lo que empieza siendo un frugal vaivén, se convierte en acusado balanceo. La testa, sin control, se sacude adelante y atrás, adelante y atrás, cada vez con más violencia. Sí, amigo mío, estás dormido. Y privada de autocontrol, tu cabeza se aproxima peligrosamente a la pantalla, al teclado. Sólo tu subconsciente, entrenado durante años de escuelas y universidades, impide que te desplomes con enorme estruendo sobre la mesa, dejándote sobre el escritorio los pensamientos del día junto con el poco amor propio que te quede... Este ejemplo de cabeceo es absolutamente universal. Españoles, estadounidenses, hombres y mujeres de todo el mundo lo han experimentado en alguna ocasión. Generalmente se debe a algún tipo de exceso en la comida y a la posterior falta de riego en el cerebro durante la digestión, aunque en alguna ocasión se haya achacado a la falta de sueño por planchar a horas intempestivas o (incluso) a algún desajuste hormonal. El cabeceo es una constante en los centros de trabajo ( y una redacción no podía ser menos) , sobre todo en aquellas de climas cálidos, en los que el buen comer, el arte de la sobremesa y alguna cervecita de más son el pan nuestro de cada día.
En lo referente al diseño, decimos que dos elementos cabecean cuando están situados juntos en la horizontal de la página, de forma que se tocan el uno al otro. Por aquello del ritmo y del modo de lectura del ojo en la página, los elementos funcionan mejor en vertical que en horizontal. Así, cuando dos títulos (o dos fotos, o dos apoyos, es decir, dos elementos iguales...) coinciden a la misma altura en columnas adyacentes, se dice que cabecean. El efecto es desastroso, ya que generalmente, el elemento de mayor cuerpo termina fagocitando al menor, consiguiendo que pase desapercibido. Y si son iguales en mancha, cuerpo o importancia, terminan matándose el uno al otro, dando al traste con todo intento de jerarquía dentro de la página. En el caso de las imágenes es especialmente deseable evitar el cabeceo. En fotografía, uno más uno, nunca, repetimos, NUNCA, es dos. Generalmente, uno más uno suele ser cero. Y más si las dos imágenes no tienen nada que ver entre sí. Comprobaréis que dos imágenes que cabecean se anulan abolutamente, la una a la otra. Es imposible destacar la jerarquía de alguna de ellas. Suele ser algo a evitar en el cien por cien de las ocasiones.


Caerse. A veces el periodismo camina en la cuerda floja. Y se tambalea el cable cuando un artículo arriesga, cuando merece la pena, cuando está a punto de caer... arrastrando consigo una página, la mejor página jamás diseñada ya que cuando un tema se cae es siempre aquel en el que habíamos logrado combinar de manera única su texto con imágenes, apoyos, incluso con una publicidad imposible y traicionera. Una información se cae cuando, por distintas razones, los responsables de un periódico deciden suprimir su publicación. No se cae una información porque no vaya a publicarse, sino porque se decidió publicar y después se decidió lo contrario. Generalmente después de maquetado, como decíamos, y a ser posible afectando al mayor número de páginas al tener que recolocar temas de aquí a allá para solventarlo. Estas caídas, evidentemente, se producen siempre a última hora, cuando menos tiempo hay para encontrar una solución satisfactoria.
Recordaremos que de niños solíamos caernos a menudo, sobre todo en los columpios. Pero ahora, debido a unos de esos paranormales fenómenos de inversión que sufrimos quienes nos dedicamos a esto del periodismo y aledaños, preferimos caernos a columpiarnos, motivo éste último que intenta evitarse cuando un tema se cae. También cuando te lo pisan, pero esto suena más lógico, ¿no?
También se caen los sistemas informáticos, pero por distintas razones. Tan distintas que nadie, ni quien los ha diseñado, ni quien se encarga de su mantenimiento con el comprometido letrero de "informático" en la solapa, sepan muy bien, ni muy mal, por qué. En estas caídas nadie decide nada y consisten en que todo deja de funcionar. Eso sí, al igual que las caídas de temas, arrastran siempre a las mejores páginas. Debe ser inevitable.

Camisa. Es una hoja superpuesta, transparente o traslúcida, que se coloca sobre el arte final para indicar la posición de los colores o anotar instrucciones para la reproducción. Pero si alguno no logra retener esta voz, tampoco debe preocuparse mucho porque para ser sinceros hay que añadir que nadie, bueno apenas tres o cuatro técnicos en artes gráficas, en la redacción la conoce. Ni siquiera nosotros.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El diseñario mantiene su altísimo nivel... Enhorabuena!!