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lunes, 1 de diciembre de 2008

Diseñario (XXXIX)

El comité de expertos de encajabaja han asistido, atónitos, a una semana algo convulsa en el blog. La polémica no les ha distraído lo suficiente, eso sí, como para que hoy no nos ofrezcan una nueva entrega de su afamado Diseñario, obra dedicada al diseño periodístico y a la prensa. Afamado pero sobre todo irreverente, colectivo y abierto a vuestra participación... no sabemos si lo hemos dicho ya en alguna ocasión. Como era de esperar, las aguas vuelven a su cauce, fin de la controversia (de momento), y volvemos a ser nosotros mismos, como podéis ver en el genial dibujo del inmortal Sánchez Parejo, aquí a la derecha, que recupera sus colores y formas originales después de unas semanas de extraña "obamización".





Redactor. Habitante de ese microhábitat llamado redacción. Muchos pueden pensar que redactor es una profesión, un oficio incluso, pero nada más lejos de la realidad. Redactor es algo más, es un estado de ánimo, un sentimiento, una manera de vivir. Porque redactor no se es de 8 a 15, redactor se es las 24 horas del día, los 365 días del año, desde el primer día que pisas la facultad/escuela/redacción hasta el día en que dejas de pisar este mundo. Es algo que se lleva en la sangre y no se puede abandonar, por mucho que uno quiera. Muchos lo han intentado, pero ninguno lo ha conseguido, siempre ha quedado un rescoldo.
Identificar a un redactor es fácil. Un redactor es aquella persona que en sus vacaciones te llama para decirte: "Oye se ha muerto fulanito, te escribo el obituario, que era amigo mío"; aquel que va atento por la calle, que no deja escapar ningún movimiento; aquel al que todo le produce curiosidad; aquel que siempre está preguntando; aquel que en cuanto ve un coche de policía o una ambulancia se acerca para ver qué pasa y preguntar a la autoridad; aquel que llama a la redacción para decir: "Oye que ha pasado esto en tal sitio"; aquel que protege a sus fuentes aunque le pueda costar el trabajo, porque las fuentes son como sus hijos, y nadie los puede tocar excepto él; aquel que se puede reír del tema más macabro y ponerse muy serio con una nimiedad pero que a él le parece importantísima; aquel que se pasa trece horas en la redacción y al día siguiente tiene ganas de volver; aquel que tras un día infernal de trabajo no puede dormir por el subidón de adrenalina; aquel que no se esconde ante los problemas, sino que los afronta y sale a su paso; aquel que busca más allá de lo obvio, de lo que ve todo el mundo; aquel que hace la pregunta que nadie quiere hacer, la que escuece; aquel que sabe a quién llamar en el momento adecuado; aquel que le busca tres pies al gato; aquel que sabe rectificar cuando tiene que hacerlo y mantenerse en sus trece cuando es necesario; aquel que es capaz de decirte, tienes razón o estás equivocado sin ofenderte; aquel que te cuenta su opinión sin adoctrinarte; aquel que trabaja con sus compañeros, no contra ellos; aquel que te felicita por un trabajo bien hecho y te ayuda cuando la has cagado; aquel que cuenta lo que ha visto, sin enmascarar los hechos, sin adornarlos ni adulterarlos; aquel que no pierde la educación aunque esté hablando con su mayor enemigo; aquel que sabe cuáles son sus limitaciones y no se mete en camisa de once varas...
Y todavía, lector, te preguntas qué es un redactor... Redactor, ¿eres tú?

Redonda. Según Coco, aquel sabio peludo de color azul que iluminó nuestra infancia, redonda es una pelota, una galleta apostillaría inmediatamente su amigo Tricky antes de dedicarse a la música electrónica, la Tierra, una moneda, una rueda, un botón, el reloj, le letra "O"... Un tiempo después llegarían los cedés, redondos; luego, quien se atrevió a calificar de redondas aquellas obras humanas que alcanzan la perfección, ¿porque se abren y cierran en sí mismas? Y, mucho más tarde pero antes de ahora, redondas resultaron las letras, el alfabeto entero y no sólo la "O", cuando presentan el grosor y la forma estándar en las que han sido diseñadas de manera general.
Si las redondas adelgazan, son finas o extrafinas (alguno dice "light"); si engordan son negritas (para el de antes "bold"); si se inclinan y adoptan formas que quisieran ser caligráficas son cursivas; si se estrechan o ensanchan son estrechadas ("compact", "condensed", en fin) y ensanchadas ("expand"); y así casi hasta el infinito que ha conseguido el interminable y creciente mundo digital... del que no sabemos qué diría Coco. Porque suponemos que nunca tuvo ordenador y porque hace tiempo ya que lo vimos por última vez.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.
Diseñario (XXX): palo seco-párrafo.
Diseñario (XXXI): pata-PC.
Diseñario (XXXII): periódico-Photoshop.
Diseñario (XXXIII): Pi-pie.
Diseñario (XXXIV): píxel-prototipo.
Diseñario (XXXV): publicidad-punto.
Diseñario (XXXVI): Quark.
Diseñario (XXXVII): rasgo-recuadro.
Diseñario (XXXVIII): redacción.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Diseñario (XXXVIII)

Hoy es lunes, día de entrega del Diseñario. En esta labor colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general el comité de expertos de encajabaja encargado de su redacción, redactan hoy una voz sobre la que tan sólo podemos decir: pasen y lean.





Redacción. El lugar que ha sustituido a nuestra familia y amigos los últimos diez, doce, veinte años. Un sitio en el que se sabe a la hora que se entra, pero nunca a la que se sale. Laborables, festivos, fines de semana... una redacción siempre está abierta. Y tú siempre estás allí. Incluso cuando no estás, incluso cuando estás lejos. Porque un periodista nunca se va del todo de la redacción. E incluso aunque esté fuera sigue con un sentido puesto allí, el periodístico. Ese que te impulsa a llamar a la redacción a las doce de la noche, a ver si se han acordado de cerrar éste o aquel tema. El que te fuerza a preguntar: "¿Cómo va todo por allí?" cuando te has ido hace veinte minutos...
Una redacción es una diáfana montonera de papeles, apilados sobre las mesas con un estricto orden que proviene de la anarquía absoluta. Por eso las redacciones las entienden los periodistas y no los ingenieros. Porque unos sólo ven la vida a través del férreo equilibrio de los números y otros somos embajadores del caos personalizados en profesionales de la información. Porque si fuéramos ordenados y organizados no seríamos periodistas... ni trabajaríamos en una redacción.
Una redacción es un fragor de teléfonos sonando todos a la vez, durante todo el día. Y como tu llamada es la importante gritas, para que el que llama te oiga. Y te oye el que llama, y lo oímos todos, que para eso estamos allí, a diez centímetros de ti, pegando también voces al auricular, para que no se crucen las llamadas. Por eso será, que dicen que los periodistas sólo oímos lo que queremos oír. Los teléfonos suenan casi continuamente. De hecho, a veces no sabes distinguir cuándo empiezan y cuándo acaban, sólo oyes un timbre continuo. Sólo al final de la jornada se consigue acallar el llanto cansino de los terminales. Silencio. Y te entra el mal rollo. ¿Por qué no llama nadie? ¿Habrá pasado algo? ¿Dónde está todo el mundo?
En una redacción no hay espacio. En las de verdad, vamos. Estás apiñado entre papeles, compañeros, ordenadores y egos. En algunas no sabrías decir dónde termina una sección y empieza la siguiente. A veces cambias de edificio y entras a trabajar en uno que parece un hotel y tienes espacio de sobra. Y el primer día estás feliz, ¡por fin tienes espacio para dejar tu tipómetro en la mesa! Al día siguiente recorres el pasillo que te separa de tus compañeros y sollozas "me siento solo, os echo de menos"...
En las redacciones existe un particular sentido del humor, ése que sólo aflora cuando ya se te han quemado unos cuantos cables. Ese humor que no tiene piedad de nada ni de nadie, que hace que a veces te estés riendo tardes enteras y que otras se te congele la sonrisa en la boca, cuando recapacitas sobre lo que acabas de escuchar... o decir. En nuestro favor diremos que en una redacción estás en primera línea... y a veces presencias los documentos más espantosos. Ese exceso de información te puede transformar de varias maneras: o te vuelves aún más cínico de lo que ya eras o te agarras a ese peculiar humor por puro instinto de supervivencia. A veces te equivocas, y no te das cuenta de dónde estás y sueltas alguna burrada pensando que sigues en la redacción. Lo más normal es que te tilden de animal para arriba.
En una redacción conviven lo analógico y lo digital. El papel y el ciberespacio. Los últimos macs con los recuerdos de tu máquina de escribir, encadenada al cajón. Los que sólo entienden el periodismo en blanco y negro con los que cayeron rendidos ante las curvas sinuosas del color, los de derechas, los de izquierdas y los de los extremos, los artistas y los maquetas, periodistas y pintamonas, los personajes más despreciables junto a otros a los que seguirías con los ojos cerrados hasta el fin del mundo...
Pero por encima de todo, una redacción es el sitio donde un periodista se mide para ver si realmente da la talla. Donde la vocación impide que te vuelvas loco y que te lies a tiros a última hora del día. Donde la presión es tan grande que luego no puedes desconectar, y o lo sufren en tu casa o te lo comes, como hacemos todos. Donde te puedes mandar a Parla con tus compañeros y a los cinco minutos te estás abrazando, pidiéndote perdón de verdad, mirándote a los ojos, como los hombres, porque eres consciente de que sólo les tienes a ellos como apoyo. Donde las palabras compañero, profesional y trabajo adquieren un significado que apenas atisbabas a comprender en la facultad, pero que aquí se convierten en piedras angulares de cualquier proyecto editorial. Un sitio que más vale que te guste porque ahora vives en él y, afróntalo, nunca vas a conseguir dejarlo de lado.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
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Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
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Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
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Diseñario (XXXVI): Quark.
Diseñario (XXXVII): rasgo-recuadro.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Diseñario (XXXVII)

Nueva semana, nueva letra. Hay quien buscó con afán y cámara en mano a los miembros del equipo de expertos de encajabaja encargados del Diseñario entre los dignatarios mundiales de la Cumbre del G-20 en Washington para desvelar al mundo sus identidades, o una imagen del grupo... pero ha sido tan imposible como encontrar recetas para salir de la crisis. No parece probable que estuvieran allí, ellos siguen adelante en este empeño colectivo, irreverente y abierto a vuestra participación.





R


Rasgo. Lo que dicen las letras de sí mismas y de quienes las escriben, porque los rasgos de tu escritura hablan de ti. Un rasgo es una línea trazada al escribir o dibujar, es una línea de tu rostro que lo caracteriza, un aspecto de tu carácter, matices, detalles en los caracteres alfabéticos que los hacen pertenecer a una clase de tipos de letra que terminan en remates o serifas. Todo esto, a grandes rasgos.

Ratón. El que diseña por nosotros. Hay quien cree que es su mano, su cerebro pues, quien guía al ratón del ordenador pero en realidad es al contrario, al menos en lo que a los buenos diseños se refiere, a esas estructuras que a veces encontramos sorprendiéndonos de haberlo hecho. A todos nos ha sucedido. En esas ocasiones lo que en realidad hemos logrado es que el ratón actúe por su cuenta; nos abandonamos a él, dejamos que literalmente nos lleve de la mano para que nos controle la Fuerza, esa energía que no sólo se dedica a las espadas láser, también lo hace con los ratones de ordenador.
En el aspecto puramente físico, el ratón de ordenador es un ovoide de plástico más o menos anatómico en función de lo mejor o peor diseñado que esté, unido al ordenador por un cable que se conecta de diversas formas; los inalámbricos no sirven para nada. Recoge la suciedad de la mesa. También es un objeto que puede ser sustraído fácilmente y al que los más desaprensivos dan el cambiazo por el tuyo cuando el suyo deja de funcionar. Cuando tus páginas son las mejores del lugar tu ratón debería ser un objeto muy codiciado, pero en realidad muy pocos saben o quieren saber que quien diseña es él y no tú.

Raya. Línea recta, o sea el trazo más corto entre dos puntos, o bien una sucesión de puntos sin ninguna separación entre ellos. En cuanto al diseño, las rayas son un elemento gráfico que suele utilizarse para separar distintos elementos, y decimos suele, porque hay quien lo considera también un recurso decorativo e incluso todos conocemos cases, digo casos, de quien va más allá hasta hacer de las rayas su razón de ser, su firma personal, y buscan en las páginas de los periódicos que diseñan cualquier espacio en blanco, por minúsculo que sea, para colocar allí una raya, o dos, o todas las que quepan. Está de moda, además, poner muchas rayas en los diseños de periódicos y revistas.
En las artes gráficas, y por influencia de esta disciplina en los periódicos también, las rayas se llaman filetes, y no queda bien llamar rayas a las rayas, es poco profesional. Pero son lo mismo.

Recuadro. Recurso gráfico extremadamente útil y práctico que sin motivo racional ha dejado de estar de moda en favor de uno de sus elementos constituyentes: la raya. Porque un recuadro está formado por cuatro rayas, que pueden ser iguales todas si el recuadro adopta la forma de un cuadrado perfecto, fenómeno rarísimo y que por exigencia de la línea de base necesitaría la difícil carambola, la conjunción códigodavinciana, de que la distancia entre una línea y la siguiente fuese matemáticamente proporcional al ancho de una columna; o bien iguales de dos en dos formando un rectángulo, que es lo más habitual.
Uno de sus usos, posiblemente el más últil, consiste en abrazar la noticia principal de una página consiguiendo separarla de todas las demás noticias, a izquierda, derecha, arriba o abajo, a la vez que la destaca diciéndonos precisamente eso: que es la noticia principal. Pero ya decíamos que el recuadro vivió tiempos mejores, relegado y escondido ahora en piececitas pequeñas, porque algún creador de tendencias diseñísticas decidió que le parecía "antiguo" y que lo que se lleva es separarlo todo con modernas rayas, elementos de ultimísima invención... hasta que las rayas pasen de moda como seguro que llegaremos a ver y vuelva a nosotros el recuadro, el que nos abraza, nos protege.


Entregas anteriores del Diseñario:
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Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
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Diseñario (XXXVI): Quark.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Diseñario (XXXVI)

Ni tan siquiera los miembros del equipo de expertos de encajabaja encargados del Diseñario, a pesar de su aislamiento cuasi hermético en la última zona inexplorada del planeta para que allí nada los distraiga en esta ardua labor de desentrañar y explicar los términos relacionados con el diseño períodistico, han podido escapar a la curiosa y oscura transformación que ha sufrido el mundo durante esta última semana. Desde el martes 4 de noviembre por la noche, se los ve distintos... no sabríamos explicar cómo. No obstante, a pesar de la mutación nos ofrecen una nueva entrega de esta obra colectiva, irreverente y abierta a la participación de todos. Yes, you can.





Q


Quark. Nuestro programa. Software de autoedición creado por la empresa norteamericana Quark Inc., cuya primera versión (que bien podría figurar en los libros de historia) apareció en 1987 para plataforma Mac.
Algún miembro del comité de expertos de encajabaja no podrá olvidar nunca el asombro que vivió unos tres años después, a comienzos de la primavera de 1990, cuando entró ilusionado en el embrión de la redacción del diario El Sol de Madrid y vio un Mac encendido. Un Macintosh CX 2/40 (2 megas, sí megas, de memoria RAM y 40 megas, sí megas, de disco duro; un ordenador con una potencia gráfica muy por encima de cualquier otra cosas que quisiera llamarse entonces ordenador) en el que corría una versión de QuarkXPress 2.12. Allí, en la pantalla, había una página completa, dibujada, con sus tipos y tamaños de letras fielmente representados, ¡y con las fotografías incluidas! Autoedición, nos dijeron que se llamaba. En aquellos años sí que había un mundo entero que separaba Macs y PCs. Los ordenadores de fotocomposición en los que trabajábamos tenían letritas de color verde sobre un fondo negro, todas iguales en tamaño y forma, y los tipos de letra eran comandos escritos con códigos complicadísimos (por no hablar de las sangrías, desplazamientos de cualquier tipo o las diabólicas tablas para tabular textos) y hasta que no se enviaban los archivos a una filmadora de papel fotográfico, nada barato por cierto y que había que revelar, no descubríamos qué habíamos hecho. Imaginábamos cómo quedaban las cosas mientras las hacíamos... y después llegaba la realidad del resultado.
Que dentro de un ordenador hubiera fotografías era algo que veíamos en las películas de ciencia ficción con una media sonrisa excéptica diciéndonos ¡pero qué fantásticos son algunos! Y de pronto, una mañana en aquel edificio de la plaza de Colón en la que sería nuestra redacción durante año y medio, nos sentamos frente a aquellos ordenadores ¡tan bonitos! y todo, ¡todo! estaba dentro de ellos... de Quark.
Y ese todo empezó a ser fácil, sencillo. Cualquier cosa que quisieras hacer, bueno casi cualquier cosa que quisieras hacer, y que hasta entonces hubiera requerido la participación de al menos tres especialistas distintos: el teclista para componer los textos, el montador para disponerlos y pegarlos sobre la maqueta de una página, y el técnico de fotomecánica para añadir las imágenes y crear con todo ello una página en un plástico transparente (acetato) con el cual hacer después la plancha de impresión, todo esto, decíamos, quedaba en manos de una sola persona que, además, no necesitaba ser especialista en ninguna de estas tres partes del proceso para obtener un resultado medianamente imprimible (tal vez a excepción del tratamiento digital de las imágenes que sigue precisando hoy día de técnicos de fotomecánica si queremos que las fotografías se impriman con calidad y con exactitud en los colores). La simplicidad del programa permitía, y permite, manejar objetos (cajas de imágenes o cajas de texto) y el contenido de los objetos; simplicidad debida a su potencia interna. Una sencilla paleta de herramientas para crear y manejar esos objetos, moverlos, modificarlos... y una serie de menús con ventanas desplegables para controlar el contenido de las cajas, el tipo de letra, tamaño, estilo, track, etc., si son textos, y tamaño o encuadre si son imágenes. Nada más. Y nada menos.
Aunque para muchos de nosotros fue el primero en lo que a autoedición se refiere, en realidad ese puesto le corresponde a PageMaker, creado en 1985 por Aldus Corporation (posteriormente lo adquirió la empresa Adobe en 1994 junto al equipo de ingenieros informáticos que lo desarrollaba y en esta su nueva empresa dejaron de desarrollarlo para crear a partir de él InDesign, el actual programa de autoedición de Adobe que se ha convertido en el único competidor serio de Quark desde su salida en 1999).
La primera versión de Quark para Windows es de 1992, década ésta de los 90 durante la cual nuestro programa favorito se convirtió en el estándar profesional en las Artes Gráficas, prácticamente sin competencia... lo que propició en parte su carísimo precio. Precio que junto al enorme error de enfrentarse a su mayor aliado, los ordenadores Mac de Apple, porque su versión 5 de 2002 era incompatible con Mac Os X, mientras que InDesign 2.0 sí lo era, le ha supuesto perder su posición casi de monopolio para tener que competir ahora con el programa de Adobe (que además está integrado en una espectacular suite denominada "CS", creative suite, junto a Photoshop, Ilustrator, Dreamweaver, Flash, etc.).
El futuro, incluso para nuestro querido Quark, es pues lo que siempre ha sido, es y será para todo y todos, una incógnita. Pero para muchos de nosotros, Quark será siempre nuestro programa, formará parte de nuestras vidas, la parte de ellas en las que hemos estado haciendo páginas para periódicos.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
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Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.
Diseñario (XXX): palo seco-párrafo.
Diseñario (XXXI): pata-PC.
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Diseñario (XXXIV): píxel-prototipo.
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lunes, 3 de noviembre de 2008

Diseñario (XXXV)

Semana de sobresaltos, de condenas y abrazos, de emocionantes comentarios a modo de pequeños encuentros con gentes que a pesar de los años siguen estando ahí, en nuestro recuerdo y nosotros en el suyo. Quisieron destruir y matar y nos han unido, han dado vida a sentimientos que teníamos algo olvidados, pero que existirán siempre. Semana de todos con la Universidad de Navarra. Incluso del comité de expertos de encajabaja que nos ofrecen otra entrega de su colectivo, irreverente y abierto Diseñario sobre el diseño periodístico y la prensa en general, a la vez que condenan el que quisiéramos que fuese el último atentado terrorista.





Publicidad. Elemento que no suelen tener en cuenta los diseñadores cuando proyectan las páginas en el prototipo de una publicación. Posiblemente por la relación inversamente proporcional que existe entre el nivel de invasión de la publicidad en una página y el nivel de "artistismo" de esa misma página. O sea, a mayor publicidad, menos arte. Y como para el arte estoy yo, piensa con razón cualquier diseñador que se tome en serio a sí mismo, pues de las páginas de publicidad que se ocupen los maquetadores. Que para eso están. Este fenómeno lleva, pues, a que sean estos últimos quienes crean las estructuras para la mayor parte de las páginas que aparecen impresas, porque al menos hasta ahora y esperemos que por mucho tiempo (¡joder con la crisis!), las páginas con publicidad son mayoría.
Este desencuentro entre publicidad y arte sucede porque nuestra querida compañera de páginas y de Facultad suele ocupar espacios y huecos, generalmente los que más perturban al que intenta encajar los elementos de una página de manera coherente y ordenada. Es una de sus características, la de incomodar. Lo que nos lleva a una curiosa contradicción, porque hundiéndonos como nos hunde no queremos sin embargo que desaparezca de las páginas del periódico en el que trabajamos. Alguno de nosotros hemos vivido la terrible situación de formar parte de un silencioso corrillo que pasaba las páginas del periódico sin que apareciese publicidad ninguna, pálidos, mirándonos unos a otros sin decir palabra hasta que al fin aparecía una y la alegría inmensa duraba las milésimas de segundo que otro tardaba en decir: ¡pero si es una chapa!
Y es que existe la creencia en los periódicos de que vivimos de ella. Una creencia que vayan ustedes a saber de dónde ha salido. Algo frecuente por otro lado, lo de las creencias extrañas en torno a la publicidad, ya que se conocen personas que incluso piensan que la publicidad ¡nos engaña! Qué cosas. Realmente, más que ser ella quien nos da de comer a los periódicos, o a lo seres humanos que los hacemos, deberíamos pensar que nos damos de comer mutuamente, porque si bien es cierto que un alto porcentaje de los ingresos de la prensa se deben a la publicidad, no lo es menos que la publicidad necesita un soporte que la difunda (¿se imaginan que ningún medio de comunicación aceptara la publicidad de un determinado anunciante? ¿qué pasaría con él, por mucho dinero que tuviera?). Puestos ya en este nivel gastronómico al que hemos llegado, hay incluso quien sostiene, terco y digno, que lo que le da de comer a él no es ni la publicidad, ni su empresa... sino su trabajo.

Punto. Es como terminan todos los artículos periodísticos. Todos. Sin excepción. No así los títulos de las noticias. Porque ninguno tiene punto. Ninguno. Sin excepción. Medida tipográfica. Se obtiene dividiendo un cícero o una pica en doce partes iguales. Diversas equivalencias con el sistema métrico decimal. No viene al caso enumerarlas. Lo que se desplaza un elemento seleccionado en los programas de diseño gráfico cuando se pulsa una vez las flechas de desplazamiento de cursor. Arriba. Abajo. Derecha. Izquierda. Medida de los cuerpos. Medida de la interlínea. Cosa que mola (es un punto, ¿no?). Fin de la voz "P".


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Diseñario (XII): folio-fotografía.
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Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
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lunes, 27 de octubre de 2008

Diseñario (XXXIV)

Cuando se compuso "I don't like mondays" estamos seguros de que ni se le pasó por la cabeza a este británico tan solidario que los lunes tendrían, al menos, un motivo para existir e incluso para ser esperados con impaciencia como sucede desde hace treinta y cuatro semanas: las entregas de este Diseñario colectivo, irreverente y abierto, que nos ofrecen el comité de expertos de encajabaja.





Píxel. Bellísima palabra que define un punto de luz. Sustantivo de escritura y pronunciación luminosa. Medida relativa que nos informa de cúanto ocupan y de la calidad de las imágenes, de todas las imágenes digitales: fotografías, vídeos, gráficos e incluso las pantallas de los ordenadores.
Además de bella es una palabra muy joven, nació hacia el año 1963 aunque no existe partida de nacimiento y por tanto distintos padres la reclaman como hija, y es un acrónimo (unión de dos siglas o de partes de palabras) formado a partir de los términos ingleses Picture Element. Es decir, elemento de la imagen. Porque ya decíamos que son puntos de luz, en realidad son como los átomos, las unidades mínimas en las que se descompone una imagen digital. Alguno estará pensando que la palabra píxel tiene una "x" que no sale ni de "picture", ni de "element". Sucede porque en inglés existe una manera coloquial de decir y escribir "picture", acuñado en 1932 por la revista cinematográfica Variety Magazine para referirse a las películas y que es "pix", algo así como el "peli" de aquí. De ahí el pix-el.
La cantidad de píxeles que forman una imagen determina su calidad. Porque cuantos más tengan y por consiguiente más pequeños sean, menos podremos apreciarlos a simple vista o incluso no llegar a apreciarlos (que es lo ideal), dando así lugar a una ilusión óptica de tonos y transiciones continuas de color, así como a contornos definidos o bien degradados. Y es que las imágenes digitales se dedican a eso, a engañarnos, a hacernos creer que se representa la realidad tal como es utilizando un conjunto de puntos que en la realidad no existen, una enorme rejilla de celdas de píxeles. A igual tamaño de una imagen, si tenemos menos píxeles, más grande será cada uno de ellos, llegando incluso a darse el caso de que podamos verlos, con el consiguiente descenso de calidad en los detalles que muchos habréis notado y sufrido cuando necesitamos una foto que se pueda publicar.
En esta rejilla de píxeles que juntos forman la imagen, cada uno de ellos se puede codificar con mayor o menor información (la denominada profundidad de color). Puede utilizarse un byte (8 bits) para cada píxel, de manera que cada punto de luz tendrá 256 variaciones de tonalidad, en escala de grises o de colores (256 es igual a 2 elevado a 8, o sea dos valores posibles tomados de 8 en 8, nunca viene mal un repasillo a las variaciones y permutaciones); o se pueden dedicar 3 bytes (como sucede en las imágenes del sistema RGB, un byte para cada uno de sus tres colores: rojo, verde y azul) con lo cual el número de colores posibles es... a ver quién levanta la mano... 16.777.216, los famosos 16 millones de colores, que en realidad son 777.216 más, y que se obtienen al multiplicar 2 elevado a 8 por 2 elevado a 8 por 2 elevado a 8 (los tres bytes).
Finalmente, mencionaremos que existen los denominados píxeles muertos. Píxeles sin luz, estrellas que no llegaron a brillar en el firmamento de las pantallas de ordenador y que se quedan como diminutos puntos siempre apagados. Se trata de defectos en la construcción de las pantallas que la legislación permite a los fabricantes, siempre que suceda dentro de un límite.

Prensa. Máquina para aplastar. Mecanismo que mediante presión obtiene lo que merece la pena (incluso libertad destilada en ocasiones), así como lo que sobra (basura en otras) allí donde se aplica.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.
Diseñario (XXX): palo seco-párrafo.
Diseñario (XXXI): pata-PC.
Diseñario (XXXII): periódico-Photoshop.
Diseñario (XXXIII): Pi-pie.

lunes, 20 de octubre de 2008

Diseñario (XXXIII)

Siguen en la brecha, enfrascados incluso en arduos problemas matemáticos, todos y cada uno de los miembros de nuestro comité de expertos de encajabaja. De nuevo aparecen por aquí un lunes más con otra entrega (¡y van 33!, sí la edad de Cristo, ya) de su infinito Diseñario. Esa obra colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación (¡venga, ánimo!) sobre el diseño de las noticias, la prensa, las artes gráficos, o lo divino y lo inhumano, entre otras facetas.





Pi. Decimosexta letra del alfabeto griego. Conocida sobre todo por su uso matemático. Representa al número 3,1415965... Es el cociente entre la longitud de la circunferencia (periferia, en griego "περιφέρεια") y la longitud de su diámetro. Además de las matemáticas, también usan el símbolo π la pedagogía, la economía, la física, química y muchas otras ciencias. Hay una película de Darren Aronofky titulada "Pi: fe en el caos" e incluso en la película de Hitchcock, 'Cortina rasgada', Liv Ullman dibuja el símbolo de su organización secreta (π) en el suelo para ayudar a Paul Newman. Bandas de música, temas, cuadros, fotos, esculturas... en todos ellos se puede encontrar la letra Pi como parte de su título o nombre para rodearlos del misterio de este símbolo matemático.
Diálogo ficticio de cómo se decidió utilizar el símbolo pi en el diseño:
-Oye, ¿cómo llamamos a la familia de letras que corresponden a un símbolo cada una?
-¿Cómo?
-¿Que cómo llamamos a la familia en que cada letra corresponde a un símbolo? Sí, hombre, cuando pones una M y te sale un bolo (punto negro) o pones la V y sale un triangulillo blanco.
-!Ah¡ ¿Qué es de símbolos? Pues ponle PI. Familia PI.
Nuestros expertos aseguran a un 3,1416% que, ante los bastos conocimientos matemáticos que poseen las empresas que comercializan las fuentes, así se inició el uso de esta letra en todas las familias que llevan símbolos tales como bolos, triángulos, cuadratines, señales, casitas, cenefas, etc.
Las familias Pi de última generación más conocidas son: la Pi Standart, PI Newspaper y también, la Wedding, la Zapf Dingbats y todas las que lleven la palabra Ornaments.

Pica. La pica es chica, como el cícero es chico. Ambos son la misma cosa, unidades de medida en las artes gráficas. El cícero, además de masculino, se utiliza en Europa continental; la pica, femenina ella, está en los tipómetros americanos e ingleses. La pica tradicional medía 4,2177 milímetros, y la pica postscript que se ha normalizado en ordenadores y en la industria de la impresión mide 4,233 milímetros (1/72 pulgadas). Para todo lo demás, véase el cícero (4,51 mm.). La pica es igual pero... más chica.

Pie. Ese pequeño texto, generalmente en negrita y de cuerpo menor, en el que podmos leer: "Un coche", justo debajo de la fotografía de un coche. Bueno, en realidad deberíamos leer algo más. Así como en otras ocasiones lo suyo sería leer algo menos, porque un pie de foto no es algo en lo que podamos meter un zapato así como tampoco es un pequeño tratado metafísico; ni un poemita con imagen incorporada; algún dato que nos faltaba escribir en el texto principal de la noticia y que tiene algo que ver, más o menos, con la foto que debería explicar; ni palabras que manipulen la imagen para que los lectores vean lo que nosotros queremos que vean en vez de lo que allí se representa; o la típica simpleza de perogrullo que nos dice "dos hombres en una calle" sin especificar quiénes son, de qué calle se trata, o cuándo se tomó la fotografía... datos que SÍ forman parte de lo que en prensa se llama pie de foto, nombre completo de esta voz por cierto.


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Diseñario (XXXI): pata-PC.
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lunes, 13 de octubre de 2008

Diseñario (XXXII)

Exuberantes. Excesivos. Desbordantes. Un torrente de palabras que desprecian el más elemental de los principios periodísticos relativo a la claridad, concisión y, en especial, la brevedad. Porque les da la gana. Porque así son ellos, el sin par comité de expertos de encajabaja que un lunes más, fieles hasta el fundamentalismo militante con esta cita semanal, nos ofrecen generosos, nos entregan, expulsan de su ser y lanzan a los cuatro vientos, los siete mares y los millones de píxeles una nueva entrega del Diseñario. Ya sabéis...





Periódico. Sucesión de secciones repletas de informaciones, tanto escritas como visuales que conforman el compañero ideal del desayuno en la cafetería. Los hay tabloides y asabanados, los hay en elegante blanco y negro o en miles de colores, (que para eso los periódicos nos cuentan la realidad y, salvo que seas un perro, la realidad es en tecnicolor). Los hay incluso con unas grapas en el lomo y hay lectores capaces de matar a quien se le ocurra quitárselas. Los hay deportivos y de información general. Los hay económicos en un graso color salmón y económicos en papel blanco, blanquísimo. Los hay muy serios y respetables y los hay que podrían matarte de risa, o de miedo. Incluso los hubo que hasta hace muy poquito no tenían ni una imagen en portada, aunque claro, para sobrevivir a eso tienes que ser disciplinado e inmutable cual pastor alemán.
Y con tanta variedad, ¿hay algo que les caracteriza? Pues sí, su periodicidad. De ahí, claro, su rebuscado nombre. Un diario se precia de serlo porque sale todos los días. Ni siquiera los más graves contratiempos deben interrumpir la frecuencia de encuentro con los lectores, esos por los que un periódico existe. Si esto ocurriera, dejarían de ser periódicos, y entonces, ¿qué somos?
Un periódico es ese compañero de facultad que los alumnos de periodismo nunca consultan. Cuando se licencian, la relación con él cambia. Porque un periodista no tira los periódicos viejos. En lugar de eso, los almacena sin razón, preso de una extraña variante informativa del síndrome de Diógenes, hasta el punto de convertir los asientos traseros de sus coches en auténticas hemerotecas con ruedas y sus casas en secciones de documentación. Se conocen casos de periodistas que han propuesto a sus parejas mudarse a casas más grandes porque ya no tenían espacio para los números atrasados. Familias enteras se han roto por tan singular desorden...
Pero por encima de todo eso, un periódico es ese sueño al que muchos nos apuntamos cuando éramos jóvenes y del que no querríamos apearnos nunca. Un periódico es ese objeto de deseo que se devora con fruición y en zapatillas los fines de semana, por cuyos suplementos se pelean familias enteras y cuyas ideas permanecen en tu cabeza, surgiendo cuando menos te lo esperas, conformando eso tan poderoso e inquietante que se llama opinión pública. La radio puede tener la inmediatez, internet la globalidad, la televisión la comodidad y el espectáculo, pero un periódico tiene la magia de la palabra escrita. Esa que perdura y que queda ahí, para desenmascar a mentirosos, interesados y personajes sin escrúpulos. Para denunciar escándalos y ponerse de parte de los más debiles. Para en definitiva, servir a la sociedad. Ahora más que nunca, que estamos en época de cambios y novedades y jinetes del apocalípsis se empeñan en predecir el fin del papel para informar, los periódicos deben enarbolar, honrados, su principal virtud: trasmitir informaciones serias y trabajadas en las distancias cortas, algo que sólo se consiguen cuando se establece intimidad entre las dos partes, como cuando se comparte un desayuno, o un atasco, o un interminable viaje en metro...

Periodismo. Profesión. Negocio. Religión. Disciplina. Vocación. Maldición. Servicio. Santuario. Prostíbulo. Sacrifico. Enfermedad. Poder. Contrapoder. Cultura. Información. Política. Dinero. Libertad. Prensa. Radio. Televisión. Internet. Locura. Riesgo. Búsqueda. Relatos. Pasión. Escritura. Ideas. Vanidad. Imágenes. Desengaños. Industria. Licenciatura. Voz. Corporativismo. Participación. Fotografía. Polémica. Crítica. Tribu. Mensaje. Mensajero. Verdad. Mentira. Muerte. Vida.

Photoshop. Aplicación informática para la edición y el retoque fotográfico de la casa Adobe. Famoso en todo el mundo, la primera versión de Photoshop data del año 1990 y fue elaborada, ¡vaya sorpresa!, para los ordenadores Macintosh. No es hasta el año 1992, con la versión 2.5 cuando Windows puede cargar el programa.
De estas primeras versiones no queda casi nada, ya que se trabajaba en una sola capa (qué haríamos ahora sin las capas) y como mapa de bits. A medida que se ha ido avanzando en las versiones, las funciones del programa han mejorado hasta puntos insospechados y lo han convertido en el estándar de retoque y edición fotográfica. Lo que antes era una herramienta exclusiva para fotógrafos y diseñadores debido a su complejidad, ahora se ha vuelto moneda de uso común y, prácticamente cualquier persona, con unos mínimos conocimientos, puede editar sus propias fotografías. Gracias también a la fotografía digital y la sencillez en el "revelado" de la misma. Las posibilidades del programa son casi infinitas gracias a los plugins, efectos, pinceles, etc, con los que se trabaja. Es como un taller de pintura (de hecho algunos lo llaman así), pero en dimensiones descomunales.
Puede ser de gran utilidad para determinadas tareas, como el silueteado de imágenes o la corrección de fotografías. Pero como toda arma informativa, también es usada por lo malos para manipular, o por lo menos intentarlo. Son muchos los ejemplos de hábil manipulación, pero también son muchos los ejemplos de las chapuzas que se han llevado a cabo con él.
Sin embargo, también hay gente que lo utiliza como programa para crear imágenes a partir de cero, pero no es este su propósito inicial, ya que al trabajar con píxeles, y no con imagen vectorial, puede presentar problemas a la hora de ampliar determinadas imágenes. Este es, según muchos, el punto flaco de Photoshop, que para hacer más grande una imagen, tiene que "inventarse" los pixeles necesarios para ello ("interpolar" lo llaman), frente a otros programas, como el prácticamente desaparecido Freehand (desde que lo comprara precisamente Adobe y dejara de actualizarlo) o Ilustrator (el programa de "dibujo" inicial de Adobe, y que es el que han ido actualizando) que trabajan con imagen vectorial y no necesitan inventarse ninguna información.
La popularidad del programa ha llegado a cotas tan extremas que es usado por muchos/as famosos como el nuevo elixir de la juventud. Beben de él (Internet está lleno de ejemplos) como si fuera el maná que los va hacer inmortales, cuando lo que en realidad hacen es postergar el momento inevitable en el que Photoshop, esa mágica e infinita herramienta informática, no podrá ayudarles.


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lunes, 6 de octubre de 2008

Diseñario (XXXI)

El comité de expertos de encajabaja sigue definiendo y además bautizando fenómenos diseñísticos que hasta el momento no tenían nombre como su peculiar "patata" que hoy nos ofrece en esta última entrega del simpar Diseñario. Obra colectiva, irreverente y abierta a la participación universal.





Pata. En diseño, sinónimo de columna. También extremidad que se puede introducir violentamente y que luego cuesta retirar. Los periodistas poseemos una capacidad sobrehumana para meterla (la pata, decimos) y luego otros tendrán que aunar esfuerzos para intentar corregir en un tiempo récord los desaguisados que se hayan producido en tan lamentable acto. Pero puestos a meter (patas), volvamos al diseño. Una simple pata puede cambiar el mundo. Una pata es mucho más de lo que parece. Hay patas que no son más que un soporte para el título, pero también las hay con personalidad propia, que reniegan de una estructura hierática y avanzan por la página, hasta el punto de adquirir una nueva y estética función. Usada con buen criterio, una triste pata puede dinamizar la estructura entera de una página. A eso se llama pata americana: la última columna de un texto supera la altura del títular, iguala con la parte superior de la información, y la arropa, cual cálida manta. De esta manera, se consigue movimiento, sorpresa e incluso se separan los temas con un único y hábil recuso. Recurso al que todos hemos recurrido en alguna ocasión desesperados en busca de dinamismo, y recurso del que ahora todos huimos, debido a la proliferación de grandes fotos, páginas con diseños espectaculares y estructuras innovadoras que luego no pueden cambiarse cuando a última hora suceda alguna desgracia, porque ¿qué hacemos con las patas?. Digamos que una página con patas se plantea al revés que una normal. Si orientamos el orden de lectura hacia el sur (en un diseño normal) todo puede ser sustituído en un momento dado, ya que el primer orden de lectura (títulos, imágenes) se garantizan una cómoda situación en la parte alta de la página. Ahora bien, si orientamos la lectura hacia el norte, la estructura de la página es mucho menos dúctil, ya que tenemos demasiados compromisos (la imagen por arriba mandando, el título en sintonía con la imagen, el texto que envuelve...) En esos casos lo norma es tener que deshacer la página para realizar un cambio. Pardójicamente, en los últimos años se aprecia una tendencia que abandona el diseño más modular (aquél que hizo escuela con EL PAÍS y que no nos engañemos, aún nadie ha superado en cuanto a utilidad a la hora de hacer y lo más importante, deshacer un periódico) para adentrarnos en páginas más espectaculares, arrevistadas, en las que lo visual tiende a marcar la pauta de la página. Y teniendo en cuenta que no hay criatura más caprichosa que la información diaria, no parece muy buena idea contrarer una hipoteca, aunque sea muy visual, antes de empezar a negociar las páginas.

Patata americana. A fuerza de utilizar un recurso, entre todos hemos creado un monstruo. Una pata americana era algo apreciado. Suponía una ruptura, una novedad. Incluso hubo una época en la que una pata americana era una frivolidad, una exquisitez, un delicado amuse bouche con el capturar la atención de un lector acomodado. Una invitación a subir al frenesí del movimiento, dispuestos a pasar un viaje inolvidable a través de textos bien editados, piezas estructuradas con orden y criterio, y secciones que pasaban en un suspiro, acunado el lector en su medido ritmo. Pero todas las convenciones terminan cayendo. Y de la armonía de la pata americana han surgido nuevas criaturas, necesitados como estábamos de justificar que a fuerza de repetir hasta la saciedad la pata americana nos hemos cargado su principal virtud: la sorpresa que provocaba situada entre un diseño más estático. Lamentablemente, ahora subir una pata no nos dice nada, nos deja fríos. Y por eso subimos dos. Y hasta ¡¡tres!!! Y surge la patata americana, esa perversión de algo puro, esa estructura deforme y bizarra, como un Mr. Hyde informativo que se agazapa entre las páginas, contagiando su fealdad a todo el producto. Pero aún quedan lectores a los que este desequilibrio les produce rechazo. Aunque no se vean, esas cosas se sienten al ojear un periódico. La patata americana es algo tan antinatural que necesita la ayuda de otros elementos para poder hacer legibles los textos. Nunca veréis dos y tres patas de texto juntas sin algun elemento que las rompa y aligere (un apoyo, unos sumarios o algo así) En esos casos se nota su artificialidad. ¿Un recurso que necesita de otros para cumplir su función?. Una tomadura de pelo.

PC. O personal computer, germen de todos nuestros males informáticos, es decir, que si no tuviéramos pcs, no tendríamos que preocuparnos de que se colgaran las páginas o de que tuviéramos el ordenador infestado de virus, pero, reconozcámoslo, la vida sería un poco más complicada. Y no nos estaríais leyendo ahora.
El origen de los ordenadores, tal y como los conocemos hoy, data de la década de los cuarenta, cuando ocupaban habitaciones enteras y los programas consistían en válvulas y cables que, según la posición que ocuparan, llevaban a cabo una acción u otra. Ordenadores como estos fueron los encargados de, por ejemplo, descifrar el código de la máquina Enigma o para calcular la trayectoria de las balas (de donde surgió el primer videojuego, el tenis para dos).
Pero no es hasta los años 70 cuando los ordenadores empiezan a instalarse en los hogares y se les puede llamar verdaderamente como personales, por ser precisamente eso, manejables por una persona y no por un ejército de científicos. Estos ordenadores eran fabricados por Atari, Commodere y Apple.
Al principio los ordenadores sólo los empleaban los aficionados a la informática para jugar. No es hasta la aparición de la hoja de cálculo Visicalc, en un primero momento para Apple y luego para IBM, cuando el ordenador se emplea como herramienta de trabajo.
A partir de ese momento se dio el pistoletazo de salida a una carrera que no tiene visos de acabar nunca. Una carrera en la que gana el que consigue el procesador más rápido, la gráfica más potente y el ordenador más pequeño. El que lleva al extremo más extremo la miniaturización del pc y consiga que nos lo llevemos a todas partes, con el consiguiente cabreo de la familia por hacerle más caso al ordenador que a ellos. Y es que, a estas altura, muchos llevamos un mini-ordenador en el bolsillo, porque, al fin y al cabo, los móviles, algunos, son eso, mini-ordenadores.
Precisamente esta carrera ha llevado a los PC a ser el producto que más rápido se queda obsoleto, porque el pc que has comprado hoy como una máquina superpotente, pasados dos días es un máquina potente, a secas, y bastante más barata.
Otra acepción de PC es aquella que le contrapone a los MAC. La eterna pelea entre "maqueros" y "peceros". Aunque como hemos visto, los primeros ordenadores personales eran Apple, se les ha excluido de esta acepción para poder distinguirlo de otros sistemas operativos. A partir de aquí, la pregunta de siempre: ¿MAC o PC? Aunque quizá esta exclusión se debiera a su precio casi prohibitivo y que los que compraban los mac solían ser empresas y pocas casas, hasta hace unos años. contaban con ellos. Pero recordar, los primeros mac fueron los primeros pc.


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Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.
Diseñario (XXX): Palo seco-párrafo.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Diseñario (XXX)

Parece que los números redondos establecen barreras, o marcan logros... de una manera artificial, eso sí. Porque en realidad son uno más, nada más. Pero suenan bien. Treinta entregas con ésta que hoy nos ofrece el comité de expertos de encajabaja con párrafos sevillanos incluidos del Diseñario: obra colectiva sobre el diseño periodístico y la prensa, irreverente y abierta a vuestra participación.





Palo seco. Una de las peores maneras de que algo entre en el interior de otro algo. Es muy duro hacerlo a palo seco, como muy duros se les antojan a los tipógrafos los caracteres ascendentes y descendentes de las letras de palo seco, frente a la grácil elegancia de los caracteres con serif. Porque palo seco es otra de las maneras, muy castellana ésta y suponemos que sin traducción literal a otros idiomas, de llamar a los tipos de letra sin remates. Sans serif (sin serifas, serifs, remates o gracias) también se las denomina utilizando el término francés; en el mundo anglosajón son gothic (no traducir como gótica); y además se emplea para ellas el término grotescas, en cuya voz describimos sus características.

Pantone. Guía de color creada en 1963 por la empresa Pantone Inc. (Nueva Jersey, EEUU) que en un principio comercializaba tarjetas de colores para compañías cosméticas.
El Pantone es uno de los más logrados intentos para reproducir colores con fidelidad. Es un color directo, sin mezcla de planchas, para el que hay que hacer una plancha propia que después imprimirá una tinta determinada según el número que hayamos elegido de su catálogo. Por esta razón es un procedimiento caro, pero fiable. El catálogo Pantone está formado por un gran número de tarjetas de cartón sobre las que se imprime en un lado muestras de un mismo color pero con distinta tonalidad. Una de estas tarjetas podría incluir una gama de rojos del más claro al más oscuro. Cada uno de estos colores va identificado con un número (y corresponde a una tinta determinada que, utilizando el papel apropiado, imprimirá esa tonalidad).
Este sistema es muy útil para poder recrear el color elegido de una manera exacta, por eso en el mundillo del diseño y las artes gráficas es muy utilizado (cuando el presupuesto lo permite) aunque también tiene un papel destacado en la moda, el hogar, el diseño industrial, pintura de interiores, etc.
Actualmente cualquier programa de ordenador de diseño o retoque fotográfico cuenta al menos con tres sistemas: El Pantone y los sistemas RGB y CMYK. Estos dos últimos se basan en la mezcla de los porcentajes de los colores. Pantone Inc. define a su producto como color directo. Hay también otros sistemas como el CIELAB más complejos y menos utilizados (sobre todo en programas de software libre).
Algunos organismos oficiales en Canadá, Corea del Sur y otros han abierto las puertas de sus Parlamentos a Pantone Inc. para poder definir exactamente el color de sus banderas (el color azul de la bandera escocesa es el Pantone 300).
Finalmente debes tener en cuenta que el color que se ve en el monitor no es exacto al impreso, de ahí lo importante de tenerlo bien calibrado y que tendremos que asegurarnos antes de encargar un trabajo a nuestra imprenta. Tampoco le vendría mal a algunos profesionales de brocha gorda tener su Pantone porque, y lo decimos por experiencia propia, hay mucho pintor daltónico suelto que confunden un verde clarito con un amarillo.

Párrafo. Unidad discursiva compuesta por distintas oraciones que expresan una idea común. Sus características fundamentales son la unidad y la coherencia, es decir, que tanto la oración principal como las secundarias expresen una misma idea y que el conjunto de todas presenten un orden lógico y claro. ¡Hala!, ahora que ya sabeis lo que es un párrafo, buscad alguno en vuestro periódico preferido que presente estas características. Os lo advertimos, no va a resultaros fácil.
Morfológicamente un párrafo se diferencia de los demás por presentar una sangría al principio del mismo, un espacio blanco equivalente a varios espacios en blanco. También puede llevar una interlínea algo mayor antes de su primera línea que entre las demás. Al final del texto de un párrafo se aplica un fin de párrafo, ese símbolo extraño como una "P" invertida que aparece cuando presionamos la tecla ENTER. Se diferencia del salto de línea en que lleva asumidos las condiciones del siguiente párrafo, blancos y justificaciones.
El párrafo pues se convierte en una unidad de medida dentro la página. Mide bloques de configuración tipográfica y mide unidades informativas. Porque la información también puede medirse en párrafos. De hecho cualquier información debería poder contarse en un sólo párrafo. Ésta es la máxima de la estructura de la pirámide invertida. Todo lo que no pueda contarse en el primer párrafo (que contendrá las famosas cinco uves dobles) no se considerará fundamental a la hora de entender lo que se nos cuenta. Esto no es tán fácil de aplicar y si os fijáis no es que se cumpla a rajatabla. Cuántas veces no habremos leído hasta la mitad de la página para poder exclamar: "¡Anda, si eso es a lo que se referían en el título!". Pero los redactores son celosos de sus párrafos. Por eso cuando a veces les sobra algo de texto y les dices que van a tener que cortar unas líneas, o a lo peor, el último párrafo, te sueltan impactados: "No es posible, pero si ahí cuento cosas importantísimas!", a lo que habría que responder: "No lo dudo, pero si son tan importantes podrías haberlas contado diecisiete párrafos antes ¿no crees?".
En Quark -y en el resto de procesadores de texto y programas de autoedición-, el párrafo también tiene una importancia mayúscula. Será la unidad por la que se defina la estrucura tipográfica del texto. El estilo de párrafo marca la pauta en cuanto a tipografía, interlineado, particiones y justificaciones, y sangrías del texto. Siempre tiene asociado uno de carácter, que confiere propiedades individuales al texto, pero es el de párrafo el que dice cómo va a comportarse el bloque en ese párrafo.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Diseñario (XXIX)

No contentos con reflexionar, estudiar, investigar y escudriñar los términos que existen en el mundo del diseño periodístico y la prensa en general para después definirlos y hacerlos accesibles a la blogosfera entera, al mundo mundial si cabe, el comité de expertos de encajabaja, crecidos seguramente sin razón para ello, se atreven incluso a inventar términos nuevos en este suyo y vuestro Diseñario. Colectivo. Irreverente. Abierto.





P


P&J. O lo que es lo mismo, partición y justificación. Oscura y rara opción de Quark (y de todos los programas profesionales de autoedición y fotocomposición) que sirve para indicarle al susodicho cómo partir las palabras (men-sa-je, respetando las sílabas, lógicamente) al final de una línea y los valores máximos y mínimos de blanco entre letras y palabras necesarios para justificar el párrafo. Con esto, el programa se encarga de encoger o estirar las líneas para que todas ocupen la misma anchura. Cada idioma y cada trabajo tiene sus propias PyJ, por lo que puede haber infinitas particiones con sus correspondientes justificaciones.
Este apartado, que puede parecer demasiado técnico, es, sin embargo, importante, porque con él tendremos que evitar que partan muchas palabras seguidas y así evitar una escalera de guiones al final de la línea. Y es uno de los apartados que se tienen en cuenta según la tipografía que estamos usando para nuestros trabajos.
Pero no os preocupéis si veis la pantalla de partición y justificación y no os enteráis de nada, no seréis ni los primeros ni los últimos. Hay expertos que se encargan de esto y no son tímidos informáticos.
Si durante uno de tus trabajos ves que algo raro hay en la partición, que las letras se te estiran como si se odiaran o se juntan como amantes en una noche de verano, el problema está probablemente aquí. Ajusta la partición y listo...

Página. Nuestra razón de ser, el fin último que busca todo maqueta que se enorgullezca de serlo, el grial de los caballeros del tipómetro, ese espacio imaginario en el que fuerzas ocultas y mágicas ordenan múltiples elementos para crear un todo, una pequeña entidad con vida porpia capaz de reproducirse después hasta el infinito y más alla en infinitas hojas de papel. Idea platónica, inalcanzable pues, que las rotativas proyectan escupiendo tintas de cuatro colores desde sus cavernas industriales para que los mortales vean su reflejo impreso en los periódicos de cada ciudad, en sus revistas, en los libros...
Es una unidad también en la prensa escrita para medir la importancia de las noticias. Porque una página puede contener varias de ellas (lo más habitual, hasta ahora, porque llegan tiempos "visuales" que posiblemente lo cambien); pueden poner toda su superficie a disposición de un solo tema; o incluso pueden ser parte de un tema, muy importante, que abarque varias de ellas.
Existen páginas nobles, como la primera página de cada periódico, y páginas comunes, que permanecen ocultas, nerviosas, a la espera de que alquien las descubra al pasarlas y se detenga en ellas, y las lea, las mire, admire sus imágenes y, en el colmo orgiástico paginil, que aprecien y exalten su estructura, su equilibrio, la elegancia en la disposición de sus lementos, el impacto o la serenidad que quieren transmitir y sólo alguna vez logran. Por eso lamentan con crujidos desagradables que las pasemos, gritan así que no, que nos quedemos en ellas.

Página web. Resultado de la evolución... que estás viendo. Uno de los últimos en lo que se refiere a soporte para distribuir la información. Es la forma que ha elegido internet (o la web, de ahí su nombre) para estructurar y difundir sus contenidos. Necesita de electricidad continua para existir, pero a cambio de tan engorrosa dependencia ofrece todas las posibilidades que han existindo hasta ahora de manera simultánea: texto, sonidos, e imágenes de cualquier tipo: fijas (fotografías, ilustraciones, gráficos...) o en movimiento (vídeo). Utiliza todos sus lenguajes y comienza a crear el suyo propio, apoyado en el poder de los vínculos. No sólo contiene todos los medios de comunicación pasados y presentes, sino que es muy posible que contenga también todos los futuros, aunque esta profecía, insensata como todas las que se atreven a querer ver los tiempos venideros, está condenada a equivocarse. Por ejemplo, si se nos apagan las luces.

Paginero. O lo que es lo mismo, folio fotocopiado "n" veces (con la consiguiente pérdida de nitidez) en el que los jefes de cada sección se encargan de dibujar su sección con la publicidad que tiene cada una, los temas que van a ir en cada página y otros datos que varían de un jefe a otro (desde números de teléfono sin dueño, autores de los textos o una pequeña lista de la compra que han captado a vuela pluma). Al principio del día el dibujo es limpio y claro, pero a medida que avanza y la cosa se complica, el dibujo pierde su forma original y se convierte en un totum revolutum indescifrable incluso por el propio autor. Auténticas obras de arte.
Con estas hojas suelen acudir a la sección de maquetación para intentar mostrarnos cómo han planteado ellos la sección, pero rara vez les hacemos caso porque los maltrechos ojos nos impiden ver dibujos superpuestos o microscópicos, por lo que preferimos que nos lo cuenten de viva voz.
También le llaman planillo de sección.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.